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3 de mayo de 2023

El rinoceronte que llegó al Escorial por un bisnieto del duque de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

A Anita Zúñiga, médico veterinario

 

           Este relato es tan cierto como el del Perro Negro del Escorial, publicado en Pinceladas de Historia Bejarana el 06/02/2017. Es el caso que cuando los portugueses llegaron a Java encontraron en la isla al rhinoceros sondaicus, la especie más pequeña del género rhinoceros. Fascinados con el hallazgo, comenzaron a repartir ejemplares por el mundo y uno fue destinado al papa León X, pero el barco que lo llevaba naufragó frente a las costas de Italia y el pobre animal se ahogó junto con la tripulación.

 

La abada en De varia conmensuración para la escultura y arquitectura de Juan de Arfe, 1585. todocoleccion.net 

26 de diciembre de 2022

El primer belén napolitano de España y el conde de Monterrey

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       "Cuando Carlos III llegó a Madrid, a mediados del siglo XVIII, se topó con una ciudad de aspecto miserable. La limpieza pública era tan escasa que el propio Fernán Núñez, el biógrafo del Rey, no dudó en calificar a la capital de “pocilga”. Barro, basura y excrementos componían una lamentable y maloliente imagen de la cabeza del Estado.

        Ante esta situación, la necesidad de emprender una reforma profunda era evidente e imperiosa. Por eso, Carlos III se propuso encabezar una transformación de la villa y Corte… Así, se inició un ambicioso plan de ensanche en el que se proyectaron grandes avenidas, plazas con monumentos como Cibeles y Neptuno; se construyó el Jardín Botánico, el Hospital San Carlos -sobre el que hoy se levanta el Museo Reina Sofía- y el edificio del Museo del Prado -que iba a ser destinado al museo de Historia Militar- y el palacio del Buen Retiro. También se intervino para establecer un servicio de alumbrado público y de recogida de basuras, se adoquinaron las calzadas y se excavó una red de alcantarillado para recoger el agua de la lluvia (junto con instituir la Lotería Nacional).

 

Entrada de Carlos III en Madrid
 Museo de Historia de Madrid

12 de noviembre de 2022

Breve historia del primer conde de Malladas, el bejarano José Díaz-Agero (2ª Parte y final)

        Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

        Publicado: Béjar en Madrid.

        La calle de las Armas, como ya hemos recalcado en otras ocasiones, era desde la Edad Media la calle hidalga por excelencia; en su manzana meridional parece que se forjaron algunas de las características más particulares de la arquitectura civil bejarana con su apertura diáfana hacia el paisaje y la presencia contigua junto a cada edificio de generosos huertos y jardines. Hacia mediados del siglo XIX la calle conservaba todavía parte de ese pedigrí noble. 

 Calle de las Armas de Béjar engalanada para el Corpus. Foto i Béjar

        En su zona central vivía la familia de nuestro protagonista, el Conde de Malladas, y, pared con pared, tenía una de sus casas el conde de las Navas[1]. Desde esta calle histórica, hoy apartada del mundo, a la representación política nacional y a la adquisición de la nobleza median en José Díaz-Agero unos años de ejercicio apasionante del oportunismo comprador y de la estrategia política. Es la época del afianzamiento de una nueva clase social, la burguesía terrateniente y agraria, en la que el oficio que constaba tenían muchos de los mayores hacendados era simplemente el de “propietarios”, un grupo social pasivo y absentista que se afanaba en la búsqueda de los mayores beneficios. La política vendría luego por inercia.

3 de septiembre de 2022

«Para excitar la devoción a Nuestra Señora». Sobre las primeras estampas y grabados de la Virgen del Castañar (2ª Parte y final)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4890 (04/III/2022), p. 4.


        Desglosando la trayectoria artística y profesional de Manuel Salvador Carmona, el autor de la estampa más antigua de la Virgen del Castañar que se conserva, no hay duda de que estamos ante uno de los mejores grabadores, por no decir el mejor, de la Ilustración en España. Y volvemos a la misma pregunta: ¿quién y por qué se encargó una estampa de la Virgen a tan insigne artista? El dispendio por el trabajo salió por la nada desdeñable cifra de 60 doblones de oro, una cantidad que no hemos hallado en el libro de la cofradía, lo cual nos induce a pensar que no fue ésta la que encargó el grabado

 

Manuel Salvador Carmona. Imagen sacada de aquí


 Grabado de la Virgen del Castañar de Béjar

 por Manuel Salvador Carmona, 1756

      Carrete Parrondo la menciona en su obra El grabado a buril en la España Ilustrada: Manuel Salvador Carmona, una referencia utilizada por Domínguez Blanca en el trabajo comentado[1]. Por azares del destino, hoy día tenemos la fortuna de poder contemplar su trabajo gracias a que esta estampa fue utilizada por el padre Francisco Yagüe para ilustrar su Historia de la Imagen del Castañar que se venera en la villa de Béjar, publicada en 1795[2] y de la que se conservan algunos ejemplares. La identidad de Francisco Yagüe sigue siendo un misterio. Sabemos que pertenecía a la familia de idéntico apellido dedicada a las manufacturas textiles, quizá hijo de Juan Francisco Yagüe Meluis, cuyo abuelo (en este caso bisabuelo del padre Yagüe) era ni más ni menos que Juan Luis Meluis, maestro flamenco. Cuando escribió el libro sobre la Virgen del Castañar se definía como «maestro pasante de teología y predicador». 

27 de agosto de 2022

«Para excitar la devoción a Nuestra Señora». Sobre las primeras estampas y grabados de la Virgen del Castañar (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4889 (18/II/2022), p. 4.

         El descubrimiento de uno de los enigmas más interesantes que planean en la historia de la devoción mariana de nuestra ciudad implica el rastreo de la estampa o grabado más antiguo que existe de la Virgen del Castañar. A este respecto sabemos por la investigación de Roberto Domínguez Blanca sobre la construcción del santuario[1], que para sufragar sus obras la cofradía se vio obligada a imprimir estampas de la santa imagen. Su venta otorgaba magros beneficios para tan magna obra, pero si el dinero recaudado se sumaba a las limosnas, la venta de la carne de los toros lidiados y los asientos en la plaza el día de la fiesta, o las “bodas” de la Virgen cuando se veneraba en parroquia de El Salvador[2], el resultado es que se podía continuar con tan loable propósito. Porque los gastos no eran precisamente pequeños si tenemos en cuenta que se edificó el santuario en su totalidad, incluido el presbiterio, la nave y las fachadas, el camarín y la sacristía, se alzaron los tres retablos, el principal y los laterales además de los paneles que cubren la capilla mayor, se costeó el púlpito y la reja, los elementos decorativos en yeso de las bóvedas, los frescos y hasta los confesionarios, tardándose más de un siglo en concluir, concretamente desde 1650 hasta la década de los 70 del siglo XVIII

          

14 de mayo de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (3ª Parte y final)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36.

 

             El pintor Toribio Álvarez, en su cuadro Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729, resuelve el lienzo con la representación de distintos momentos de la jornada a modo de cómic con la familia real y los duques como protagonistas. Alrededor de estas escenas se despliega una vorágine de caballos, ojeadores y cazadores entre la arboleda y las zonas de monte, y en la parte derecha dos testigos mudos: el palacio y el jardín a sus pies

 El Palacio de La Moraleja, propiedad del duque de Béjar. 

Fragmento del cuadro de Toribio Álvarez.

     Su lectura se realiza comenzando de izquierda a derecha y en el sentido contrario a las agujas del reloj, de arriba abajo. La primera recoge el momento en que don Juan Manuel y su esposa María Ana, junto a su hijo don Joaquín[1], un futuro duque de doce años, aguardan a la familia real acompañados de músicos tocando instrumentos. Un poco más abajo, Felipe V, a quien distinguiremos por su casaca roja, y la reina Isabel de Farnesio, de negro y blanco, son cumplimentados por los duques y el heredero, una vez que los primeros han descendido de su carruaje. Un grupo de infantería hace salvas al rey.

6 de mayo de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (2ª Parte)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36.

 

           El XI duque de Béjar, Juan Manuel II, qué duda cabe, presumía muy mucho de su finca y palacio de La Moraleja, y en ella quiso agasajar el 26 de octubre de 1728 a Felipe V[1], de quien tantas mercedes había recibido[2]. A la jornada de caza acudieron el rey, aquejado de las depresiones recurrentes que tantos males le causarían hasta el final de sus días, su segunda esposa Isabel de Farnesio, el príncipe de Asturias (futuro Fernando VI), la princesa del Brasil (Mariana Victoria de Borbón, futura reina consorte de Portugal, llamada cariñosamente Marianina), y los infantes Carlos (Carlos III) y Felipe (duque de Parma). Parece ser que la reina animaba a su marido a ejercitarse en las actividades venatorias porque hacían que el rey se sintiera mejor al aire libre. La caza así se convertía en una especie de terapia psicológica. Además Isabel de Farnesio, según sus contemporáneos, era una gran amante de la caza y gozaba de gran puntería[3]. Los pormenores fueron descritos en un documento impreso[4] quizá redactado por encargo del duque. Por su parte, don Juan Manuel estaba casado con doña María Ana de Borja y Aragón, XII duquesa de Gandía, su cuarta esposa, de la cual no tuvo descendencia. 

Detalle del cuadro de Toribio Álvarez Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729 en el que se puede ver a la familia real. 

29 de abril de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36. ISSN 1889-6421.


            Érase una vez un pequeño duque, huérfano de padre, cuyos héroes no eran El Cid, ni el Gran Capitán, ni siquiera don Juan de Austria, sino su padre fallecido. De él apenas recordaba un atisbo de ternura guardado al otro lado de la memoria. A falta de progenitor se encargaron de su crianza sus parientes femeninas más próximas. De su abuela, Teresa Sarmiento de la Cerda, heredó su recio carácter y el gusto por las artes, y de su madre, Mª Alberta de Castro y Portugal, quizá la ternura y el saber estar. Si existía un espejo masculino de carne y hueso en el que reflejarse, una especie de padre redivivo, éste era su tío. Baltasar de Zúñiga y Guzmán, marqués de Valero (1658-1727), había tomado las riendas de la educación de su sobrino tras la muerte en 1686 de su hermano don Manuel, X Duque de Béjar (1657- 1686) en el sitio de Buda[1], como sus dos tíos, Ruy Gómez de Silva y Diego Sarmiento de la Cerda, lo habían hecho con ellos mucho tiempo atrás. El marqués aunaba la inteligencia con la diplomacia y el gusto por las armas, cualidades que inculcaría a su querido sobrino.

Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729. Palacio de Riofrío de Segovia. Foto Alamy 

 

            Armas y religión, los dos pilares de su crianza, y un sueño por delante: engrandecer el nombre de la Casa aún más si cabe. Bajo el paraguas y los atentos consejos del marqués de Valero, don Juan Manuel II (1680-1747) recorría las calles de Béjar admirando las trazas de su palacio Ducal, maravillado por el trajín de los maestros extranjeros contratados para implantar el arte de la pañería fina, escuchando el toque brillante de las campanas, apreciando el verde fragante del monte del Castañar tras un día de lluvia, paseando por sus jardines de El Bosque, soñando con batallas en defensa de la cruz, apreciando el arte de la mano de su abuela, escuchando de boca de su madre las excelencias de su progenitor, recordando los hechos de armas de sus antepasados en el ducado[2]

25 de septiembre de 2021

Discurso de Josefa Montero García en el "Día de los Mártires de la Libertad" de 2019

 Autora: Josefa Montero García

Discurso Día de los Mártires de la Libertad, 28 de septiembre de 2019.

 

Queridos amigos:

Agradezco en primer lugar el inmerecido honor que supone para mí la invitación a dirigiros estas palabras en esta conmemoración de los hechos que sucedieron aquí mismo, hace ya 151 años.

Como ya es tradicional en esta fecha, estamos aquí para honrar el recuerdo de aquellos valerosos ciudadanos que comprometieron su vida para conseguir la soñada Libertad, con mayúscula, algo hasta entonces inédito en nuestra historia. Cierto es que el concepto de libertad admite muchos matices, pero como bien han señalado varios de mis antecesores, la labor de estos héroes allanó el camino para conseguir muchos de los valores de la sociedad actual, algo que debemos apreciar debidamente.

 

 Domingo Guijo

Para empezar, aquellos paisanos nuestros colocaron a Béjar en el mapa de las libertades, pues gracias a ellos se habló de nuestra ciudad en todo el país y recibió una serie de homenajes merecidos, de los que expondré algunos casos. Por ejemplo, el día en que entró en Madrid el General Prim, en loor de multitud, nos cuenta la prensa que “el batallón numeroso del comercio de Madrid, llevaba un estandarte con crespones negros y una riquísima corona de siemprevivas. Aquel estandarte ostentaba el glorioso nombre de Béjar”. Detrás del mismo desfilaban tres comisionados de nuestra ciudad: Melitón Sánchez, Ángel Acosta y Felipe Agero[1].

10 de julio de 2021

La Niña de Plata y el Niño Rojo: dos retratos de niños del linaje de los Zúñiga

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

 

          Inés Francisca de Zúñiga y Fonseca era hija de Fernando Antonio de Ayala Fonseca y Toledo, III conde de Ayala, y de su prima y esposa, Isabel de Zúñiga y Fonseca, marquesa de Tarazona. Para heredar a su tío Manuel Alonso de Zúñiga Acevedo, VI conde de Monterrey, fallecido sin descendencia legítima, antepuso el apellido de su madre. Fue contemporánea de su primo Alonso Diego de Zúñiga, VIII duque de Béjar, y ambos descendientes de Diego López de Estúñiga, I señor de Béjar. 

        Terminó reuniendo en sus manos los títulos nobiliarios de sus padres y de su tío, y la Grandeza de España. A menudo se la confunde con su tía Inés de Zúñiga y Velasco, esposa de Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, hija de Gaspar de Zúñiga Acevedo y Velasco, V conde de Monterrey. Casó con su pariente Juan Domingo Méndez de Haro y Fonseca, hijo del VI marqués del Carpio, que cambió de nombre a Juan Domingo de Zúñiga y Fonseca, y al quedar viudo y sin descendencia se hizo sacerdote. A los 19 años la retrató Juan Carreño de Miranda, pintor de la corte de Felipe IV, y Lope de Vega le dedicó los siguientes versos en la comedia La Niña de Plata: …Y doña Inés de Zúñiga y Fonseca –de plata sobre raso naranjado, -que al fruto del azahar las flores trueca.

Retrato de Inés Francisca de Zúñiga, por Juan Carreño. 

Fundación Lázaro Galdiano, Madrid

        A Juan Domingo lo retrató Frederik Bouttats el Joven, con el apellido y los títulos de su esposa, cuando fue gobernador general de los Países Bajos. Posteriormente fue virrey de Cataluña, presidente del Consejo de Flandes y consejero de Estado de Carlos II. Está enterrado en la iglesia de la Purísima del convento de las Agustinas de Salamanca, que Manuel Alonso de Zúñiga Acevedo y Fonseca, VI conde de Monterrey, había mandado construir frente a su palacio para su hija religiosa Inés Francisca de Zúñiga, habida fuera del matrimonio, y para capilla funeraria de su familia.  

10 de abril de 2021

Joaquín de Zúñiga, XII duque de Béjar y el último de su apellido

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez


A mi nieto Joaquín Alonso Zúñiga Sánchez

  Existe bastante información dispersa sobre este personaje, cuyo procesamiento entregaría un acertado análisis focal de la vida de la alta nobleza en la corte madrileña del siglo XVIII. Único hijo varón del tercer matrimonio de su padre Juan Manuel de Zúñiga, XI duque de Béjar, con su prima hermana Rafaela Luisa de Castro y Centurión, nació en Madrid el 28 de abril de 1715 y fue bautizado en la exclusiva iglesia de San Andrés.


Iglesia de San Andrés, Madrid. Es.wikipedia.org

 Huérfano de madre a los tres años, se crio junto a su hermana Ana en el  palacio de Alcañices, situado entonces en la calle de Alcalá, frente a la plaza de Cibeles, y tuvo como preceptor al latinista Juan de Iriarte. De carácter sumiso y apacible, que más tarde se volvió melancólico, y de clara inteligencia, ingresó luego al Colegio Imperial regido por los jesuitas, al que asistía la flor y nata de la juventud aristocrática. De esa época son los versos alabanceros que sus maestros le dedicaron con motivo de una función escolar: Al excelentísimo señor conde de Belalcázar, primogénito del señor duque de  Béjar: “Segunda vez la victoria -logra tu ingenio profundo…” etc.

 

6 de marzo de 2021

Veinticinco bejaranas firmaron un documento contra las quintas que llegó a las Cortes (1869)

  Autora: Carmen Cascón Matas 

        La revolución de 1868 se fraguó al calor de la crisis económica, política y social que venía padeciendo España bajo el reinado de Isabel II. La olla a presión en que se habían convertido los años previos a esta fecha, con pronunciamientos militares continuos liderados por el general Prim y el partido progresista, que fracasaban por falta de unión entre los opositores al régimen (progresistas, demócratas, republicanos) y las dudas de la Unión Liberal, estalló al fin y a la postre en un movimiento social de carácter burgués al que se unieron las masas populares [1]


Manifestación de mujeres contra las quintas en Zaragoza

Por vez primera en la historia de España la burguesía[2] se hace con las riendas de un proceso democrático, cuyo periodo no será precisamente un camino de rosas en sus apenas seis años de duración (1868- 1874). A la galopante crisis de subsistencias, la deuda creciente de las arcas del estado, los tiras y aflojas de los propios protagonistas de la revolución, los conflictos internos con la sombra de los alfonsinos y carlistas, a los que se añaden los republicanos unionistas y federalistas, se suma el difícil reto de desmovilizar a una población que había tomado conciencia de su propio poder en la formación de las juntas revolucionarias. 

 

17 de octubre de 2020

Encuentros y desencuentros entre Prim y Béjar (6ª Parte y final): la visita frustrada

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.818 (01/02/2019), p. 4.

Tras disolverse la Junta Revolucionaria y elegirse un nuevo Ayuntamiento por sufragio universal masculino, los nuevos representantes del consistorio deciden que Esteban Anaya y Primo Comendador lleven sus asuntos en Madrid, dos personas de mayor representatividad a nivel local y nacional. No en vano el segundo era farmacéutico, director de la desaparecida por entonces Escuela Industrial y luego diputado a Cortes por Béjar por el partido progresista, el grupo político liderado por Prim. Los comisionados representaban a la Muy Noble, Muy Leal, Liberal y Heroica ciudad [1], flamantes títulos estos últimos concedidos por el Ministro de la Gobernación, Práxedes Mateo Sagasta, ese mismo 18 de noviembre de 1868. Ambos insistirán a Prim sobre su promesa de acercarse a Béjar, como lo hizo la Junta Revolucionaria. 

 

Recreación del Atentado de la calle del Turco según un grabado de la época

 

10 de octubre de 2020

Encuentros y desencuentros entre Prim y Béjar (5ª Parte): de ciudad amiga a población insurrecta

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid nº 4818 (18/01/2019), p. 4.

Un grupo de vecinos liderados por Juan Muñoz Peña, Serapio Gómez, Cristóbal Anaya y Gregorio Ortín presentaron un escrito con el fin de que no se enviara la carta de don Nicomedes Martín Mateos al ministro de la Guerra. Aducían que representaría “un desaire para el Gobierno Provisional que le ha creado en honor a esta heroica Ciudad [1]”. Las discrepancias entre los líderes de la revolución, Muñoz Peña y Aniano Gómez, provocó que este último dimitiese de su cargo de comandante de los Voluntarios de la Libertad.

 Monumento a los Mártires de la Libertad. Reproducción de los Cañones de Víctor Gorzo, del artista Ricardo Martín Vázquez. Béjar

A Prim no le faltaba razón a la hora de desconfiar en las fuerzas del Ayuntamiento si se terciaba un levantamiento popular contra el Gobierno. Los republicanos habían adquirido una relevancia importante en nuestra ciudad y un año después se produjo una insurrección republicana que obligó, al ya Presidente del Consejo de Ministros, a enviar a un batallón completo de 340 hombres para sofocarla [2]. Este levantamiento no sería el último[3].

26 de septiembre de 2020

Encuentros y desencuentros entre Prim y Béjar (3ª Parte): los preparativos de su visita

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Semanario "Béjar en Madrid" nº 4.815 (21/12/2018), p. 6.

Como comentamos en el artículo anterior, Olleros y Lozano, antes de concluir con su misión de representantes de los intereses de la Junta Revolucionaria en la capital, obtuvieron la promesa del general Prim y de Práxedes Mateo Sagasta de visitar Béjar, la ciudad que había dado tanto por los intereses de la Revolución de 1868. A tal fin Aniano Gómez Valle pidió para esta ocasión tan relevante nuevos uniformes para los 200 hombres que componían los Voluntarios de la Libertad o Milicia Ciudadana[1] y fueron nombrados el mismo Aniano y Primo Comendador Téllez para organizar el programa de festejos[2]

 

General Prim

Unos días más tarde, el 17 de octubre de 1868, la Junta de Gobierno dirige al presidente del Consejo de Ministros una carta que se transcribe punto por punto en La reseña al vapor de Juan Muñoz Peña. La redacción y envío de esta carta había sido el resultado de una sugerencia de Luis Olleros y Rafael Lozano. La reproducimos aquí en su totalidad para interés del lector:

18 de septiembre de 2020

Encuentros y desencuentros entre Prim y Béjar (2ª Parte): los primeros compases del Sexenio

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Semanario "Béjar en Madrid", nº 4.814 (7/12/2018), p. 4.

A partir del 8 de octubre, los representantes de la Junta Revolucionaria de Béjar en Madrid, Luis Olleros y Rafael Lozano, intentarán hacer valer el nombre de una ciudad que había vertido su sangre por los ideales triunfantes. Y lo hacían en una tambaleante capital aún inmersa en los vaivenes revolucionarios. En varias ocasiones son recibidos en el palacio de Buenavista para parlamentar con el entonces ministro de la Guerra, jefe del partido progresista e icono de la revolución, el general Juan Prim. Vara alta tenían los portavoces de la gloriosa Béjar que había demostrado coraje y valor en los días de la revolución. Quien después sería de facto presidente del Consejo de Ministros invitaba en su casa y departía con llaneza con los bejaranos, mostrándose cordial como veremos más adelante. Las descripciones minuciosas de éstas y otras entrevistas las podemos rastrear en la correspondencia que éstos remitían a Béjar[1].

Gobierno provisional de 1868

Ambos conversarían el día 12 de octubre con el marqués de los Castillejos, quien “nos ha recibido muy cordialmente y a quien hemos tenido el gusto de oir los mayores elogios del pueblo de Béjar”. Entre otras cosas prometía tanto indemnizar a las familias azotadas por el ataque del ejército isabelino, a las órdenes del brigadier Nanetti, como castigar a los culpables de los desafueros militares ocurridos el 28 de septiembre. Sin embargo, y a pesar de sus buenas palabras, no quiso oír hablar de que Béjar se convirtiera en la capital de la provincia, una propuesta que trasladó la Junta Revolucionaria a Prim aprovechando la fama que el nombre de nuestra ciudad había adquirido a nivel nacional. Quizá el peso obtenido a raíz de los últimos sucesos no desbancaba la importancia de Salamanca como capital provincial. El orden parecía trastocarse pero había demasiados frentes abiertos. En todo caso, las promesas del general catalán serían en parte cumplidas, pues el 4 de noviembre el Ministro de la Gobernación aprobó la concesión a Béjar de 8.000 duros para atender a la población, sobre todo fomentando las obras públicas, y el 18 de noviembre una indemnización para la ciudad de 18.000 escudos para calamidades públicas[2]. No así el castigo a los culpables[3].

11 de septiembre de 2020

Encuentros y desencuentros entre Prim y Béjar (1ª Parte): la recepción en Madrid

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.813 (16/11/2018), p. 4.

          Año de gloria y de luto para Béjar. 1868 quedaría grabado a fuego en las memorias de los bejaranos tanto por sus héroes caídos como por los ecos de una revolución civil que llevó el nombre denuestra ciudad hasta Norteamérica a través de la prensa[1]. La noticia de los acontecimientos vividos y la sangre derramada por el ejército realista del brigadier Nanetti frente a los indefensos paisanos del barrio de La Corredera corrió como la pólvora hasta llegar a la capital e incluso la Junta Revolucionaria de La Latina[2] dirigió sus condolencias a la Junta de Béjar por este motivo. A lo largo de estos artículos intentaremos acercarnos a la relación de simpatía, primero, y de cierto distanciamiento después, entre el Juan Prim y Prats, el icono de La Gloriosa, y la Junta Revolucionaria, luego Ayuntamiento, de Béjar. A través de su análisis entenderemos cómo se llegaron a conseguir ciertos objetivos para una ciudad que simbolizó el brazo civil heroico y mártir de la Revolución Septembrina. 

 

Grabado de la manifestación contra las quintas


8 de mayo de 2020

Un conflicto de escudos en Baños de Montemayor: los Zúñiga frente a los Carvajal (1ª Parte)


Autor: Miguel Sánchez González

Este pequeño texto fue publicado originalmente en “Castillejos, hoja informativa y cultural de Baños de Montemayor” nº 106 (agosto de 2012), creación de uno de los bañenses más conocidos en la red: Juan Luis Regidor. A él debemos agradecer la labor de difusión de anécdotas, personajes, curiosidades, noticias históricas, fotografías, poesías... relacionadas con Baños y alrededores, sirviendo de pequeño altavoz cultural y vehículo de difusión entre 2013 y 2017 [1].




Cualquier vecino de Baños de Montemayor o visitante que se haya acercado al pueblo habrá dado un paseo hasta la “iglesia de abajo” o de Santa Catalina de Siena. Después de haber mirado a lo alto de la torre, calculado el peso del nido de las cigüeñas, de haber pensado si merecerá la pena subir las escaleras que llevan a la entrada de la torre y haber desistido pensando en sus rodillas, habrá acabado por dar una vuelta a su alrededor y quizás haya acabado fijándose en la puerta que mira hacia el sur. 

 Portada principal de la iglesia de Santa Catalina de Baños


Se trata de una sencilla puerta con arco de medio punto, renacentista, y alfiz que lo enmarca. Sobre él una hornacina que siempre vimos vacía y a ambos lados sendos blasones de los duques de Béjar similares a los que vemos en una casa cercana a la iglesia, que hace esquina junto a la torre, y a otros que hay en las Fuentes de los Mesones, llevada a la carretera de la salida del pueblo.

17 de abril de 2020

De Béjar a Tawi-Tawi

*El día 30 de marzo de este año José Antonio Sánchez Paso me puso al corriente de la publicación en ABC de un artículo sobre el marino bejarano Tomás Olleros Mansilla, figura que tratamos en este mismo blog hace unos años. Orgullosa de que un paisano apareciera en la edición digital de periódico tan prestigioso, lo compartí en las redes sociales con gran éxito de visitas. Poco después se ponía en contacto conmigo Tomás Olleros Izard, hijo de Manuel González de Eiris, autor de una pequeña biografía no venal sobre tan ilustre bejarano de la que todos hemos bebido para conocer sus aventuras marítimas y militares. Me daba las gracias por tratar la figura de su ilustre tío antepasado y me ofrecía la posibilidad de escribir a Francisco Javier Suárez de Vega, el escritor del artículo de ABC. Me lancé a escribirle un correo contándole este asunto y su respuesta, rápida, consistió en mandarme su móvil. Una amena charla y un intercambio de jugosas informaciones me llevó a pedirle el texto para Pinceladas y hoy lo tenéis aquí.  Gracias, Javier. 
 
Autor: Francisco Javier Suárez de Vega.
Publicado: ABC, 30/03/2020.
  Por sorprendente que parezca, lo cierto es que la Armada española ha tenido en esta tierra uno de sus viveros más feraces. Hoy vamos al rescate de un marino y militar bejarano. Su rastro habría desaparecido para siempre entre las brumas de la Historia, de no ser por la sentida biografía escrita por un descendiente, el abogado Manuel Olleros. La casualidad quiso que uno de los escasos ejemplares de este raro tesoro cayese en mis manos.

 Creación de Nieto

Solo tenía 10 años, cuando su padre le exponía a Isabel II la «particular afición» de su vástago por la Armada y solicitaba su admisión, «para cuando cumpla la edad», en el Colegio Naval de San Carlos. Cumplidos los 14, al llegar a Cádiz y ver el mar por primera vez, sus azules quimeras empezaban a hacerse realidad. Era el comienzo de una aventura, la de su vida, que superaría con creces a sus infantiles fantasías.

3 de enero de 2020

El Conde-Duque de Olivares, un miembro descolgado del linaje de los duques de Béjar


   Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
   
       Tratamos hoy de otro miembro del linaje de los Zúñiga, el famoso conde-duque de Olivares, valido (del árabe walid, gobernador) o primer ministro de Felipe IV, que pasó a la historia con el nombre de Gaspar de Guzmán y Pimentel.

El conde-duque de Olivares pintado por Velázquez. 
Museo Hermitage.

       Su padre, Enrique de Guzmán, era hijo de Pedro de Guzmán y Zúñiga, segundo hijo del III duque de Medina Sidonia Juan Alonso Pérez de Guzmán y de su mujer Leonor de Zúñiga, hija del conde de Ayamonte Pedro de Zúñiga y Manrique de Lara, hijo a su vez de Álvaro de Zúñiga y Guzmán, I duque de Béjar (los duques de Béjar eran los parientes mayores del linaje, al punto de que Álvaro de Zúñiga impuso la castellanización definitiva de la antigua forma del apellido Estúñiga).