Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, 4.818 (01/02/2019), p. 4.
Tras disolverse la Junta Revolucionaria y elegirse un nuevo Ayuntamiento por sufragio universal masculino, los nuevos representantes del consistorio deciden que Esteban Anaya y Primo Comendador lleven sus asuntos en Madrid, dos personas de mayor representatividad a nivel local y nacional. No en vano el segundo era farmacéutico, director de la desaparecida por entonces Escuela Industrial y luego diputado a Cortes por Béjar por el partido progresista, el grupo político liderado por Prim. Los comisionados representaban a la Muy Noble, Muy Leal, Liberal y Heroica ciudad [1], flamantes títulos estos últimos concedidos por el Ministro de la Gobernación, Práxedes Mateo Sagasta, ese mismo 18 de noviembre de 1868. Ambos insistirán a Prim sobre su promesa de acercarse a Béjar, como lo hizo la Junta Revolucionaria.
Recreación del Atentado de la calle del Turco según un grabado de la época
Sin embargo, la ilusión de la visita de Prim a Béjar se truncaría con el atentado del 30 de diciembre de 1870 en la calle del Turco de Madrid contra el presidente del Consejo de Ministros. En la sesión plenaria de ese mismo día, ya tarde a juzgar por la hora en la que se cometió el asalto en Madrid, a las siete de la tarde de una tarde invernal en la que los copos de nieve iluminaban tenuemente las calles en su caída, Antonio Sanz, irrumpiendo en el consistorio, pidió al Ayuntamiento “se ocupara de hacer la oportuna manifestación protestando, como otras corporaciones han hecho del horroroso atentado cometido contra el Presidente del Consejo de Ministros”[2]. Es curioso que la noticia llegara tan pronto a Béjar. Sin duda el telégrafo tuvo mucho que ver en la propagación de las noticias y tuvo una importancia capital en la organización de la revolución de 1868. Qué duda cabe que el pleno del Ayuntamiento debió de concluir a horas tardías, quizá más allá de las 9 de la noche [3].
Ante la interrupción de Antonio Sanz, portador de tan infaustas noticias, “el señor alcalde manifestó estaba también en su ánimo haber puesto a discreción este punto, demostrando con sentidas frases la reprobación justa con que deben mirarse actos de esta naturaleza por todos los españoles y especialmente por este noble y leal pueblo que en diferentes ocasiones y especialmente en la revolución del mil ochocientos sesenta y ocho dio tan señaladas pruebas de hidalguía y nobleza de alma perdonando a sus más encarnizados enemigos pero siendo bastante avanzada la hora suplico al Ayuntamiento concurra en sesión extraordinaria a las diez de la próxima mañana”.
Placa colocada en el lugar del magnicidio en Madrid
Al día siguiente se reabordó el asunto del atentado y los señores ediles “manifestaron el gran disgusto que tan alevoso crimen les ha causado, acordándose por unanimidad pasar al Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación y Sr. Gobernador de la Provincia el siguiente telegrama:
El Ayuntamiento de esta Leal y Noble, Liberal y Heroica Ciudad de Béjar tienen el honor de manifestar a V.E. la impresión dolorosa y repugnante con que han visto el crimen alevoso de que ha sido Victima el Presidente del Consejo de Ministros; vil y cobarde atentado contra el cual protestan horrorizados y se lebantaran en esta hidalga Patria la indignación pública y la mas universal reprobación; y hacer fervientes votos por que en ningún caso peligren las libertades públicas y el orden social, a cuya defensa contribuyen los que suscriben en la medida de sus fuerzas con enérgica resolución”.
Firmaron el acta plenaria de aquel día histórico Montero, Domingo Guijo, Anselmo Abad, Anselmo Petit, Galo Díaz, Manuel González, Mariano Zúñiga, Agustín Regadera, Francisco Bueno Calles y José Bueno como escribano.
La visita a Béjar del general victorioso, el héroe de la Guerra de África, marqués de los Castillejos, conde de Reus, ministro de la Guerra y presidente del Consejo de Ministros, nunca se produjo. Unos trabucos asesinos truncaron esa posibilidad.
Amadeo de Saboya velando el cadáver del general Prim.
El atentado mortal se produjo un par de días antes de que el nuevo rey pusiese pie en España
¿Cómo hubiera sido esa visita? Probablemente le hubieran recibido a la entrada de Béjar y conducido en calesa descubierta o a caballo, más bien lo primero, por la calle Mayor hasta el Ayuntamiento en olor de multitud. Quizá hubiera pasado revista a la Milicia de Voluntarios destacados en los hechos de 1868, con José Fronsky y Domingo Guijo a la cabeza. Es posible que se hubiera entrevistado con las familias de los muertos y los heridos, y que se hubiera rezado un responso ante la tumba colectiva de los fallecidos en el cementerio de San Miguel. Primo Comendador le hubiera hablado de la desaparecida Escuela Industrial y de su reapertura, y Nicomedes Martín Mateos le hubiera narrado sus paseos comedidos por los huertos. Domingo Guijo y su banda de música hubieran tocado unas piezas musicales, y José Fronsky le hubiera mostrado la fábrica de Nicolás Rodríguez Vidal, en donde trabajaba como director. Prim hubiera loado el espíritu trabajador de los bejaranos, hubiera tocado las piezas de paño con las que se confeccionaban los uniformes del Ejército y se hubiera mostrado proclive a firmar más contratas de paños con las fábricas textiles de Béjar. A lo mejor le hubieran llevado a reflejarse en las aguas del estanque del Bosque y a cazar perdices y jabalíes en los montes de La Centena. Quién sabe si le hubieran llevado a caballo y en mula hasta Candelario, donde hubiera probado sus embutidos, y ascendido hasta El Calvitero y las lagunas, como a todos los visitantes ilustres (véase Bravo Murillo, el ministro bejarano Sánchez-Ocaña o después Miguel de Unamuno). Quizá, quizá, quizá. Quizá nunca hubiera venido por la oposición de los republicanos bejaranos que se levantaron a poco de triunfar la revolución.
Pero a mí me gustaría imaginarme también lo que no fue y pudo ser.
[1] CASCÓN MATAS, Mª Carmen. “El homenaje de la Junta Revolucionaria de La Latina a los esforzados ciudadanos de Béjar”. Blog Pinceladas de Historia Bejarana (23/09/2014).
[2] Archivo Municipal de Béjar. Libros de actas de sesiones de 1870. Sesión plenaria de los días 30 y 31 de diciembre de 1870. Sign. 1624, ff. 168 y 168v.
[3] Recientemente Óscar Rivadeneyra Prieto ha publicado un librito (Sucedió en Béjar (1493-1910): crónica negra de la ciudad. Editado por el Ayuntamiento de Béjar, TGC Cultural y Béjar en Madrid, 2019) que contiene hechos luctuosos ocurridos en distintos momentos de la historia de la ciudad. Entre ellos menciona a disintintos individuos que fueron acusados de estar relacionados con el atentado contra Prim. Parece ser que algunos de los implicados e instigadores vivían en Béjar o se trasladaron aquí después de los acontecimientos.
Indudablente nos gusta a más de uno imaginarnos lo que pudo y ser y no fue por culpa del atentado. Prim tenía demasiados enemigos y suscitaba muchas envidias. Con su asesinato se abrió el camino para que restauraran a los borbones tras el sexenio.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
¡Qué bien cuentas la historia y más específicamente la de tu hermosa ciudad! Gracias, Carmen, por ilustrarnos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buena tus comentarios sobre lo que vivió Béjar en esos años. En cuanto a la parte final de lo que podía haber sido y no fue queda como siempre en la imaginación de cada uno.
ResponderEliminarSaludos.
Una visita truncada por unos inconformistas. Su forma de actuar siempre es la misma, eliminar lo que les estorba. Y puestos a imaginar cada no se imagine como hubiera sido.
ResponderEliminarBuen domingo Carmen. Cuidaros.
Un abrazo
Formó parte de unos hechos, premeditados o no, para restaurar a los borbones...
ResponderEliminarInteresante ejercicio de ucronía al final Carmen
Besos
Es dificíl ponerse de acuerdo, si ninguna parte quiere retroceder terreno.
ResponderEliminarMuy buena información, de la historia de tu ciudad.
Besos
Con este último capítulo cierras una parte importante en la historia de Béjar Carmen. Por cierto esta noche en la "Sexta" he visto un reportaje de la empresa que fabrica las mascarillas en Béjar.
ResponderEliminarBesos.