Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.750 (1/04/2016), p. 4.
Tras la apertura de caminos inexplorados en el sur de Brasil y en las fronteras de Argentina y Paraguay, y tras haber recorrido incansables las márgenes de legendarios ríos como el Paraná y el Iguazú, los hombres de Pedro Dorantes Arias rindieron pleitesía al gobernador del Río de la Plata, Alvar Núñez Cabeza de Vaca[1], con quien habían llegado desde España con el fin de no dejar un palmo de tierra sin conquistar ni un nativo sin someter. La tradición dice que en aquellas tierras los conquistadores españoles se desmontaban de sus caballos y los lanzaban desbocados y a todo galope camino del horizonte, para después marcar la frontera de sus posesiones allá donde el equino, rendido, se detenía.