Amigos de Béjar y sus historias

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3/22/2025

Pueblos sin gente / 2 (4ª parte y final) La Redondilla cerca de La Garganta (ca. 1446-1900)

Autor: José Muñoz Domínguez

 6. Redondilla, topónimo recurrente

      Una búsqueda muy somera del nombre Redondilla arroja decenas de resultados en toda la geografía española, generalmente como topónimo menor y en ocasiones de forma compuesta, como en el caso de Navarredondilla (Ávila), la antigua Navarredonda medieval que hasta el siglo XVII era homónima de otro despoblado o falso despoblado bejarano, la Navarredonda situada en la ribera del Cuerpo de Hombre, de la que me ocuparé en otra entrega de esta serie. 

      En su versión más simple, tenemos unas cuantas redondillas repartidas por la piel de toro: la Dehesa y el Cortijo de la Redondilla (Cáceres), los yacimientos de la Redondilla en Daganzo de Arriba (Madrid) y Muñopepe (Ávila), la Redondilla –y la Redonda– cerca de Rascafría (Madrid), la Redondilla de Boecillo (Valladolid), la laguna de la Redondilla en el conjunto lacustre de Ruidera (Albacete), la Peña Redondilla en Sotresgudo (Burgos), el despoblado de la Redondilla o la Redondiella cerca de Doña Santos y Santo Domingo de Silos (sureste de Burgos), el paraje de la Redondilla en el despoblado de Valdemoro, dentro del municipio de San Pedro Manrique (norte de Soria), la Hoya de la Redondilla en Zenzano (centro de La Rioja), los parajes nombrados la Redondilla en Alanís (Sevilla), Las Juntas (Granada), Borox (Toledo), Bustillo de la Vega (Palencia), Perogordo (Segovia) y Zorita de la Frontera (Salamanca) o la Casa de la Redondilla en Puente Viesgo (Cantabria), entre otras referencias aún menores. Además, diversos cognados de este topónimo se registran en otras lenguas peninsulares, como el gallego, con varias redondelas entre las provincias de la Coruña y Pontevedra, junto con su homónimo en Isla Cristina (Huelva), o bien se conocen formas antiguas como la Redondiella en Asturias (ejemplos de Berodia y Cabrales, majadas de Onís, Cangas, etc.) y la situada cerca de Santo Domingo de Silos, ya mencionada. 

Fig. 1. Imagen satelital de la laguna Redondilla en Ruidera, Albacete, como ejemplo de motivación de un topónimo por la forma del lugar nombrado (Google Maps, 2024; el recuadro es mío).


         En todos estos casos, el topónimo se presenta claramente como diminutivo castellano, gallego o asturleonés del adjetivo latino rotunda («redonda») y, por tanto, con el significado de «pequeña campa redondeada» (1), referido a la forma característica de su enclave natural, tan evidente en ejemplos como la laguna manchega (fig. 1), o del lugar del asentamiento, sin excluir la posibilidad de una motivación indirecta, por efecto del proceso repoblador desde una hipotética Redondiella-Redondilla original, fenómeno bien conocido que se constata en la zona de Béjar con homónimos exclusivos como Becedas, Mansilla, Neila, Sorihuela o Valvanera-Valvaneda en el territorio limítrofe entre las actuales provincias de Burgos, Soria y La Rioja (2). El solar de nuestro despoblado, un pequeño altozano definido por la orografía y delimitado por la primitiva red viaria en forma aproximadamente circular (fig. 2), parece suficiente motivo para justificar el topónimo sin recurrir a posibles homónimos riojanos, sorianos o burgaleses, si bien no habría que descartar su presencia en el alfoz de Béjar por importación repobladora, en cuyo caso convendría dirigir la atención hacia las cuatro redondillas localizadas en esa zona del Macizo Ibérico, y en particular al despoblado de la Redondiella del ámbito silense, documentado desde 1125, próximo a la Hoz de Redondilla y al paraje de Campa Redondo (término municipal de Doña Santos), a sólo siete km de Santo Domingo de Silos y siempre dentro del alfoz de Lara, una de las áreas de procedencia de la repoblación medieval del alfoz de Béjar (vid. notas 2 y 3 y fig. 3). 

3/14/2025

Pueblos sin gente / 2 (3ª Parte) La Redondilla cerca de La Garganta (ca. 1446-1900)

 Autor: José Muñoz Domínguez

3. De lugar despoblado a ruina entre los siglos XIX y XX


        Si en el último tercio del siglo XVIII se documenta la condición de despoblado, en el XIX se certifica la ruina material de la Redondilla, que ya no figura en la relación de aldeas y lugares de la tierra de Béjar en torno a 1820 (vid. adenda sobre Casas del Fraile, fig. 2 y nota 2) ni en el elenco de poblaciones de la nueva división territorial de 1834 (1). Tampoco consta ninguna referencia en el Diccionario de Madoz, aunque, paradójicamente, cual Guadiana, se rotuló como despoblado en su anexo cartográfico, el Atlas de Coello, que salió de la imprenta dos décadas después. En la entrada correspondiente al municipio de la Garganta, publicada en 1847, ni siquiera se menciona como agregado o pedanía, pero curiosamente se hace referencia a su iglesia como la única de aquella localidad, ignorando –sin duda por error u omisión involuntaria– la de la Asunción en pleno casco urbano, que sí se reconocía como tal en la carta de Pérez de Soto a Tomás López seis décadas antes. Según lo publicado por Madoz: 


        hay 1 iglesia parroquial, dedicada á San Antonio Abad, con curato perpetuo y de provisión ordinaria: el edificio está situado al norte fuera del pueblo y á su inmediación el cementerio (2).

 

Fig. 1. Mapa provincial de Salamanca por Francisco Coello, 1867, con los topónimos «D. de la Redondilla» y «Desp. de Casas Viejas» (Planoteca del IGN)


        En el mapa de la provincia de Salamanca incluido en el Atlas de Coello, de 1867, se localiza correctamente en sus coordenadas y se le identifica como «D[espoblado] de la Redondilla» (fig. 1 y nota 3). También aparece rotulado otro asentamiento del que no se conserva más rastro documental que el proporcionado por Coello, el «Desp[oblado] de Casas Viejas», de ubicación imprecisa debido a la ausencia de punto indicador. Sin descartar nuevas noticias, como su posible huella en los topónimos de «las Casas» y «Casarejo» que se localizan al oeste de la Garganta, me inclino por la misma confusión entre San Antón y la Redondilla, que también se conocía como el «pueblo viejo» y sería equivalente, por tanto, al de «Casas Viejas»: ¿se trata del mismo despoblado, repetido por el cartógrafo bajo dos denominaciones diferentes, o verdaderamente hubo un segundo despoblado en el término actual de la Garganta? La respuesta quizá la tengan los garganteños de mayor edad, como mejores conocedores del terruño y transmisores del saber acumulado durante generaciones. 

3/07/2025

Pueblos sin gente / 2 (2ª parte) La Redondilla cerca de La Garganta (ca. 1446-1900)

 Autor: José Muñoz Domínguez.

2. Evolución del asentamiento en los siglos XVII y XVIII

       A pesar de la penuria general del siglo XVII, o quizá por ello, no faltan noticias sobre algunos despoblados de la zona en la documentación de archivo. En el caso de la Redondilla, hay referencias desde la primera década del siglo y continúan en las siguientes. 

        De 1610 y 1635 constan sendas solicitudes de merced presentadas a distintos duques de Béjar por parte de los sacristanes de las iglesias de la Asunción en la Garganta y de San Antón en la Redondilla, de las que se ocupaban simultáneamente. Ambos residían en la Garganta y venían a solicitar parecidas exenciones por su vinculación a la actividad religiosa en las dos iglesias: Diego Martín, en 1610, pretendía librarse de cualquier representación en los oficios del Concejo; Alonso Marín, en 1635, solicitaba evitar el pago de cargas tributarias. Cada duque resolvió favorablemente, aunque como gracia particular y no como reconocimiento de un derecho, por el tiempo en que sirvieran como sacristanes. En la carta de 1610, el peticionario aduce varios argumentos sobre su exención para ocupar cargos concejiles, entre ellos en el hecho de que «en un pueblo de ducientos vecinos hay muchas personas que pueden hacer los dichos oficios», lo que añade un dato demográfico no oficial que, no obstante, conviene tener en cuenta, pues no contradice las cifras de población registradas en el censo inmediatamente anterior, de 1591: la Garganta habría pasado de tener 188 vecinos (752 almas y 193 casas) a unos 200 (800 almas y 205 casas), de modo que la Redondilla rondaría cifras proporcionales, no muy diferentes de las del último censo del siglo XVI. El segundo peticionario, para poner al destinatario a su favor, añadía un hecho hasta ahora desconocido al vincular el culto a la protección ducal, pues una de las parroquias correspondía a «la iglesia de la Redondilla donde vuestra excelencia es patron» (1). 

Panorámica del cerro en el que se encuentran los restos del despoblado de la Redondilla, visto desde la carretera de Candelario a la altura del Corral de los Lobos (imagen tomada de Google Streetview, 2024).

        En los censos y vecindarios del siglo XVII, la Redondilla no consta como entidad de población propia, diferenciada de la localidad vecina, de modo que hay que considerar su evolución demográfica integrada en la de la Garganta como posible cabeza de aquel concejo rural, tan montuoso y preñado de castañares (fig. 1). En el censo de 1646 no se registra ni una ni otra población y en el de 1684, la Garganta se muestra como lugar (no como aldea) y con sólo 98 vecinos (o 392 almas) dedicados a pasto y labor: de nuevo se constata el severo descenso demográfico que se produjo en la zona de Béjar y en casi toda España, en este caso con menos de la mitad de efectivos en 74 años (2). 

2/28/2025

Pueblos sin gente / 2 (1ª parte). La Redondilla cerca de La Garganta (ca. 1446-1900)

Autor: José Muñoz Domínguez

En el caso de la Redondilla, o simplemente Redondilla, no hay ninguna duda sobre su localización, recordada y transmitida durante generaciones por los habitantes de la Garganta con refrendo de algunos restos materiales conservados. De acuerdo con ese legado generacional, y también con las noticias aportadas por investigadores locales, el despoblado se encontraría un par de kilómetros al norte de la Garganta (en realidad, poco más de un kilómetro por cualquiera de los caminos de acceso), en un altozano orientado hacia Extremadura y atravesado o circundado en su origen por dos vías de comunicación de relativa importancia, hoy incluidas en rutas de senderismo bajo el nombre impropio de San Antón (figs. 1 a 3 y nota 1). 

 Localización del antiguo despoblado de la Redondilla cerca de La Garganta, con círculo en color para los restos visibles todavía; en tono rojizo superpongo el área del despoblado que se cartografió en 1900 (elaboración propia sobre imagen satelital de Google Maps, 2024).

 

Izquierda: restos de mampostería del despoblado y vistas hacia el valle del río Ambroz (foto de Explogabi, 2023, publicada en Wikiloc; link en nota 1). Derecha: señalización de la llamada Ruta de senderismo de San Antón (foto de Nacho-izma, 2024, publicada en Wikiloc; link en nota 1).
 

A pesar de ello, poco se ha investigado sobre este lugar, apenas lo recogido hace décadas por Pedro Majada Neila en su Cancionero de la Garganta (2) y la breve reflexión antropológica de José María Domínguez Moreno (3), utilizada años después por José Manuel López Caballero (4), un panorama desalentador y trufado de leyendas sobre el que trataremos de aportar alguna luz a partir de la documentación de archivo y la cartografía que hemos conseguido recopilar.

 

2/14/2025

Pueblos sin gente / 1 (adenda). Casas del Fraile, cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

Autor: José Muñoz Domínguez

     Toda investigación científica está sujeta al progreso en el conocimiento, abierta a nuevas aportaciones que confirmen, completen o refuten las hipótesis, y eso supone actualizar lo ya publicado cuando se conocen nuevos datos, máxime si el principal propósito del trabajo es tratar de que aflore el conocimiento disperso sobre lugares preteridos, recuperando su lugar en la historia comarcana para el público del siglo XXI. Con la tercera y última parte de la primera entrega, dedicada al despoblado de Casas del Fraile, creí haber cerrado capítulo para poder estudiar un nuevo asentamiento, el de la Redondilla, pero el conocimiento me persigue tenaz (con la inestimable complicidad de Ángel María Ridruejo y Miguel García) y, por fortuna, no queda otra que mostrarlo aquí y ahora en forma de adenda. Estas son las novedades. 

 

Fig. 1. Folio 1r del padrón de 1631, con las anotaciones de los vecinos de Navacarros, «Casa fraile» (parte media de la columna derecha) y Palomares.


1. UN PADRÓN DE 1631 

          Además de los censos y vecindarios ya reseñados, contamos con un padrón local del siglo XVII (1). Quizá esté relacionado con la toma de datos para el vecindario de 1646, pues ambos documentos resultarían coherentes si las cifras del vecindario se refieren únicamente a Navacarros, donde se anotaban 50 vecinos (200 habitantes). El padrón, que en realidad es un borrador o toma de notas en sucio, incluye los lugares de Navacarros y sus anejos, así como los colindantes de Vallejera y la Hoya. En lo que aquí nos interesa, se contabilizan 71 vecinos para Navacarros, 14 para los Palomares y 8 para «Casa fraile», equivalentes a 284, 56 y 32 habitantes, respectivamente. La mala caligrafía del amanuense dificulta mucho la identificación que se hace de cada casa familiar (desarrollando las abreviaturas, vagamente se lee «La de Francisco García de ...», «La de don José Díaz ...», etc.), así que un buen paleógrafo tendrá la excusa perfecta para entretenerse dejando la vista en la fig. 1: si da con el nombre de los ocho cabezas de familia, que comparta su transcripción, por favor.

2/07/2025

Pueblos sin gente / 1 (3ª parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

Autor: José Muñoz Domínguez

4. Decadencia durante el siglo XIX

         La documentación de los siglos XIX y XX ofrece particular interés en los aspectos gráficos, pero muestra ya la decadencia de Casas del Fraile, su inevitable condición de despoblado y la consiguiente desaparición después de siglos de asentamiento humano. 

 
          Pasado el paréntesis de la Guerra de Independencia, la nueva centuria se estrenaba con las novedades administrativas de 1833, aquella forzada reforma promovida por Javier de Burgos a costa de las demarcaciones históricas de antecedentes medievales. En el documento que oficializaba el despiece, de 1834, se registra Casas del Fraile dentro del nuevo partido judicial de Béjar, sin más información (1). 

 1. Mapa nº 1 del Itinerario de Béjar a Ávila, por Otero García y Blake Orbaneja, 1852 (debajo, esquema de posición entre las localidades más cercanas).


        Mayor interés reviste la descripción del lugar que se recoge en el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz, de 1847 para esta localidad, con entrada propia al margen de la cabecera del concejo, y que transcribo aquí desarrollando todas las abreviaturas: 

1/31/2025

Pueblos sin gente / I (2ª parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros

Autor: José Muñoz Domínguez

 

 3. La recuperación  demográfica en el siglo XVIII.

         Las referencias dieciochescas son más abundantes y concretas que en los siglos anteriores. De 1711 y gracias a un documento de propiedad, conocemos el nombre de otros cuatro vecinos de Casas del Fraile: Toribio López, poseedor de una vivienda en ese lugar, pidió un certificado de tasación en el que el escribano incluyó los nombres del tasador, Pedro Matías, y de los propietarios de las dos casas colindantes, Juan Recio y Pedro Moreno, todos ellos vecinos casafraileños; la vivienda se tasaba en 450 reales y su probable disposición entre medianerías sugiere una agrupación urbana compacta y no dispersa, salvo que los linderos no se refieran a los edificios, sino a conjuntos de construcciones y corrales (14). 

 El marqués de Campoflorido

        Por entonces, según el Vecindario General de España de 1712, o Censo de población del marqués de Campoflorido, vivían en Navacarros 49,5 vecinos (recordemos que cada viuda computaba y tributaba como medio vecino), en torno a 198 habitantes repartidos entre los cuatro núcleos de población de aquel concejo, que en estos primeros decenios se mantenía en cifras de población parecidas a las del siglo XVII (15). Unos años después, de nuevo se registra Casas del Fraile junto a los Palomares como anejo de Navacarros en las inspecciones o juicios de residencia realizados por Joaquín Morante de la Madrid, corregidor de Béjar, entre 1737 y 1739 (16). 

1/17/2025

Pueblos sin gente / 1 (1ª Parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

 Autor: José Muñoz Domínguez

          Este despoblado se encontraba en la parte noreste del actual término municipal de Navacarros, a unos 850 metros del conjunto urbano y en el camino hacia La Hoya, San Bartolomé y El Barco de Ávila. Si todavía existiera, se localizaría en las coordenadas geográficas 40o 24' 01,08'' N / 5o 42' 27,93'' W, tomadas en el ángulo sureste de la mayor de sus edificaciones conocidas, a 1160 metros de altitud (figs. 1 y 2). 

 
       Como enseguida veremos, la búsqueda de referencias en vecindarios y censos antiguos, junto con otro tipo de documentos de ámbito local, así como en mapas históricos y actuales, aporta datos relevantes para situar en el tiempo y en el terreno la realidad humana que fue Casas del Fraile. Estas fuentes históricas serán de uso recurrente en los demás casos de estudio, así que el lector acabará familiarizándose con ellas. La documentación consultada y la cartografía disponible permiten acreditar la pervivencia de este pequeño lugar habitado, o de algunos de sus restos, a lo largo de 412 años, los que median entre 1534 y 1946, aunque su origen pudiera ser algo anterior. 

Localización del antiguo despoblado de Casas del Fraile cerca de Navacarros. con círculo en color y punto azul para el ángulo del que se proporcionan coordenadas (elaboración propia sobre imagen satelital de Google Maps, 2024).

1/10/2025

Pueblos sin gente/0. Los despoblados de la antigua tierra de Béjar entre el final de la Edad Media y el siglo XXI

Autor: José Muñoz Domínguez

       La despoblación del territorio en el interior de la Península Ibérica no es una novedad de nuestro tiempo, no sólo ese pasaje del penúltimo éxodo rural, revisitado de forma tan certera por Sergio del Molino en La España vacía (1), sino un fenómeno recurrente que se documenta apenas consolidada la Repoblación de los siglos XII al XIV, ya bajo la presión señorial –como sucediera en el Campo Charro salmantino (2)– o por causas menos imperiosas, y que se reactiva cada vez que las frágiles condiciones de vida amenazan la viabilidad de las poblaciones, reduciendo el número a sus cifras actuales a golpe de sequías, incendios, desastres del cielo, epidemias, guerras y otras calamidades o de competencias e incompetencias, mal gobierno, deslocalización y globalización: hasta que una nueva oleada provoque el abandono y consiguiente desaparición de los asentamientos más vulnerables que todavía subsisten, los nuevos despoblados (fig. 1). 

 FIGURA 1.  El reciente despoblado de Casas de la Sierra, a corta distancia del antiguo alfoz de Béjar en el área de Solana de Ávila. Izquierda: estado de conservación en 1957, dos décadas antes de despoblarse (fotograma aéreo, IGN). Derecha: estado actual en ruinas (imagen satelital del PNOA, 2024, Oficina Virtual del Catastro).

 
       En esta serie de artículos que me propongo publicar, estudio una veintena de núcleos de población de la antigua tierra de Béjar que desaparecieron hace más de un siglo, pero cuyo rastro en la documentación, la cartografía, la toponimia o el registro material todavía se puede reconocer. En su mayor parte responden al concepto geográfico e histórico de despoblado, otros más bien al de falso despoblado y todavía restan algunos casos dudosos que, no obstante, he decidido incluir en el elenco. Acerca de estas categorías del hábitat rural, me remito a la discusión expuesta por Morales Becerra en un artículo muy reciente donde confronta las aportaciones de Cabrillana Ciézar, Anes Álvarez, Martínez Carrión y Rodríguez Llopis, Diago Hernández, Porras Arboledas, Gómez Vozmediano, Sánchez Sánchez, Sánchez Benito y Herzog (entre otros autores) para concluir con una definición de síntesis que se cumple en la mayor parte de los casos de estudio del área bejarana (3). Así, de acuerdo con Morales Becerra, nuestros despoblados serían lugares que estuvieron poblados tiempo atrás por un número de vecinos pecheros (4) superior a cinco, organizados como comunidades con entidad jurídica propia y algún tipo de gestión municipal (concejo de aldea o equivalente) que, por diversas causas, perdieron su población o una parte significativa de ella, incluso si su término seguía en explotación por los mismos vecinos (ya desplazados a núcleos más o menos próximos) o por vecinos de distinta procedencia, hasta quedar sin vecindario e incluso sin explotación alguna. En cuanto al concepto de falso despoblado, y de acuerdo con Sánchez Benito, podemos asignarlo a «lugares que nunca se consolidaron como aldeas y que no fueron más que granjas o pequeños hábitats, seguramente no más que poblamiento disperso» (5), una categoría aplicable, por ejemplo, a las pequeñas agrupaciones sin cuerpo de poblado que se registran en el término municipal de Becedas.

12/10/2018

El Plan urbanístico de Béjar diseñado en 1941-42 por Fernando García Mercadal

Autor: José Muñoz Domínguez

     El primer plan urbanístico de Béjar fue diseñado en 1941-1942 por Fernando García Mercadal (Zaragoza, 1896-Madrid, 1985), creador de la primera obra de arquitectura racionalista de nuestro país (El Rincón de Goya, de 1926-1928) y el único arquitecto español –junto a Juan de Zavala– admitido en el selecto grupo de Le Corbusier que se reunía en las sucesivas ediciones del Congrés International d'Architecture Moderne (CIAM) celebradas en La Sarraz, Suiza (Foto 1). 



 Foto 1. El grupo de arquitectos reunidos en el CIAM de 1928. En el centro, tras madame Mandrot y otra señora, se ve a Le Corbusier.Sentado junto a una joven, Fernando García Mercadal (imagen tomada de http://ulbratorresarquitetura.blogspot.com/)


      En 30 de julio de 1941, García Mercadal y su socio, el arquitecto bejarano Tomás Rodríguez Rodríguez, recibieron del Ayuntamiento el encargo de elaborar el primer plan urbanístico de Béjar, o Proyecto de urbanización y ensanche, del que nos ocupamos seguidamente. 

10/31/2016

Nuestros castaños

Autor: José Muñoz Domínguez

        En pleno otoño bejarano vale la pena volver la vista al monte y disfrutar del color cambiante de sus árboles: ¿cuántas veces en la vida podremos contemplar este espectáculo de la Naturaleza?, ¿cuántas calvotadas nos quedan todavía? Más allá de la estética o de los placeres del gusto, también merece este monte nuestro algunas reflexiones que me apetece compartir.

 Dibujo del autor

      En el siglo XVI nuestra ciudad era conocida como «Béjar del Castañar», el mismo apelativo que todavía conservan dos localidades serranas nada distantes: Miranda del Castañar y San Martín del Castañar. Varios testimonios históricos nos dan idea del vigor de aquellos montes a finales del siglo XV o ya en el siglo siguiente. Antes de 1496, el humanista italiano Lucio Marineo Sículo tuvo ocasión de pasearse por los montes de Béjar y Montemayor del Río durante su etapa como profesor en la Universidad de Salamanca, cuando publicó su obra De Hispaniae laudibus (Burgos, Fadrique de Basilea, 1496). Esa obra tuvo su edición ampliada en De rebus Hispaniae memorabilibus, con traducción al castellano como De las cosas memorables de España (ambas ediciones en Alcalá de Henares, Miguel de Eguía, 1530), entre las que no faltaban referencias a los montes de Béjar y alrededores:

2/08/2016

El viajero Richard Ford en Béjar (julio de 1832)

         
         Autor: José Muñoz Domínguez

        Buscando información sobre otros temas me he topado con esta referencia de Richard Ford sobre Béjar, fechada en torno al 16-17 de julio de 1832 y para mi desconocida, que me apetece compartir.

 Retrato de Richard Ford por John Frederick Lewis
Ilustración de "The letters of Richard Ford", 1902

       La visita forma parte de su recorrido desde Andalucía hasta Galicia, paso obligado en la ruta LX de Plasencia a Salamanca sobre el trazado de la Vía de la Plata, «el camino directo, pero ni mucho menos el que se debe tomar», según advertencia del viajero, que finalmente optó por la ruta de Ciudad Rodrigo. Tras narrar algunos contratiempos bélicos durante la Guerra de Independencia, acaecidos en 1809 en el puerto de Baños, pasa a describir someramente nuestra ciudad y alrededores, todavía lejos del auge textil lanero que llegaría en la década siguiente:

 Dibujo de Richard Ford de su paso por Salamanca