Amigos de Béjar y sus historias

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1/10/2025

Pueblos sin gente (1ª Parte). Los despoblados de la antigua tierra de Béjar entre el final de la Edad Media y el siglo XXI

Autor: José Muñoz Domínguez

       La despoblación del territorio en el interior de la Península Ibérica no es una novedad de nuestro tiempo, no sólo ese pasaje del penúltimo éxodo rural, revisitado de forma tan certera por Sergio del Molino en La España vacía (1), sino un fenómeno recurrente que se documenta apenas consolidada la Repoblación de los siglos XII al XIV, ya bajo la presión señorial –como sucediera en el Campo Charro salmantino (2)– o por causas menos imperiosas, y que se reactiva cada vez que las frágiles condiciones de vida amenazan la viabilidad de las poblaciones, reduciendo el número a sus cifras actuales a golpe de sequías, incendios, desastres del cielo, epidemias, guerras y otras calamidades o de competencias e incompetencias, mal gobierno, deslocalización y globalización: hasta que una nueva oleada provoque el abandono y consiguiente desaparición de los asentamientos más vulnerables que todavía subsisten, los nuevos despoblados (fig. 1). 

 FIGURA 1.  El reciente despoblado de Casas de la Sierra, a corta distancia del antiguo alfoz de Béjar en el área de Solana de Ávila. Izquierda: estado de conservación en 1957, dos décadas antes de despoblarse (fotograma aéreo, IGN). Derecha: estado actual en ruinas (imagen satelital del PNOA, 2024, Oficina Virtual del Catastro).

 
       En esta serie de artículos que me propongo publicar, estudio una veintena de núcleos de población de la antigua tierra de Béjar que desaparecieron hace más de un siglo, pero cuyo rastro en la documentación, la cartografía, la toponimia o el registro material todavía se puede reconocer. En su mayor parte responden al concepto geográfico e histórico de despoblado, otros más bien al de falso despoblado y todavía restan algunos casos dudosos que, no obstante, he decidido incluir en el elenco. Acerca de estas categorías del hábitat rural, me remito a la discusión expuesta por Morales Becerra en un artículo muy reciente donde confronta las aportaciones de Cabrillana Ciézar, Anes Álvarez, Martínez Carrión y Rodríguez Llopis, Diago Hernández, Porras Arboledas, Gómez Vozmediano, Sánchez Sánchez, Sánchez Benito y Herzog (entre otros autores) para concluir con una definición de síntesis que se cumple en la mayor parte de los casos de estudio del área bejarana (3). Así, de acuerdo con Morales Becerra, nuestros despoblados serían lugares que estuvieron poblados tiempo atrás por un número de vecinos pecheros (4) superior a cinco, organizados como comunidades con entidad jurídica propia y algún tipo de gestión municipal (concejo de aldea o equivalente) que, por diversas causas, perdieron su población o una parte significativa de ella, incluso si su término seguía en explotación por los mismos vecinos (ya desplazados a núcleos más o menos próximos) o por vecinos de distinta procedencia, hasta quedar sin vecindario e incluso sin explotación alguna. En cuanto al concepto de falso despoblado, y de acuerdo con Sánchez Benito, podemos asignarlo a «lugares que nunca se consolidaron como aldeas y que no fueron más que granjas o pequeños hábitats, seguramente no más que poblamiento disperso» (5), una categoría aplicable, por ejemplo, a las pequeñas agrupaciones sin cuerpo de poblado que se registran en el término municipal de Becedas.


         El tema no es desconocido en la historiografía local o comarcal, pues se cuenta con aportaciones puntuales de eruditos como Juan Muñoz García, Manuel Olleros González de Eiris, Ceferino García Martínez o Miguel Rodríguez Bruno (6). También se dispone de estudios de ámbito mayor, como el de Martínez Díez para el conjunto de comunidades de villa y tierra de la Extremadura Castellana, no obstante muy cuestionado por Barrios García (7). Desde los primeros elencos de despoblados que publicaron estos autores y con el apoyo de una bibliografía más actualizada, trataré de ampliar y completar el panorama siguiendo una metodología basada, además, en la documentación de archivo, la cartografía antigua y reciente, la fotogrametría aérea y la imagen satelital, dejando para otro momento la verificación de campo, salvo excepciones. Puesto que la serie se publicará por entregas en varios medios digitales (en principio, sin ningún compromiso de periodicidad), habrá ocasión para intercambiar datos con los lectores como variante de la recopilación de testimonios orales, valioso complemento de las fuentes de archivo, la cartografía o la bibliografía disponible.

         Si el tema de estudio resulta de interés y la serie alcanza un volumen suficiente en número de páginas y figuras, se podría plantear su publicación en formato libro con todo el aparato formal que tal empresa requiere: prólogo y/o presentación, introducción con explícita referencia a objetivos, marco teórico, estado de la cuestión y metodología, apéndice bibliográfico, índices onomástico y toponímico, etc. También sería el momento de verificar lo estudiado mediante el necesario trabajo de campo y la oportuna planimetría cuando los vestigios materiales lo permitan, completando unas notas que, por ahora, sólo aspiran a poner en el mapa lo que el tiempo ha dejado en blanco. No olvidemos que, detrás de ese vacío, cada topónimo señala un lugar habitado por personas, con sus anhelos y sus afanes, con sus temores y su esperanza por un futuro mejor en otra tierra, exactamente como nuestros paisanos de hace seis décadas, trabajadores expatriados en Alemania o Francia, y quienes escapan de la muerte en vastas regiones de África para encontrarla después en nuestras costas o, con suerte, conjurar el peligro y prosperar: somos hijos de migrantes que dejaron atrás lugares despoblados. 

          En este trabajo, el ámbito de estudio se circunscribe a la histórica comunidad de villa y tierra de Béjar y no a la comarca actual, condicionada por la reordenación artificial del territorio que se inició en 1833, tras la reforma administrativa impulsada por Javier de Burgos y estructurada en provincias, partidos judiciales y municipios, una entelequia que mantuvo poca fidelidad a las antiguas demarcaciones bajomedievales, mucho más apegadas a las condiciones naturales del territorio. Como es bien sabido, desde 1291 y por concesión del rey Sancho IV, aquella comunidad de villa y tierra se extendía por áreas de las actuales provincias de Salamanca, Ávila y Cáceres, organizada tardíamente en cuatro cuartos (8) y con la villa de Béjar aproximadamente en su centro, según se muestra en el listado y en los mapas adjuntos (figs. 2 y 3), en los que no incluyo las poblaciones desaparecidas, sino sólo la localización de los treinta y seis núcleos principales que sobreviven, sin considerar anejos, arrabales aislados, alquerías o casas de labor. 


FIGURA 2. La antigua comunidad de villa y tierra de Béjar en tres interpretaciones publicadas. Izquierda: mapa de Martínez Díez (1983), en el que falta el término de Junciana, aunque se incluyen varios despoblados. Centro: mapa de Aguilar Gómez y Martín Martín (1989-2012), en el que falta el término de Santibáñez de Béjar. Derecha: mapa de Hernández Sousa (2018), en el que se incluye el término de Guijo de Ávila, nunca documentado como parte del alfoz (el tratamiento de color es mío). 

 

 

FIGURA 3. El mismo territorio con los términos municipales integrantes, diferenciados con distinto color según la provincia a la que pertenecen, y relación numerada de los núcleos de población conservados en la actualidad (elaboración propia, 2024).


        En cuanto a los despoblados, falsos despoblados y casos dudosos, este es el elenco  que me propongo estudiar, ordenado alfabéticamente y con las poblaciones asociadas a su correspondiente término municipal hodierno: Albarracín (TM de Vallejera), El Berrocal (TM de Becedas), Boadillo (TM de Béjar), Las Cañadas (TM de Hervás), Casas del Fraile (TM de Navacarros), Casas de Robledo (TM de San Bartolomé de Béjar), Casas Viejas (TM de La Garganta), La Corteseja (TM de Becedas), Las Cruzadas (TM de Gilbuena-Junciana), Espigatrigo (TM de Vallejera), Gulloría / Gullerías (TM de Becedas), Huerta del Moro (TM de Gilbuena-Junciana), La Jarilla / Las Jarillas / Las Harillas (TM de Becedas), La Majada (TM de Becedas), Navarredonda (TM de Béjar), Palmarejo / Palomarejo (TM de Navalmoral de Béjar), La Pasadilla / La Posadilla (TM de Béjar), La Rasilla / La Resilla (TM de Becedas), La Redondilla / San Antón (TM de La Garganta), Santa Ana (TM de Gilbuena-Junciana), Santa Lucía (TM de Medinilla), Tremedosa (sin datos, salvo que coincida con El Tremedal, TM de Solana de Béjar o de Ávila), El Vadillo (TM de Sanchotello), Las Valeras (TM de Béjar), Villar Viejo / Villarejos (TM de Candelario), Los Villares (TM de Gilbuena-Junciana) y Zamayón (sin datos), veintisiete casos en total o, en términos proporcionales, más de un tercio del poblamiento del alfoz en aquella tierra de frontera. 

FIGURA 4. El mismo territorio con su organización en cuatro sexmos o cuartos en mapas separados (elaboración propia, 2024).

        El orden de publicación será independiente del que figura en el listado anterior, motivado más bien por la disponibilidad de datos o el avance en el conocimiento sobre cada caso: vayan pensando los lectores si tienen algo que aportar acerca de tal elenco a través de los comentarios y de acuerdo con las normas establecidas por cada medio, que será bien recibido. Como primera entrega de la serie, estudiaré el despoblado de Casas del Fraile cerca de Navacarros, pero eso no sucederá hasta la próxima semana. 

 Continuará


NOTAS
1. DEL MOLINO MOLINA, Sergio, «La España vacía: viaje por un país que nunca fue», Alfaguara, Madrid, 2016. Además, conviene la lectura de la secuela del autor en Contra la España vacía, Alfaguara, Madrid, 2021, donde expresa su crítica a la recepción de la primera obra entre los lectores y la clase política.

2. Vid. GARCÍA MARTÍN, Bienvenido, «El proceso histórico del despoblamiento en la provincia de Salamanca», Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 1982 (de muy escasa utilidad para la zona de Béjar, donde sólo registra los despoblados de Redondilla y Casas Viejas a partir del mapa de Francisco Coello de 1867); GARCÍA ZARZA, Eugenio, Los despoblados (dehesas) salmantinos en el s. XVIII: origen, causas de su formación, proyectos de repoblación, resultados y pervivencia hasta hoy, col. Monografías, nº 31, Centro de Estudios Salmantinos, Salamanca, 1989; y las diversas aportaciones de Ángel Barrios García para las áreas meridionales del Duero.

3. MORALES BECERRA, Vicente, «El tránsito de despoblado a lugar poblado: una nueva interpretación a partir de los neopoblamientos surgidos en tierras castellanas de órdenes militares en el s. XVI», en Tiempos Modernos, nº 49, diciembre de 2024, pp. 52 a 55.

4. Recordemos que la palabra vecino ha de entenderse como unidad familiar o cabeza de familia y no como persona o habitante (alma), lo que obliga a introducir un coeficiente multiplicador, variable en el tiempo y de entre 5 a 3,5 habitantes por cada unidad vecinal, para obtener una cifra de población aproximada. Vecino pechero era aquel cabeza de familia que estaba obligado a pagar tributo o pecho (del latín pactum) por diversos conceptos y a distintos perceptores (pechos reales, señoriales o eclesiásticos).

5. Vid. SÁNCHEZ BENITO, José María, «Términos despoblados en la tierra de Cuenca: un problema de organización del territorio y articulación social en el siglo XV», en Historia. Instituciones. Documentos, nº 40, Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2013, pp. 327 a 359 (p. 331).

6. Vid. MUÑOZ GARCÍA, Juan, «Noticia de varios poblados que hubo en la antigua tierra de Béjar y que han desaparecido», en Béjar en Madrid, nº 967, 14 de septiembre de 1940 (pp. 5-6), y «División administrativa que tuvo la antigua Tierra de Béjar y pueblos que hoy forman el Partido Judicial de esta ciudad», en AA. VV., Ofrenda a la Santísima Virgen del Castañar, excelsa patrona de Béjar y su comarca, vol. II, Béjar, 1963 (pp. 55-56); OLLEROS GONZÁLEZ DE EIRIS, Manuel, «Para la historia de Béjar y su comarca. Sobre los términos de los concejos de Vallejera y Navacarros», en Béjar en Madrid, nº 1468, 6 de mayo de 1950; GARCÍA MARTÍNEZ, Ceferino (Garci-Mar), Béjar en su historia, libro primero, Librería Cervantes, Salamanca, 1990 (pp. 76 y ss.); y RODRÍGUEZ BRUNO, Miguel, Historia del Concejo de Béjar, col. Discursos de Ingreso, nº 1, Centro de Estudios Bejaranos, Béjar, 1992 (pp. 15-16).

7. MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo, «Las comunidades de villa y tierra en la Extremadura castellana (estudio histórico-geográfico)», Editora Nacional, Madrid, 1983. La crítica a este estudio en BARRIOS GARCÍA, Ángel, «Sobre el poblamiento medieval de la Extremadura Castellana. Crítica de una descripción estática e incompleta», en Studia Historica, Historia Moderna, vol. I, nº 2, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1984, pp. 201 a 206.

8. Así lo considera MARTÍN MARTÍN, María del Carmen, «Reconquista y repoblación», en HERNÁNDEZ DÍAZ, José María, y DOMÍNGUEZ GARRIDO, Urbano, Historia de Béjar, vol. I, Centro de Estudios Bejaranos, Béjar, 2012 (pp. 217 a 219), subrayando el hecho de que sólo se documente la existencia del Cuarto de Arriba (lo que implica un inevitable Cuarto de Abajo), pero ninguno más en la etapa medieval de la tierra de Béjar, que nombraba dos representantes en vez de cuatro. Otros aspectos complementarios en MARTÍN MARTÍN, José Luis, «Organización político-administrativa. Comunidad de Villa y Tierra», en HERNÁNDEZ DÍAZ y DOMÍNGUEZ GARRIDO, Historia de Béjar, vol. I (pp. 222 a 234). La demarcación inicial debió sufrir algunas modificaciones en la posible pérdida territorial del término de Guijo de Ávila (ya señalada por AGUILAR GÓMEZ, Juan Carlos, y MARTÍN MARTÍN, María del Carmen, «Aproximación a la historia medieval de Béjar», Diputación de Salamanca, Salamanca, 1989, pp. 24-25, si bien no incluyen ni ese término ni el de Santibáñez de Béjar en su mapa del alfoz) y la ganancia de pequeñas aldeas situadas en la cuenca alta del río Aravalle (de acuerdo con HERNÁNDEZ SOUSA, José Miguel, «Acerca de los alfoces de Ávila y Béjar. Un territorio fronterizo», en Cuadernos Abulenses, nº 47, 2018, pp. 55 a 74). Parte de la documentación manejada por estos autores se publicó en BARRIOS GARCÍA, Ángel, y MARTÍN EXPÓSITO, Alberto, Documentación medieval de los archivos municipales de Béjar y Candelario, Diputación de Salamanca, Salamanca, 1986.


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