*Despido el año 2024 con este discurso que pronuncié el pasado 28 de diciembre en el Teatro Cervantes en ocasión de la concesión del título de Cronista Oficial de Béjar. Lo subo a petición popular, para que podáis leerlo los que me lo habéis pedido.
Buenas noches y gracias por estar aquí. Permitidme que eche mano de los papeles, porque no me fío de mí, y lea estas líneas que dicen así:
Desde que me comunicaron la decisión del pleno del Ayuntamiento de nombrarme Cronista Oficial de Béjar, no he parado de pensar en que este momento habría de llegar y que me vendría grande, muy grande, demasiado grande.
“Unas palabras, tendré que escribir unas palabras de agradecimiento para leerlas allá arriba, en el escenario del Teatro Cervantes”, me decía temblando…, pero me había quedado sin palabras. Los días pasaban, uno tras otro, y la esquiva inspiración no hacía acto de presencia. El qué decir me obsesionaba. “Unas palabras de agradecimiento serían lo mejor en estos casos”. Pero, por dónde empezar…
“Primero deberé dar las gracias al público”, me dije delante de la hoja en blanco, con el cursor parpadeando y esperando esos primeros caracteres que no llegaban. “Pero las normas de protocolo imponen que debo citar primero a la corporación municipal y al alcalde de Béjar, Luis Francisco Martín, porque aprobaron en el pleno, en nombre de los bejaranos, el concederme este título”. “Y después”, seguí escribiendo, “a los componentes de la Comisión Mixta de Participación Ciudadana, que me propusieron para el galardón. Y a Antonio Cámara, el alcalde que en su legislatura rescató la figura del cronista, que no aparecía en las ordenanzas, una modificación que fue aprobada en el pleno por unanimidad”. “Sí, eso sería lo más correcto, pero no he de olvidarme”, pensaba, “de dar las gracias a los bejaranos que pedían la recuperación de la figura del cronista”, y ahora sí “a todos los que estáis hoy aquí en el Teatro Cervantes, acompañándonos”.
Poco a poco la hoja en blanco se iba llenando de caracteres. “En estos agradecimientos no debería dejar de lado al periódico más que centenario Béjar en Madrid, donde inicié mi andadura como divulgadora e investigadora de la historia de Béjar. Gracias por darme esa oportunidad. Y también me es imprescindible nombrar a mis compañeros del Centro de Estudios Bejaranos, con los que guardo afinidad en tareas investigadoras y de promoción de la cultura, porque entre todos estamos rescatando el pasado de nuestra ciudad y porque este galardón me lo dan a mí y también a ellos en esta generación que es la más preparada académicamente para afrontar una tarea semejante”.
¿Y si recuerdo a los historiadores e investigadores que nos precedieron? “A ellos, estén donde estén, gracias, porque pusisteis las bases del hallazgo del pasado como vehículo para conocernos mejor a nosotros mismos”. Rememoro a los cronistas oficiales: al primero de ellos, Robustiano García Nieto, a su sobrino, el reconocidísimo Juan Muñoz García, y al último, Gabriel Rodríguez López. Al sobrevenirme sus nombres me siento pequeñita, pequeñita, con ganas de desaparecer.
Y sigo recopilando ideas, viendo con alivio que he pasado a la segunda página. ¿Debería hacer un repaso de la Historia de Béjar? “De sus orígenes, de su deslumbrante pasado medieval, de su Fuero y del proceso de la repoblación, de los privilegios rodados, de la construcción de la muralla y de los edificios parroquiales, del advenimiento de los Zúñiga. Y salto a la Edad Moderna y rememoro a los bejaranos que embarcaron a buscar una vida mejor en las tierras allende los mares, y recreo en mi mente a los doce duques que medraron en la corte de Austrias y Borbones, y me enfrento como pechero a Teresa de Zúñiga en 1555 por la explotación a que nos sometía, e imagino el esplendor del Corpus Barroco, y marcho con el Buen Duque a tomar Buda a los turcos, y me revelo en el motín de Esquilache por la crisis de subsistencias, y me codeo con los maestros flamencos en el barrio de San Juan”.
“Llego al siglo XIX contemplando con estupor la invasión de las calles por los soldados franceses, y vitoreo al Empecinado en 1823 cuando fija su cuartel general en esta villa, y lucho con los bejaranos que forman la Milicia Nacional junto a las tropas del general Pardiñas frente a los carlistas en 1838, y vitoreo con el anuncio de que Béjar ha sido nombrada Ciudad en 1850, y formo parte de la masa obrera que trabaja de sol a sol en las fábricas y de los agricultores que labran los campos, y construyo barricadas en 1868 con Víctor Gorzo y José Fronsky, y bailo en el Casino Industrial, y disfruto en el Cervantes desde mi palco, y recibo la llegada del primer tren”. Me doy cuenta que me ha salido de corrido y que disfruto contando pequeños retazos del pasado, haciéndome una con los sucesos que ocurrieron.
“Y leo La Victoria y Béjar Nueva, y apedreo los escaparates de la calle Mayor porque no hay pan para mis hijos, y celebro el final de la Gran Huelga de 1914 después de tanto sufrimiento, y acompaño a Ramiro Arroyo a las casas contagiadas por la gripe de 1918, y me alegro de la proclamación de la Segunda República, y lloro por tantos muertos en la guerra civil, y subo al monte a la Coronación de la Virgen del Castañar en 1946, y me compro un seiscientos y una tele en los años 60, y emigro a Alemania, y asisto impotente al cierre de tantas fábricas…”. Me paro aquí sin resuello, como si me faltara el aire.
Acaba, cierra ya. “Termino pensando en mi familia: en mi bisabuelo Bernabé y en su alcaldía intentando solucionar la Gran Huelga, en mi abuelo Higinio y en su casa-obrador de la calle Colón, y en mi abuelo Emilio y su esfuerzo diario trabajando el campo para sacar adelante a sus hijos en medio de la miseria, en mis ancestros, que lucharon por su ciudad, a los fabricantes que sacaron adelante sus negocios textiles, a los que trabajaron la tierra con el sudor de su frente y a los que manejaron los telares braceros. A ellos, que eran bejaranos y de pueblos cercanos (Valdesangil, Cristóbal, Miranda del Castañar), o de otras ciudades como Madrid o Valencia, y de más lejos, de Holanda, Francia y Flandes, a mis familiares allá donde estén porque siempre viajan conmigo en cada aventura que emprendo, porque son parte de la Historia de Béjar y de mi propia historia. Y no puedo olvidarme de mi padre, que me inoculó desde niña el gusto por el pasado, y de mi madre y de mi pareja, que me aguantan las batallitas que les cuento como si las estuviera viviendo, y de mi hijo que un día nos valorará desde su privilegiada torre del futuro.
Y así acabo este discurso que podría llevar el título de AGRADECIMIENTO Y MEMORIA. Muchas gracias.
Un reconocimiento muy logrado , te lo mereces . Sin tus crónicas: posiblemente nos hubiéramos quedado sin conocer este legado de la ciudad de Béjar :donde tus horas de estudio e investigación nos han regalado tantas entradas.
ResponderEliminarMe acuerdo muchísimos de los tintadores holandeses que llegaron a esas fábricas textiles para enseñar a tintar las piezas de lana que se producían en esos talleres, unos paños de alta calidad.
Carmen: es un orgullo pasar por tu rinconcito, y como tu humildad da luz a tu trabajo, me alegro muchísimo que hayas conseguido este reconocimiento a tú labor .
Que este 2025 tengas esa mísma ilusión con tus trabajos y que podamos disfrutarlos en este rinconcito.
Un abrazo FELIZ AÑO
Magistral y emocionante, querida prima
ResponderEliminarUn reconocimiento¡ Más que merecido! Gracias por hacernos disfrutar con tus trabajos, gracias a tu esfuerzo por investigar recopilando datos de la historia de nuestra ciudad Béjar
ResponderEliminarCarmen creo que ya era algo que desde esta ventana al mundo vienes realizando desde hace unos años por lo que te felicito de todo corazón y estoy seguro que será un cargo que desempeñaras a la perfección.
ResponderEliminarMis mejores deseos para este año que comienza.
Saludos.
Muy merecido Carmen
ResponderEliminarMerecidísimo, me ha encantado!!! Gracias por hacérnoslo llegar.
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