Amigos de Béjar y sus historias

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6/14/2024

El alférez mayor de Béjar y la procesión del Corpus Christi (3ª Parte y final)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid,  4.918 (2/06/2023), p. 4.

No se nos escapa la fuerte presencia militar en una procesión del Corpus en la que nada se improvisaba y el simbolismo en todos sus aspectos era tan relevante. Llama la atención que en ningún momento el alférez estuviera acompañado por los hombres de musgo, una situación que muy bien explicaría la mítica unión entre la conquista de la villa y el ámbito militar representado por el alférez, sino que los hombres de musgo escoltaban al regidor que portaba el estandarte de Béjar

 

 Fotografía antigua, principios del s.XX, del concejal que lleva la bandera de Béjar. Está flanqueado por los hombres de musgo. Foto de aquí

 

El capellán del convento de la Anunciación, Tomás de Lemos en su relación sobre la entrada de la duquesa Mª Alberta de Castro en Béjar en 1679 nos cuenta:

«Al primero [arco] que es al entrar en la plaza al primero que es al entrar en la plaza sale el Alferez maior que nombran los Duques con el Pendon de Bejar delante dél y dos salvajes vestidos al natural de mohós de las peñas en remembranza de los christianos que vivian entre ellas, y de celebrarse este dia la restauracion de la libertad desta tierra; y hecha la adoracion de la Tria, pone la insignia de su oficio a los pies del Sacerdote, y despues dél el Abanderado el Pendon en la misma forma. El Alferez Mayor es Don Pedro de Ledesma y Zuñiga, y llevó el Pendon Andres Sanchez de Herrera Regidor a quien toco: Acompañanle cinqta y dos Alcaldes con sus varas, el Batallon armado con mosquetes y picas y hecha por todos esta zeremonia se incorporan en la procesion guarneciendola[1]». En otro documento Fray Liciniano Sáez afirma que los hombres de musgo escoltaban solo al regidor que llevaba el estandarte, pues eran pagados por el consistorio y nada tenían que ver con la Casa Ducal en cuanto a su vestimenta y selección[2]

6/07/2024

El alférez mayor de Béjar y la procesión del Corpus Christi (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.917 (19/05/2023)

Volvamos al Corpus, porque al fin y al cabo el papel del alférez en la Villa quedó reducido a nivel representativo a esta cita religiosa de tanta relevancia para Béjar y su Tierra y para la Casa Ducal en particular. Incluso, y según lo expuesto por Fray Liciniano Sáez en su portadilla del documento citado en el artículo anterior[1], la aparición de este cargo en Béjar podría estar vinculada al hecho que narraremos a continuación. Dice: «el ofizio de Alférez mayor en esta Vª es mui antiguo. Se ignora si el Señor Diego Lopez de Çuñiga obtuvo Privilegio para este ofizio desde el año de 1396 en que principio a poseer este Estado. Antes lo había quando los señores Reyes, Ynfantes, Reyna Doña Beatriz y otros señores le posehian». Y cita a Juan Manuel Ramírez y su padre Joseph Ramírez, Pedro de Tortoles Dorantes (de quien hablamos en el artículo anterior), Andrés de San Vicente, Francisco Dorantes, Geronimo Ramírez, Diego de Lerma, Francisco Botello Nieto, Alonso Gil de Arellano, Antonio de Zúñiga, Alonso Gil de la Torre, Juan de Salinas, Juan Muñoz de Aguilar y Francisco Muñoz.

 Un edil rindiendo la bandera de Béjar en la Plaza Mayor. Foto sacada de aquí

Para dilucidarlo tenemos que retrotraernos a la llegada de los Zúñiga como señores de Béjar, el carácter militar de la procesión y el inicio del patronato ducal sobre ella, es decir al siglo XIV y a un hecho concreto. Diego López de Zúñiga, primer señor de Béjar, impuso que a la procesión debían asistir hombres armados de la Villa y Tierra en conmemoración del ataque que tuvo lugar en 1397[2], es decir, al momento del advenimiento de los Zúñiga como dueños y señores de estas tierras al trocar Béjar por Frías con el rey Enrique II. Convocada la procesión, «judios y Africanos» según cuenta Fray Liciniano[3], conspiraron para desbaratar aquella manifestación religiosa, habiéndoselas «cinco mil y treszientos» sublevados contra «dos mil y doszientos hombres de armas» convocados por el señor de Béjar que se enfrentaron en La Corredera. Y es entonces, en memoria de aquellos hechos, por lo que los Zúñiga defendieron el patronazgo sobre el Corpus Christi y por lo que se fundó una cofradía o congregantes del Santísimo Sacramento en la iglesia de Santa María la Mayor. La sombra de los Zúñiga es alargada, como lo son las historias que narra Fray Liciniano en las portadillas que colocaba delante de cada legajo con jugosas referencias del pasado que los historiadores debemos coger con pinzas. 

5/31/2024

El alférez mayor de Béjar y la procesión del Corpus Christi (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid,  n. º 4.916 (5/05/2023)

        El lustroso pelaje del caballo relucía a la luz del sol de mediodía. Los cascos resonaban sobre el empedrado de la Plaza Mayor y la muchedumbre se retiraba ante la autoridad de su jinete. No en vano, portaba espada al cinto y bastón de mando en la mano derecha. Ese día de fiesta de 1679 llevaba sus mejores galas y los más deslumbrantes jaeces lucían en su montura. Detrás de él, unos doscientos hombres de armas formaban mientras se dirigía hacia la Puerta de los Osos para recibir al Santísimo. No cabía duda de que, después del duque y del corregidor, era la persona que más temor provocaba en los bejaranos. El alférez mayor era persona preeminente y principal y su figura aparece destacada en los documentos por su relevancia en un momento determinado del año: la procesión del Corpus Christi.   

Juan Manuel II en un fragmento del cuadro de Toribio Álvarez de la jornada de caza en La Moraleja. Palacio de Riofrío


            Vayamos al origen, a la Edad Media. El Fuero de Béjar[1] no recoge sus funciones, pues dependían de los alcaldes de los pueblos de la tierra y del juez, si acaso del señor, cuando un peligro cierto sobrevenía sobre la villa. Si tal situación se producía, el señor de Béjar, entonces el rey por ser tierra de realengo, tenía la facultad de reunir a la hueste junto a los alcaldes y el juez, e ir a la guerra allá donde se terciara. Por tanto, digamos que su poder se implementaba en caso de guerra o de conflicto.