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12 de noviembre de 2022

Breve historia del primer conde de Malladas, el bejarano José Díaz-Agero (2ª Parte y final)

        Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

        Publicado: Béjar en Madrid.

        La calle de las Armas, como ya hemos recalcado en otras ocasiones, era desde la Edad Media la calle hidalga por excelencia; en su manzana meridional parece que se forjaron algunas de las características más particulares de la arquitectura civil bejarana con su apertura diáfana hacia el paisaje y la presencia contigua junto a cada edificio de generosos huertos y jardines. Hacia mediados del siglo XIX la calle conservaba todavía parte de ese pedigrí noble. 

 Calle de las Armas de Béjar engalanada para el Corpus. Foto i Béjar

        En su zona central vivía la familia de nuestro protagonista, el Conde de Malladas, y, pared con pared, tenía una de sus casas el conde de las Navas[1]. Desde esta calle histórica, hoy apartada del mundo, a la representación política nacional y a la adquisición de la nobleza median en José Díaz-Agero unos años de ejercicio apasionante del oportunismo comprador y de la estrategia política. Es la época del afianzamiento de una nueva clase social, la burguesía terrateniente y agraria, en la que el oficio que constaba tenían muchos de los mayores hacendados era simplemente el de “propietarios”, un grupo social pasivo y absentista que se afanaba en la búsqueda de los mayores beneficios. La política vendría luego por inercia.

5 de noviembre de 2022

Breve historia del primer conde de Malladas, el bejarano José Díaz-Agero (1ª Parte)

      Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

     Pensemos en un Madrid casi galdosiano, fervoroso de convulsiones políticas y anhelos sociales, antesala de revoluciones pendientes y muestrario de provincianos y cortesanos. Imaginemos una capital castiza poblada de pensiones, palacios sin dueño, pedigüeños a la hora de misa, y organilleros poniendo sintonía a la turbamulta de linajes perdidos.

Grabado de la época del Ateneo de Madrid

        Paseemos por las calles de mediados del siglo XIX capitalino, todavía laberinto de los Austrias, para tropezarnos con la representación política  y comercial que Béjar enviaba a la Corte en esos años, emisarios industriales desarrollando su influencia en un Madrid deseado, siempre difícil de seducir. Se trataba de un grupo blindado, con fuertes nexos familiares e intereses comunes, que desarrollaba su carrera política al amparo de la poderosa personalidad de José Sánchez Ocaña, Ministro de Hacienda[1]. Los miembros de este grupo frecuentaban la corte o vivían en ella en representación de las razones sociales más lucrativas del textil bejarano. Entre ellos hay rostros, o al menos nombres, conocidos: Juan y Jerónimo Gómez Rodulfo, Cipriano Arias, Agero, Rodríguez y Hermanos, Francisco Campo, Asensio, un ya anciano Julián Yagüe[2], o José Díaz-Agero.