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22 de abril de 2012

Historia arquitectónica y artística del santuario de Nuestra Señora del Castañar (9ª Parte)

Autor: Roberto Domínguez Blanca

   De César Álvarez Dumont, como ya adelantamos, son las cuatro mujeres restantes. Raquel es una de ellas. Su carácter sencillo es subrayado por la pose escogida. Sedente y vestida con una túnica a rayas, inclina la cabeza en actitud humilde, dirigiendo dulcemente su mirada al espectador. La larga toca que cubre su cabeza y que ensombrece buena parte de la misma acentúa su apacibilidad. Por su forma de ser, frecuentemente es acompañada por una oveja, pero éste no es el caso. Cruza las manos sobre su pierna izquierda, permitiendo asomar bajo la túnica un pie desnudo. El fondo es un interior reducido a un plano inmediato a la protagonista, realzando el carácter íntimo de la escena, especialmente al no abrirse ningún vano al exterior. César utiliza el mismo escenario que para Jael.

Raquel (César A. Dumont)
           
           Su historia, que se recoge en el Génesis, narra la intención de su primo Jacob de casarse con ella; pero el padre de Raquel, Labán, pretendía que lo hiciera con su primogénita, Lea, sin que Jacob fuera consciente de ello. Sin embargo, éste y Raquel terminarán conociendo el engaño de Labán. Con todo, Raquel no frenó ceremonia para evitar una humillación pública a su hermana. Tras una larga espera llena de sinsabores, Raquel se unió a Jacob dándole dos hijos, muriendo desgraciadamente en el parto del segundo. Jacob la enterró cerca de Belén, un lugar que en la actualidad es polo de peregrinaje. Para el judaísmo Raquel es una intercesora de este pueblo ante Dios, pues el profeta Jeremías se refiere a ella como “Raquel que llora a sus hijos”. 

11 de enero de 2012

Historia arquitectónica y artística del Santuario de Nuestra Señora del Castañar (8ª Parte)


Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Béjar en Madrid, noviembre de 2011.

Centrándonos en lo que al final se hizo y en lo más importante, vamos a repasar la labor pictórica figurativa. Lo primero que debió de maravillar a los bejaranos de entonces fue la monumental Coronación de María por la Santísima Trinidad, ejecutada sobre el gran arco triunfal. Solemne, frontal y entronizada, Dios Padre con la esfera del mundo y Dios Hijo con la cruz del martirio sujetan la corona sobre su cabeza. Apartados de la escena principal y en el arranque del arco, un séquito de angelotes blande las palmas del martirio. Toda la escena se desenvuelve en un ámbito celestial brumoso e indefinido. Atribuible a los hermanos Álvarez Dumont, su estilo se encuadra dentro del clasicismo académico que ya estaba siendo rechazado por los artistas más vanguardistas. La técnica es muy depurada, predominando el dibujo sobre el color como vemos en los grupos de ángeles, que recuerdan modelos italianos del siglo XVIII. ¿Qué escena ocupaba el frente del arco antes de la intervención de los Dumont? Para don Juan Muñoz el mismo asunto . Lo único que parece cierto es que en el siglo XVIII, un tema similar, una Asunción de Nuestra Señora, se mandó elaborar a un pintor de Cáceres entre 1774 y 1778 para dicho arco, aunque no era una pintura mural sino un lienzo, pues Lucas Martín recibe 66 reales por hacerle un marco .


De los Dumont son las imitaciones de jaspes de la capilla mayor: rojos en los muros inferiores y verdes en los arcos y base de la cúpula. En ésta, otro fresco, ahora con la Asunción de la Virgen, ocupa la gran semiesfera. Con túnica talar blanca y mano celeste cruzado, María dirige su mirada al cielo. En su derredor, un grupo de juguetones angelotes portan palmas y filacterias. En el campo de la cúpula enfrentado a esta escena, ángeles vestidos con túnicas entonan cánticos o interpretan música con algunos instrumentos (arpa, órgano, chelo, viola, timbal…).



1 de noviembre de 2011

Historia arquitectónica y artística del Santuario de Nuestra Señora del Castañar (7ª Parte)


Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Béjar en Madrid, 4.657. 17/06/2011

No volvemos ha encontrar obras de importancia hasta el ocaso del siglo XIX. Clave fue la llegada a Béjar del arquitecto Benito Guitart Trulls[1], quien consiguió la plaza de arquitecto municipal de la ciudad en 1893 por ocho votos a cinco frente a otro catalán, José María Pujol de Barberá. Ambos llegarán a ser personajes muy reconocidos en su oficio. Pujol de Barberá, recién titulado y cercenadas sus aspiraciones en Béjar, trabajará como para el ministerio de finanzas en varias ciudades de España, hasta que en 1897 obtiene el cargo de arquitecto municipal de Tarragona. Allí echará raíces y de su mano saldrán algunos de los mejores edificios modernistas de la ciudad.

Foto de Benito Guitart Trulls. 
Gentileza de la familia Guitart.



15 de septiembre de 2010

Datos históricos y artísticos del camarín de la Virgen del Castañar

Autora:M ª del Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4. 616. 3 de septiembre de 2010.


En pasados números de este mismo semanario nuestra compañera, Eva de Frutos, dio a conocer la noticia de la apertura del camarín de la Virgen del Castañar tras la restauración de ocho lienzos maltratados por las humedades y por el paso del tiempo, juez implacable de las cosas materiales. Los trabajos han sido realizados por la restauradora Cristina Plá, bejarana de corazón, que ha impreso en ellos la rigurosidad que la delicadeza de los lienzos requería. El presupuesto, un total de 5.000 euros, ha sido íntegramente costeado por la Cofradía de la Virgen del Castañar, veladora fiel del santuario desde la aparición milagrosa de la Santa Imagen.



El camarín que alberga a la patrona de Béjar comenzó a construirse en 1730, una vez finalizadas las obras de la nave y de la capilla mayor, y pertenece a la mano del maestro Juan Delgado al que se le pagó por la misma la suma de 5.200 reales. Su traza se basa en el despliegue de una planta tetralobulada adosada a la capilla mayor con dos estancias superpuestas una encima de la otra: la cripta en la inferior y el camarín propiamente dicho en la superior, rematándose el conjunto con una media naranja que al exterior se trasdosa en un prisma con cubierta a cuatro aguas. El acceso a ambos espacios se realiza a través de una sala adosada a la sacristía, comunicada con el llamado Patio de los Tilos por medio de una puerta rematada por el gran escudo del obispo placentino Francisco Laso de la Vega.