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18 de abril de 2023

El Castillo de Íscar (Valladolid) y el linaje de los duques de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

         Diego López de Zúñiga era nieto de Diego López de Estúñiga, I señor de Béjar; hijo del II, Pedro de Zúñiga, y hermano menor de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar. En la Farsa de Ávila derribó de una patada al muñeco que representaba al rey Enrique IV, al grito de: ¡Abajo, puto! (Cuando el duque de Béjar quitaba y ponía rey, Pinceladas de Historia Bejarana, 04/04/2018). 

La Farsa de Ávila, óleo sobre lienzo de Antonio Pérez Rubio, 1881. 

Museodelprado.es

 

        De 24 años casó con Aldonza de Avellaneda, de 12, heredera de su padre, entre otras posesiones, del señorío de Íscar. Poco después recibió el título de conde de Miranda del Castañar, al que integró el patrimonio de su esposa.  

20 de marzo de 2021

Los dominios de los Zúñiga en Cartaya (Huelva)

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
 

A Jerónimo Gómez-Rodulfo Barbero

 

Famosa por sus playas (casi medio centenar), la costa de Huelva, o Costa de la Luz, se vio azotada a principios del siglo XV por incursiones de piratas berberiscos y normandos. Hacia allá partió Pedro de Zúñiga, primogénito del primer señor de Béjar, Diego López de Estúñiga, que había adquirido esas tierras por su matrimonio con su prima en cuarto grado Isabel de Guzmán, señora de Gibraleón.

    


Castillo-fortaleza de Cartaya. Huelvabuenasnoticias.com
 

Alrededor de 1417 inició Pedro de Zúñiga la construcción de una fortaleza en la localidad de Cartaya, provincia de Huelva, que luego dio origen a una población en torno a sus murallas. En la actualidad Cartaya cuenta con unos 20.000 habitantes, que viven de actividades del sector primario y del turismo.

 

25 de febrero de 2019

Curiel de Duero, o de los Ajos, y los Duques de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

        A 255 kilómetros al noreste de Béjar, por carretera moderna, se encuentra esta antigua villa que hoy cuenta con poco más de un centenar de habitantes y es famosa por la calidad de los ajos que produce, aunque su patrimonio arquitectónico sea tal vez más importante. 

 Curiel de Duero, Valladolid, en la actualidad. Escapadarural.com 

        Junto con otras villas, en 1386 el rey Juan I hizo merced de esta a Diego López de Estúñiga, con quien se había educado y luego fue su consejero. En el punto más alto había un castillo construido por los romanos que más tarde pasó a propiedad de varios reyes castellanos y leoneses, y entre 2003 y 2006 fue convertido en posada de lujo con el nombre de Hotel Residencia Real. A este castillo se refería el antiguo decir: Buen castillo tendría Peñafiel, si no tuviera a la vista el de Curiel (ambos están sobre un cerro y a poca distancia) 


Suite del hotel Residencia Real con escudos de Castilla y León. Hotelesconencanto.com 

10 de diciembre de 2017

A poca distancia de Béjar... Miranda del Castañar



     Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez 

        Son 36.6 kilómetros al NO por la carretera SA-220 para ser exactos, trayecto que se recorre en 44 minutos en automóvil según las páginas dedicadas a informar distancias en la red (por la SA-225 son 47.7 km y 57 m)


Google.com

       La localidad pasó en 1457 a poder de los Zúñiga cuando Enrique IV creó el condado de Miranda del Castañar para Diego López de de Zúñiga (nombre de pila igual que su abuelo), hermano menor de Álvaro de Zúñiga, futuro I duque de Béjar. Tiene un castillo que conserva la inscripción Esta obra mandó facer el conde don Pedro Estunyga en anyo de MCCCLI, por lo que podría deducirse que el constructor fue el padre de Diego y de Álvaro, o que la inscripción es apócrifa. Debajo hay un ángel que sostiene el escudo de los Estúñiga/Zúñiga, el mismo de los duques de Béjar.

Inscripción y ángel con el escudo en el castillo de Miranda del Castañar. Galeon.com

10 de julio de 2017

Malqueospese, entre la ficción y la realidad



Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez 

     A 101 kilómetros al noreste de Béjar, por la carretera N-110, se encuentra el municipio de Mironcillo, cuyo patrimonio arquitectónico más relevante es el castillo de Malqueospese, conocido también como Manqueospese y Aunqueospese. Situado a poca distancia del casco urbano, habría sido construido entre 1490 y 1504 por los Dávila, originalmente de Ávila, señores de Villafranca de la Sierra, y hoy es objeto de una leyenda romántica que tiene diversas versiones. La siguiente, con mayor fundamento histórico y relatada brevemente, es la más recurrida entre los guías de turismo local:     




Castillo Malqueospese, Mironcillo. Vista aérea galeon.com  



     Volvía de la guerra (se menciona la batalla de Las Navas de Tolosa, pero en la fecha los Zúñiga, entonces Stúñiga, no habían pasado aún a Castilla) el bizarro capitán don Álvar Dávila, señor de Sotalbo, al frente de sus mesnadas repartiendo sonrisas y saludos. Al pasar frente al palacio de don Diego de Zúñiga, noble abulense, quedó prendado de la hija de este, doña Guiomar, asomada al balcón.

29 de diciembre de 2014

Sobre los subterráneos secretos de Béjar

Autor: Gabriel Cusac Sánchez
Publicado en su web aquí
 
      El término bosquero, como cuidador de la villa ducal de El Bosque, ya aparece documentado en el  XVI. Algunos siglos más tarde, yo también tuve la obligación y el privilegio de ocupar este puesto, y pude comprobar entonces el profundo arraigo, en el imaginario popular bejarano, de dos ficciones undergrounds. Porque fueron muchos paisanos quienes, sin asomo de duda, me certificaban la existencia de sendos subterráneos con punto de partida en la misma pieza arquitectónica: el Cubo del Desaguadero. Uno conduciría a la isla central, la pequeña Citera del estanque, y, a modo de estribillo, siempre escuchaba el mismo argumento: los músicos que tocaban en el templete de la isla entraban y salían por aquí. El otro subterráneo, de más envergadura, comunicaría con la residencia urbana, el Palacio Ducal cuyos muros acogen hoy el Instituto Ramón Olleros y  la Cámara Oscura.
 
 Plano de El Bosque en un folleto informativo del Grupo Cultural San Gil
 
    Preciosas invenciones -pero invenciones, al fin y al cabo- superadas por aquélla que pretende un túnel secreto entre el propio Palacio Ducal y el Castillo de San Vicente, en Montemayor del Río, a 16 kilómetros de Béjar. Un castillo que, por meros intereses de explotación comercial, fue rebautizado como del Paraíso -nombre bastardo, artificial patraña de marketing que en ningún caso debemos aceptar- y un túnel quimérico que, como ya escribí en otro lugar, fue gótico soporte literario  de “El castillo de Montemayor”, folletín que Fernando Aguilar y Álvarez publicó capítulo a capítulo en su periódico La locomotora entre los años 1881 y 82, y que recientemente ha sido reeditado a cargo de Miguel Sánchez González. Es posible, también, que muchos lectores bejaranos hayan oído hablar de otra abracadabrante galería con salida en las proximidades de la ermita de Santa Ana. Ya vemos con qué ligereza, por los atajos de la fantasía, se sortean las vaguadas, la distancia, los cursos fluviales y la morfología granítica de estas tierras. No obstante, el río suena demasiado para que todo sea incierto. Porque tanto florilegio legendario debe tener su origen en un poso de verdad.

30 de abril de 2014

El castillo de Béjar y otras fortificaciones de su entorno: origen y arquitectura (5ª parte y final)


   
Autor: Roberto Domínguez Blanca

Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013, pp. 71-76.


 Castillos en territorio leonés (II)

     
      Más al oeste, el castillo de Miranda del Castañar (Salamanca) vigila el acceso a la villa a través de la puerta de San Ginés en el punto de defensa más complicado de la muralla, al ser el lugar menos agreste del cerro en el que se establece la población. Una inscripción en la torre del Homenaje nos informa que la obra se comenzó en 1451, siendo conde don Pedro de Stúñiga. Sin embargo, y siguiendo a Álvarez Villar [1], lo cierto es que el castillo tiene elementos anteriores a esa fecha, como es lógico, expresando acertadamente que en esta centuria los castillos no eran tan militares, predominando los detalles superfluos y palaciegos sobre los meramente castrenses, cosas que no parecen darse en Miranda. Así, que estamos ante una reforma del siglo XV sobre un castillo anterior, para algunos autores de principios del siglo XIV. La ausencia de elementos ornamentales, la pobre mampostería en buena parte de su fábrica, la falta de vanos palaciegos, de voladizos en las cornisas (a excepción de los matacanes de la torre del Homenaje) y escaraguaitas, o la carencia de muros en talud en su base, refrendan que en lo esencial el castillo es mucho anterior. 

  Castillo de Miranda del Castañar (Salamanca)

23 de abril de 2014

El castillo de Béjar y otras fortificaciones de su entorno: origen y arquitectura (4ª Parte)


Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013, pp. 71-76.

Castillos en territorio leonés



            Nuestro recorrido por los castillos leoneses va a seguir un sentido inverso, ahora de sur a norte, comenzando por el más próximo que tenía el alcázar placentino en territorio del reino de León: el castillo de Galisteo. Esta villa era cabeza de un alfoz de una decena de pueblos y su asentamiento es claramente castrense, en una ceja sobre la confluencia de los ríos Alagón y Jerte. Posee muralla de guijarros almenada, reduciéndose su castillo a un fuerte torreón de sillares con balcones volados sobre matacanes en la parte superior y en el centro de cada cara. Una profunda reforma palaciega del siglo XVI, de la que apenas queda sólo su portada de entrada en arco carpanel, integró el torreón, que es lo más destacable del conjunto, pues en un momento dado el conjunto se vendió a particulares que lo desmantelaron. Cooper [1] ve en un escudo una orla de escamas, divisa del monarca Juan II (1405-1454). No obstante, Galisteo tendría castillo desde su repoblación, pues la villa es citada por primera vez en un documento en 1217, y en 1229 ya se habla del castillo [2].

 Murallas de Galisteo (Cáceres). Foto de wikipedia

17 de abril de 2014

El castillo de Béjar y otras fortificaciones de su entorno: origen y arquitectura (3ª Parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013, pp. 71-76.

 Castillos del territorio castellano (III)

           Continuando hacia Béjar, en Sorihuela, el castillejo era una defensa altomedieval que cita Grande del Brío [1], tal vez poco más compleja que una torre y de la que nada más sabemos. Desde luego el emplazamiento actual de su iglesia parroquial parece el lugar idóneo para una atalaya vigilante. 

            Ya en Béjar, el castillo, transformado en palacio por los duques desde el siglo XVI (del cual se hizo una amplia entrada en este blog), se erigió en el punto que entonces era la entrada a la población, frente al descampado de lo que hoy es la Plaza Mayor. Cuando una población amurallada se eleva sobre un cerro escarpado, el castillo suele ubicarse o bien en el lugar más elevado, para aprovecharlo como atalaya y como último reducto defensivo (castillo de Montemayor del Río), o bien en el lugar más débil junto al acceso a la población (castillo de Miranda del Castañar). Este último caso es el de Béjar. Curiosamente, al ampliarse la muralla hacia poniente y el barrio de San Juan hasta la nueva puerta de la Villa, el castillo queda en una localización para nada adecuada. Quizás esto fue lo que obligó construir el demolido castillo de Campopardo, en la parte más alta de la villa como excepcional atalaya.

 Castillo-palacio de Béjar

10 de abril de 2014

El castillo de Béjar y otras fortificaciones de su entorno: origen y arquitectura (2ª Parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013,  pp. 71-76.


Castillos del territorio castellano (II)      

     En una elevación al pie del río Tormes, el castillo de El Barco de Ávila o de Valdecorneja responde al modelo característico de castillo del siglo XIII. Contaba con recinto amurallado del que quedan algunos vestigios, destacando la puerta del Ahorcado. Su estructura es sencilla y diáfana: planta cuadrada con cubos cilíndricos guarneciendo las esquinas y una gran torre del homenaje en el medio de uno de los lienzos. Asimismo, tendría foso y contrafoso, y una vez atravesados, disponía de dos puertas en arco apuntado para su acceso, una que daba a la villa y otra al río. Repite modelos de la llamada escuela de Valladolid, como el de Villalonso (Zamora), adoptado a lo abulense, pues el referente más inmediato es el castillo de Arenas de San Pedro. Cooper advierte que las marcas de cantero de la torre del Homenaje son las mismas que las de la monumental iglesia gótica de Bonilla de la Sierra, por lo que tuvieron que trabajar los mismos constructores.

 Castillo de El Barco de Ávila (Ávila)

3 de abril de 2014

El castillo de Béjar y otras fortificaciones de su entorno: origen y arquitectura (1ª Parte)




Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Fiestas y Ferias de Béjar, 2013, pp. 71-76.


Reconquista y Repoblación: el origen de los castillos medievales



            A la muerte del rey castellano-leonés Alfonso VII en 1157, éste había decidido dividir el reino entre sus dos hijos: León para Fernando II y Castilla para Sancho III. En el sur de ambos reinos, al sur de la actual provincia de Salamanca y norte de la de Cáceres, la frontera la marcaba la vía de la Plata, de forma que Béjar y el territorio que conformará su alfoz pasaron a Castilla, mientas que el resto de la zona salmantina que la rodeaba, Monleón, Salvatierra de Tormes, Montemayor del Río y Miranda del Castañar, quedó integrado en el reino leonés. Esto sucede a finales del siglo XII mediante el tratado de Tordehumos de 1194, con Alfonso IX dirigiendo los destinos de León, por el que no podía adentrarse en la Sierra de Béjar. Antes que Béjar, Alfonso VIII de Castilla repobló Plasencia en 1186 y ascendiendo al norte fundó Oliva de Plasencia y Segura de Toro. Entonces repuebla Béjar entre 1186 y 1196, apostando De Santos Canalejo [1] por fechas como 1194 ó 1195, posterior al tratado y a la instauración del alfoz bejarano por Alfonso VIII en 1193). Sin embargo, parece ser que en 1190 ya lo estaba, y con población suficiente como para enfrentarse junto con el concejo de Plasencia al de Ávila en La toma de las torres de Puente del Congosto, hecho que se fecha entre 1182 y 1190 [2]. Tras Béjar, seguidamente Alfonso VIII se encamina hacia el este para controlar Valdecorneja: El Barco de Ávila, Piedrahíta, El Mirón y La Horcajada; si bien en algunos casos, como en Piedrahíta o Barco, ya existiría población cristiana asentada, pues su fundación es de los tiempos del señorío de doña Urraca; o mucho antes en el caso de Piedrahíta, pues según la leyenda del monte de la Jura ya estaba fortificada en 918. 

  Monumento a Alfonso VIII en Plasencia (Cáceres)

24 de agosto de 2012

Ponga un castillo en su vida

Autora: Carmen Cascón Matas

             Y, ¿por qué no? A veces los sueños se hacen realidad, a veces, sólo a veces. El espíritu guardado desde la infancia en el baúl de las esperanzas surge un día de pronto y los cuentos de caballeros y espadas con los que nos inspirábamos durante nuestros juegos resurge y nos hacemos partícipes de las leyendas y de la propia Historia. 



            La semana pasada tuve la oportunidad de visitar el castillo de Puente del Congosto (Salamanca), maciza fortaleza recortada en un horizonte que recordaba haber visto de niña mientras me sumergía en las aguas frías del río o al pasar junto a la carretera camino de Madrid o Piedrahíta. Nada más llegar aprecié su solidez, su planta alzada hacia el cielo, con un aire a las graves murallas de Ávila. Parecía que uno de los berroqueños torreones de la ciudad de Santa Teresa había sido desmontado piedra a piedra y vuelto a rehacer en esta localidad salmantina. El acceso, situado a la espalda de la fortificación, no permitía vislumbrar su cara más imponente, aquella que se asoma sobre el salmantino río Tormes, vigía incesante del paso secular de los hombres sobre el puente.





10 de abril de 2011

Con los cinco sentidos puestos en el castillo de Montemayor del Río



Autores: Vega Gómez  González y Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Béjar en Madrid, 



Sabíamos que habían restaurado el castillo de Montemayor del Río y nos habíamos enterado también que se había puesto en funcionamiento un restaurante dentro del mismo. Como realizan visitas guiadas, decidimos ir a comer y quedarnos a la que se ofrece los domingos a las 16.30. 

     La muestra del castillo musealizado (de la que hablaremos más adelante) pretende girar en torno a los cinco sentidos. Decidimos detenernos primero en el del gusto. El restaurante es acogedor y con mucha luz, pues es una estructura de madera acristalada que se ha incorporado al patio de armas. Sin romper la armonía ni las vistas, invita al recorrido posterior. Por ello su decoración es limitada: únicamente algunas armas medievales en la pared.

Estructura acristalada
       

7 de marzo de 2010

De castillo de San Vicente a castillo del Paraíso. Breve evolución histórica del castillo de Montemayor del Río (2ª Parte)



Autor: Jesús González López 
Publicado: Béjar en Madrid, febrero de 2010.



El castillo de San Vicente, tenía en origen un carácter militar-defensivo. Con una planta rectangular, cuatro torreones rectangulares en las esquinas y dos torreones redondos en el centro. Los materiales empleados para la construcción de esta edificación fueron; sillares de piedra, mezclados con mampostería y todo ello unido con argamasa. Parece ser que el edificio, tal y como lo vemos en la actualidad, se levanto sobre la estructura de una antigua muralla anterior. Según señalan Cobos Guerra y Castro Fernández en su obra Castilla y León, Castillos y fortalezas, el grueso del castillo podría ser obra de inicios del siglo XIV.

Por tanto, podríamos afirmar que el origen del castillo de San Vicente ha estado ligado a la importancia de este espacio en tiempos pretéritos y a su control territorial, entre otras muchas funciones.

Al igual que en tiempos anteriores, se trata de un punto estratégico, una fortaleza fundamental para el equilibrio de fuerzas entre los combatientes, ya que aquel que controlara el castillo de Montemayor, tendría una posición privilegiada en la calzada de la Plata, una de las cañadas ganaderas por excelencia [1].


Castillo de San Vicente de noche

3 de marzo de 2010

De castillo de San Vicente a castillo del Paraíso. Breve evolución histórica del castillo de Montemayor del Río (1ª Parte)




Autor: Jesús González López

Publicado: Semanario Béjar en Madrid. Febrero de 2010


Montemayor del Río se encuentra ubicada al sur de la provincia de Salamanca, en las proximidades de la A-66 en la cordillera Central, entre los macizos de Gredos y la Sierra de Francia y del límite provincial y administrativo de Cáceres y Extremadura. En la actualidad, la Villa se incluye dentro de la Sierra de Béjar, entre las cuencas de los ríos Tormes (al este) y Alagón (al oeste). Hoy sabemos que la formación de esta sierra es contemporánea a la formación de los Alpes (Italia), hace aproximadamente 110 o 115 millones de años. Al estar protegido por la montañas, en el valle del río Cuerpo de Hombre se da un microclima mediterráneo, distinto al continental atlántico que tiene el resto de la provincia, que influye de manera positiva en las temperaturas siendo más suaves, al igual que más abundantes son los niveles de humedad durante todo el año. Por su morfología Montemayor es una de las localidades salmantinas en las que más precipitaciones se recogen, estando centradas principalmente en otoño y primavera. En relación con el clima están las especies vegetales, siendo las más habituales, alisos, avellanos, robles, chopos y por supuesto castaños.


Iglesia de Montemayor del Río

Desde tiempos prehistóricos, la zona se ha visto marcada por su carácter de espacio de transito, pues siempre ha sido un lugar de unión entre las diversas zonas peninsulares. Ya en la prehistoria era el paso natural de la sierra para la fauna. Posteriormente formo parte de la ruta Tartesia, de la Vía de la Plata romana, espacio de penetración de los musulmanes hacia el norte y de reconquista de los cristianos hacia el sur y, posteriormente el camino mozárabe del sur (camino de Santiago) y la trashumancia mantuvieron el carácter de espacio de nexo o unión entre las dos mesetas y por lo tanto entre la zona sur, con la cornisa cantábrica por el oeste peninsular.