Autora: Carmen Cascón Matas
Y, ¿por qué no? A veces
los sueños se hacen realidad, a veces, sólo a veces. El espíritu guardado desde
la infancia en el baúl de las esperanzas surge un día de pronto y los cuentos
de caballeros y espadas con los que nos inspirábamos durante nuestros juegos
resurge y nos hacemos partícipes de las leyendas y de la propia Historia.
La semana pasada tuve la oportunidad de visitar el castillo de Puente del Congosto (Salamanca), maciza fortaleza recortada en un horizonte que recordaba haber visto de niña mientras me sumergía en las aguas frías del río o al pasar junto a la carretera camino de Madrid o Piedrahíta. Nada más llegar aprecié su solidez, su planta alzada hacia el cielo, con un aire a las graves murallas de Ávila. Parecía que uno de los berroqueños torreones de la ciudad de Santa Teresa había sido desmontado piedra a piedra y vuelto a rehacer en esta localidad salmantina. El acceso, situado a la espalda de la fortificación, no permitía vislumbrar su cara más imponente, aquella que se asoma sobre el salmantino río Tormes, vigía incesante del paso secular de los hombres sobre el puente.
La visita al castillo no estaba programada, pues es éste
propiedad privada de una familia que lo compró hace ahora unos 35 años y que ha
velado por rehabilitarlo durante este largo tiempo. Habíamos contactado
previamente con ellos vía telefónica por lo que, a la hora convenida, la puerta
se abrió girando sobre sus goznes para abrirnos el acceso hacia su interior. Un
patio de armas se desplegó ante nuestros ojos distribuyendo el espacio
sabiamente: torreón a nuestro frente, caballerizas a la derecha, alojamientos y
salas a la izquierda. Era la hora de encuadrar el castillo dentro de la
Historia. Su más antiguo antepasado fue probablemente una torre vigía construida
a principios del siglo XI como referente defensivo de los repobladores de la
zona, mas su humilde fábrica debía de ser poco representativa de un pueblo que
pasó a llamarse villa por obra y gracia del rey de Castilla Juan II, quien la
cedió como recompensa a su caballero Gil Dávila en 1442. El premio era valioso,
pues el paso por sus lindes no era gratuito. Todo aquel que quisiera vadear el
río Tormes debía pagar un impuesto, el portazgo, es decir la contribución
preceptiva por el paso sobre el puente, una especie de cuota por el uso de las
autopistas modernas. Don Gil decidió construir el castillo actual para vigilar
el cobro e imponer el temor a quien se le ocurriese la peregrina idea de
escabullirse a la hora de aflojar la bolsa. Su linaje no tuvo mucho tiempo de
disfrutar de tales privilegios, pues fortaleza, villa e impuestos acabaron
cayendo en manos de los Guzmanes y después en las de la Orden de Calatrava para
ser engullidas entre los amplios dominios de los duques de Alba en la primera
mitad del siglo XVI. Sus armas campean orgullosas en diversos lugares de la
sobria construcción, altaneras, marcas indelebles de propiedad durante siglos.
El relato de su gloria no debió de impresionar muchos a los invasores franceses
que se alojaron en él durante la Guerra de Independencia, pues lo incendiaron
después de saquearlo y todo a pesar de ser el general Leopoldo José Sigiberto
Hugo, padre del inmortal escritor Víctor Hugo, quien comandaba la tropa alojada
en la fortaleza. La desidia y el abandono camparon a sus anchas desde entonces
hasta que hace 35 años la familia propietaria decidió embarcarse en la ardua
tarea de invertir sus ahorros para restaurarlo.
La visita no se centra sólo en la Historia, sino también en el folclore y en la vida cotidiana. Varias salas, distribuidas en cuatro pisos y comunicadas en uno de sus lados por una mareante escalera de caracol imbuida en el interior de un cilindro, alojan un pequeño museo de los útiles usados en los diferentes oficios (agricultura, ganadería, peluquería, carpintería, textil) y carros que nos narran las peripecias vividas en otro tiempo en las largas y arduas travesías. El paseo de ronda está habilitado para poder ser recorrido en su práctica totalidad y así dominar las vistas que se despliegan en el horizonte y a nuestros pies. Las estancias superiores sirven de alojamiento para propios y extraños, porque, ahora lo digo, el castillo es alquilado para celebrar bodas, incluido patio de armas, salas y alcobas. De ahí que el título de este artículo sea el que es, pues uno puede poner un castillo en su vida al visitarlo y al leer sobre ellos, pero también al lanzarse a la aventura de comprarlo o de celebrar su boda en uno. ¿Quién se anima a una de estas cuatro posibilidades?
*Si quereis saber más http://www.castillodelosdavila.blogspot.com.es/
Me quedo, por ahora, con las dos primeras opciones y no es por falta de ganas, que ya le echaría el lazo a un castillo y haría lo mismo que han hecho los afortunados propietarios con el que nos ocupa, restaurarlo y utilizarlo con fines económicos puesto que debe de tener un mantenimiento alto pero, sobre todo, lo disfrutaría, debe de ser una pasada sentirse parte de la historia mientras paseas por patios y almenas.
ResponderEliminarBesos, Carmen.
Que maravilla. Está muy cuidado a juzgar por las fotos. No estaría poder comprar un castillo, pero la rehabilitación?? No me queda vida para ello.
ResponderEliminarQuién no ha soñado con estas historias de príncipes y princesas de niña.
Preciosas fotos y la documentación como siempre impecable.
Bss
Sería bueno que cundiera el ejemplo y que muchos propietarios actuales o futuros siguieran los pasos de los actuales dueños de este castillo de Puente del Congosto.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡que divino!
ResponderEliminarentre montañas y bosques, de repente aparece un castillo antiquisimo, como de cuento, fortalezas de piedra, murallas medio destruidas, callecitas estrechas... un paseo medieval, un poco gotico, piedras talladas por los siglos... jaja mi fantasia ya vuela! Es fascinante esta entrada, Carmen. Un besito.
De nuevo por tu casa, amiga.
ResponderEliminarSaludos y buen fin de semana.
Vaya lujo de visita, que cantidad de detalles y que fotos tan bonitas nos has dejado.
ResponderEliminarUn saludo.
Que buen relato nos has hecho!!
ResponderEliminarA Don Gil le duró poco el privilegio del portazgo y el pobre se quedó en la calle y otro más para el duque...
Estas construcciones siempre impresionan por su historia y su grandeza.
El torreón se ve majestuoso, mirandolo desde abajo.
Buenas fotos, buenas vistas y como digo al principio, buen relato...Y para terminar buen fin de semana:))
Un beso
Qué visita tan interesante. Detrás de los muros la historia y la vida de las personas.
ResponderEliminarBesos, Carmen.
Pues no es mala idea usarlo para lo que proponen. Me gusta la idea y se ve muy mimado y con detalles que no se ven en otros castillos, tales como la mesa y el mobiliario que nos enseñas en las fotos.
ResponderEliminarUn abrazo ¡¡
Precioso castillo.
ResponderEliminarEl caso es conservar y restaurar nuestro patrimonio. Y, si con dinero público no es posible, buena es la iniciativa privada.
Eso sí, que pueda ser visitado por todo el mundo.
Este verano visité el también privado Castillo de Buen Amor salmantino. Otra preciosidad.
Abrazos,Carmen.
Te estaba leyendo e iba sintiendo casi las mismas emociones que llegaste a vivir, que suerte visita privada a un encanto de castillo, me imagino lo que debiste de sentir cuando se abrió la puerta.
ResponderEliminarLa plaza de armas toda una chulada.
Besos y gracias por ella
Tengo que felicitarte por tu trabajo, un gran artículo con unas fotografías espectaculares. Suerte que estos propietarios la adquirieran para poder seguir disfrutando de estas maravillas.... un abrazo!!!
ResponderEliminarLos castillos son una de mis debilidades. Se ve que disfrutaste de la visita.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Precioso y magnifico reportaje, todo un lujo de fotos , comentarios y detalles.
ResponderEliminarMe han entrado ganas de comprarme uno, haber si ahorro un poco y me compro alguno que necesite unos arreglos. Soñar no cuesta dinero.
Un beso.
Siempre me sorprende cuando se abre la puerta de un edificio como este en España. Cobra vida y recuerda aquellos que tuvieron a bien iniciar su construcción.
ResponderEliminarImpresiona bien cuidado.
Besos Carmen
Madame, pensé que había adquirido usted un castillo! Bueno, iba a haber que hacer un buen desembolso para convertir los vetustos castillos en lugares habitables, pero ay, quién pudiera disfrutar de uno de ellos. Realmente sería un sueño cumplido. Por el momento tendremos que conformarnos con alquilarlo para algún evento.
ResponderEliminarFeliz tarde. Encantada de encontrarme de regreso por aquí.
Bisous
El castillo es una pasada, desde luego, y lo pondría en mi vida con sumo gusto, si no tengo que pagar IBI como la iglesia, claro, pero... yo lo que quiero es el príncipe del castillo, guapo y sin verrugas, ¿dónde está?
ResponderEliminarja ja... Bss
Anda, refréscate... http://www.youtube.com/watch?v=8UVNT4wvIGY&feature=autoplay&list=FL7hZO6pg-2ZMzRxHtWYSZYw&playnext=3
Precioso el castillo, lo desconocía por completoa pesar de haber vivido años en Salamanca. Una suerte que pudieras visitarlo con tanto detalle. Un debate interesante sería si lugares de tanto valor histórico como este castillo no deberían ser rehabilitados y mantenidos por organismos oficiales y estar abiertos a todo el que quiera visitarlo, pero me imagino que sería un debate complejo. Un abrazo
ResponderEliminarYo pondria un castillo en mi vida pero de los de antes, con fantasmas de caballeros andantes y telas de araña. Algunos de ellos estan tan restaurados que han perdido su alma. Las fotos son muy bonitas.
ResponderEliminarUn abrazo
Wendy: y lo bueno que tiene este castillo es que es realmente habitable. Quizá debería haber puesto alguna foto más del interior para que pudiérais apreciarlo mejor. Tiene varios salones, alcobas y dormitorios e imagino que cocina. Por fuera parece espartano, pero por dentro te sientes como en casa.
ResponderEliminarUn besito
Katy: ellos han tardado 35 años en rehabilitarlo y afirman que todavía no la dan por concluida. ¿Qué te parece? Creo que a mí me harían falta varias vidas y mucho dinero para hacer esto (y paciencia y tesón y voluntad, por supuesto)
ResponderEliminarUn saludo
Carolina: me alegro de que este castillo te haya inspirado y te haya despertado la imaginación. El castillo de Puente del Congosto no está rodeado de bosques ni mucho menos, sino de una llanura dedicada a tierras de labor en la Edad Media, de ahí que se alzara la fortaleza para dominarla y vigilar el correcto pago de los transeúntes por el puente.
ResponderEliminarUn besito
Desdelaterraza: hay muchos castillos en España en estado de ruina y no vendría mal que, ya bien sea por iniciativa privada o pública, los restauraran con el fin de que no se pierdan, bien es cierto, pero también para darles una utilidad. Un castillo no sirve sólo para ser visitado, sino para alojar, aprender, disfrutar.
ResponderEliminarUn saludo
Hiperión: en este caso mi casa se ha convertido en un castillo.
ResponderEliminarBienvenido
El Tejón: y éstas son sólo una pequeña muestra. Había que elegir las más representativas y éso he intentado hacer. Quizá hayan faltado algunas más sobre el interior.
ResponderEliminarSaludos
Laura M.: vosotors lo tenéis cerca así que ya sabeis que os queda un castillo por conocer. En verano un buen plan resultaría ser un día de chapuzones en el río y una visita al castillo. ¿Qué te parece? Ya queda poco de éste, así que podríais anotarlo para el año que viene.
ResponderEliminarUn besazo
Francisco: un edificio histórico está repleto de voces y escenas del pasado. Sólo hay que saber escuchar y ver.
ResponderEliminarUn abrazo
Francisco Javier: por lo que pude ver todas las salas están restauradas y amuebladas para hacer vida cotidiana en ellas, bien sea para los dueños o para los inquilinos ocasionales. Lo que no me enseñaron fue la cocina, jejeje No creo que asen los ciervos y las perdices cazadas en la chimenea del castillo.
ResponderEliminarSaludos
Enrique: en este caso es un castillo rehabilitado gracias a la iniciativa privada y los dueños lo abren en ocasión de eventos especiales tales como bodas y otras celebraciones o para enseñarlo a grupos de visitantes. No tienen un horario de apertura sistemático, pero en este siglo XXI existe un aparato que llaman teléfono (inventado hace tiempo) con el que te puedes poner en contacto con los dueños.
ResponderEliminarUn saludo
Mari-Pi: el dfueño ejerció de guía de lujo para un pequeño grupo formado por gente de Madrid, Piedrahíta, Salamanca y Béjar. Como digo no tienen horario establecido y hay que ponerse en contacto con los dueños. De todas formas es una delicia que te lo enseñen quienes vivien y disfrutan de él porque lo han restaurado con todo el empeño y pueden contarte cosas maravillosas del proceso de rehabilitación.
ResponderEliminarBesitos
Majes: eres un sol. Muchas gracias. Me alagan tus piropos, sobre todo viniendo de una artista como tú. Ya habrñas visto que me he hecho seguidora de tu blog, así que, además de vernos por aquí, estaremos en contacto virtualmente.
ResponderEliminarBesos
Dissortart: ahí tienes un castillo nuevo para conquistar.
ResponderEliminarUn abrazo
Jose Manuel: el horno no está para bollos, precisamente, pero, como bien dices, pensar y soñar no cuesta, de ahí que escribiera este artículo. No todas las restauraciones parten de las administraciones y éste es un buen ejemplo.
ResponderEliminarSaludos y gracias
Manuel López: espero que la crisis no abandone a estas reliquias del pasado. Estaría bueno que después de ser restaurado cayera bajo la desidia y el abandono...
ResponderEliminarSaludos
La Dame Masquée: veo que, quien más quien menos, todavía conservamos el espíritu infantil de creernos caballeros y damas. ¿Usted quiere también un castillo? Yo también, pero creo que, en su casa, preferiría uno de los castillos del Loira, mas que castillos palacios, para meterse de hoz y coz en la ardua tarea de convertirlo en su casa. Creo no equivocarme...
ResponderEliminarUn besazo y bienvenida
Cari: o ví prícipe por parte alguna, aunque, quién sabe, lo mismo estaba croado al lado del río esperando un besito que no llegaba... Me parece que en mi caso, con IBI o sin él, de castillo nada de nada. Tendré que esperar a cumplir mi sueño e la otra vida... (o lo mismo ya lo he teido e otra anterior y o lo recuerdo. Es una lástima que cuando mueres te hagan un reseteo de la memoria)
ResponderEliminarBesitos y gracias
Mundsocks: en casos de castilos o palacios de alto valor histórico creo que el estado obliga a sus dueños a abrirlos una vez por mes para que los visitantes puedan conocerlo. De todas formas es complejo mezclar vida cotidiana con visitas, en ciertos casos. Una vez ví un reportaje en la tele en el que salían miembros de casas nobiliarias y sus palacios y recuerdo haber escuchado sus quejas del total abandono al que les sometía las administraciones a la hora de ayudarles a mantener su patriomio histórico. Ahí es donde empecé a pensar que no me gustaría tener un título nobiliario con propiedades de fuste...
ResponderEliminarUn saludo
Mariac: aquí la restauración le ha hecho habitable y cómodo, pero no sé qué tal se estará en las noches de invierno. ¿Tú creess que en él no se oirán ruidos de cadenas y voces del pasado?
ResponderEliminarUn beso
La historia que tienen esas piedras, hasta el padre de Victo Hugo dejo su huella en esas tierras.
ResponderEliminarTiene valor esa familia al restaurarlo con sus ahorros, e imagino no cobraran nada por pasar el puente del Río Tormes... Me has hecho visualizar muy bien la zona y sus muros seculares. Escribes que da gusto leer.
un abrazo, gracias .
Marcelo: qué va, ya no cobran por pasar por el puente, aunque con la crisis a lo mejor a la diputación, a la Junta o al estado les da por reinstarar el impuesto... Mejor no dar ideas.
ResponderEliminarGracias por tu amable comentario y un saludo
Una visita muy interesante y lo mejor que los dueños os abrieran las puerta para visitarlo.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Fus: siempre es mejor que te lo enseñen los propios dueños porque te muestran con ilusión cada recoveco y la historia de su rehabilitación. Una delicia.
ResponderEliminarUn abrazo
Como te lo haces para estar al "plato y a las tajás"? de cuantas cosas te enteras de manera disimulada y menudas fotos. Me encanta la de los carros. Por cierto, con este estupendo reportaje igual te ganas una noche en cierta habitación sólo reservada a ocasiones especiales.
ResponderEliminarAgev: nunca se sabe... A ver si el dueño lee esta entrada y se estira, jejej.
ResponderEliminarBesitos