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7 de julio de 2023

Lugares de España y el mundo que se identifican con las armas de los Duques de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

A mi nieto Emiliano Lapointe Zúñiga

 

Son alrededor de medio centenar, y la mayoría corresponde a municipios de España. En cuanto a la palabra armas, hace tiempo que en heráldica al menos perdió el significado bélico, pasando a constituir sólo un conjunto de señales gráficas para identificar un linaje o un apellido. Las de los duques de Béjar son las mismas de la Casa de Zúñiga, y sus componentes básicos son el campo o fondo de plata, la banda negra cruzada y la cadena de ocho eslabones de oro. Muchas de estas insignias no registran antigüedad más allá del siglo XX, otras son clásicas, pero lo importante es que la intención al crearlas fue rescatar historia. Aquí, la relación de ellas distribuidas en las provincias de España (orden alfabético y mapa al final)   

 

La matrix: Armas de la Casa de Zúñiga creadas en Navarra en el siglo XI (Breve historia del escudo de los duques de Béjar, Pinceladas de Historia Bejarana 06/03/2017)

 

Precedidas por las de Dávila, las armas de los duques de Béjar van en el segundo cuartel del escudo de Candeleda, provincia de Ávila. Caídos en desgracia real los Dávila, en 1423 Juan II entregó Candeleda al justicia mayor del reino Pedro de Zúñiga, hijo de Diego López de Estúñiga, primer señor de Béjar, y en 1457 pasó a los Zúñiga condes de Miranda del Castañar.  

1 de mayo de 2020

Pedro Antonio de Zúñiga, el duque de Nájera que nació y murió en Béjar


Autora: Carmen Cascón Matas 
Publicado: Béjar en Madrid  nº 4.797 (16/03/2018), p. 4.

     La imagen de una mujer enlutada recorriendo los campos castellanos junto al ataúd de su marido está ligada en la imaginación popular a Juana I de Castilla, llamada La Loca, pero no es un caso único. Durante la Edad Moderna los cortejos fúnebres de grandes personalidades de la corte paseaban por los caminos de pueblo en pueblo desde los lugares de fallecimiento hasta los de su eterno reposo, parando en conventos e iglesias donde se depositaba el féretro.

 Claustro del convento de San Francisco de Béjar.


Retrocedamos en el tiempo y viajemos a 1721. Una carreta con crespones negros y penachos de plumas traslada un catafalco por las empedradas calles de Béjar desde el Palacio Ducal. El traqueteo a cada rodada parece a punto de dar con la caja y el cuerpo del difunto en el suelo. Un cortejo fúnebre de caballeros enlutados y no menos de una veintena de clérigos del Cabildo Eclesiástico entonando salmodias de muerto lo acompaña. Las campanas tañen tristemente, con una cadencia que pone a los paisanos los pelos de punta. Tal recuerdo de la muerte se detiene a las puertas de la iglesia del convento de San Francisco donde es recibido por el padre guardián, el capellán y los frailes, no menos de veinte. Cuando la escenificación de la bienvenida a los restos mortales del fallecido concluye, seis hombres ataviados con ricas ropas cargan el ataúd, cubierto con una magnífica tela de terciopelo con las armas ducales del finado, y lo introducen en el templo. Es la hora de los cánticos fúnebres y el olor a incienso. 

6 de marzo de 2017

Breve historia del escudo de los Duques de Béjar



Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Remitimos a un artículo anterior de este mismo blog para completar información sobre arquitectura y poder en el linaje de los duques de Béjar.

       Los escudos, junto con los apellidos, habrían comenzado a aparecer en España en el siglo XI, para distinguir los bandos de los nobles en las batallas los primeros, y para asegurar los bienes a sus descendientes en caso de no sobrevivir, los segundos. Ambos elementos, escudo y apellido, coinciden en tiempo de aparición en la historia del linaje de los duques de Béjar, pero el origen del linaje es aún más antiguo. Se remonta a la dinastía Íñiga de los primeros reyes de Pamplona, más tarde reino de Navarra, fundada en 824 por Íñigo Arista que le dio el nombre. Quienes se dedican al estudio de la heráldica aseguran que el primer escudo del linaje constaba de un campo de gules (rojo) cruzado por una banda de oro, colores que representaban a la realeza navarra (Muñoz, Miguel Ángel: El escudo de Gibraleón. Heráldica Onubense, 2013)   


Primer escudo del linaje ancestral de los duques de Béjar, siglo XI

     Al identificarse el linaje en 1080 con el apellido Stúñiga, el escudo pasó a representar al apellido y sus portadores ejercieron el derecho de modificarlo (también más adelante el apellido), agregándole en primera instancia una cadena de ocho eslabones de oro en orla. La razón residió en la participación de los Stúñiga en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), donde Íñigo de Stúñiga fue parte del pequeño grupo de caballeros que saltó sobre las cadenas pretendidamente de oro que rodeaban la tienda del califa Muhammad an-Nasir (Miramolín) para protegerlo. 

20 de febrero de 2017

Arquitectura y poder: el linaje de los duques de Béjar



Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez


La infatigable historiadora que dirige este blog, tuvo la gentileza de enviarme la foto antigua de una puerta del palacio ducal de Béjar desaparecida durante las obras de transformación del edificio en instituto de enseñanza secundaria, situada al final de la calle Los Curas, que permitía la entrada por el oeste al recinto palaciego.      







       Más que de desolación y ruina, la imagen transmite una sensación de majestuosidad que evoca el mundo de las narraciones fantásticas escuchadas en la niñez, y por una vía más racional remite a la relación que ha existido siempre entre la arquitectura y el poder. Hay varias obras que explicitan el tema, entre ellas Arte, poder y sociedad en la España de los siglos XV al XX, 2006, del español Miguel Cabañas Bravo y otros, y La arquitectura del poder, 2007, del británico Deyan Sudjic.

30 de enero de 2017

Los Duques de Béjar y el vino de La Rioja


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

*A Penélope Ramírez Benito, del Área de Historia y Cultura Popular del Instituto de Estudios Riojanos y la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España.



       Según José Luis Gómez Urdáñez, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de La Rioja, la producción de vino regional llegó a una fase culminante de desarrollo a principios del siglo XVIII, período en que también adquirió la denominación de Rioja de los Hidalgos, al constituirse en Logroño la Real Junta de Cosecheros que englobaba a más de cincuenta pueblos y estaba dirigida por Miguel Damián Manso de Zúñiga, conde de Hervías (El Rioja, 500 años de historia social y cultural de un gran vino español. 2015)




Contrastes de colores en viñedos de La Rioja. Foto Wine Taste Lovers Blog



      Hijo de Íñigo Manso de Zúñiga y Arista de Zúñiga, 6º conde de Hervías, padre e hijo eran continuadores del mismo antiguo linaje de los duques de Béjar que se había establecido en La Rioja en las etapas iniciales de su paso desde Navarra a Castilla. Del origen común y la relación familiar entre ambas ramas da testimonio el escudo partido del apellido Manso de Zúñiga, que en el campo de la izquierda lleva las tradicionales banda y cadena características del escudo de los Zúñiga bejaranos (nótese en los apellidos que una práctica habitual del linaje era la endogamia).