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4 de julio de 2022

Una visita regia de dos horas o cómo fue el paso de Alfonso XIII por Béjar un 24 de junio de 1922

 Autora: Carmen Cascón Matas

Un 24 de junio de hace cien años Béjar vivió una jornada especial con la visita del rey Alfonso XIII en su regreso de su famoso viaje a Las Hurdes. No era el primer monarca que paseaba por las calles de la Muy Leal y Muy Noble Ciudad, pues otros le habían antecedido en el tiempo, véase Enrique IV[1] o los Reyes Católicos. Habían pasado muchos siglos, empero, para que un miembro de la familia real se interesara por nuestros montes hasta que la infanta Isabel de Borbón, La Chata[2], pusiera sus reales pies en la Fonda España en dos ocasiones, en 1916 y 1929, o la infanta Paz de Borbón lo hiciera en 1912[3]. Entre los monarcas castellanos y las dos damas, se puede enmarcar la visita de su coronado sobrino. Harían falta otros cincuenta años para que otro rey, en ese caso Juan Carlos I, regresara a la Ciudad Estrecha

 Alfonso XIII en La Corredera y el famoso reloj

Béjar en Madrid

Es el 3 de julio de 1922 cuando La Victoria[4] edita un número especial con los pormenores de tan ajetreados días. El cronista, a lo largo de tres páginas, detalla con exactitud lo acontecido en Béjar, de tal manera que podemos reconstruir a la perfección lo que dio de sí la real visita, sin perder la perspectiva de que su crónica no está exenta de una pátina o un velo de condescendencia, omitiendo errores o críticas si las hubo. También hace lo propio Béjar en Madrid[5], el periódico de la competencia, pues si La Victoria era eminentemente católica y monárquica, Béjar en Madrid se definía como liberal de orden por aquellos años. Llama la atención que uno de los primeros apuntes de La Victoria, tras recordar las visitas reales que le precedieron, es disculpar a la corporación municipal porque «no hubo apenas tiempo de preparar un recibimiento digno, hasta el extremo de que el pueblo, en confuso revoltijo de todas las clases sociales, apenas permitía marchar al automóvil real», una situación que no produce enfrentamientos y que sugería una paz social que dudo mucho de que existiera. Una descripción idílica que nos hace reflexionar[6]