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9 de febrero de 2009

Don Ignacio de Béjar y Guedeja, Secretario de Carlos III (2ª Parte)


Autora: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.485. Febrero de 2008


La familia con el apellido “Béjar”, de la cual procedía Don Ignacio de Béjar y Guedeja no era ni mucho menos una familia corriente. Es bien sabido por nuestros lectores que los apellidos que se vinculan a lugares geográficos están ligados a familias de ascendencia judía, que ante la difícil elección de convertirse al cristianismo o tener que exiliarse, decidieron quedarse y bautizarse, trocando sus apellidos de origen semítico por otros castellanos, en este caso lugares físicos, ciudades, lugares.

La rama de la que procedía Don Ignacio, resumimos, procedía de un personaje llamado Juan de Béjar, natural de esta ciudad, y casado María Serrano, natural del Barco de Ávila. Parece que sus hijos nacieron en esta última. Dos de ellos vinieron a Béjar en la segunda mitad del siglo XVII: Francisco de Béjar y Serrano, y Miguel de Béjar y Serrano. Ambos tuvieron relativa importancia en la vida social, política y económica de la Villa: el primero, tío-abuelo de Don Ignacio, alcanzó el título de Tesorero del Duque de Béjar, mientras que el segundo, abuelo de Don Ignacio, poseía una situación económica holgada, pues era el administrador del Hospital de San Gil y del mayorazgo de la familia Oviedo.

Cartela con leyenda en el palacete de El Bosque. Béjar

Vamos a ahondar un poco en estos dos personajes. Francisco de Béjar y Serrano desempeñó la tarea de Tesorero del Duque en uno de los momentos más interesantes de la vida de nuestra ciudad: la llegada de los maestros flamencos. En nombre, primero del duque don Juan Manuel y luego de las duquesas Maria Alberta y doña Teresa de Sarmiento, administró los bienes del tinte ducal y procuró en su nombre el asentamiento de los flamencos, con el fin de mejorar la calidad de la producción pañera de Béjar, hasta ese momento de resultados modestos y muy vinculados a la producción de paños bastos. El cargo de Tesorero correspondía a una sola persona, asesorado por varios Contadores Mayores, por ejemplo, Don Sebastián de Potestad, unos de los contadores que ejerció sus funciones en esta época.

2 de febrero de 2009

Don Ignacio de Béjar y Guedeja, Secretario de Carlos III (1ª Parte)


Autora: Mª del Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.484. Febrero de 2008

 
Para mí fue una gran sorpresa encontrar una carta fechada en Madrid el día 3 de Mayo de 1788, debidamente encuadernada, en el Libro de Inventarios de la parroquia de El Salvador. Después de bucear entre legajos del archivo parroquial, exceptuando la correspondencia alusiva a asuntos eclesiásticos, aseguro no haberme topado, de momento, con ninguna otra, y menos guardada con tanta consideración (excepción, hecha por supuesto, a la fechada en 1736 y firmada por la duquesa de Béjar Doña María de Borja, en la que entrega un lujoso terno a la iglesia de Santa María).

Pues bien, una vez hallada, como digo, esta carta fechada en 1788, me fijé primeramente en su cuidada letra, redonda y perfectamente legible, y en la firma, que decía simplemente Ygnacio, así, sin mas. Pero, ¿qué hacía aquella carta allí, guardada y conservada desde hacía tantos siglos?. Procedí a su lectura. 



Decía así:

Madrid, 3 de Mayo de 1788
Hermano mio: me alegro que lo hayas pasado raçonablemente y sin novedad. Dios quiera que lo continues y lo hayas podido aprovechar los buenos dias que han pasado para hacer ejercicio. Aqui ha comenzado a resolverse el tiempo, ayer estubo un dia nublado y abochornado que parecia de julio, y a pasado hoy en tempestad que hemos tenido mui buena esta tarde, y aun amaga que repetira esta noche. (...)

Me detuve. ¿Una carta guardada con esmero entre inventarios parroquiales de dos personas que hablaban del tiempo? Aquello no parecía tener sentido. Continué.