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9 de septiembre de 2014

Del crimen de Matilla al crimen de Barrioneila. Las dos muertes de don Pepito Rodríguez Yagüe (2ª Parte y final)



Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 16/05/2014, 4.703, p. 4. 

Matilla de los Caños es un pequeño pueblo situado en pleno centro del Campo Charro a 50 kms. de Béjar y 28 de Salamanca. A pesar de la placidez del lugar, rodeado de amplias dehesas de encinas donde pastan los más afamados toros de lidia de España, diversos sucesos ocurridos a lo largo de los siglos XIX y XX nos recuerdan la complejidad social que presidía las relaciones entre terratenientes, pequeños propietarios y campesinos en el mundo agrario salmantino. José Rodríguez Yagüe adquirió por 315.000 pts. esta localidad a Manuel de Velasco y Ripoll [1] el 17 de febrero de 1880, un año antes de ser nombrado alcalde de Béjar. Desde el primer momento los habitantes de Matilla le disputarían el derecho sobre los huertos lindantes con el pueblo que ellos venían explotaban. El resto de terrenos y bienes inmuebles pertenecían a don Pepito en concepto de “coto redondo” [2]. El enfrentamiento debió ser enconado hasta desembocar en tragedia el 13 de diciembre de 1880. Según unas versiones los expeditivos métodos del propietario (como desviar las aguas del arroyo de Arganza para inutilizar los huertos) y según otras los que usaban los campesinos ganando metros día a día modificando los linderos fueron los detonantes. Así gran parte de los habitantes de Matilla se amotinó el citado día tomándose la justicia por su mano con la intención de acabar violentamente con el propietario. Pero no fue este, don Pepito (que no frecuentaba el pueblo), sino su representante el que sufrió las  consecuencias. Se trataba de Antonio López-Manzanares, primo y a la vez cuñado de don Pepito, que murió linchado quedando tendido su cuerpo bajo la “encina del bejarano”. Así se conoció desde aquel momento, y aún hoy, el soberbio ejemplar de Quercus ilex que crece a las afueras de la localidad. Varias decenas de vecinos fueron encarcelados tras los hechos y tres de ellos cumplieron cadena perpetua. Los litigios por la posesión de los huertos no concluyeron hasta 1893 y fueron favorables a Rodríguez Yagüe. A pesar de ello, con posterioridad, Miguel de Unamuno defendió veladamente en diversas publicaciones a los campesinos condenados. Finalmente en 1901 don Pepito vende por un millón de pesetas el pueblo de Matilla a Fernando-Ildefonso Pérez Tabernero [3].

 Don Pepito según un dibujo de Óscar Rivadeneyra