Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Durante tres siglos hubo papas atentos a las necesidades espirituales -y no tanto- de los señores y duques de Béjar. El primero fue Benedicto XIII, aragonés, que en 1413 otorgó el patronato sobre la fiesta de Corpus Christi a Diego López de Estúñiga, I señor de Béjar, y a sus descendientes, privilegio que arrastraba poder y beneficio económico. A Pedro de Estúñiga, primogénito y sucesor, le otorgó permiso para casarse con su prima Elvira de Guzmán, señora de Gibraleón, y a su hermano menor, Gonzalo de Estúñiga, lo nombró obispo de Plasencia y después de Jaén.
Benedicto XIII retratado como San Pedro, s. XV., en la iglesia Santa María de Morella, Castellón Es.wikipedia.org
Tres papas incidieron en la vida de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, el que castellanizó el apellido. Cuando era sólo conde de Plasencia, enviudó y quiso casarse con su ahijada y sobrina Leonor Pimentel y Zúñiga, treinta y tres años menor (16/49), por lo que tuvo que pedir permiso a Roma por consanguinidad en tercer grado. El papa Calixto III, valenciano, se lo negó, pero tras la insistencia y el pago de una considerable suma de dinero, el papa Pío II lo concedió.