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5 de enero de 2024

Valeriano Salas, el padre bejarano del National Geographic español

 

Autor: Francisco Javier Suárez de Vega

Publicado: AbC Artes y Letras Castilla y León, 25 de noviembre de 2023 (Columna Hijos del olvido)

 

      A comienzos de verano, junto a un simpático joven que decía apellidarse Conde Parrado, viajamos a Béjar con toda nuestra prole de hijos del olvido. Allí, bajo el padrinazgo del Centro de Estudios Bejaranos y la hospitalidad, entre otros, de Josefa Montero, Carmen Cascón y de Tomás Olleros —descendiente de uno de los pioneros de esta sección, el conquistador de las Tawi-Tawi— pudimos presentar el libro con el que quisimos dar un cálido hogar a esta insigne cohorte de personajes. El incomparable marco fue el Convento de San Francisco, sentados ante la misma mesa desde la que —según se cuenta— el rector Unamuno inauguraba los cursos de la Escuela de Ingeniería.

 

Y como los hijos del olvido acechan por doquier, allí mismo nos topamos con uno tan cautivador como poco conocido. No en el caso de Béjar, donde se le honra con uno de los museos más curiosos de España que, por sí sólo, bien merecería una escapada a la hermosa villa ducal, repleta de otros muchos encantos. Se trata del Museo Valeriano Salas, que acoge buena parte del legado del que podría calificarse como uno de los últimos viajeros y aventureros españoles del siglo XX.

24 de junio de 2022

"La máquina del tiempo. Relojes con vida". Los relojes de la familia Reig de Béjar (2ª Parte)

 Autor: Manuel Álvarez-Monteserín Izquierdo

 Fotografías del autor.

Sin crear escuela propia, sí supo enseñar Ángel Reig González a sus hermanos el oficio, fundamentalmente a Pedro, y a sus hijos Julia y José Ángel, siendo este último quien realmente se dedicó de lleno a esta actividad. Actualmente posee una de las mejores colecciones de relojes de la provincia, de tipologías muy diversas. Su hermana Julia fue, tal vez, la única mujer dedicada durante unos años a la relojería en Béjar.

 

Relojes de la colección de José Ángel en su emplazamiento original

La clientela de Reig era muy diversa y se extendía a prácticamente todos los sectores de la población bejarana. Siempre comentaba que a nivel particular, había en Béjar muy buenas piezas de relojería. Entre las marcas de prestigio y conocidas, tenía la exclusiva de Omega. Una manera de promocionar esta marca u otras era a través de una rifa: varios clientes se asociaban en torno a un buen reloj y cada semana entregaban una cantidad en concepto de anticipo a cuenta, y Reig les adjudicaba un número, de tal forma que el atractivo, a parte del reloj, era que alguien con la primera cuota podría llevarse el reloj y el resto seguir pagándolo.

17 de junio de 2022

"La máquina del tiempo. Relojes con vida". Los relojes de la familia Reig de Béjar (1ª Parte)

 Autor: Manuel Álvarez-Monteserín Izquierdo

      Desde los comienzos de la prehistoria, el hombre ha tratado de gestionar su vida y actividad controlando el transcurso de los días a través del ciclo del sol, las fases de la luna o fenómenos astronómicos, y para ello se valió de distintas observaciones en la naturaleza, teorías y artilugios. Una de las primeras referencias literarias que encontramos sobre relojes solares es el “Cuadrante de Achaz” del siglo VII a.C. y mencionado en la Biblia. Se trataba, dicho de una forma muy sencilla, de unos pequeños peldaños que, en función de la sombra que proyectaban, nos informaban del movimiento del sol y del transcurso del día.

 

            En el siglo XII aparecen algunos cuadrantes de sol con la división eclesial del día solar, y en el siglo XV comienzan a ponerse en iglesias y catedrales. Estos relojes solares se basan en la sombra que proyecta un gnomon o estilo sobre una superficie con una escala graduada que nos indica la posición del sol. Prácticamente hasta el siglo XIII el ser humano medía el tiempo con relojes e agua o clepsidra, y de arena, cuya construcción está ligada al soplado del vidrio. Los primeros relojes mecánicos aparecen pasado el año 1300. Es en el transcurso del siglo XV cuando el concepto hora tiene sentido como unidad del tiempo. El siglo XVI desmenuza aún más la hora, contemplándose las fracciones minuto y segundo. A lo largo del siglo XVII el reloj como pieza individual se incorpora al ser humano y siempre entre personas de nivel adquisitivo alto, pues también plasmaba la función de distinción entre los ciudadanos.

14 de febrero de 2020

El anhelado museo (1908-1965). Notas para la historia del Museo de Béjar (3ª Parte y final)

Autor: Pablo Puente Aparicio
Mesa redonda organizada por el Centro de Estudios Bejaranos el 15 de diciembre de 2012.

En enero de 1949, en sesión municipal, se acordó la organización de un museo bejarano a propuesta del concejal y Director de la Escuela de Peritos, Antonio Camarasa Monge. Béjar en Madrid indicaba que no se conocía “el local donde habrá de instalarse ya que con los que cuenta el Municipio habrá de arreglarlo convenientemente. Por ello la primera gestión que ha de llevarse a cabo es la recogida de aquellos objetos que se estimen apropiados para figurar en las salas de aquél”. Se ofreció la dirección a don Juan Muñoz García, cronista de la ciudad (1937) y académico correspondiente de la Academia de la Historia (1942).

 Valeriano Salas Rodríguez, coleccionista y escritor

En septiembre se celebró en la Escuela de Peritos Industriales el “Primer Certamen Provincial de Arte”, un empeño del director de la Escuela con la idea de “crear en Béjar una tradición artística”. Ocupaba tres salas y dos galerías del piso superior. En la primera sala se exponía pintura, con 14 expositores y 47 obras. En la segunda sala se colgaron 36 cuadros, de 9 artistas, declaradas fuera de concurso. La tercera sala, llamada Sala-Museo, contenía obras de pintura y escultura “dejadas por los señores de Béjar”.
Allí se expusieron 5 tablas del retablo de San Gil, junto con cuadros de Agustín Segura, Fernández Curro, Hipólito Portabella, un crucifijo de Mariano Benlliure, y una colección de monedas y objetos prehistóricos, así como “tijeras de marchamar paños que usaba antiguamente la Real Fábrica”. Por último en las galerías se colgaron fotografías de unos 200 artistas, así como esculturas que ocupaban indistintamente las tres salas. 

2 de febrero de 2013

Pintura flamenca del siglo XVII en el Museo Valeriano Salas (4ª Parte y final)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio e Industria de Béjar, 2011.

Del bruselense Pieter Bout (1658-1719) se pueden admirar dos paisajes, “Veleros” (44 x 71 cms.) y “Paisaje con un río entre montañas” (15 x 24 cms.). El primero es una vista de la llegada de un grupo de embarcaciones a una playa a los pies de unas montañas, por donde pululan varios grupos de individuos atareados o entablando conversación. En la derecha de la superficie pictórica asoman las ruinas de unas construcciones torreadas. Se advierte que es una obra interesante, aunque el mal estado de la capa de pintura, muy cuarteada, no permite observar con nitidez los detalles, especialmente de los planos secundarios.

"Veleros" de Pieter Bout 

            De muy pequeño tamaño es el segundo, tampoco exento de calidad. El artista plasma su visión de un paisaje de ribera al atardecer. Por el ancho valle transcurre plácidamente entre meandros un río. Al fondo, una villa se recorta entre montañas descompuestas en todos azulados y rosáceos por efecto de la mortecina iluminación del astro rey. En la orilla contraria y en primer plano, un embarcadero a los pies de un agreste paisaje umbroso a contraluz, conduce a un castillo roquero. En el centro de la parte baja del cuadro, algunos caminantes se adentran en un sendero, mientras otro de ellos parece observarles junto a una barca. El estudio de la luz es muy interesante. Dorada, sólo consigue posarse en muy pocos elementos del primer plano (caminantes, árbol de la izquierda…), utilizando brillos puntuales con escasos toques de empaste blanco.

21 de enero de 2013

Pintura flamenca del siglo XVII en el Museo Valeriano Salas (3ª parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2011.


Neptuno y Anfítrite (fig. 7) (60 x 98 cms.) es un cuadro de temática mitológica. Anfítrite es una nereida, divinidad del mar que protegía la vida de los marinos y que tenía en vez de piernas cola de pez. Anfítrite no quería ser desposada por Neptuno, pero Delfino le advirtió que si no accedía a la petición del dios, éste levantaría tales tempestades que acabaría con la vida de los mortales, razón que le llevó a cambiar de opinión.

 "Neptuno y Anfítrite" de Endrick Van Valen
Museo Valeriano Salas de Béjar

El centro de la equilibrada composición lo ocupan el dios marino y Anfítrite, aquí representada con piernas. Aquél es un vigoroso anciano aferrado a su símbolo, el tridente. Junto a la joven, de delicada y estilizada figura, es portado sobre un trono en forma de venera y arrastrado por hipocampos. Un amorcillo toma la mano de Anfítrite. Una de las pocas notas de color, un manto encarnado sirve para enmarcar a los personajes y realzarlos. El relato transcurre junto a la orilla del mar, donde la comitiva que rodea el trono se afana en tareas pesqueras, y cerca de una gruta en segundo plano en la que se celebra un festín. Las figuras masculinas, tritones, portan grandes peces sobre sus espaldas y otros más pequeños en las puntas de unas cañas, mientras otro tritón hace sonar una caracola. Las figuras femeninas, nereidas y sirenas, expresan una actitud más distendida conversando, descansando, acicalándose o recogiendo conchas y corales.

14 de enero de 2013

Pintura flamenca del siglo XVII en el Museo Valeriano Salas (2ª parte)




 Autor: Roberto Domínguez Blanca
 Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar (2011)

        En “Fiesta de aldeanos” (29 x 26 cms.) la composición del lienzo vertical se divide en dos partes: la inferior con la reunión de los aldeanos y la superior dominada por un árbol, la fachada de una taberna y las nubes en las que se refleja el sol de la tarde. Los personajes se distribuyen en dos planos: sentados los primeros y de pie los del fondo. Del grupo destaca el joven con gorro rojo que tañe un laúd. Mira a su derecha, donde junto una granjera que se lleva la mano al pecho, un anciano sentado tras una mesa con una jarra y un vaso de vino parece entonar una melodía. Una atmósfera de cierta solemnidad envuelve al grupo que escucha atentamente a los músicos. Un hombre sujeta una jarra, otro fuma en pipa pensativo, un anciano levanta una copa por la base (signo de distinción)… nada que ver con las reuniones bulliciosas y populares de alguna de las pinturas de Jordaens o Adrien Brouwer.



"Fiesta de aldeanos", de Gillis van Tilborgh
Museo Valeriano Salas (Béjar)



            Técnicamente, el autor da mucha importancia al dibujo, usando el color para ordenar la composición. Los campesinos sentados a la derecha del cuadro llevan indumentarias claras que atraen la vista del espectador, mientras que para cerrar la composición visten de colores oscuros (negro fundamentalmente) los sentados a la izquierda y los que permanecen de pie en el segundo plano, que parecen fundirse con el fondo.

2 de enero de 2013

Pintura flamenca del siglo XVII en el Museo Valeriano Salas (1ª parte)




Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, Cámara de Comercio e Industrias (2011)

            De la rica y variopinta colección de arte que el bejarano Valeriano Salas[1] fue recopilando con el tiempo, destaca el apartado pictórico, compuesto en su mayoría por cuadros barrocos flamencos y holandeses, además de españoles de los siglos XIX y XX. Los primeros salieron del pincel de maestros de segundo y tercer orden sin que por ello se deprecie el interés de las obras; todo lo contrario, suponen una buena muestra del clima artístico y del caldo de cultivo en el que surgieron virtuosos de la talla de Rubens, Rembrandt, Vermeer, Hals, Jordaens, Frans Snyders o Van Dyck.


 Museo Valeriano Salas (Béjar)



29 de noviembre de 2012

Homenaje a Valeriano Salas


Este viernes el Centro de Estudios Bejaranos realizará su homenaje particular al bejarano Valeriano Salas, coleccionista y viajero, en el cincuenta aniversario de su muerte. La cita tendrá lugar en el convento San Francisco, en el lugar donde se expone su extensa colección de obras de arte que donó a la ciudad de Béjar en su testamento, con una visita guiada a su legado a las 19.30 y una posterior mesa redonda.