Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2011.
Neptuno y Anfítrite (fig. 7) (60 x 98 cms.) es un cuadro de
temática mitológica. Anfítrite es
una nereida, divinidad del mar que protegía la vida de los marinos y que tenía
en vez de piernas cola de pez. Anfítrite
no quería ser desposada por Neptuno, pero Delfino le advirtió que si no accedía
a la petición del dios, éste levantaría tales tempestades que acabaría con la
vida de los mortales, razón que le llevó a cambiar de opinión.
"Neptuno y Anfítrite" de Endrick Van Valen
Museo Valeriano Salas de Béjar
El centro de la equilibrada composición lo
ocupan el dios marino y Anfítrite,
aquí representada con piernas. Aquél es un vigoroso
anciano aferrado a su símbolo, el tridente. Junto a la joven, de delicada y
estilizada figura, es portado sobre un trono en forma de venera y arrastrado
por hipocampos. Un amorcillo toma la
mano de Anfítrite. Una de las pocas
notas de color, un manto encarnado sirve para enmarcar a los personajes y
realzarlos. El relato transcurre junto a la orilla del mar, donde la comitiva que rodea el trono se afana en
tareas pesqueras, y cerca de una gruta
en segundo plano en la que se celebra un festín. Las figuras masculinas, tritones, portan grandes peces sobre
sus espaldas y otros más pequeños en las puntas de unas cañas, mientras otro
tritón hace sonar una caracola. Las figuras femeninas, nereidas y sirenas, expresan una actitud más distendida
conversando, descansando, acicalándose o recogiendo conchas y corales.
El desnudo es el protagonista real de la
tela. Mal visto en la época, sólo se
daba de paso si el tema lo justificaba, recluyéndose de este modo en los
asuntos mitológicos y en algunos religioso (Cristo crucificado, San
Sebastián…). Así, el autor concibe una composición donde se encajan distintas posturas de la anatomía del cuerpo humano. Son
teatrales y forzadas, lo que delata
la inspiración en una fuente manierista,
algo que advierten Torralba y Díaz Padrón[1]. La iluminación en este autor es artificial, puesto que focaliza
selectivamente a los personajes, imprimiendo un aspecto nacarado a los
femeninos. Además, articula la composición, separando grupos fuertemente
iluminados y oscurecidos, o divide los distintos planos paralelos, como
observamos a la izquierda. La atmósfera
es fría pese a la importancia de los tonos pardos y terrosos, imponiéndose
los grises y azulados del mar y del plomizo celaje. Esta uniformidad grisácea
en lo cromático es característica de su estilo maduro[2]. Las
escasas notas de color se dan en algunas indumentarias tratadas con tonos
lívidos.
"Triunfo de Neptuno y Anfítrite" de Frans Franken II
Museo del Prado, Madrid.
"Triunfo de Neptuno y Anfítrite" de Frans Franken II
Colección privada
"Triunfo de Neptuno y Anfítrite" de Frans Franken II
Colección privada
Tradicionalmente
este lienzo se ha atribuido a Hendrick
van Balen (1575-1632), opinión
que mantiene Torralba, y que había sido nada menos que maestro de Anton Van Dyck y Frans Snyders. Van Balen fue seguidor de Frans Francken II (1581-1642), por lo que
Valdivieso, sin descartar totalmente
al primero, apuesta por otro discípulo
de Francken II, lo que me parece que encaja mejor dentro del estilo del
cuadro. Incluso, a mi modesto entender, no
habría que descartar la atribución al propio Frans Francken II, pues se conocen numerosas versiones suyas con
idéntico tema, composición y estilo a esta de Béjar en El Prado, Gotha de
Sibiu, Göteborg, Uffizi de Florencia, Brunswick y colección Kums de Amberes[3]. No
obstante, para algunos especialistas sólo pueden ser considerados de su mano
los autografiados (no siendo éste el caso), resultando los demás obra de taller.
Terrón Reynolds[4]
señala una tercera posibilidad, que las
partes principales de un cuadro las hiciera el maestro y el resto las
completara el taller.
El peculiar
empleo de la iluminación, la singular fisonomía de los rostros de los ancianos
y de las jóvenes con sus expresivas miradas de ojos muy abiertos, y la testuz
de los hipocampos repiten el estilo de Francken II y no de Van Balen. Los temas
mitológicos, históricos y bíblicos con multitud de personajes son recurrentes
en su obra. La inspiración para alguna
de sus composiciones la encontraría en
grabados de Marcantonio Raimondi sobre originales de Rafael[5].
El género
paisajístico está representado por varias obras, siendo “Visión fantástica de una ciudad antigua” (33 x 45 cm.) una de las más interesantes por su ejecución impecable; de hecho, fue requerida para participar en la
exposición “Arquitecturas Pintadas. Del Renacimiento al Siglo XVIII” del Museo
Thyssen-Bornemisza de Madrid, entre el 18 de octubre de 2011 y el 22 de
enero de 2012. El tema fundamental del cuadro, y escenario de la acción, es un paisaje urbano inventado,
atestado de construcciones de sabor clasicista. El autor trata de recrear una ciudad ideal de la Antigüedad
amalgamando una serie de edificios inspirados en algunas famosas arquitecturas.
Roma es la referencia, ya que en el
siglo XVII vivió una época de esplendor constructivo bajo la égida de los papas
y sus familias. Encontramos un arco de triunfo al estilo de los de Tito y
Constantino barroquizados, referencias al mausoleo de Adriano, una columna
recuerdo de las de Trajano y Marco Aurelio, y un obelisco entre otras citas.
“Visión fantástica de una ciudad antigua” de Martin van Valkenborgh I
Museo Valeriano Salas de Béjar
Museo Valeriano Salas de Béjar
A la derecha
del cuadro, la ciudad es atravesada por un río que desemboca junto a un puerto.
Una embarcación de remos atraca junto a una pequeña nave en espera de la
llegada de otras dos galeras. En tierra firme, una serie de individuos con
turbantes al mando de una caballería en formación parecen aguardar su llegada. En primerísimo término acontece un hecho
que parece independiente del resto de la escena: sobre una elevación del
terreno, una amazona con vestido dorado
está a punto de disparar con un arco a un león agazapado. La posición del
caballo en corbeta y dando la espalda es muy barroca, recordando al caballo del
retrato ecuestre que Velázquez hizo a mayor gloria del Conde-Duque de Olivares.
La ciudad representada sería Babilonia
(la Babel
bíblica) a la ribera del Éufrates, en
aquella época desconocida y envuelta en una aureola de mitología, como una
de las ciudades más importantes de Mesopotamia y de Oriente en general. El
edificio circular torreado correspondería a uno de sus monumentos más famosos:
la torre de Babel, ahora muy
simplificada y lejos de la descripción que dio Herodoto, que pudo ver la ciudad
en el 458 a
C., describiéndola como una superposición de ocho torres (cuerpos). La mujer cazando al león sería
entonces, como ya advirtiera Brasas[6], Semíramis, reina de Asiria, la reina
que reconstruyó la ciudad. El león era un animal cuya ferocidad era temida por
los mismos dioses, de modo que una de las virtudes del monarca era enfrentarse
a él y organizar cacerías[7]. El
león está muy presente en arte babilónico y asirio, bien en relieves de asunto
cinegético, bien como símbolo de la realeza o de la divinidad Ishtar.
Estilísticamente,
la tabla se define por su cromatismo
limitado a un colorido terroso
que envuelve toda la ciudad, oscureciendo los primeros planos mientras que los
edificios del fondo brillan con la luz del atardecer. La pincelada es más suelta en estas construcciones, en tanto que el dibujo es muy cuidado para las
edificaciones principales. Se atribuye este cuadro a Martin van Valkenborgh I (1534-1612), autoría que Valdivieso y
Torralba mantienen. Nacido en Lovaina,
fue hermano y discípulo de Lucas van Valkenborgh, además de padre de Frederik
(1570-1622/23), destacado vedutista, y Gillis[8]. En
esta ciudad ejercieron su profesión hasta que en el contexto de las guerras
religiosas se ven obligados a huir a ciudades alemanas como Aquisgrán, Linz y
Frankfurt, donde Martín moriría. La
pintura de Béjar es característica de su estilo como paisajista imaginativo
de exóticas ciudades o de visiones de la torre de Babel, en las que también
sitúa en primer término a un grupo de personajes sobre un precipicio. Torralba
advierte una firma dudosa a la derecha hacia la mitad del lienzo.
Cúpula de la
iglesia universitaria de Sant´Ivo alla Sapienza
Borromini, Roma
La
torre con cúpula helicoidal sería el
templo de Marduk, y este elemento tan singular se podría relacionar con un
edificio romano real, la cúpula de la
iglesia universitaria de Sant´Ivo alla Sapienza, construida por Borromini entre 1642 y 1660. La cúpula, que es lo que más nos
interesa, se finalizó coincidiendo con
el inicio del papado de Inocencio X (1644-1655)[9]. Pero para entonces Valkenborgh llevaba casi
tres décadas bajo tierra. Entonces, ¿de dónde le vino la inspiración al pintor
para crear una estructura tan peculiar y que Borromini materializará años más
tarde? Mar Borobia[10] da
la clave al señalar un grabado de 1572
de Philip Galle sobre un diseño de Maerten van Heemskerck dedicado a los muros de Babilonia, una
de las siete maravillas del Mundo Antiguo, que sirvió claramente de modelo a
Valkenborgh. El grabado y la pintura coinciden en los rasgos básicos de la
composición, aunque en el primero, el templo, Semíramis y el león tienen mayor
protagonismo, y la ciudad está mucho más definida.
Grabado de Maerten van Heemskerck sobre Babilonia
La
recurrencia a posteriori de Sant´Ivo al templo de Marduk del grabado, obedece
al contenido ideológico con que se dotó al edificio y a la capacidad de
Borromini para materializar arquitecturas hasta entonces atrevidas e
inconcebibles. De este modo, Sant´Ivo
alla Sapienza, como capilla universitaria, se erigió como “Faro” y curiosamente
como “Anti-Babel”[11]. A
este respecto, Blunt[12]
advierte que probablemente Boromini
conocía el grabado de van Heemskerk, y que por un curioso giro semántico “la torre, que había aparecido como un
símbolo de la locura del hombre, pasó a utilizarse como representación de la
idea exactamente opuesta, y la confusión de lenguas que se asociaba a Babel se
transformó en el conocimiento de las lenguas que los Apóstoles recibieran en
Pentecostés (…) La Torre
de Babel se convierte así en la “turris sapientae”, la torre de la sabiduría, e
incluso Martin van Heermskerk llega a emplazarla para representar el faro de
Alejandría, el faro que da luz, que es también un símbolo evidente de la
sabiduría”.
(Continuará)
[1] Para
Díaz Padrón, Julio Romano y la
Escuela de Fontainebleau están en el ánimo del
tardomanierismo de este pintor (DÍAZ PADRÓN, M.: “Frans Franken II en la
catedral de Sevilla” en Goya, nº 129,
p. 171).
[2] DÍAZ
PADRÓN, M.: El siglo de Rubens… ob. cit.,
t. I, p. 544.
[3] DÍAZ
PADRÓN, M.: “Frans Franken II…”, ob. cit.,
p. 171.
[4]
TERRÓN REYNOLDS, Mª T.: “Una obra atribuida a Frans Francken II en Puebla de
los Ángeles (Méjico)” en Norba-Arte,
XVIII-XIX, Universidad de Extremadura, 1998-1999, p. 349.
[5] AYALA MALLORY, N.: ob. cit., p. 40.
[6]
BRASAS EGIDO, J. C.: “Semíramis cazadora cabalgando ante la ciudad de
Babilonia” en El Contrapunto y su Morada.
Catálogo de la Exposición de la Edadesdel Hombre Salamanca 1993, pp. 62-63.
[7]
MARZAHN J.: “Relieve en ladrillo esmaltado con figura de león”, en Torre de Babel, Historia y Mito, Museo
Arqueológico de Murcia, Murcia, 2010, p. 189.
[8] THIERRY, Y.: Les peintres flamands de paysage au XVIIe siecle, des precurseurs a
Rubens, Lefebvre et Gillet Editions d´Art, Bruselas, 1988, p. 46.
[9] JUNG,
W.: “Arquitectura y ciudad en Italia, entre el barroco temprano y el inicio del
neoclasicismo”, en El Barroco.
Arquitectura, pintura, escultura, Könemann, Colonia, 1997, p. 29.
[10] BOROBIA, M.: “Semíramis ante la ciudad de
Babilonia”, en Arquitecturas Pintadas.
Del Renacimiento al Siglo XVIII, Museo Thyssen-Bornemisza & Fundación
Caja Madrid, Madrid, 2011, p. 189.
[11]
FAGIOLO, M. y MADONNA. M. L.: “El mundo de las maravillas: arquetipos clásicos
entre l Renacimiento y la Ilustración”, en Arquitecturas
Pintadas… ob. cit., p. 89.
[12] BLUNT, A.: Borromini, Alianza Forma, Madrid, 1987,
p. 134.
Como las entradas anteriores, gran estudio de Roberto de estos lienzos de pintores flamencos. Destaca el tema de Neptuno y Anfitrite y la sensualidad de los desnudos en todas las telas, así ocmo esa visión fantástica de Babilonia de van Valkenborgh I, y el análisis detallado que se da de ella. Buena semana, Carmen; recuerdos a Roberto.
ResponderEliminarEl Museo Valeriano Salas es un pequeño tesoro artístico aún por descubrir por el gran público, que no por los investigadores, pues existen un par de publicaciones dedicadas a él por entero y un interés creciente por algunas obras. No en vano la "Visión fantástica de una ciudad antigua" ha figurado entre las elegidas para formar parte de una exposición en el Thyssen como bien recoge Roberto en su artículo.
EliminarUn saludo
Interesantísimo, carmenBéjar, felicidades a su autor, porque además resulta un artículo muy cualifica y muy ameno, dos cualidades que no siempre van juntas. Me ha gustado mucho ver esa torre de Borromini de Sant'Ivo en un grabado anterior - que no conocía -. Como ves, casi todo lleva a mi querida Roma... Y a muchos más sitios, claro. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarTodos los caminos conducen a Roma, Isabel, y creo que esta máxima, que tú conoces tan bien, se cumple a la perfección en la vida real. Ameno y exhaustivo, dos cualidades no siempre parejas, tienes razón, pero en este artículo van hermanadas.
EliminarUn besazo
Magnífico artículo: genial los comentarios sobre los cuadros.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias por tu comentario, Antorelo.
EliminarUn saludo
Curioso eso de que los desnudos solo estuvieran bien vistos si el tema lo justificaba. En realidad solo había que elegir bien el tema, entonces, y había barra libre. Los temas mitológicos eran todo un filón.
ResponderEliminarBellísimo estudio que hace muy atractiva la lectura. Aguardo la continuación.
Buenas noches
Bisous
Habría que preguntarle a Roberto, pero creo que tiene razón en cierta manera. de todas formas, como bien sabe, madame, los desnudos sólo eran aptos para ciertos ojos, sobre todo en los países católicos. Sólo el rey podía disfrutar de su contemplación en sus salones privados del Alcázar madrileño. Otra cosa era en Francia, por ejemplo. No me imagino a la corte de Luis XIV llevándose las manos a la cabeza por un cuadro mitológico de desnudos.
EliminarUn beso
Esperaba esta magnífica tercera entrega, Carmen. Permíteme que te diga que para mí el nombre de Roberto Domínguez está ligado al torero vallisoletano, a quien conocí por relaciones profesionales cuando estaba en activo, pero claro, tú nos hablas de un homónimo también muy importante.
ResponderEliminarBesos
¡Anda! no conocía el nombre de este torero que me comentas, Francisco. Y eso que es de nuestra tierra, de Castilla y León. Será que no haya venido nunca a torear a nuestra antiquísima plaza de toros.
EliminarUn beso
Los temas mitológicos son muy recurrentes dentro de la pintura del Barroco y una fuente inagotable para la imaginación y la creatividad de los artistas. Aunque muchos de los motivos trabajados denotan en su origen un innegable machismo, dado que la mujer siempre aparece infravalorada o es la que tiene que ceder ante el ímpetu masculino -véase el Rapto de Perséfone o la Caja de Pandora, por ejemplo-, sería un error por nuestra parte juzgar a los de épocas pasadas desde nuestra perspectiva actual, méxime cuando hay una gran calidad en sus trabajos.
ResponderEliminarUn saludo.
La puntualización que nos haces es muy interesante porque nos lleva a reflexionar sobre el machismo que se ha arrastrado a lo largo de los siglos, o más que machismo, término totalmente actual, predominio de la mujer sobre el hombre que ya se manifiesta desde el mundo clásico y en la mitología, y que el cristianismo no hizo más que afianzar.
EliminarUn saludo
Bueno, en esa época, era muy importante tener bien motivado el desnudo, je, je... es que la carne es débil incluso al óleo, je, je... Es tan difícil conseguir estas figuras, vamos, yo ni lo intento... La Torre de Babel... lo que ha dado qué hablar y todo de habladurías, ja, ja... Bss amiga
ResponderEliminarEl desnudo, a parte de bello a la vista, es un reto para el pintor. No creas que es fácil luchar con la proporción del cuerpo humano y las distintas carnaciones. Todo pintor que se preciase, salvo en el caso de los países calvinistas, por ejemplo Holanda, o de la ultracatólica España, debía pintar desnudos por lo emnos una vez en su vida. Y a ello no renunció Velázquez, aunque bajo el amparo de su poderoso monarca Felpie IV porque si no le hubiese sido imposible llevarlo a cabo.
EliminarUn beso
Muy bien elaborado este artículo, explica con todo lujo de detalles la composición de cada lienzo.Me gusta: tanto el lienzo cómo el grabado sobre Babilonia.Lo del desnudo es normal que segun en que épocas no fuera considerado ético ya que estában bajo la opresión de la censura.
ResponderEliminarEsperando impacientemente la siguiente entrada.
Un abrazo feliz día Carmen.
La precisión con la que Roberto nos muestra cada detalle de cada uno de los lienzos es de agradecer porque muchas de sus historias se nos escapan. Cómo saber que hay distintas versiones de un mismo tema y autor distribuidas por diferentes museos y colecciones de tanta similitud con el de Béjar, pero sin ser del mismo autor; o cómo hubiéramos podido conocer que la pintura de Babilonia pudo inspirarse en un grabado anterior a la propia obra de Borromini, sin las explicaciones de Roberto. Imposible.
EliminarUn beso.
Interesante el grabado de Maerten van Heemskerck sobre Babilonia, vaya uno a saber de lo que uno se inspira para hacer uso con ello e interpretar otras obras y darle el giro.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí y creo que es lo que nos falta, la pieza maestra para entender el modelo en que se inspiraron numerosos pintores y artistas para hacer sus obras. Lo cual quiere decir que los grabadores fueron grandes artistas hoy olvidados.
EliminarUn abrazo también para ti
Hola Carmen:
ResponderEliminarIntresante esto de que el desnudo estuviese justificado. Ve si ahora se justifica... ;D
La pintura mitológica, me gusta mucho. Siempre hay algo nuevo en el lienzo.
Besos
Imagino que también te gustará la pintura que tiene como tema la medicina, ¿no? Para un médico es normal que le interese la aparición de los desnudos, el cuerpo humano puro, en obras de arte porque a través de ellas podemos deducir enfermedades, por ejemplo.
EliminarUn beso
Comentas que este Museo no es muy conocido por el gran público. Creo que a partir de tus publicaciones se irá incrementando las visitas. Estás haciendo una buena divulgación.
ResponderEliminarUn beso.
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Esperemos que así sea, Ventana de Foto.
EliminarUn beso también para ti
Gracias Roberto, por tan buenas explicaciones.
ResponderEliminarYo deduzcoa mi modesto entendre, que a Borromini le gustó el boceto de Valkenborgh y lo materializó en esa preciosa cúpula.
Y no te preocupes Carmen que volveré al convento.Y espero esta vez pillarlo abierto.
Un beso.
Podría ser, Laura. Tu afirmación daría mucho que hablar a los investigadores, ¿sabes?
EliminarInténtalo que algún momento estará abierto.
Besos
Roberto como siempre sobresaliente
ResponderEliminarYo también le pongo un 10 sobre 10.
EliminarUn abrazo
Bueno, Carmen, voy de asombro en asombro. A la meticulosa pormenorización de los detalles que procurar, del análisis de una obra de arte su total conocimiento, le debemos añadir la calidad y belleza de las obras analizadas. Roberto Domínguez es un maestro en la concepción analítica de un lienzo y un excelente escritor. Además no dejan de ser sobresalientes las obras que poseéis en Béjar o que, habiendo salido de ahí, se encuentran en los museos más importantes del mundo.
ResponderEliminarCarmen, estoy coleccionando tus artículos para, cuando visite la ciudad, dirigir mis pasos inmediatamente con la guía de tus palabras y artículos. Muchas gracias.
Un fuerte abrazo, querida Carmen.
¿No conoces Béjar, Antonio? Pues eso hay que ir remediándolo. Por otro lado no nos podemos quejar en Béjar de obras maestras de las que poder disfrutar, por lo menos pictóricas, como es el caso, y de buenos investigadores como Roberto que cada vez nos dedcubren cosas más interesantes sobre ellas.
EliminarUn abrazo también para ti
Es sorprendente los anacronismos en las pinturas de la época, si hoy alguien hiciera un cuadro, o una película basada en la antigua Babilonia inspirándose en el Skyline de Nueva York pondríamos el grito en el cielo
ResponderEliminarY que lo digas, Jose Luis. Lo que planteas daría para un reflexión mucho más larga y pormenorizada. Si recuerdas los cuadros sobre la Pasión de Cristo que se pintaban, por ejemplo, en el siglo XV o XVI, los soldados aparecían vestidos militarmente según su uniforme de la época, no de soldados romanos. Ahora eso sería inconcebible.
EliminarUn saludo
Querida Carmen, mucho me han gustado esos cuadros menos conocidos para el gran público de tema mitológico; aprovecharé para incluirlos en la galería personal que utilizo para ilustrar mis clases de mitología con los alumnos. Y también me ha resultado interesantísimo ese grabado del XVI y su relación con S. Ivo alla Sapienza. Tiene razón nuestra querida Isabel Barceló, todo nos conduce a nuestra amada Roma.
ResponderEliminarMi enhorabuena a Roberto y para ti mil bicos.
Me alegro mucho de que, además de dar aconocer este pequeño museo escondido de Béjar, se puedan utilizar sus lienzos con fines educativos. Los cuatro lienzos que presentamos sobre "Neptuno y Anfítrite" sirven, además, para jugar a las diferencias, ¿no te parece? Y para introducir al alumno sobre la problemática de las autorías.
EliminarUn saludo y muchas gracias
Los temas mitológicos nos encandilan y la ciudad antigua tiene su aquel, fíjate.
ResponderEliminarUn saludo.
Si tiene algo de misterio y de ruina, de ensoñación y de fantasía, todo mezclado. Casi parece una inspiración de Piranesi.
EliminarUn saludo