Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.381. 3 de marzo de 2006.
Con motivo del fallecimiento de Pepe Frutos, Ángel Gil publicó en primera página un sentido artículo en el que hablaba de distintos aspectos de la vida del fallecido. Allí fue donde me enteré de que Pepe había publicado en 1994 un libro titulado “Costumbres y tradiciones bejaranas”, texto del que hasta ese momento no tenía noticia alguna.
Tengo que decir que para mí siempre supone una satisfacción enterarme de que existe un libro sobre temas bejaranos que no conozco, máxime si, como en este caso, estaba escrito por una persona a la que yo apreciaba. Y también un reto, pues a veces no resulta fácil encontrar este tipo de libros. Así, y después de realizar un par de pesquisas fallidas, un buen amigo me lo facilitó con rapidez, y en cuanto pude comencé su lectura.
Subir a la montaña
Se trata de un libro bien editado por Caja Salamanca y Soria, hoy Caja Duero, dentro de su colección de temas locales. En él, Pepe recoge las intervenciones que sobre el tema que da título a este artículo pronunció en forma de charlas semanales en 1986 en la desaparecida emisora de radio de Antena-3 Béjar, en forma de diálogos con su entonces pequeña hija Eva.
El prólogo es de Juan Belén Cela, y comienza con unas frases que no me resisto a reproducir aquí, pues están muy en consonancia con lo que el libro quiere expresar. Dice Cela: «La vida está hecha de mínimos, de pequeñas cosas, de naderías y, sin embargo, cuánta importancia les damos, cuánto sentimiento si algo se separa de nuestro Todo. Cómo anhelamos la parte fracturada, la ocurrencia desaparecida». Después habla de las “señas de identidad”, identificando como tales las tradiciones, las costumbres, los hábitos «que llevados a fuerza de años representan el hecho diferencial que nos marca para siempre nuestro lugar de origen».
Después comencé la lectura con avidez y, prácticamente, lo leí de un tirón. Tengo que reconocer que, como nací en Béjar, he residido en ella la mayor parte de mi vida y me he preocupado de conocer todo lo que he podido sobre su historia y tradiciones, pensé inicialmente que no iba a encontrar nada nuevo para mí, lo que se revelaría como un manifiesto error del que enseguida saldría.
Es cierto que, a grandes rasgos, todo me sonaba, pero también que me vi enseguida sorprendido por dos cosas: la sencillez de los relatos -lo que facilita mucho la lectura- y la profusión de detalles -muchos de ellos nuevos para mí- en cada apartado.
Así, en relación con los trajes llamados “hábitos” -que son de todos conocidos y admirados en las procesiones de Semana Santa-, me ha sorprendido enterarme de que había personas (principalmente mujeres) que, normalmente por una promesa, llevaban el hábito de Santa Rita, el de la Virgen del Carmen o cualquier otro, a veces durante largo tiempo y en cualquier época del año; eso sí, sin capucha. De todos modos, la verdad es que no tengo ni idea de cómo son estos hábitos.
Hacer arcos de hiedra el día de San Juan
Arcos de San Juanito
Habla también de los charlatanes de feria, a los que no he visto nunca en acción, pero sí sé que en ocasiones eran grandes oradores capaces de vender la cosa más inútil como si, a partir de ese momento, se fuera a tornar en imprescindible para el que lo adquiere. Quizá fueran sin saberlo unos expertos en psicología de masas, pues si lograban que unas cuantas personas adquiriesen su producto, ya los demás se lanzaban a comprarlo en masa. Y eso sí, el producto principal iba siempre acompañado de un montón de regalos complementarios, a veces tan inútiles como el principal.
O los “pregoneros”, que trasladaban en vivo y en directo al consumidor lo mismo leche que verduras, tocino, o incluso “zorros” para limpiar el polvo; o cualquier otro producto, generalmente procedentes de los pueblos de la comarca bejarana. Sin olvidar a los pregoneros de oficio, esos que, a toque de trompeta, transmitían las órdenes de la alcaldía (¿recuerdan?: “De orden del señor alcalde, se hace saber…”).
O las castañeras, que alegraron los duros inviernos de nuestra infancia, y a las cuales a veces tratábamos de distraer para echarles al calvotero una castaña sin rajar para que produjera una pequeña explosión, con gran regocijo por nuestra parte. Claro, que pocas veces lo conseguíamos, porque no se dejaban engañar fácilmente.
Castañas asadas, aquí llamadas calbotes
Por supuesto, también habla el libro de las fiestas tradicionales (San Blas, San Antón, Corpus Chisti, San Juanito…), de las romerías (San Gregorio,…), del día del hornazo, o del calderillo, de la costumbre tan agradable y tan bejarana del chateo, de las idas y venidas de los chavales para llevar la comida en la cestilla de mimbre a los obreros de las fábricas,…y de tantas otras cosas.
En definitiva, se trata de rescatar la memoria de costumbres, fiestas y tradiciones populares, algunas de ellas ya semiolvidadas, para que así no se pierdan del todo. Son esas, entre otras, las señas de identidad de que habla Juan Belén, las que definen los hábitos y rutinas de un pueblo. Esas que, a veces, no echas de menos hasta que te ausentas de Béjar largo tiempo.
Y de todo ello sabe también mucho el amigo Ruperto Fraile que, aunque su salud sea delicada últimamente, sigue siendo un libro abierto sobre Béjar y sus gentes.
Gracias de nuevo, amigo Pepe, por haberme proporcionado unas horas de placer con la lectura de tu libro. Lo único que lamento de veras es haber sabido de él tan tarde y no poder ya charlar contigo sobre muchas de las cosas que pones y no pones en él.
Pues yo tampoco conozco ese libro, a ver si consigo hacerme con él.
ResponderEliminarSaludos.
Yo sí he visto a personas con estos hábitos. Los llevaban a raíz de un voto o promesa. Es una costumbre muy vieja ya, imagino, prácticamente desaparecida. También aquí, en tierras de Jaén era más frecuente esta práctica devota entre las mujeres.
ResponderEliminarUn saludo.
Madame, imagino cómo habra disfrutado usted con el descubrimiento, que seguramente le inspirará más de una entrada y la incitará a investigar mas en profundidad alguno de los aspectos que relata.
ResponderEliminarEse chateo bejarano que no desaparezca. Mucho mejor que el chateo online, no cree? :)
Lo de los habitos es lo que menos me convence. Eso de llevarlos todo el rato, por una promesa o lo que sea, debía de ser una lata.
Buenas noches, madame
Bisous
Que interesante Carmen. Como sabes, me encatan estos pequeños libros que cuentan las historias de nuestras tierras y que son difíciles de conseguir más allá de los límites del pueblo o comarca. También se publicó un bonito y curioso ejemplar sobre las tradiciones de la Lagunilla, no el de Petra Hernández, sino otro más antiguo que ya comentaré en alguno de mis artículos de Béjar en Madrid.
ResponderEliminarQue bueno el hornazo! el de Béjar es un poco distinto al de Lagunilla (que a mí personalmente me gusta más jejeje) pero igualmente de agradecer por el gaznate :) ...hace unos pocos días mi tía estuvo en Lagunilla y me trajo unos hornazos a Madrid y que metí en mi maleta para Turín, así que algo de la tierra por el Norte de Italia jejeje
Un beso.
Recuerdo haber visto de niño a personas mayores con un hábito de color morado y un cordón atado como si fuera un cinto. A mí me daba un poco de respeto. Lo veía raro. Era como ver a gente de la iglesia con la vestimenta por la calle. Algo chocante.
ResponderEliminarEn cuanto a ideas que recoge aquí Javier del citado libro, decir que, en efecto, la vida está hecha de pequeñas cosas, aparentemente sin importancia pero que van dando forma a nuestra existencia.
La vida, precisamente "son aquellas pequeñas cosas/ que nos dejó un tiempo de rosas/ en un rincón,/ en un papel,/ en un cajón."
Un saludo.
Me ha gustado conocer algo más de las costumbres y tradiciones de Bejar, guiada por tu buen hacer y decir.
ResponderEliminarUn beso
Escueto pero bonito relato de nuestras tradiciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es hermoso encontrar literatura que hable de tus raìces.
ResponderEliminarParece ser el caso.
un abrazo.
Algunos hemos vivido estas costumbres: los hábitos, los charlatanes, los agricultores y ganaderos de los pueblos con sus productos en caballerías por las calles, el cerdo del sorteo de Cañanda, etc. etc.
ResponderEliminarJero.
Es muy importante guardar el recuerdo de cómo eran las cosas antes. Algunas aún subsisten. Incluso en las grandes ciudades aún se puede ver, con suerte, alguna castañera vendiendo castañas asadas en un cucurucho de papel, que por cierto: qué bien calientan las manos. Otras, desgraciadamente ya no existen, pero los libros siempre nos las recordarán. Un saludo.
ResponderEliminarUn gran descubrimiento el de este libro y mas vale tarde que nunca....
ResponderEliminarEspero que disfrutara muchisimo con todo lo que descubristes entre sus paginas.
Besos
Una de las cosas que más me gustan en la vida es comprar un cucuruho de castañas (calvotes :), suena bien) asadas y luego irlas comiendo mientras miro escaparates escogiendo los regalos de Navidad...
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo eso de "Cómo anhelamos la parte fracturada, la ocurrencia desaparecida"
Besitos, Carment
Es bueno recordar las tradiciones a las nuevas generaciones, para que las costumbres no se pierdan.
ResponderEliminarAlgunas de las que nombras todavía siguen existiendo.
Ayer mismo, compré unas castañas asadas en la corredera, con el frió que hacia me supieron a gloria y me calentaron las manos...
Bonito relato Carmen.
Un beso
Estupenda noticia la este libro que seguro contribuirá a que no desaparezcan las buenas tradiciones como las castañas asadas o el hornazo típicos de Béjar.
ResponderEliminarTú disfrutas, nosotros también, gracias como siempre por compartir tantas cosas interesantes de Béjar.
Besitos.
Que disfrutes del hallazgo... siempre se encuentran cosas desconocidas o que se conocen incompletas o de forma errónea...
ResponderEliminarTantas cosas hemos mirado con indiferencia sin darles la mayor importancia y al transcurrir de los años nos produce nostalgia recordarlas.Nuestros mayores nos cuentan algunas e incluso nos cuesta creer que sean ciertas y lo son, realmente lo son.
ResponderEliminarMe imagino será un libro estupendo.
Un beso.
Carmen...
ResponderEliminarTodo un compendio de tradiciones y costumbres de las que se te escapasen algunas es bien difícil, por tu formación y lo mucho que amas a tu tierra.
El prólogo de Cela no puede ser más cierto y bello. Los antiguos charlatanes de feria (tiene razón, lo vendían todo, hasta lo más inútil...) los pregoneros, zorros...
Y sobre todo, según nos cuentas, la sencillez de los relatos, lo cual facilita al lector la lectura y las conversaciones con su hija también son un recurso literario brillante.
Ya gustaría leerlo, ya.
Un abrazo
Las pequeñas historias que conforman las páginas de ese libro, hacen de el un excelente relato del folklore de tu tierra. En mi caso, he logrado conseguir más cosas en pequeños libros que grandes enciclopedias. El sabor cultural está hecho para el pueblo, con los privilegios que implica el serlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Libros como el que se reseña son auténticas maravillas que siempre apetece encontrar, sean o no de tu comarca. Guardan cosas que nos pertenecen.
ResponderEliminarSaludos, Carmen
Roberto: creo que puedo tener alguna posibilidad de conseguirlo dentro de poco... Ya te contaré.
ResponderEliminarSaludos
Retablo de la vida antigua: seguro que era una práctica propia de otros tiempos y común a otras tierras españolas y que por suerte ha desaparecido.
ResponderEliminarSaludos
Dame Masquee: voy a intentar hacerme con el libro para sacar referencias a tradiciones bejaranas desaparecidas o aún existentes, algunas de las cuales ya les he presentado en otras entradas.
ResponderEliminarEl chateo bejarano es una de las prácticas más típicas de aquí (y más sabrosas, todo hay que decirlo).
Besos
Carlos II: creo que todas las ciudades deben tener su libriot de tradiciones, anécdotas y curiosidades. En el caso de Béjar intentaré conseguirlo y ya sabes que me lo puedes pedir cuando quieras (te hago fotocopia y demás)
ResponderEliminarEl hornazo está buenísimo y también los calbotes y la mantelá con el chorizo y el calderillo y... Bueno me callo que es la hora de merendar, jeej ¿Llegó bien el hornazo a Turín? Imagino que l amaleta tendría un olorcillo a chorizo que te habrá llevado a lavar toda la ropa, jejej Pero el que algo quiere...
Besos
Cayetano: es lo que me gusta, apreciar la spequeñas cosas de la vida. Porque si nos las tuviérmaso, ¿qué sería de nosotros? Bonitos versos esos que nos recuerdas.
ResponderEliminarUn abrazo
Katy: me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo
Juan Carlos: es que si el pobre Javier tuviera que hacer un artículo de cada tradición, le daría para un libro entero, jeejej
ResponderEliminarSaludos
Gaucho: siempre hay que recurrir a las raíces de uno para encontrarse a uno mismo.
ResponderEliminarSaludos
Conocer la historia, las costumbres y las pequeñas y grandes celebraciones de nuestra cuna y más difundirlas para enriquecimiento de los demás, ennoblece a sus autores.
ResponderEliminarEstoy convencido que el libro hará las delicias de cualquier bejarano de pro.
Saludos, Carmen.
Hombre, Jero, tú por aquí. Sí, ya sé que te gustan mucho las tradiciones bejaranas y las que no lo son, jejej
ResponderEliminarCuando nos vemaos nos cuentas más de esas tradiciones, ¿de acuerdo?
Un abrazo fuerte
Desde la terraza: ahora se han puesto de moda los casetos que venden castañas. Incluso en Béjar tenemos uno, cuando en egeneral las castañas se cogen en el campo y se hacen en ídem, sin que te cueste un duro. Pero, en fin, los que tengan un vicio enrome de comer calbotes tiene la posibilidad de hacerlo sin moverse del centro.
ResponderEliminarSaludos
Mª Angeles y Jose: ya os iré contando...
ResponderEliminarSaludos
A ver para cuando una entrada sobre el hornazo y sus variantes... y yo sin merendar y encima cenaré a las tantas con el ensayo de la banda.
ResponderEliminarAlmalaire: seguro que en tu tierra las cogeis en el campo y las asais en los merenderos. No me digas qu eno que me darías un disgusto.
ResponderEliminarBesitos
Laura M.: a ti seguro que te suenan todas estas cosas, sobre todo el hornazo y los calbotes, jejej Dentro de poco se acaba la temporada. En fin, nos consolaremos con las dle puesto de la Corredera.
ResponderEliminarUn abrazo
Carmensabes: a mi Javier me ha desvelado la existencia de este libro desconocido para mí. A ver si hago una entrada dedicada a la gastronomía. No estaría nada mal.
ResponderEliminarUn abrazo
Jose Luis: es que a veces las tradiciones desaparecidas sólo se conocen a medias por tradición oral. Y a veces esto es insuficiente para llegar a saber enteramente de ellas.
ResponderEliminarSaludos
Juana María: sí, ya te contaré cuando lo consiga. Si no se lo digo a Javier, a ver si me lo puede pasar.
ResponderEliminarUn abrazo
Felix: la figura dle charlatán de feria me recuerda a que no hace mucho hicistes una entrada en tu blog sobre ese personaje que era capaz de vender cualquier cosa, por difícil que fuera. Esta gente ahora se llamaría comercial, que suena más bonito y son una mezcla entre cura sermoneador, vendedor y cómico. Unos ases en llamar la atención del personal. Qué pena que desaparecieran porque, creo yo, resultarían simpáticos.
ResponderEliminarAbrazos
Javier Peralta: lo que pasa en los pueblos es que casi nunca hay libros grandes de petete que te aclaren el todo por el todo. Siempre existen pequeños testimonios escritos, algún periódicos y sobre todo mucha, muchísima historia oral.
ResponderEliminarSaludos
Xibeliuss: menudas tradiciones hay en tu tierra, hermoso.
ResponderEliminarSaludos
Jopta Ele: el problema es encontrarlo, Jota Ele, porque hasta que me lo descubrió Javier con este artículo, no tenía ni la más remota idea de su existencia. Creo que está descatalogado, pero en fin, esto no es impedimento para no poder leerlo.
ResponderEliminarSaludos
Mascota del felpudo con patas: estoy pensándolo no creas que no... Pero, no sé, lo mismo me salen detractores por la inmensidad de formas de hacer el calderillo. Me dirán: no, eso es carne con patatas. No se lo digas a Harry que me come el blog.
ResponderEliminarSaludos
Abuela! Que yo me refería al hornazo, no al calderillo, pero me parece que vas a estar en las mismas...
ResponderEliminarNo hay que dejar que se pierdan las tradiciones, que de ellas siempre se aprende.
ResponderEliminarUn saludo
Carmen: jejeje si si llegó todo bien, lo envolví en varias bolsas para evitar el olor a chorizo...pero ay que bueno está!
ResponderEliminarPD: ya sabes que ahora me traslado definitivamente a Madrid, después de dos años en Turín?
Castañitas asadas... que ricas...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Esos libros de cosas pequeñas y gente munuda son una delicia, porque no están escritos por eruditos que quieren teorizar, sino por personas sencillas, que conocen perfectamente de lo que hablan y, si encima tienen una prosa hábil y distendida, es cuando más se aprende. Me alegro que sigas sorprendiéndote con libros sencillos. Un abrazo.
ResponderEliminarTocaya, yo si sé cómo eran esos hábitos, por estas tierras huertanas, cuando yo era pequeña,vi alguna vez a mujeres con esos hábitos de promesas, vamos eran un castigo más bien, horrible vestido de manga larga cerrado hasta al cuello, no se veía la carne,ni en invierno ni en verano,fíjate por aqui con la que cae. Recuerdo verlas vestidas de color morado o blanco viejo. Yo creo que era cosa de beatería, incultura y fanatismo...Ofrecían su promesa por una larga enfermedad familiar o una muerte cruenta...A la cintura llevaban un cordón a modo de los cordones de la túnica de Jesús Nazareno.
ResponderEliminarBueno otra cosa los "charlatanes"por aquí era famoso "RAMONET" vendía mantas y regalaba peines,otro que se aprovechaba de las mozas casaderas e iba por caminos y carriles haciendose algo más rico. Ya ves las costumbres son de todas partes y muy parecidas.
Besicos.
!Qué interesantes las cosas que posteas en tu blog! Creo que esto es lo bueno de visitar amigos bloggers, aprender cosas que, seguramente, no buscaría por motu proprio.
ResponderEliminarVoy a seguirte.
Te dejo un beso.
Humberto
La mascota de Harry: sí, se había leído bien, abuelooooo. LO que pasa es que como los bejaranos somos tan pesados con el calderillo por eso lo decía.
ResponderEliminarDissortat: y que lo digas, amigo.
ResponderEliminarUn abrazo
Carlos II: No sabía nada. Así que tu periplo turinés ya ha concluído... Espero que estuviera dentro de tus planes y la decisión no haya sido tomada de repente por la crisis. Imagino que no. Ahora tienes más posibilidades de comer hornazo, jejej
ResponderEliminarYa me dirás. Un abrazo
La sonrisa de Hiperión: ricas, nutritivas y con las que se puede hacer un buen marrón glacé.
ResponderEliminarSaludos
Paco Hidalgo: la historia oral es importante que nio se pierda y es de este modo, escribiendolibros sencillos de recuerdos de otros timepos, cuando realemente se consigue.
ResponderEliminarUn abrazo
Cabopá: qué horrible lo que me cuentas de las mujeres que llevaban hábitos en tu tierra. Con el calor que hace imagino que tendrían cara de que iban a poner un huevo, jejej
ResponderEliminarY los "charlatanes" creo que atendían al mismo patrón en toda España. Es una pena que hayan desaparecido. Al menos resultarían graciosos.
Besos
Humberto Dib: ya habrás visto que mi careto también está en tu grupo de seguidores...
ResponderEliminarSaludos
Hace días hice aquí mi comentario, pero por alguna extraña razón veo que no se colgó. Tengo claro que decía que cada vez me gusta más tu bloc, pues aún siendo de historia como tema general tiene muchos ámbitos diferentes y este de las tradiciones me "pirra". Felicidades a Javier por su artículo.
ResponderEliminarUn abrazo y a ver si ahora se queda esto en su sitio.
Ah! y si os hacéis con el libro, ya me lo dejaréis echar una ojeada.
Mi querida amiga Carmen muy bella información a la fiestas tradicionales y costumbre de esta ciudad gracias por su visita y su votación que pase una bonita semana
ResponderEliminarSaludos desde
Creatividad e imaginación fotos de José Ramón
Waaao, ha sido una experincia increible y tengo que darte las gracias por dejarme un pedacito de la historia de un lugar tan bello. Tratandose de ese pais tan maravilloso saber de los origenes de cada rincon es un regalo.
ResponderEliminarUn saludo y ojala sigamos en contacto.
Roberto
Agev: a veces pasa, querida. No sabes qué rabia me da cuando he escrito un comentario largo y al publicarlo aparece un mensaje de erro. Me tiro de los pelos. Ahora creo que he encontrado una solución alternativa, una forma de engañar a blogger y es retrocediendo con la flechita. A veces ocurre el milagro de que los comentarios reaparecen.
ResponderEliminarDe todos modos, si no te ha aparecido ningún mensaje de error es posible que se te olvidara meter la dichosita palabreja de abajo. Es una molestia que puedo hacer desaparecer, pero prefiero tenerla porque a veces se cuelgan comentarios de manera automática y sin razón de ser. Parece que hay ordenadores programados para fastidiar y meter publicidad en los comentarios de los blogs sin ton ni son.
Las tradiciones a mi también me gustan y creo que a los demás también. Por eso rescaté este antiguo artículo de Javier para mostrarlo a la gente.
Besazos
Jose Ramón: no hay de qué. Los amigos bloggeros se votan cuando es necesario y se lo merecen y ése es tu caso. Me alegro de que te haya gustado la entrada.
ResponderEliminarUn abrazo
Robe: muchas gracias por este comentario que da ánimos de seguir colgando cosas curiosas de estas tierras, para lo que viven aquí cerquita y para los hermanos que viven allá lejos, al otro lado del charco. Para permanecer en contacto, yo me he convertido en tu seguidora.
ResponderEliminarSaludos
Qué grande rescatar la memoria y qué buena pinta tiene el libro!!! Abrazos ;-)
ResponderEliminarCarzum: seguro que en él se desvelan muchos datos inéditos.
ResponderEliminarBesitos
Qué emotivo resulta leer libros de este tipo, en el que además de descubrir cosas puedes reencontrarte con recuerdos entrañabales.
ResponderEliminarSaludos, compañera.
Nuestro Garito: los recuerdos de nuestros mayores son testimonios históricos de primer orden, de la misma categoría que los propios documentos. En definitiva, configuran la Historia Oral.
ResponderEliminarSaludos