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30 de noviembre de 2013

Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna (9ª Parte y final)




Autora: Mª Carmen Cascón Matas

Publicado: Especial de Béjar en Madrid, diciembre de 2009



Los Bolaños y sus descendientes



            Las casas principales del apellido Bolaños, como el clérigo bejarano Antonio de Bolaños declara en su testamento, se situaban a Barrio Neila, pero estaban arruinadas [...]. Despues de la muerte de mi señor padre rreparamos y edificamos la señora mi madre y la puerta grande de los rreditos del censo que se tenian”, por lo que deducimos que a la hora de su muerte viviese en otra casa declarada de la calle de Las Armas. Historiadores como don Juan Muñoz afirmaban que la casa ruinosa de los Bolaños de Barrio Neila sería aquélla que luce hoy día sobre su dintel un escudo coronado por un yelmo empenachado, cuya leyenda y símbolos de apellido se han borrado con el devenir del tiempo, pero no lo tengo claro. Esta aseveración se fundamentaba en la posibilidad de que estas armas fuesen idénticas a las que lucía el capitán don Juan de Bolaños en su sepulcro desaparecido de la iglesia de El Salvador y cuyos restos habían sido reaprovechados en otra tumba situada en la nave del Evangelio. Sin embargo, como demostramos en otra entrada de este mismo blog, este repulcro no es el resultado de ningún reaprovechamiento, sino que es la tumba de otro personaje coetáneo de Antonio de Bolaños, el tesorero del duque de Béjar Juan Núñez Burgalés. La Casa de Barrio Neila coronada por ese escudo sería la de éste último.

 Posible escudo  de los Núñez Burgalés 
en Barrio Neila (Béjar)


23 de noviembre de 2013

Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna (8ª Parte)




Autora: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Especial de Béjar en Madrid, diciembre de 2009

El legado artístico de Antonio de Bolaños



         Sin las anteriores explicaciones nos sería muy difícil comprender las cuantiosas rentas y beneficios de que disfrutaba Antonio de Bolaños a su muerte. Sorprende que en sus últimas voluntades decidiese ser enterrado en el convento de monjas de Nuestra Señora de la Anunciación, aquél cuyo solar se encontraba más o menos en lo que es ahora Casino Obrero y de casas aledañas. Su fundación parece remontarse a la Edad Media, vinculando el monasterio a la orden tercera femenina franciscana. Se le llamaba popularmente convento “de las Isabeles” o convento “de las monjas de arriba”, pues la denominación de “monjas de abajo” se aplicaba a las de la Piedad. Don Juan Muñoz nos ha dejado algunas referencias sobre ellas, aunque la documentación escasea. Durante siglo XVI las religiosas presentaron un memorial a los duques (que nunca ejercieron de manera efectiva de patronos) quejándose sobre la pobreza y el desamparo en el que vivían. Incluso en 1672 se hizo mención a que el edificio del convento amenazaba ruina[1]


 

¿Por qué Antonio de Bolaños mandó enterrarse en este mísero convento, en vez de en la iglesia de El Salvador junto a su padre y su admirado tío? Quizás por devoción, pues especifica “debaxo de la peana del Altar del Christo junto a la sepultura de la monja Luçia Perez”. La imagen era la del famoso Cristo del Amparo que, según la historiografía tradicional, fue a parar a la iglesia de San Juan Bautista tras la desamortización de los bienes del clero. La monja... ¿murió en olor de santidad? Un personaje más perdido en las sombras del tiempo. 
 

16 de noviembre de 2013

Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna (7ª Parte)


Autora: Mª Carmen Cascón Matas


Publicado: Especial de Béjar en Madrid, diciembre de 2009




      Las cuantiosas rentas de un noble eclesiástico. Luces y sombras.



     El clérigo  Antonio de Bolaños nunca careció de sostenimiento económico a lo largo de su vida, según deducimos de su testamento, proviniendo éste del curato de dos capellanías (capitán Juan de Bolaños y Cristóbal de Carriño y Bolaños) y una tesorería (el hospital de San Gil), provenientes todas ellas de los enlaces familiares y de una estrategia de linaje basada en el poder y la acumulación de riquezas. 

Fragmento de "El cambista" de Quintin Matsys

   
   Vayamos analizando cada una de ellas. A la muerte del su pariente el doctor Nicolás de Bolaños fue designado capellán de la capellanía del capitán Juan de Bolaños de la iglesia de El Salvador por su poseedora, su sobrina-nieta María de Rojas y Bolaños (todo quedaba en casa, como vemos). La dama era hija de Antonio de Rojas y Bolaños y de Isabel López de Bolaños, y había matrimoniado ventajosamente con Alonso Nieto Gallego en 1627. Hijo de Pedro Ramírez Osorio y de Ana Nieto Camargo y Dorantes, fue designado regidor por el estamento de los hijosdalgo justo un año antes de su boda. Precisamente en 1626 presentó una solicitud para ser patrón de la memoria de doña Juana de Carvajal, fundadora de un hospital para enfermos radicada en  la iglesia de san Gil. Esta institución de beneficencia se costeaba por medio de cuantiosas rentas en manos de un patrón y un administrador. Don Alonso nombró al tío de su mujer Antonio de Bolaños administrador de los bienes del santo hospital.

9 de noviembre de 2013

Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna (6ª Parte)




Autora: Mª Carmen Cascón Matas

Publicado: Especial de Béjar en Madrid, diciembre de 2009


Antonio de Bolaños, ¿el sobrino del héroe?



Antonio de Bolaños, hijo de Pedro de Bolaños, notario apostólico, y sobrino del capitán Juan de Bolaños, fue destinado a la carrera eclesiástica al ser el tercero de los hijos varones, heredando así el cargo de capellán de la capellanía fundada por don Juan en la iglesia de El Salvador, toda vez que su la familia de su primo Antonio de Rojas, elegido por Juan de Bolaños desde niño para desempeñar las funciones eclesiásticas familiares, había desechado esta idea para acabar casándole con su doble prima Isabel. Sólo se exigía a los infantes destinados al clero informes relativos a su afición por las cosas de Iglesia, demostrada piedad y conocimiento de la doctrina cristiana[1], aunque siempre contaban, y mucho, las influencias familiares para posicionarse en la jerarquizada pirámide eclesial


9 de septiembre de 2013

Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna (5ª Parte)




Autora: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Especial de Béjar en Madrid, diciembre de 2009


El enlace bejarano: Pedro de Bolaños, Notario Apostólico



            Sin embargo, mientras en Madrid moría don Juan de Bolaños, capitán y general de artillería, en Béjar sólo existía una familia con tal apellido, una rama a la cual no se nombra extrañamente en su testamento analizado, quizás por ser obvio que estos eran los herederos directos del mayorazgo ligado al apellido, de las posesiones y títulos vinculados.O todo lo contrario, que los Bolaños de Béjar y la familia del capitán no tuviesen relaciones de sangre entre sí. Digo esto con todas las reservas posibles, pues es extraño que dos personas con el mismo apellido en el Béjar de la época, hidalgos ambos, no tuviesen vínculo familiar alguno. La documentación paralela ofrece evidencias de esta relación de parentesco. Uno de los individuos bejaranos de esta rama fue Pedro de Bolaños cuyo hijo, el clérigo Antonio de Bolaños, ocupó el cargo de capellán de la capellanía del capitán, título que, como hemos explicado, estaba exclusivamente reservado a un familiar. De hecho en varios documentos Antonio se refiere a Juan de Bolaños con el apelativo de tío



26 de agosto de 2013

Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna (4ª Parte)





Autora: Mª Carmen Cascón Matas


Publicado: Especial de Béjar en Madrid, diciembre de 2009


De las hazañas bélicas del capitán y general don Juan de Bolaños por el inmenso imperio español no se narra ninguna en el documento de que disponemos, aunque sí conocemos algunas de ellas gracias a su lápida y a evidencias rastreadas en sus diligencias postreras. 


Está claro, según la lauda sepulcral, que desempeñó la labor de jefe militar en el proceso de anexión del reino de Portugal al de Castilla. Hacia 1578 el último rey de Portugal, don Sebastián, había muerto sin descendencia recayendo la corona en manos de su tío el cardenal-infante don Enrique. Ante su ancianidad, se plantea en toda Europa el problema de la sucesión, presentándose varios aspirantes, entre ellos Felipe II, hijo de la bella Isabel de Portugal. Ante la negativa de la nobleza lusa a aceptarle como soberano (para ellos era preferible el ilegítimo Prior de Crato o incluso una mujer, la duquesa de Braganza, antes que el todopoderoso rey Prudente), se procedió a la invasión por tierra y mar. La infantería, bajo las órdenes del temible duque de Alba, y la flota, con Álvaro de Bazán marqués de Santa Cruz al frente, se movilizaron en junio de 1580, mientras en el reino vecino proliferaba el caos en la organización de la defensa. 

 España y Portugal unidas (1632)



29 de julio de 2013

Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna (1ª Parte)





Autora: Mª Carmen Cascón Matas

Publicado: Especial de Béjar en Madrid, diciembre de 2009



            “Soy cofrade de la Vera Cruz, Rosario, Misericordia, San Albín y Santa Lucía”, murmuró el clérigo con voz apenas audible al escribano que se hallaba sentado junto a su lecho de moribundo. Aquel día de septiembre de 1627 uno de los personajes más conocidos de la villa dictaba sus últimas voluntades, siempre pensando en el esplendor de su familia y en su alma. “Quiero que se de a la yglesia deel Salvador los mis candeleros grandes de plata”, escribió apresuradamente al dictado con letra enrevesada sobre el rugoso papel notarial. El rasgar de la pluma y el crepitar de la chimenea (el enfermo declaró tener frío a pesar de que el tiempo aún no había refrescado en demasía) eran los únicos sonidos que rompían el silencio de la caldeada estancia. Los cortinones de terciopelo granate ahogaban los escasos rayos de luz provenientes de la calle Las Armas. Varios velones rodeaban el lecho, preludio de la velación del cadáver, suficientes para escribir al dictado. Una estatua de la Virgen con el Niño en brazos contemplaba la escena con sus ojos de vidrio desde el pequeño oratorio privado. Las sombras se agigantaban o empequeñecían siguiendo el movimiento de las llamas, mientras la cera derretida se escurría a lo largo de los enhiestos velones y el brillo de los numerosos objetos de plata distraía al escribano en sus quehaceres[1].




            El clérigo que exhala su último aliento en la casa de la calle Las Armas se llamaba Antonio de Bolaños y falleció en 1627. Unos años antes, concretamente en la Villa y Corte de Madrid en febrero de 1585, moría Juan de Bolaños, capitán de los Tercios de Flandes. Ambos unidos por la muerte, los siglos, el linaje, el lugar de origen y rescatados del olvido en este artículo, utilizando como principales fuentes documentales el testamento de los dos, escritura postrera y último testimonio de la vida y primero de la muerte.