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13 de mayo de 2023

El Terno Rico del Corpus de Santa María la Mayor: el regalo de una duquesa de Béjar cuya identidad se omitió a lo largo de los siglos

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.896 (03/VI/2022), p. 4.

 

     En la iglesia de Santa María la Mayor de Béjar se conservan valiosas piezas de ropa litúrgica. El paso del tiempo apenas han hecho mella en ellas y cuando se tiene la suerte de contemplarlas, el asombro por su estado de conservación y, por qué no decirlo, la pregunta de cómo han llegado a la actualidad aflora a los labios. Un precioso terno rojo nos incita a acariciar su terciopelo, a recorrer con los ojos sus bordados de delicadas flores sobre seda blanca, a apreciar cada puntada invisible, a trazar visualmente los entrelazados que unen unos motivos con otros, a imaginar qué habilidosas manos llegaron a crear tanta maravilla

Detalle del bordado de la casulla del Terno Rico


      La pieza que nos atrae de esa manera es el Terno Rico o Terno del Corpus. Un terno es un conjunto de vestiduras litúrgicas utilizadas por los sacerdotes antes del Concilio Vaticano II, aunque en la actualidad pueden ser usadas en ocasiones solemnes. Según el Diccionario de Autoridades de 1729 «privativamente se toma por el vestuario uniforme de los tres, que celebran una Missa mayór, ò assisten en esta forma à alguna funcion Eclesiástica». Los tres oficiantes de la misa eran el sacerdote, el diácono y el subdiácono, y las piezas de que constaban eran la casulla, la dalmática, la estola, el paño de cáliz, el paño de hombros, el manípulo y la capa pluvial. Sin entrar a explicarlas con detenimiento, quiero centrarme en su historia, en su donante y en su función. 

22 de abril de 2023

Entre porcelanas y caballos: los regalos del rey de Polonia al duque de Béjar

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid 4.861 (18/12/2020)

        Érase una vez, en una ciudad lejana llamada Dresde, ejercía su poder un rey apodado El Fuerte. En realidad se llamaba Augusto, o Federico Augusto, y gustaba de las mujeres y del buen vino. Aquel 4 de septiembre de 1731, mientras el barbero rasuraba su rostro y el peluquero le empolvaba la peluca, el rey de Polonia y elector de Sajonia dictaba una carta de agradecimiento a un lejano duque, señor de Béjar y otros dominios allá en la distante España. La razón no era otra que el presente que le había hecho llegar al rey por medio del capitán Majer, a quien el polaco había enviado dos años antes a España con la sana intención de comprar caballos. 

 Augusto II de Polonia


            Augusto II de Polonia, quien había ascendido al trono en 1697, intentó durante su reinado convertir el trono polaco en dinástico, en vez de electivo, pero fracasó en su intento después de una guerra civil con los aristócratas polacos. Para ser investido renunció a sus creencias protestantes y se convirtió al catolicismo, dejando a su esposa en Sajonia y marchando a su nuevo reino. Cristiana Eberardina de Brandeburgo-Bayreuth no se le pasó por la cabeza en ningún momento seguir a su marido a esas tierras lejanas, así que Augusto II se dedicó a saltar de cama en cama llegando a tener, según algunas fuentes contemporáneas, más de 300 hijos, uno por cada día del año.

14 de febrero de 2023

Desvelado el origen napolitano y ducal de los bustos del Ecce Homo y La Dolorosa de San Juan Bautista de Béjar

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.893 (20/IV/2022), p. 5.


Madrid se cocía en su propio jugo bajo el sol inclemente de julio. Mientras los arrapiezos se refugiaban a la sombra de los aleros de los tejados y los matasiete esperaban a que cayera la noche para sacar las espadas de sus vainas, la duquesa viuda de Béjar Mª Alberta de Castro y Portugal yacía en su lecho de muerte. La que fue recibida con todo regocijo por sus súbditos bejaranos a su llegada a Béjar, la que había matrimoniado con el Buen Duque don Manuel de Zúñiga y Guzmán, la que había gozado de los lujos de la corte, la que había presumido de marido por su ardor guerrero y su piedad, la que había llorado incontables lágrimas por su muerte en el asalto de Buda (Hungría), la que había recibido pésames de reyes, emperadores y papas, la que había posibilitado la llegada de los maestros flamencos a Béjar, comprendió que se moría a sus 41 años y dictó testamento ante el escribano público Agustín López Cabezas el 19 de julio de 1709[1]

 

 

La monarquía pendía de un hilo y los españoles se hallaban inmersos en una guerra que parecía no tener fin en aquel año. Felipe V, el nieto de Luis XIV, defendía el trono que le había legado en su testamento el último Habsburgo, Carlos II, un hecho que no admitía el partidario austracista, el archiduque Carlos de Austria. Los reyes de Europa luchaban por una hegemonía que a todas luces parecía acaparada por Francia.

15 de octubre de 2022

El asunto del agua en la villa de Béjar en la Edad Moderna (2ª Parte). Suministro de agua para las fuentes y jardines del Palacio Ducal

  Autor: Agustín García Gómez

      Se comentó en la entrega anterior que la fragilidad de los arcaduces de cerámica de la cañería o conducción del agua para abastecimiento de la población de la villa de Béjar ocasionaba que sus rupturas accidentales o intencionadas para el robo del agua fueran frecuentes, y su reparación dio lugar a una numerosa documentación que facilita su estudio y conocimiento.

Palacio Ducal

          Con fecha 17 de mayo de 1688 el ayuntamiento de la villa aprueba “una petición (del Alcalde) diciendo la grande falta que hacia el agua de las cañerías para las fuentes y jardines del Palacio de su Excª haciendo(se) cargo de esta obligación…”. El 24 de julio de 1688 se ordena su ejecución inmediata. Esta obra debió de tratarse de una reparación de la conducción de agua [1]. En otro infolio de fecha 20 de agosto de 1768 se recogen 34 documentos sobre este asunto. Se ha preferido transcribir la hoja de catalogación del archivero ducal quien, como de costumbre, hace un resumen de distintos hechos con relación al suministro de agua al Palacio Ducal, en la Plaza Mayor y la colación de Santa María en la Villa Vieja [2]. Se ha dividido el texto continuo del archivero en párrafos para su mejor comprensión:

14 de mayo de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (3ª Parte y final)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36.

 

             El pintor Toribio Álvarez, en su cuadro Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729, resuelve el lienzo con la representación de distintos momentos de la jornada a modo de cómic con la familia real y los duques como protagonistas. Alrededor de estas escenas se despliega una vorágine de caballos, ojeadores y cazadores entre la arboleda y las zonas de monte, y en la parte derecha dos testigos mudos: el palacio y el jardín a sus pies

 El Palacio de La Moraleja, propiedad del duque de Béjar. 

Fragmento del cuadro de Toribio Álvarez.

     Su lectura se realiza comenzando de izquierda a derecha y en el sentido contrario a las agujas del reloj, de arriba abajo. La primera recoge el momento en que don Juan Manuel y su esposa María Ana, junto a su hijo don Joaquín[1], un futuro duque de doce años, aguardan a la familia real acompañados de músicos tocando instrumentos. Un poco más abajo, Felipe V, a quien distinguiremos por su casaca roja, y la reina Isabel de Farnesio, de negro y blanco, son cumplimentados por los duques y el heredero, una vez que los primeros han descendido de su carruaje. Un grupo de infantería hace salvas al rey.

6 de mayo de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (2ª Parte)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36.

 

           El XI duque de Béjar, Juan Manuel II, qué duda cabe, presumía muy mucho de su finca y palacio de La Moraleja, y en ella quiso agasajar el 26 de octubre de 1728 a Felipe V[1], de quien tantas mercedes había recibido[2]. A la jornada de caza acudieron el rey, aquejado de las depresiones recurrentes que tantos males le causarían hasta el final de sus días, su segunda esposa Isabel de Farnesio, el príncipe de Asturias (futuro Fernando VI), la princesa del Brasil (Mariana Victoria de Borbón, futura reina consorte de Portugal, llamada cariñosamente Marianina), y los infantes Carlos (Carlos III) y Felipe (duque de Parma). Parece ser que la reina animaba a su marido a ejercitarse en las actividades venatorias porque hacían que el rey se sintiera mejor al aire libre. La caza así se convertía en una especie de terapia psicológica. Además Isabel de Farnesio, según sus contemporáneos, era una gran amante de la caza y gozaba de gran puntería[3]. Los pormenores fueron descritos en un documento impreso[4] quizá redactado por encargo del duque. Por su parte, don Juan Manuel estaba casado con doña María Ana de Borja y Aragón, XII duquesa de Gandía, su cuarta esposa, de la cual no tuvo descendencia. 

Detalle del cuadro de Toribio Álvarez Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729 en el que se puede ver a la familia real. 

29 de abril de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36. ISSN 1889-6421.


            Érase una vez un pequeño duque, huérfano de padre, cuyos héroes no eran El Cid, ni el Gran Capitán, ni siquiera don Juan de Austria, sino su padre fallecido. De él apenas recordaba un atisbo de ternura guardado al otro lado de la memoria. A falta de progenitor se encargaron de su crianza sus parientes femeninas más próximas. De su abuela, Teresa Sarmiento de la Cerda, heredó su recio carácter y el gusto por las artes, y de su madre, Mª Alberta de Castro y Portugal, quizá la ternura y el saber estar. Si existía un espejo masculino de carne y hueso en el que reflejarse, una especie de padre redivivo, éste era su tío. Baltasar de Zúñiga y Guzmán, marqués de Valero (1658-1727), había tomado las riendas de la educación de su sobrino tras la muerte en 1686 de su hermano don Manuel, X Duque de Béjar (1657- 1686) en el sitio de Buda[1], como sus dos tíos, Ruy Gómez de Silva y Diego Sarmiento de la Cerda, lo habían hecho con ellos mucho tiempo atrás. El marqués aunaba la inteligencia con la diplomacia y el gusto por las armas, cualidades que inculcaría a su querido sobrino.

Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729. Palacio de Riofrío de Segovia. Foto Alamy 

 

            Armas y religión, los dos pilares de su crianza, y un sueño por delante: engrandecer el nombre de la Casa aún más si cabe. Bajo el paraguas y los atentos consejos del marqués de Valero, don Juan Manuel II (1680-1747) recorría las calles de Béjar admirando las trazas de su palacio Ducal, maravillado por el trajín de los maestros extranjeros contratados para implantar el arte de la pañería fina, escuchando el toque brillante de las campanas, apreciando el verde fragante del monte del Castañar tras un día de lluvia, paseando por sus jardines de El Bosque, soñando con batallas en defensa de la cruz, apreciando el arte de la mano de su abuela, escuchando de boca de su madre las excelencias de su progenitor, recordando los hechos de armas de sus antepasados en el ducado[2]

13 de noviembre de 2021

El monasterio de Guadalupe y los duques de Béjar

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

         A 185 km SE de Béjar, por carretera y pasando por Plasencia, se encuentra este santuario llamado real por la protección que le dispensó Alfonso XI después de la batalla del Salado.


Monasterio de Guadalupe. Monasterioguadalupe.com

        En el capítulo La Casa de Béjar y el monasterio de Guadalupe, que el religioso e historiador Carlos G Villacampa incluye en Grandezas de Guadalupe, 1924, se lee que:  

       "Siempre fueron muy estrechas las relaciones entre este Monasterio y los Duques de Béjar[…]. Para convencerse de ello basta hojear el Libro de Bienhechores del monasterio, donde, comenzando por don Álvaro de Zúñiga, duque de Plasencia (después I duque de Béjar), todos los descendientes de aquella nobilísima Casa hicieron valiosísimas ofrendas a la Virgen de Guadalupe y a su Santuario."      

29 de octubre de 2021

El edificio del colegio salesiano de Béjar: del "muño maior" a doña Felisa Esteban (2ª Parte)

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

¿Cuál había sido la historia anterior de este edificio, la casa del muño mayor, situada en lo que luego fue colegio salesiano de Béjar? El documento más remoto al que hemos tenido acceso data de 1718 y determina la fecha en que la casa ducal adquiere el inmueble. El 4 de septiembre de aquel año

«Antonio Carlos Manrique, hortelano del Bosque de Béjar, ante el escribano Tomás de Silva, vende al duque [Juan Manuel II][1] una casa con parral y majuelo grande en la parroquia de Santa María por 3700 reales». 

Casa del duque a mediados del siglo XVIII. Pincha para ver con detalle. Elaboración de Óscar Rivadeneyra

 

22 de octubre de 2021

El edificio del colegio salesiano de Béjar: del "muño maior" a doña Felisa Esteban (1ª Parte)

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Pocos de nuestros lectores desconocerán la existencia del pintor italiano Ventura Lirios y, sobre todo, de su obra «Vista de Béjar», pintada entre 1726 y 1727, en la que representa una amplia panorámica de la villa ducal. Muchos de ellos tendrán, además, en sus hogares una reproducción de este cuadro. Desde que don Emilio Muñoz la descubriera para el gran público hasta la actualidad no han sido escasos los investigadores que han hecho de esta pintura un recurso de primer orden para sus trabajos, no tanto por los méritos artísticos, que no son mayúsculos, sino por tratarse de un testimonio fundamental para conocer el pasado de la ciudad y tener un idea más diáfana del aspecto que tenía a principios del siglo XVIII. 

 "Vista de Béjar" de Ventura Lirios. Imagen extraída de aquí

Aparte de ello el cuadro está lleno de guiños al espectador y al patrocinador de la obra, el duque Juan Manuel II. Con un peculiar sentido del humor, que ya se trasluce en las cartas que se conservan de su puño y letra[1], el artista italiano redacta en la parte inferior derecha del lienzo una jugosa leyenda donde describe cada uno de los puntos numerados a lo largo y ancho del cuadro. El primero de ellos, el número 0, resaltado con una estrella, se describe como «punto visual primero y habitación del Muño Maior»[2]. Como se puede ver en la imagen que adjuntamos se trata de un pequeño edificio, aparentemente humilde, que asoma a la derecha del campanario de Santa María[3]. Este punto coincide exactamente con el centro geométrico del cuadro lo que implica, quizá, que el pintor inició la obra desde él o que quiso dar relevancia a tal sitio. ¿De qué se trata? ¿Quién era el Muño Maior?

18 de junio de 2021

El duque de Béjar, don Juan Manuel II, fue el introductor de la cochinilla en España

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Diversas páginas en la red dan cuenta de la gran importancia económica que tuvo para España la cochinilla, insecto parásito del nopal empleado durante mucho tiempo en la industria textil y reemplazado luego por tintes sintéticos, cuyo cultivo ha repuntado últimamente en favor de su uso en la producción de alimentos y cosméticos libres de contaminantes. 

 

Cochinilla parasitando paletas de nopal. Iec.cat

 

       Aprendida la explotación por los españoles en los inicios de la conquista de México, su comercio fue monopolio de la corona durante los siglos XVI y XVII, ocupando el segundo lugar después del comercio de la plata (…llegaban a España barcos cargados de metales preciosos, de perlas o de cochinillas, después de viajes que habían durado de seis a dieciocho meses. Philippe Erlanger en Carlos V, 1999).

10 de abril de 2021

Joaquín de Zúñiga, XII duque de Béjar y el último de su apellido

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez


A mi nieto Joaquín Alonso Zúñiga Sánchez

  Existe bastante información dispersa sobre este personaje, cuyo procesamiento entregaría un acertado análisis focal de la vida de la alta nobleza en la corte madrileña del siglo XVIII. Único hijo varón del tercer matrimonio de su padre Juan Manuel de Zúñiga, XI duque de Béjar, con su prima hermana Rafaela Luisa de Castro y Centurión, nació en Madrid el 28 de abril de 1715 y fue bautizado en la exclusiva iglesia de San Andrés.


Iglesia de San Andrés, Madrid. Es.wikipedia.org

 Huérfano de madre a los tres años, se crio junto a su hermana Ana en el  palacio de Alcañices, situado entonces en la calle de Alcalá, frente a la plaza de Cibeles, y tuvo como preceptor al latinista Juan de Iriarte. De carácter sumiso y apacible, que más tarde se volvió melancólico, y de clara inteligencia, ingresó luego al Colegio Imperial regido por los jesuitas, al que asistía la flor y nata de la juventud aristocrática. De esa época son los versos alabanceros que sus maestros le dedicaron con motivo de una función escolar: Al excelentísimo señor conde de Belalcázar, primogénito del señor duque de  Béjar: “Segunda vez la victoria -logra tu ingenio profundo…” etc.

 

1 de mayo de 2020

Pedro Antonio de Zúñiga, el duque de Nájera que nació y murió en Béjar


Autora: Carmen Cascón Matas 
Publicado: Béjar en Madrid  nº 4.797 (16/03/2018), p. 4.

     La imagen de una mujer enlutada recorriendo los campos castellanos junto al ataúd de su marido está ligada en la imaginación popular a Juana I de Castilla, llamada La Loca, pero no es un caso único. Durante la Edad Moderna los cortejos fúnebres de grandes personalidades de la corte paseaban por los caminos de pueblo en pueblo desde los lugares de fallecimiento hasta los de su eterno reposo, parando en conventos e iglesias donde se depositaba el féretro.

 Claustro del convento de San Francisco de Béjar.


Retrocedamos en el tiempo y viajemos a 1721. Una carreta con crespones negros y penachos de plumas traslada un catafalco por las empedradas calles de Béjar desde el Palacio Ducal. El traqueteo a cada rodada parece a punto de dar con la caja y el cuerpo del difunto en el suelo. Un cortejo fúnebre de caballeros enlutados y no menos de una veintena de clérigos del Cabildo Eclesiástico entonando salmodias de muerto lo acompaña. Las campanas tañen tristemente, con una cadencia que pone a los paisanos los pelos de punta. Tal recuerdo de la muerte se detiene a las puertas de la iglesia del convento de San Francisco donde es recibido por el padre guardián, el capellán y los frailes, no menos de veinte. Cuando la escenificación de la bienvenida a los restos mortales del fallecido concluye, seis hombres ataviados con ricas ropas cargan el ataúd, cubierto con una magnífica tela de terciopelo con las armas ducales del finado, y lo introducen en el templo. Es la hora de los cánticos fúnebres y el olor a incienso. 

27 de marzo de 2020

Una petición desoída: la fundación de un seminario jesuítico en Béjar


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

Históricamente, los jesuitas fueron gestores de la política que puso fin a la Guerra de Arauco por medio de las paces entre el pueblo mapuche y la corona española, representada esta por el gobernador Francisco López de Zúñiga, marqués de Baides y conde de Pedrosa (1), tataranieto de Diego López de Estúñiga, primer señor de Béjar y genearca de la Casa de Zúñiga, que incluía también a los condes de Monterrey.

Las paces de Quilín, en Histórica relación del reino de Chile del jesuita Alonso de Ovalle. Tvu.cl

Las directrices venían de la metrópoli, donde gobernaba a su antojo el ministro de Felipe IV,  Gaspar de Guzmán, bisnieto por línea paterna de Pedro de Guzmán y Zúñiga, I conde de Olivares, y nieto por línea materna de Jerónimo de Zúñiga, IV conde de Monterrey. Tanto el ministro como su prima y esposa Inés de Zúñiga y Velasco, hija de Gaspar de Zúñiga, V conde de de Monterrey, tenían como confesores a religiosos de la orden ignaciana (2) instalados en la corte.

4 de marzo de 2019

Un regalo digno de un rey (del duque de Béjar Juan Manuel II a Felipe V)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.789 (17/11/2017), p. 4.

        Infinitas mercedes le debía el duque de Béjar Juan Manuel II a Su Majestad Felipe V, entre ellas el haberle rehabilitado en la nueva corte borbónica tras la Guerra de Sucesión, en un momento en que las lealtades inquebrantables se habían roto ante la imparable y arrolladora fuerza del archiduque de Austria. 

 Jardines de La Granja (Segovia)

        Los Zúñiga habíanse mostrado proclives al nuevo monarca probablemente por su política de defensa del modelo económico colbertiano, tan importante en sus intereses fabriles para con sus dominios [1]. Sin embargo, en 1706, cuando el archiduque Carlos y sus ejércitos tomaron la villa y corte de Madrid, el de Béjar había vacilado en su lealtad al rey, abandonándolo a su suerte cuando más necesitaba del apoyo de otros nobles que, como Juan Manuel, habían dudado de la valía del francés. En 1710 el duque de Béjar volvió a posicionarse del lado de Felipe V, en un momento en que la guerra le era de nuevo favorable, pero su deslealtad no la iba a olvidar tan fácilmente el nuevo rey.


Felipe V

19 de abril de 2018

Algunas reseñas sobre el II marqués de Valero, don Baltasar de Zúñiga y Guzmán (2ª Parte)

Autor: Antonio Avilés Amat
Publicado: Semanario Béjar en Madrid

      Durante mi existencia a caballo entre dos siglos, el XVII y el XVIII, he servido con acatamiento y lealtad y he recibido, por los servicios prestados, altos honores y mercedes principalmente de dos monarcas, pues a Felipe IV ni siquiera llegué a conocerlo, ya que falleció a los 6 años de mi nacimiento, y de Luis I fue tan breve su reinado que apenas le dio tiempo a nombrarme presidente del Consejo de Indias, distinción que acepté con solícito acatamiento y que me obliga a recordarle con inmensa gratitud. 

Retrato de don Manuel López de Zúñiga, duque de Béjar, hacia 1682. Grabado de Romeyn de Hooghe sobre dibujo del capitán ingeniero Juan de Ledesma. Wikipedia

12 de noviembre de 2017

Apuntes para una feria en decadencia (2ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio, 2016. 

La feria bejarana de la Edad Moderna no se emplazaba en septiembre como hoy día, sino en el mes de agosto, quizá para aunar a la mayor cantidad de paisanos posible, y concentraba en un mismo espacio la feria de ganado y de productos varios. En concreto durante el reinado de los Reyes Católicos se desplegaba durante dos meses completos, coincidiendo con el estío[1]


    El paso del tiempo hizo mella en dicho evento y al duque Juan Manuel II, ya en el siglo XVIII, le fue preciso echar mano de su influencia en la corte (apoyó la causa de Felipe V, el pretendiente borbónico que ganó la guerra de Sucesión) para auparla de nuevo a sus cotas de influencia primigenia, más que nada porque cada Duque había cambiado las fechas de la feria a su libre albedrío. Así, en 1736, logra colocarla a finales de septiembre justo antes de la celebración del patrón de la villa, san Miguel. Durante tres días (25, 26 y 27 de septiembre) las calles de Béjar, desde los despoblados Prados de la Justa y de la Corredera hasta la Calleja de San Nicolás (más o menos por el actual Casino Obrero), se sucedían los puestos en una cadena que parecía no tener fin. Para el ganado de cerda, lanar, vacuno, cabrío y caballar se reservaron los extramuros de la villa (Corredera y Justas); para los comestibles y demás géneros los puestos intramuros, es decir, desde la Puerta de la Villa hacia dentro siguiendo la calle Mayor y paralelas, e incluso las colindantes. 

1 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (2ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.



            Pero, para comprender el papel de las mujeres en el contexto texil del siglo XVIII, se hace imprescindible narrar algunas pinceladas de la historia de las manufacturas en Béjar. El proceso productivo fabril se había iniciado muy probablemente en el siglo XIII [1], aunque el resultado no fuese ni mucho menos eficiente habida cuenta de que la manufactura existente se centraba en la tejeduría basta; es decir, en la fabricación de paños de lana de escasa calidad (materia prima, por cierto, procedente de Extremadura) destinados única y exclusivamente al consumo interno. El 15 de septiembre de 1500 los Reyes Católicos aprobaron la “Pragmática de los paños” [2], de la cual se aprovecharon las manufacturas bejaranas para avanzar tímidamente en su producción, limitada a pequeños talleres con dos o tres telares a lo sumo Ya por entonces la Casa Ducal bejarana demostró un cierto interés en el desarrollo económico de sus estados con un fin no de carácter altruista, sino más bien con miras a obtener un beneficio propio. Buena muestra de esto que decimos es que en el siglo XVI los Zúñiga construyeron un batán, un lavadero y un tinte en el río Cuerpo de Hombre, el venero de riqueza de la población, a la vez que iniciaron la monopolización del proceso del tintado de los paños, obligando a todo aquel que quisiera otorgar color a sus telas a pasar por el tinte de propiedad ducal, pagando una tasa por su uso.


13 de abril de 2013

El "duque fabricante" don Juan Manuel II: breve biografía (4ª Parte y final)




Autores: Alberto Bravo Martín y Carmen Cascón Matas

En cuanto a su preponderancia económica, el Duque de Béjar poseía grandes rebaños de ganado lanar (20.000 cabezas) en Segovia cuya lana era vendida en todos los lugares de la geografía española[1].

No lejos de su idea de la prosperidad de sus estados, el Duque de Béjar sostenía con sus rentas tres colegios de niñas huérfanas en Béjar y en 1725 se redactó el reglamento para organizarlos. El primero de los edificios, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, Santa Isabel de Hungría y Santa Isabel de Portugal, se situaba en la Plaza Mayor de Béjar, en unos terrenos pertenecientes al Duque y muy próximos a su palacio, en la llamada “Casa de las Beatas”. Don Juan Manuel se comprometía a mantener a 12 niñas pobres o huérfanas de entre 6 y 9 años elegidas por los eclesiásticos de la Villa por su conocida necesidad. El segundo se encontraba en Navalmoral de Béjar y, bajo la protección de Nuestra Señora de la Soledad y varios santos más, acogía a otra docena de niñas del lugar y alrededores. El último, el Colegio de Niñas Pobres de Nuestra Señora de la Asunción, se alzaba en Neila. En las disposiciones redactadas por el Duque de Béjar se especificaba de manera minuciosa la vida, costumbres, horarios, vestidos y educación que debían seguir estas niñas acogidas bajo el amparo señorial, desglosando pertinentemente los presupuestos anuales en concepto de manutención de casa uno de estos colegios[2]

Soportales de las "Casas de Su Excelencia". Plaza Mayor de Béjar.

La obsesión por el embellecimiento de sus estados llevó a don Juan Manuel II a encargar al economista francés Manuel Jovin una serie de estudios para embellecer la villa. En su informe hacía imprescindible construir en la Plaza Mayor casas de piedra de cantería, portales y arcos para el comercio (como luego se llevó a cabo) para obtener un espacio más simétrico y acorde con la importancia de la villa, así como la edificación de casas al estilo de la existentes en San Juan de Luz (Francia) entre la iglesia de Santa María la Mayor y Santiago por encontrarse en ruinas[3]. Además permitió que se construyera en el monte de Béjar una plaza de toros de cantería para sustituir la antigua de madera que se alzaba con los peculios de la cofradía de la Virgen del Castañar con el fin de celebrar corridas de toros el día de la fiesta de la patrona, proceso constructivo que se llevó a cabo entre 1706 y 1711. El Duque venía así a oponerse a la famosa prohibición de correr toros expedida por su abuela doña Teresa Sarmiento de la Cerda en 1667[4]. En 1707, con motivo del nacimiento del Príncipe de Asturias, luego Luis I, se celebraron toros en la Plaza de Toros del Castañar. Según algunos indicios tomados por Juan Muñoz García soldados que se hallaban en la villa debido a la Guerra de Sucesión fueron obligados a trabajar en la edificación del coso bejarano[5].

6 de abril de 2013

El "duque fabricante" don Juan Manuel II: breve biografía (3ª Parte)




Autores: Alberto Bravo Martín y Carmen Cascón Matas


          No nos debe parecer extraño que el Duque de Béjar apoyara desde el inicio del conflicto sucesorio a Felipe V (salvo con su breve desafección tras la toma aliada de Madrid en 1706), pues la monarquía borbónica apoyaba un modelo de economía intervencionista mercantilista basada en la potenciación de las fábricas reales y el incentivo de las privadas a través de exenciones y privilegios, como ya había sucedido en Francia durante el reinado de su abuelo Luis XIV[1]. Don Juan Manuel II aprovechará esta situación promoviendo el proceso manufacturero en sus numerosos estados como ya vimos, aunque siempre como un señor paternalista intentando buscar la mejora de sus estados. Siguió contratando a maestros extranjeros para que se asentaran en Béjar con el fin de enseñar a los naturales tanto en la fabricación de paño fino y tintado de las piezas de lana como al cultivo y manufactura del lino al estilo flamenco[2]




            El objetivo primordial se acabó cumpliendo pues a partir del primer tercio del siglo XVIII numerosos bejaranos se lanzaron a la aventura de la fabricación de paños, al principio tímidamente, dedicándose solamente a una fase del proceso productivo para luego crear obradores de mediano tamaño que fueron la base de la industria pañera del siglo XIX. Además numerosas familias naturales de la Villa acabaron matrimoniando con los propios maestros extranjeros, produciéndose una mezcla de sangres que se puede rastrear en algunos apellidos perdurables hasta la actualidad[3]. Por otro lado, el Duque era el principal suministrador de lana para los obradores, así como la persona que establecía los precios de venta de los tejidos y las medidas standard de las piezas[4]