14 de mayo de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (3ª Parte y final)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36.

 

             El pintor Toribio Álvarez, en su cuadro Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729, resuelve el lienzo con la representación de distintos momentos de la jornada a modo de cómic con la familia real y los duques como protagonistas. Alrededor de estas escenas se despliega una vorágine de caballos, ojeadores y cazadores entre la arboleda y las zonas de monte, y en la parte derecha dos testigos mudos: el palacio y el jardín a sus pies

 El Palacio de La Moraleja, propiedad del duque de Béjar. 

Fragmento del cuadro de Toribio Álvarez.

     Su lectura se realiza comenzando de izquierda a derecha y en el sentido contrario a las agujas del reloj, de arriba abajo. La primera recoge el momento en que don Juan Manuel y su esposa María Ana, junto a su hijo don Joaquín[1], un futuro duque de doce años, aguardan a la familia real acompañados de músicos tocando instrumentos. Un poco más abajo, Felipe V, a quien distinguiremos por su casaca roja, y la reina Isabel de Farnesio, de negro y blanco, son cumplimentados por los duques y el heredero, una vez que los primeros han descendido de su carruaje. Un grupo de infantería hace salvas al rey.

            En el centro, la familia real es agasajada por don Juan Manuel. El rey, vestido de rojo y con una banda azul cruzándole el pecho (la Orden del Espíritu Santo), se emplaza en primer lugar y el resto de sus componentes, todos de pie, se colocan a su derecha. Primero la reina, situada en el mismo plano que el monarca y aderezada con un vestido oscuro y una especie de mandil de tela blanca bordada, sin duda un aditamento apto para una jornada de caza[2]. A su lado el pintor coloca a tres niños portando pequeñas escopetas: la princesa de Brasil, Mª Ana Victoria, Marianina, de diez años; el infante Carlos, de doce (Carlos III), de rojo como su padre, y, por fin, el infante Felipe, de ocho (futuro duque de Parma). 

 El cuadro en su totalidad. Archivo Alamy.

         Detrás del grupo, entre el rey y la reina, un rostro satisfecho mira hacia el espectador. No puede ser otro que el anfitrión: don Juan Manuel. A la vera del rey un caballero montando un corcel blanco y vestido de rojo y azul se gira hacia el espectador a la vez que señala a la familia real. Es posible identificarle como príncipe de Asturias, el futuro Fernando VI, de quince años. Mira hacia nosotros al igual que su mayordomo mayor y jefe de su Casa, el propio Zúñiga[3]. Tras la muerte de su hermano Luis I a los pocos meses de empezar a reinar, Felipe V regresó tras su abdicación, un caso inédito en la historia de la monarquía.

           Un poco más arriba, Toribio Álvarez representa un grupo a caballo. Destacan dos figuras, ataviada de rojo una, como el rey, y vestido de manera sobria, la otra. Podrían tratarse de Felipe V y don Juan Manuel preparados para la jornada de caza. Si nos fijamos bien el último luce idénticos rasgos al situado detrás de los reyes en el grupo principal. Les acompaña un niño, posiblemente el futuro duque don Joaquín de doce años. 

 El grupo de la familia real. Detrás de los reyes el duque Juan Manuel II.

 

        1. Infante don Felipe.

        2. Infante don Carlos.

        3. Marianina. 

        4. Reina Isabel de Farnesio.

        5. Duque de Béjar Juan Manuel II.

        6. Felipe V. 

        7. ¿Príncipe de Asturias?

       En el ángulo superior derecho el pintor plasma el palacio, con sus tres torres coronadas por chapiteles de teja negra, y una serie de edificios anexos de diferentes alturas, resultado de las ampliaciones. El conjunto se cierra con un cercado de ladrillo. La puerta principal se engalana con una decoración barroca y un escudo con las armas de los Zúñiga presidiendo el conjunto. Dos torres exentas se sitúan en distintos puntos cercanos, una de ellas guardando un pozo. Un poco alejado del edificio, Toribio Álvarez plasma un jardín de área cuadrada y dividido en parterres, con tiestos de flores situados aquí y allá, y unos pocos árboles. En su parte superior izquierda focalizamos un estanque y, abajo, en el centro, una pérgola verde entre los árboles. No hay duda de que este jardín nos lleva a pensar en otro Bosque, muy cercano a nosotros. ¿Tanto echaba de menos Béjar don Juan Manuel?


 

El rostro del duque en dos escenas distintas

            Una cartela colocada en el extremo inferior izquierdo del lienzo describe la intención del cuadro. Al otro lado, el autor se autorretrata tomando apuntes del natural de lo que allí acontece. Posa así para la posteridad en su último lienzo conocido. 

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     El duque y su hijo Joaquín siguiendo la estela del rey Felipe V

  Aquel niño llamado Juan Manuel que soñaba con emular a su padre el duque de Béjar consiguió de adulto, cuando él también ostentó el título, afianzar el desarrollo manufacturero textil en la capital de sus estados, fomentó la llegada de maestros extranjeros que enseñaron a los bejaranos el arte de la pañería fina, amplió su Plaza Mayor dotándola de edificios acordes con su importancia, obtuvo de Felipe V las contratas de paño militar, agasajó a su rey en su propio palacio, regaló al monarca los cañones de su palacio ducal de Béjar para fundirlos en las fuentes y estatuas de sus jardines de La Granja[4]. Un cuadro festivo guarda su doble retrato, osando plasmarse detrás de la familia real, siguiendo la estela del caballo del rey. Su figura no se trocó en leyenda porque no murió por las armas ni en defensa de la fe, mas su labor para con Béjar fue tan importante o más que la de su padre.



[1] La presencia del heredero a la corona ducal es advertido en el Catálogo de la exposición del antiguo Madrid (1926), p. 129. Disponible en https://vdocuments.es/catalogo-de-la-exposicion-del-antiguo-madrid-1926.html.

[2] Isabel de Farnesio tenía un extenso guardarropa dedicado a la actividad venatoria. https://elretohistorico.com/isabel-farnesio-mujer-armas-tomar/

[3] Si la fecha del cuadro es diciembre de 1728, apenas a unos días vista, se iba a proceder al intercambio de princesas en la frontera portuguesa: Bárbara de Braganza venía a España para casarse con el príncipe de Asturias y Marianina partía a Portugal a hacer lo mismo con el heredero del trono, José. Matrimoniaban así dos hermanos con dos hermanos.

[4] Carmen Cascón Matas. «Un regalo digno de un rey (del duque Juan Manuel II a Felipe V)». Béjar en Madrid, nº 4.789 (17/11/2017), p. 4.

 

4 comentarios:

  1. Pocas veces un cuadro ha tenido la suerte de contar con una cronista como la presente.
    No has dejado aguja sin hilo.
    Si por ahí anda el pintor tomando sus apuntes sin perder una coma de lo que está sucediendo en el recibimiento real, tú, oficiando de reportera, nos has contado que ocurría en lo que era un encuentro social de gran calado, informándonos de la importancia del duque de Béjar en su faceta empresarial, haciendo de tu tierra un crisol de calidad para que aún hoy, después de tantos avatares, su nombre haya quedado en la memoria colectiva de nuestro país y de cualquier otro entendido en paños y tejidos. Y no exagero, sé de lo que hablo.
    Querida Carmen, me ha gustado mucho tu trabajo. Abrazo.

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  2. Felicidades, Carmen, por tan excelente estudio sobre esta pintura. Pienso, que pocos cuadros se habrán observado tan detalladamente como tu has hecho con este, del que además de identificar a los personajes, no se te ha escapado un detalle.
    Gracias por tu buen hacer.
    Un abrazo.

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  3. Veo, después de leer las tres entradas, que la Moraleja, antes lugar de holganza del rey, sigue en su máximo esplendor, hoy como urbanización de lujo. Me ha gustado conocer el detalle del pintor Toribio Álvarez, autorretratado en una esquina del cuadro.
    Un saludo.

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  4. AGUSTIN B. GARCIA Y GOMEZlunes, 23 mayo, 2022

    Está documentado en el ADBéjar (Archivo Ducal de Béjar) que Toribio Álvarez realizó la tasación de la colección de pintura en el inventario de los bienes del XI Duque Don Juan Manuel en 1718, con motivo de su cuarto matrimonio y también su presencia en la Villa de Béjar en septiembre de 1720, sin duda realizando encargos para el mismo.

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