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15 de noviembre de 2024

Las dos caras del corregidor Verdes Montenegro (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid,  4.852 (07/08/2020), p. 4.

        El corregidor José Verdes Montenegro había sumido a los bejaranos en una lucha intestina entre partidarios y enemigos. Cuando había sido cesado de su cargo  y partía hacia la villa de Hinojera, su nuevo destino, el duque consorte de Béjar, Pedro de Alcántara Téllez-Girón, convocó un pleno extraordinario en 1789 con el fin de rehabilitar su buen nombre.

            Analicemos los dos bandos, proclive y contrario, a la actuación de Verdes Montenegro en Béjar. Entre sus partidarios se encontraba el mencionado Pedro Téllez Girón, esposo de la duquesa de pleno derecho Mª Josefa Pimentel, quien había solicitado al rey Carlos III dos reales cédulas especiales por las cuales se permitía la prolongación de su mandato (1784 y 1787) contraviniendo las leyes de Castilla y de los señoríos [1]. Uno de los motivos que aduce el duque para romper tal costumbre heredada de siglos es su buena política en cuanto a la consecución de obras públicas en la villa, su desinterés personal y su juiciosa conducta durante el corregimiento. Bien es verdad que por entonces están documentadas las obras de prolongación en el acueducto de La Corredera y la renovación general del encañado, unos trabajos que mejoran el acceso al agua potable, evitaban las epidemias y potenciaban la higiene. Carlos III, por vez primera, concedió prolongar su mandato a un corregidor, siguiendo la sugerencia del duque de Béjar. 

 

        En cuanto a sus detractores destacaba la animadversión mostrada por la Real Fábrica de Paños de Béjar. El corregidor o alcalde mayor de Béjar tenía la potestad, como Subdelegado de la Junta de Comercio y Moneda, de intervenir en las causas relativas a ella y supervisar la calidad de sus paños desde 1732[2]. En 1781 sus miembros interponen una escritura ante Carlos III con el fin de que se le apartara de la institución. Los detalles los desconocemos aunque presumimos que los pañeros bejaranos deseaban liberarse a toda costa de las injerencias ducales y de su representante, el corregidor. El rey, sin embargo, desoyó esta petición y prolongó, como hemos dicho, el mandato de Verdes Montenegro. 

7 de noviembre de 2024

Las dos caras del corregidor José Verdes Montenegro (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid,  4.851 (17/07/2020).

        Corre el año 1789 y Francia vive los prolegómenos de una revolución que marcaría el devenir de la historia de Europa y aún de América. Mientras las turbas parisinas pueblan las calles augurando lo que estaba por venir, Béjar no permanece en calma, como si un espíritu levantisco se hubiera extendido por doquier. El edificio consistorial bulle de individuos procedentes de los confines de la Villa y Tierra. El olor a sudor y a cuero campea en el salón de reuniones en aquel pleno extraordinario de 13 de marzo[1] (faltaba un mes para el asalto a La Bastilla) en el que se dan cita los sexmeros convocados por el duque de Béjar por un motivo inusitado: las protestas contra un alcalde mayor ausente, en este caso  José Verdes Montenegro. Varios pleitos contra él están abiertos y su persona concita tanto parabienes como exabruptos. Su carrera futura pende de un hilo y su principal bienhechor, el señor duque, no está dispuesto a que el buen hacer de su delfín quede puesto en entredicho de aquí en adelante. 

 Toma de la Bastilla


Pero, adentrémonos en los escasos datos que manejamos del personaje, protagonista de este artículo, a fin de conocerle con detalle. José, natural de Segura de León (1741), había estudiado leyes en la Universidad de Sevilla[2]. Le restaba un año para concluir sus estudios en 1771 cuando marcha a la Villa y Corte para presentarse a los exámenes de abogado que convocaba el Consejo. La decisión la había tomado de manera arriesgada y sin otra opción, obligado como estaba por su situación personal al tener que mantener a una madre viuda y a tres hermanas huérfanas. A sabiendas de que no podía presentarse a puesto alguno sin haber terminado sus estudios de bachiller bajo pena de cárcel, inhabilitación de sus estudios y cuantiosa multa, se arriesga y es descubierto en el momento de solicitar desde el Consejo examinador razón de los estudiantes a su correspondiente Universidad. A Verdes Montenegro sólo le resta pedir perdón de sus actos enviando una carta a la institución aduciendo sus problemas personales, su mala salud y una escasa hacienda. De manera inaudita elude el peligro y regresa al año siguiente con el mismo objeto, explicando que su actitud del pasado año respondía a “ligereza de muchacho” según sus propias palabras. 

27 de septiembre de 2024

El marqués que le placía vivir en Plasencia

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

 

A Rocío Pérez, placentina

 

          Se trata de Fadrique de Zúñiga y Sotomayor, nacido en Plasencia en 1475 y muerto y enterrado allí mismo en 1537. Era hijo de Francisco de Zúñiga y Manrique de Lara, nieto por tanto de Álvaro de Zúñiga y Guzmán, primer duque de Béjar, y tío del segundo, Álvaro de Zúñiga y Pérez de Guzmán. Amigo y anfitrión del emperador Carlos V en partidas de caza, fue nombrado por este I marqués de Mirabel, título que aludía al señorío familiar a poca distancia de Plasencia, y que unió a otros que había heredado de su padre en Cáceres, La Rioja y Álava (en Mirabel aún subsisten el castillo y el palacio que pertenecieron al linaje, y el escudo del municipio lleva la banda negra de los Zúñiga.

 

 Fachada del Palacio del Marqués de Mirabel en Plasencia. Elperiodicoextremadura.com

         Residía don Fadrique en el palacio que había hecho construir en Plasencia su abuelo Álvaro de Zúñiga (otros dicen que el padre de este, Pedro de Estúñiga), razón por la que hoy es conocido como Palacio del Marqués de Mirabel, y en cuya portada se conserva el escudo del noble y de su esposa (los escudos Zúñiga están sobre los balcones de la fachada y en otros sitios, y el palacio, declarado Bien de Interés Cultural en calidad de Monumento en 1977, es ahora propiedad de la familia Falcó.

2 de agosto de 2024

Un prodigioso suceso en las huestes del duque de Béjar

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

    El contexto son los doce mil voluntarios entusiastas españoles, que al mando de Manuel de Zúñiga, X duque de Béjar, partieron en 1686 a auxiliar al emperador Leopoldo I de Austria en la lucha contra el turco en Hungría. Acompañaban al duque su hermano Baltasar de Zúñiga, II marqués de Valero, sus primos Juan Manuel López Pacheco y Zúñiga, VIII marqués de Villena y duque de Escalona (el fundador de la RAE), José Antonio de Zúñiga y Ayala, VI marqués de Aguilafuente, y otros nobles caballeros.  

 

El duque de Béjar en el sitio de Buda, grabado holandés s. XVII. Es.wikipedia.org

 

    Entre los doce mil voluntarios mencionados, número asombroso si se toma en cuenta los gastos de mantención de la tropa, había un logroñés que tres días antes de la muerte del duque por una bala que le atravesó el brazo izquierdo y le salió por el espinazo, recibió él también un arcabuzazo en un brazo.    

5 de julio de 2024

Los linajes cruzados del duque de Béjar y del Gran Capitán

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

        Nacido en Montilla, Córdoba, en 1453, Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar (era pariente de Fernando el Católico) fue un noble militar castellano llamado, por su excelencia en la guerra, el Gran Capitán. En su juventud fue paje del infante Alfonso en la corte organizada por Álvaro de Zúñiga, futuro duque de Béjar, en Arévalo, pero a la muerte del príncipe pasó al bando isabelino. Luchó en la Guerra de Sucesión Castellana y en la Guerra de Granada (en la primera en el bando opuesto a la Casa de Béjar). Casó con una prima, de la que enviudó sin descendencia, y luego con María Manrique de Lara, del linaje de los duques de Nájera y pariente de la primera esposa de Álvaro de Zúñiga, Leonor Manrique de Lara y Castilla. Luchó también en Italia y terminó como virrey de Nápoles, obteniendo de Fernando de Aragón los títulos de duque de Santángelo, Terranova, Andría, Montalto y Sessa. Sospechoso de haber estado enamorado de la reina Isabel, a la muerte de esta el rey Fernando le pidió cuentas de los gastos realizados en Nápoles, dando origen su respuesta al dicho popular las cuentas del Gran Capitán. Sus restos habrían sido sepultados en la cripta del monasterio de San Jerónimo de Granada, aunque un estudio realizado en 2006 por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, determinó que no le corresponden. 

 

Detalle del retrato de Gonzalo Fernández de Córdoba de la artista montillana María José Ruiz. Blogs.20minutos.es

 

        Heredera de las posesiones y títulos nobiliarios de Gonzalo resultó su hija Elvira Fernández de Córdoba y Manrique de Lara, que después de dos intentos de su padre, otros dos del rey Fernando y uno en conjunto por casarla con nobles italianos o españoles, incluidos algunos de prosapia real, dio Elvira en casarse por propia decisión con un primo suyo de nombre Luis Fernández de Córdoba y Zúñiga, que era IV conde de Cabra (con Grandeza de España Inmemorial), vizconde de Iznájar y señor de Baena, e hijo de Diego Fernández de Córdoba, III titular de Cabra, y bisnieto de Diego Hurtado de Mendoza, I duque del Infantado y II marqués de Santillana. 

21 de junio de 2024

Un libro financiado por el duque de Béjar y condenado por la Inquisición

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Se trata de Via spiritus o Libro llamado vía de la perfección espiritual del alma, escrito por el lego franciscano Bernardo de Palma (1469-1532). Procedente «de una humildísima familia de hortelanos andaluces y carente por completo de formación humanística (ni siquiera se había iniciado en los estudios gramaticales)», Bernardo escribió «tratados doctos entre los que se encuentra el del título, considerado la segunda gran formulación de la mística de recogimiento, y de extraordinario interés para la historia de la espiritualidad española por su contenido e influencia en amplios ámbitos religiosos». Olvidado por siglos, a pesar del impacto que causó en su tiempo, recientemente se encontró un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Portugal, que de inmediato mereció la atención de eruditos y reediciones en Alemania y España.     

 

         «Con estilo tosco, pero diáfano y preciso en la exposición de las ideas, refiere las numerosas experiencias, visiones, arrobos y raptos místicos de que el autor fue objeto a lo largo de su vida, …y ofrece la sistematización de ciertos aspectos del misticismo iluminista ortodoxo, siempre en riesgo de desviaciones que pueden conducir a la herejía, aquella herejía de los alumbrados que fue calificada de “fantasía”». Tales características le llevaron en 1559 a ser incluido en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición (antecesor del Index librorum prohibitorum romano) redactado por el asturiano Fernando de Valdés, que anatematizaba asimismo obras de Luis de Granada, Juan de Ávila, Francisco de Borja y los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola; aparte de obras literarias como El lazarillo de Tormes y el Cancionero general. La única obra incluida que de verdad representaba «un ataque feroz contra la Iglesia y una ferviente defensa del cristianismo espiritual», era el Diálogo de Mercurio y Carón, del manchego Alfonso de Valdés.

14 de junio de 2024

El alférez mayor de Béjar y la procesión del Corpus Christi (3ª Parte y final)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid,  4.918 (2/06/2023), p. 4.

No se nos escapa la fuerte presencia militar en una procesión del Corpus en la que nada se improvisaba y el simbolismo en todos sus aspectos era tan relevante. Llama la atención que en ningún momento el alférez estuviera acompañado por los hombres de musgo, una situación que muy bien explicaría la mítica unión entre la conquista de la villa y el ámbito militar representado por el alférez, sino que los hombres de musgo escoltaban al regidor que portaba el estandarte de Béjar

 

 Fotografía antigua, principios del s.XX, del concejal que lleva la bandera de Béjar. Está flanqueado por los hombres de musgo. Foto de aquí

 

El capellán del convento de la Anunciación, Tomás de Lemos en su relación sobre la entrada de la duquesa Mª Alberta de Castro en Béjar en 1679 nos cuenta:

«Al primero [arco] que es al entrar en la plaza al primero que es al entrar en la plaza sale el Alferez maior que nombran los Duques con el Pendon de Bejar delante dél y dos salvajes vestidos al natural de mohós de las peñas en remembranza de los christianos que vivian entre ellas, y de celebrarse este dia la restauracion de la libertad desta tierra; y hecha la adoracion de la Tria, pone la insignia de su oficio a los pies del Sacerdote, y despues dél el Abanderado el Pendon en la misma forma. El Alferez Mayor es Don Pedro de Ledesma y Zuñiga, y llevó el Pendon Andres Sanchez de Herrera Regidor a quien toco: Acompañanle cinqta y dos Alcaldes con sus varas, el Batallon armado con mosquetes y picas y hecha por todos esta zeremonia se incorporan en la procesion guarneciendola[1]». En otro documento Fray Liciniano Sáez afirma que los hombres de musgo escoltaban solo al regidor que llevaba el estandarte, pues eran pagados por el consistorio y nada tenían que ver con la Casa Ducal en cuanto a su vestimenta y selección[2]

7 de junio de 2024

El alférez mayor de Béjar y la procesión del Corpus Christi (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.917 (19/05/2023)

Volvamos al Corpus, porque al fin y al cabo el papel del alférez en la Villa quedó reducido a nivel representativo a esta cita religiosa de tanta relevancia para Béjar y su Tierra y para la Casa Ducal en particular. Incluso, y según lo expuesto por Fray Liciniano Sáez en su portadilla del documento citado en el artículo anterior[1], la aparición de este cargo en Béjar podría estar vinculada al hecho que narraremos a continuación. Dice: «el ofizio de Alférez mayor en esta Vª es mui antiguo. Se ignora si el Señor Diego Lopez de Çuñiga obtuvo Privilegio para este ofizio desde el año de 1396 en que principio a poseer este Estado. Antes lo había quando los señores Reyes, Ynfantes, Reyna Doña Beatriz y otros señores le posehian». Y cita a Juan Manuel Ramírez y su padre Joseph Ramírez, Pedro de Tortoles Dorantes (de quien hablamos en el artículo anterior), Andrés de San Vicente, Francisco Dorantes, Geronimo Ramírez, Diego de Lerma, Francisco Botello Nieto, Alonso Gil de Arellano, Antonio de Zúñiga, Alonso Gil de la Torre, Juan de Salinas, Juan Muñoz de Aguilar y Francisco Muñoz.

 Un edil rindiendo la bandera de Béjar en la Plaza Mayor. Foto sacada de aquí

Para dilucidarlo tenemos que retrotraernos a la llegada de los Zúñiga como señores de Béjar, el carácter militar de la procesión y el inicio del patronato ducal sobre ella, es decir al siglo XIV y a un hecho concreto. Diego López de Zúñiga, primer señor de Béjar, impuso que a la procesión debían asistir hombres armados de la Villa y Tierra en conmemoración del ataque que tuvo lugar en 1397[2], es decir, al momento del advenimiento de los Zúñiga como dueños y señores de estas tierras al trocar Béjar por Frías con el rey Enrique II. Convocada la procesión, «judios y Africanos» según cuenta Fray Liciniano[3], conspiraron para desbaratar aquella manifestación religiosa, habiéndoselas «cinco mil y treszientos» sublevados contra «dos mil y doszientos hombres de armas» convocados por el señor de Béjar que se enfrentaron en La Corredera. Y es entonces, en memoria de aquellos hechos, por lo que los Zúñiga defendieron el patronazgo sobre el Corpus Christi y por lo que se fundó una cofradía o congregantes del Santísimo Sacramento en la iglesia de Santa María la Mayor. La sombra de los Zúñiga es alargada, como lo son las historias que narra Fray Liciniano en las portadillas que colocaba delante de cada legajo con jugosas referencias del pasado que los historiadores debemos coger con pinzas. 

17 de mayo de 2024

Análisis de la fiesta del Corpus de Béjar siguiendo un documento de 1763

Autor: Anselmo Rosales Montero

Con relación a Notas sobre el Corpus Christi y el poder señorial, de Jorge Zúñiga Rodríguez, que figura en su estupendo blog, me gustaría aportar algún dato más.

El 29 de abril de 1763, desde Aranjuez, el duque envía una carta a sus archiveros de Béjar indignado por

“La repugnancia que de algunos años a esta parte se experimenta en esos vecinos (de Béjar) en cuanto a la Abadía del Santísimo Sacramento me hace ver su poca devoción a este inefable misterio y me tienen justamente desazonado y mucho más la indiferencia con que se mira este asunto en esa villa (Béjar), como sino tuviera obligación de dar a SM. El debido culto que en todos los pueblos de la cristiandad se acostumbran en el Octavario”.

 

Cartel del Corpus de Béjar 2024. Foto Francisco Hernán.

 

En esa carta solicita que den respuesta a tres cuestiones:

    -Cómo fue el origen de estas fiestas del Corpus.

    -Cuál es su posición en el patronazgo y su derecho a nombrar cofrades.

    -Qué obligación tiene el ayuntamiento de costear las fiestas con animales.

    El duque desea conocerlo para saber si puede obligar a los abades y cofrades nombrados ya que presentan excusas por ser pobres o porque no quieren.

12 de abril de 2024

Las suegras de los duques de Béjar y la virreina del Perú

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

      En su primer matrimonio con Leonor Manrique de Lara, Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, tuvo por suegra a Leonor de Castilla, bisnieta de Enrique II de Castilla; y en el segundo, con su sobrina Leonor Pimentel y Zúñiga, a su propia hermana Elvira de Zúñiga. Su nieto y sucesor homónimo tuvo por suegra a su tía abuela Leonor Pimentel y Zúñiga al casarse con su tía María de Zúñiga, y el V titular, Francisco de Zúñiga, a la hermana de su padre, Leonor de Zúñiga, en su matrimonio con su prima hermana María de Guzmán y Zúñiga. 

 

Sepulcro de Leonor de Castilla, primera suegra de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, en el monasterio de la Consolación de Calabazanos, Palencia. Amigosdelpatrimoniodevillamuriel.blogspot.com

 

        Más o menos atenuada, la línea endogámica de parentesco por afinidad continuó hasta el matrimonio de Manuel de Zúñiga, X duque de Béjar, con su parienta María Alberta de Castro y Borja, hija de Ana Francisca de Borja y Doria, condesa consorte de Lemos y virreina del Perú, que en su ascendencia paterna contaba con Francisco de Borja -duque de Gandía y santo jesuita-, el rey Fernando el Católico y el papa Alejandro VI, y en cuya biografía destacan al menos dos episodios de alto mando ejecutados por mujeres.    

5 de abril de 2024

Breve historia en versos del linaje de los duques de Béjar y de los condes de Monterrey

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

 

La original invención se encuentra en el contexto de Jardín Florido del Excelentísimo Señor Conde de Monterrey, de Juan Silvestre Gómez, editado en Madrid en 1640 y dedicado al VI titular, Manuel de Zúñiga. Del autor solo se sabe lo que se deduce de la obra: que era bachiller y clérigo, favorecido cuando el conde fue virrey de Nápoles. No hay retratos. Del conde, en cambio, hay muchísima documentación y numerosísimas representaciones, la una por su importancia histórica, y las otras, tal vez, por algún vanidoso complejo suyo de estatura.

 

Manuel de Zúñiga en la Purísima de Salamanca.

Buscandomontsalvatge.blogspot.com

  

Rompe una altisonante estrofa en elogio del apellido, seguida de otras con mención al escudo y a las principales ramas de la Casa de Zúñiga: 

"Suene mi voz con metros más pomposos -y celebre los Zúñiga famosos -que pisando los globos de zafiros -de los celestes giros -en láminas de estrellas resplandecen -y en templos de la Fama permanecen.

Sus armas son en campo plateado -con dorada cadena circundado -banda negra, mostrando a su nobleza -en el campo limpieza, -en la banda primor y a su decoro -grande poder en la cadena de oro.

Gozan de este blasón esclarecido -sin temer los imperios del olvido -con los duques de Béjar, Peñaranda, -los condes de Miranda -y asimismo la estirpe generosa -de Monterrey, de Nieva y de Pedrosa."

8 de marzo de 2024

Zúñiga – Pimentel. La desaparición de un panteón (2ª Parte y final)

 Autor: Jerónimo Gómez-Rodulfo Barbero

Publicado en su blog Los Abdones

Todo son especulaciones sobre el sepulcro de los primeros duques de Béjar y nadie ofrece pruebas documentadas de que lo que afirman sea cierto. Como ocurre en muchas poblaciones, hay cronistas que, con su mejor voluntad y cuando no encuentran explicación a sus investigaciones, escriben su crónica diciendo «es posible», «se supone» o «pudiera ser» y lanzan su hipótesis que luego perdura por los tiempos, porque algunos cronistas que vienen detrás lo dan por cierto y no andan molestándose en confirmarlo.

Pero hay dos publicaciones muy claras de dos personas, testigos directos de lo sucedido en este caso.

La primera es de fray Alonso Fernández que en su Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia dice que cien años después de la muerte de los duques, con motivo de una remodelación, levantaron los sepulcros y solo encontraron el de su hijo don Juan de Zúñiga y que él fue testigo de ello. La siguiente es la crónica sobre el administrador de los duques y posteriormente albacea de sus testamentos, el deán don Diego de Jerez, que estuvo con ellos en vida y administró sus bienes después de su muerte. Esta crónica está magníficamente escrita por el investigador Domingo Sánchez Loro.

 Interior del Parador de Plasencia, en el convento de San Vicente Ferrer

Estos dos testigos directos aseguran que duque y duquesa fueron enterrados en la capilla mayor de la Catedral de Plasencia (la antigua). Como los Reyes Católicos en 1488 despojaron a don Álvaro II de Zúñiga, nieto y heredero del fallecido duque de Plasencia, de la ciudad y su tierra, y la incorporan a la corona real, terminan con la presencia en Plasencia de los Zúñiga que la habían gobernado durante los últimos 46 años y con su influencia. La situación se agrava además por las pendencias entre los pretendientes al Ducado que se desentienden de los enterramientos, del traslado de los restos a San Vicente Ferrer y, sobre todo, de las costas de estas tareas y los responsos necesarios para ellas. (Domingo Sánchez Loro. El parecer de un Deán).

1 de marzo de 2024

Zúñiga-Pimentel. La desaparición de un panteón (1ª Parte)

Autor: Jerónimo Gómez-Rodulfo Barbero.

Publicado en su blog Los Abdones (26/12/2023).

Hace unos meses recibí la llamada de un familiar que sabía mi interés por el apellido Zúñiga y me preguntaba que dónde estaba enterrada Leonor de Pimentel y Zúñiga. Los que nos hemos preocupado por saber algo de esta familia sabemos que fue la segunda esposa de Álvaro de Zúñiga y Guzmán, duque de Plasencia y primer duque de Béjar, entre otros muchos títulos, además de ser sobrina carnal suya, ya que era hija de su hermana Elvira.


Los investigadores piensan que la donante es Leonor de Pimentel.

 

 

Estos son los escudos nobiliarios de la familia Zúñiga y Pimente

 

La cuestión es que, a pesar de que  llevaron una vida típica de la nobleza de la época, plagada de apropiaciones dudosas, traiciones a reyes, nobles y Órdenes Militares y posterior reconciliación interesada, hacían profesión de muy religiosos y obedientes a la Iglesia, cuidando mucho de que ésta estuviera siempre a su favor. Es por ello que  dejan dispuesto en sus testamentos que los entierren en la capilla mayor, en el lado del evangelio, del convento de San Vicente Ferrer de Plasencia, que ellos estaban fundando junto a su casa palacio y que ahora es conocido como convento de Santo Domingo. Pero que hasta que estuviera terminado el monasterio fueran enterrados en la capilla mayor de la catedral de Plasencia (la antigua). En su carta del 22 de agosto de 1484, la duquesa de Plasencia manifiesta su deseo de ser sepultada, al igual que su marido, en la capilla mayor de la iglesia catedral mientras se termina la de San Vicente. Falleció el año 1486.

2 de febrero de 2024

Los padres del primer director de la Real Academia de la Lengua se casaron en Béjar por palabras de presente (1644)

Autor: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.913 (3/03/2023), p. 4.

            Juan Manuel Fernández de Pacheco y Zúñiga[1]. Así se llamaba el primo por sangre del X duque de Béjar, el Buen Duque Manuel de Zúñiga. No había nacido en Béjar, sin embargo, sino en la localidad navarra de Marcilla en 1650, hijo de Diego López Pacheco, virrey de Nueva España y electo de Navarra, y de Juana María de Zúñiga, hija del VII duque de Béjar, Francisco IV, y hermana de los duques de Béjar Alonso II y Juan Manuel I. Era nieto y sobrino de tres duques de Béjar y primo hermano de un cuarto. Cuando solo tenía dos años falleció su madre y un año después su padre, heredando así los títulos de marqués de Villena y duque de Escalona. Fue su tutor su tío y obispo de Cuenca Juan Francisco Pacheco, quien le inculcó el amor por las letras y los libros. Con 24 años casó con Josefa de Benavides Silva y Manrique y tuvieron tres hijos.

 

 Diego López Pacheco, VII marqués de Villena, casado en Béjar por 

palabras de presente  con Juana María de Zúñiga


            Su relación con sus primos los Béjar debía de ser estrecha, pues como ellos se significó como venturero en la toma de Buda (Hungría) en 1686[2]. La autorización del rey para partir como jóvenes defensores de la fe se obtuvo gracias a Pacheco, sin el cual probablemente no hubieran podido marchar hacia tierras húngaras[3]. El marqués luchó en los mismos lugares que el Buen Duque, compartieron quizá la misma tienda y estuvo presente en aquel asalto al muro defensivo en el que Zúñiga recibió el mosquetazo mortal[4]. De hecho, Pacheco ordenó que retiraran el cuerpo de su primo, herido de muerte, en el mismo escenario bélico y que fuera atendido en el campamento. Sin esta decisión el duque de Béjar hubiera fallecido entre decenas de muertos y malheridos, y quién sabe si su cadáver hubiera sido hallado después de la batalla. Asimismo estuvo presente en su lecho de muerte[5]. Por su valor, Carlos II compensó a Pacheco con la investidura como caballero del Toisón de Oro y el nombramiento de general de Caballería de Cataluña, al que le seguirían los virreinatos de Navarra, Aragón y Cataluña.

19 de enero de 2024

Música salmantina en los funerales por la marquesa de Loriana (Béjar, 1653)

Esta semana saltaba en los medios de comunicación de la provincia de Salamanca la noticia  de que nueve utensilios musicales de la catedral salmantina, datados entre los siglos XVI y XVII, habían sido restaurados por el Instituto de Patrimonio Cultural de España. Se trataba de "dos chirimías con sus fundas, una trompa marina, un arpa, dos estuches de cornetas y otro que podía albergar hasta diez flautas". Tal es su importancia que es una de las colecciones más completas de instrumentos renacentistas y barrocos de Europa. 

https://www.lagacetadesalamanca.es/salamanca/sonaba-banda-sonora-catedral-siglo-xvi-20240117131237-nt.html

Por eso traemos hoy esta entrada sobre una ceremonia religiosa celebrada en la iglesia de Santa María la Mayor de Béjar en 1653 en la que participó la capilla musical de la catedral de Salamanca. El peticionario de tal lujo no fue otro que el VIII duque de Béjar y aquí se trasladaron con sus arpas, bajones y bajoncillos. Quiero imaginar que alguno de los instrumentos hoy restaurados hubiera podido sonar en Béjar en aquella ocasión. 

 Si quieres saber cómo sonaban

https://youtu.be/TmSyTUjiv98?si=8nMr6G_ZHmY8m9mU


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Autora: Carmen Cascón Matas 

Publicado: Béjar en Madrid, 2022.

Un día lóbrego a la vez que alegre para el marqués de Loriana, don Diego de Zúñiga Sotomayor Hurtado de Mendoza[1], aquel de 1653. No hay nada más complejo que el alma humana, pues es sorprendente que dolor y pena puedan sentirse a la par que alegría. Así debió de sentirse cuando le informaron de que su mujer, la V marquesa de Loriana y condesa de la Puebla de Ovando por derecho, había fallecido de resultas del parto de su tercer hijo, Francisco Melchor de Zúñiga y Guzmán de Ulloa, futuro VI marqués de Loriana. Es posible que en su matrimonio no existiera el amor, como era usual en aquellos casamientos por intereses nobiliarios, pero qué duda cabe que ambos habían compartido nueve años de vida en común. Don Diego quedaba viudo con treinta años. 

 

Fotografía de La Gaceta de Salamanca

            Ostentaba por entonces la corona ducal Alonso II, VIII duque de Béjar, quien había obligado a su hermano don Diego a casarse por motivos políticos tras haberle destinado su padre, el duque don Francisco, en un principio a la Iglesia. No en vano la futura novia era prima del todopoderoso valido de Felipe IV don Gaspar de Zúñiga y Guzmán, conde-duque de Olivares, y, de paso, pariente lejano de la rama bejarana. Cual juguete del destino, al novio se le había sacado del enclaustramiento clerical y se le había colocado en el tablero de los casamientos. Nueve años estuvieron casados, como decimos, procreando -no les quedaba más remedio-, tres hijos, uno de los cuales había sido bautizado con el mismo nombre que su padre, Diego, en la iglesia de Santa María la Mayor de Béjar[2].

            Regresemos a 1653. Doña Leonor Dávila y Guzmán de Ulloa yace en su ataúd, amortajada, en Uceda (Guadalajara), localidad donde había fallecido. Se celebran por su óbito funerales y misas sin cesar, mientras se la vela de cuerpo presente sobre un túmulo acorde a su condición. Una vez enterrada, el duque de Béjar decide organizar en la parroquia de Santa María la Mayor de Béjar un funeral en memoria de su cuñada fallecida. Y no desea una ceremonia vana y de escasa memoria, sino ostentosa, digna de su título. Es por ello por lo que manda recado en el mes de septiembre al Cabildo Eclesiástico de la Catedral de Salamanca con el fin de que acuda su capilla musical, de gran aparato y fama, a la celebración religiosa[3]

12 de enero de 2024

Los validos y el linaje de los duques de Béjar

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

        La época de los validos -nobles que ejercían el poder político real por amistad con el monarca, sin nombramiento formal- se adscribe a la de los Austrias menores, pero hubo dos antecedentes en el reino de Castilla en los cuales el linaje de los duques de Béjar estuvo muy involucrado, incluso con cargo de asesinato en el primero. Se trata este del condestable Álvaro de Luna, noble que llegó a tener ascendencia sobre el rey Juan II hasta extremos de dependencia y sumisión que requerirían algún tipo de explicación psicoanalítica.

 

El condestable Álvaro de Luna en su tumba en la catedral de Toledo. Es.wikipedia.org

 

        El rey tomó tanto amor con Álvaro de Luna que non podía estar nin folgar sin él, nin quería que durmiese otro con él en su cámara, en tal manera que la reina Catalina (madre de Juan II) veyendo aquesto, que de grand amor no podía nascer sinon gran daño…, mandó echar del reino al dicho Álvaro de Luna.

20 de octubre de 2023

Las devociones andaluzas de doña Teresa de Zúñiga, III duquesa de Béjar

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

A la memoria de mi madre

Hija de Francisco de Zúñiga, I marqués de Ayamonte, Teresa nació en Sevilla alrededor de 1502. Su relación con Béjar fue a través de la inmensa herencia y títulos que recibió de su tío Álvaro de Zúñiga, II duque de Béjar y hermano mayor de su padre (el título más importante: el ducal con Grandeza de España), y la fortuna personal de su tía, la duquesa viuda María de Zúñiga. No está de más recordar que, como hija única, fue también heredera de su padre en los marquesados de Ayamonte y Gibraleón. 

 

 

Marquesado de Ayamonte (naranja, izq.) y escudo de la Casa de Ayamonte. Wikipedia

 

Hubo señales de su paso por el palacio ducal de Béjar (Jardín del mediodía, Huerta del aire) y otros lugares de sus dominios (Burguillos del Cerro, Extremadura), pero fue en Sevilla donde vivió los últimos veintidós años de su vida y donde murió, aproximadamente a los sesenta y tres años. Como a otros miembros ilustrados de la alta nobleza andaluza, entre ellos varios de su familia, la deslumbraron los primeros destellos de la Reforma en esa ciudad, pero se redimió asistiendo al auto de fe celebrado en 1560 en la plaza San Francisco que aniquiló la célula protestante en Andalucía, habiendo prestado antes una importante suma de dinero al emperador Carlos V para luchar contra Lutero en Alemania.     

 

21 de julio de 2023

Leonor de Toledo: un destino trágico nimbado por la belleza

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

 

Bisnieta de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, y de Leonor Pimentel y Zúñiga; y nieta de Fadrique Álvarez de Toledo, II duque de Alba, y de Isabel de Zúñiga y Pimentel, Leonor Álvarez de Toledo nació en 1522 en Alba de Tormes, Salamanca, y murió de tuberculosis, agravada por la malaria, en Pisa, Italia, a los cuarenta y dos años de edad.

 

Leonor de Toledo, por Agnolo Bronzino. Es.wikipedia.org

 

Sus padres fueron Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga, que fue virrey de Nápoles, y María Osorio Pimentel, II marquesa de Villafranca del Bierzo, por lo que su niñez y la de sus siete hermanos se desarrolló en el ámbito de la alta aristocracia española.

7 de julio de 2023

Lugares de España y el mundo que se identifican con las armas de los Duques de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

A mi nieto Emiliano Lapointe Zúñiga

 

Son alrededor de medio centenar, y la mayoría corresponde a municipios de España. En cuanto a la palabra armas, hace tiempo que en heráldica al menos perdió el significado bélico, pasando a constituir sólo un conjunto de señales gráficas para identificar un linaje o un apellido. Las de los duques de Béjar son las mismas de la Casa de Zúñiga, y sus componentes básicos son el campo o fondo de plata, la banda negra cruzada y la cadena de ocho eslabones de oro. Muchas de estas insignias no registran antigüedad más allá del siglo XX, otras son clásicas, pero lo importante es que la intención al crearlas fue rescatar historia. Aquí, la relación de ellas distribuidas en las provincias de España (orden alfabético y mapa al final)   

 

La matrix: Armas de la Casa de Zúñiga creadas en Navarra en el siglo XI (Breve historia del escudo de los duques de Béjar, Pinceladas de Historia Bejarana 06/03/2017)

 

Precedidas por las de Dávila, las armas de los duques de Béjar van en el segundo cuartel del escudo de Candeleda, provincia de Ávila. Caídos en desgracia real los Dávila, en 1423 Juan II entregó Candeleda al justicia mayor del reino Pedro de Zúñiga, hijo de Diego López de Estúñiga, primer señor de Béjar, y en 1457 pasó a los Zúñiga condes de Miranda del Castañar.  

30 de junio de 2023

Por qué las estatuas de los padres de doña Teresa de Zúñiga, III duquesa de Béjar, están en un pazo en Galicia

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez


La incógnita comienza a despejarse cuando por causa de la desamortización de Mendizábal en 1835, los franciscanos del monasterio de San Lorenzo de Trasouto de Santiago de Compostela fueron desalojados, y el inmueble fue incautado por el Estado.

 

Patio interior con seto vivo en San Lorenzo de Trasouto. Spain.info

 

Fue entonces que Vicente Pío Osorio, XIV conde de Altamira, presentó una demanda aduciendo que si los monjes no habitaban la propiedad esta debía pasar a manos de sus legítimos dueños, que desde el siglo XV, según documentación que presentaba, eran los condes de Altamira. El pleito se dilató, pero su hija María Eulalia Osorio, XI duquesa de Medina de las Torres, logró hacerse cargo de San Lorenzo y lo ofreció de nuevo a los franciscanos, quienes, habiéndose mudado a otro lugar, lo declinaron. Así, doña María Eulalia tomó el sitio en sus manos y lo convirtió en un pazo gallego, esto es, una casa señorial situada en el campo (del latín palatium) El pazo es hoy administrado comercialmente por el sobrino tataranieto de la condesa, XIV duque de Medina de las Torres.