29 de septiembre de 2012

Fronsky, el polaco




Autor: Ignacio Coll Tellechea
Discurso prounciado el 28 de septiembre de 2012


La tarde del 28 de septiembre tiene lugar en Béjar un recuerdo ciudadano de los hechos que aquí sucedieron, hace casi un siglo y medio. Se conmemora un combate militar, pero es mucho más que eso. Se celebra la heroicidad de quienes ganaron, y se evoca a los que murieron. Estamos rememorando un hecho histórico, que no es lo mismo que una historia, aunque en ambos casos los protagonistas son personas a quienes sus actos convierten en personajes.


Voy a dedicar los próximos minutos a hablarles de uno de esos personajes. Un tipo con nombre propio, uno de quienes protagonizaron el acto heroico que nos reúne y cuyo mérito va mucho más allá que organizar la defensa de esta ciudad. Alguien lo suficientemente valiente y generoso como para olvidarse de sí mismo y poner su vida al servicio de la de los demás. Su nombre aparece en cuarto lugar en la placa mármol que recuerda a la Junta Revolucionaria que durante unos días hizo de Béjar una ciudad libre, en un país y en un tiempo en que la libertad era un sueño por el que se vivía y se moría. 

Que me perdonen Domingo Guijo, Vicente Valle y el resto de revolucionarios, pero yo vengo esta tarde a hablarles del único héroe del que conozco su vida. Casi un siglo y medio después de que comandara las tropas bejaranas que vencieron al Ejército de Isabel II, tengo el honor de contarles la historia de Fronsky, el polaco.


José Fronsky



Las crónicas oficiales son parcas en palabras sobre quien fuera designado para organizar la defensa de la ciudad de Béjar en la última semana del mes de septiembre de 1868. José Fronsky se llamaba, y era natural de la ciudad de Vilna. Su vida es un perfecto resumen del siglo XIX, una época convulsa en el que se vivieron los cambios más significativos de la historia contemporánea. Para empezar, y en consonancia con lo rocambolesco de su vida, Polonia no existía como Estado cuando él nació, en enero de 1831, ya que el país había sido desmembrado y repartido entre Prusia, Rusia y Austria 40 años antes de que nuestro héroe viniera a este mundo. Durante su infancia y juventud, coincidiendo con levantamientos revolucionarios en otros puntos de Europa, el joven Fronsky vio cómo se iban sucediendo varios intentos armados por recobrar la libertad de su país. Ninguno con éxito.

Así que José Fronsky nace en un país que no existe en un momento en que nada es lo que parece. Pasa los primeros 30 años de vida en su tierra natal, donde cursa estudios de ingeniero textil, y donde sirve también en el Ejército Ruso, en el que alcanza el grado de capitán. Era un hombre inquieto, como demostró poco después, y valiente, aunque desde nuestra perspectiva actual muchos dirían de él que era un imprudente, de los que a menudo actúan primero y van pensando por el camino lo que están haciendo. Podemos hacer esta afirmación porque siendo oficial del Ejército y teniendo una formación técnica en ingeniería, Fronsky se unió al levantamiento revolucionario que tuvo lugar en su país en la primavera de 1863 y que buscaba la independencia de Polonia.

Perdieron. Básicamente porque ninguna otra nación europea les ayudó en su intento de obtener la libertad, y Fronsky marchó al exilio por caminos que sólo él conoce, y que le llevaron a la ciudad más deslumbrante del siglo XIX, a la capital de un imperio económico y político que abría los brazos a quienes llegaban a ella con intención de trabajar y de contribuir a la prosperidad general. En 1865 tenemos constancia de que Fronsky trabaja como encargado de un taller de tejidos en Londres, en el barrio de Paddington, donde conoce a la que será su mujer, Lydia Cayford.

Fábrica textil de algodón en Manchester


Cómo sabe Fronsky de la existencia de nuestra ciudad y de qué forma se decide a venir a vivir aquí es por ahora desconocido. Lo más probable es que tomase contacto con algún fabricante bejarano que viajara a Londres a comprar maquinaria. Lo que sí sabemos es que a comienzos de marzo de 1866 ya está en Béjar, como puede constatarse en el archivo de la parroquia de Santa María la Mayor. En este templo bautiza a su única hija, Luisa Lydia, y también sabemos por otros testimonios que  trabaja en la empresa de Rodríguez y Hermano, que tenía su sede frente a dicha iglesia. 

Pasará aquí casi tres años que le cambiarán por completo la vida. Pero eso no lo sabe todavía.

Un polaco casado con una inglesa que viene de Londres a trabajar a Béjar en el segundo tercio del siglo XIX puede parecer exótico, pero no lo es tanto. En ese momento la ciudad ronda los 10.000 habitantes y vive su mejor momento como centro lanero de referencia en toda España. Llegan franceses, portugueses, británicos y alemanes como dos siglos antes habían venido los flamencos. Gente de todo origen que busca un lugar donde vivir y prosperar y que lo encuentra en una esquina de Castilla. Hombres y mujeres que vienen a trabajar y a hacer de Béjar una ciudad mejor.

Fábricas textiles de Béjar

Fronsky se instala en Béjar en un momento convulso, con una parte importante de los ciudadanos reclamando cambios al Gobierno de Isabel II. Durante los años previos a 1868 se suceden los alzamientos.  Y el polaco, que ya venía “rodado” de su país natal, poco tarda en participar en los movimientos ciudadanos a favor de la libertad. De hecho, algunos historiadores le identifican formando parte de la revuelta que tiene lugar en el mes de junio de 1866 en Béjar. 

A esas alturas parece claro que Fronsky es un hombre de acción, y que le tiene cogido el gusto a lo de sublevarse contra el poder establecido, porque en agosto de 1867 hay constancia de que participa en otro movimiento subversivo que encabezan Domingo Guijo y Aniano Gómez.  Y, fiel a su particular calendario revolucionario, forma parte del alzamiento fallido del verano del 68, lo que le vale su ingreso en la prisión provincial de Salamanca. Pero ni la derrota ni, cabe pensar, los intentos de su familia por evitar que se involucre en los problemas de un país que no es el suyo, evitan que un mes después esté en la primera fila de los sucesos revolucionarios que esta tarde conmemoramos.

Y llegamos a septiembre de 1868. En este momento es cuando se escribe el capítulo que cambia la historia de España y la del propio Fronsky. Tras la marcha del destacamento militar que controlaba Béjar en la mañana del día 22, la Junta Revolucionaria que tomó el poder designa al polaco como responsable máximo de la defensa por su experiencia militar. Durante cinco días prepara la batalla, consciente de que defender la ciudad de las tropas del brigadier Nanetti va a ser muy difícil.

El grueso de las tropas realistas que trata de tomar Béjar son las mismas que hasta días antes han permanecido guardando el orden en la ciudad. Por lo tanto es este un enfrentamiento entre conocidos, entre civiles y militares que saben sus nombres y que han compartido sus vidas a diario durante el último año en lo estrecho de estas calles. Pero es también una batalla desigual, porque se baten un ejército regular contra unos centenares de paisanos mal armados y con escasa o nula formación militar. En su relato de los hechos Juan Muñoz Peña, que participó en la batalla, explica que de las trescientas armas con que contaban los bejaranos la mitad no estaban en condiciones de ser usadas, por lo que los herreros tuvieron que trabajar varios días para recuperarlas.

Puerta de la Villa defendida por los cañones bejaranos en 1868


Esta es la tropa a la que manda Fronsky: tres centenares de paisanos que sostienen fusiles algo destartalados, muchos por primera vez en su vida, y una veintena de artilleros manejando los cuatro rudimentarios cañones fabricados por Víctor Gorzo: los del calibre 16, situados uno en La Corredera y el otro en Campopardo, y los más pequeños dotados de ruedas para poder ser transportados. 

Hemos visto a estos valientes en las fotos de Requena que se conservan de aquellos días. En una de ellas se observa a uno de los  responsables de las milicias bejaranas montado a caballo. Luce barba cerrada y sostiene un bastón de mando en la derecha. En el Béjar en Madrid se le ha identificado como Domingo Guijo, pero yo creo que es Fronsky, que en su condición de jefe militar de la plaza pasa revista a las tropas que van a defender la parte amurallada de Béjar, dejando sin protección toda la zona que va desde la Puerta de la Villa hasta el Puente Viejo, que considera indefendible.


Grabado de "El Museo Universal"

Muñoz Peña habla de él en el relato que editó unos meses más tarde sobre lo acontecido.  En la descripción de la batalla dice que “el genio de Polonia, el invicto Fronsky se encontraba en todas partes, a todos fortalecía con su ejemplo y con sus palabras”. Recibió, si nos atenemos al relato que el propio Fronsky hizo años después por escrito, catorce heridas, y contribuyó decisivamente a que las tropas de la reina no fueran capaces de tomar la ciudad.

No me voy a entretener con los pormenores de aquel día porque ya los conocéis. Vencieron los bejaranos y el ejército realista, que sufrió 200 bajas, se ensañó en su retirada con los civiles que permanecían en sus casas en el barrio de La Corredera y en lo que ahora es la Calle Libertad, matando a una treintena de ellos y robando en numerosas viviendas. Los nombres de estos ciudadanos que murieron indefensos al final de aquel 28 de septiembre están recogidos en la placa de mármol de la derecha.

Palacio Ducal en el siglo XIX


Aquella sonada victoria de las fuerzas bejaranas contribuyó al inicio de una nueva época de libertad en España, pero también abría las puertas de una nueva vida para el polaco, que fue recibido en Madrid por el general Prim en persona en octubre de ese año y a quien, como reconocimiento por su participación en los sucesos revolucionarios, se premió con el cargo de Vicecónsul de España en la ciudad canadiense de Quebec.

Ahí se inicia para él otra aventura. Treinta años pasa representando a España como diplomático en los más singulares destinos: de Quebec marcha a la también canadiense San Juan de Terranova, de donde se desplazará hasta Florida, en los Estados Unidos. Posteriormente es destinado a Belize, el país más pobre de América Latina, y en los años siguientes vuelve a Canadá, pasa por Venezuela, Cabo Verde y termina su periplo consular en la colonia portuguesa de Angola. Desde allí, con 68 años, enfermo y solo, solicita al Ministerio de Asuntos Exteriores la jubilación, o al menos un destino más cómodo en Europa. No lo consigue, y en un último arranque de rebeldía abandona su puesto y se presenta en Madrid sin autorización. Es expedientado por dejación de sus funciones, pero en el verano de 1899 logra su propósito y  se retira a Inglaterra con una pensión del Estado Español.

Murió en Londres, a la edad de 79 años, y está enterrado en el cementerio de Candem.

He comenzado diciéndoles que la historia la hacen personas a quienes sus actos convierten en personajes. Esta, a grandes rasgos, es la de uno de esos a quienes hoy conmemoramos. Un extranjero, un ciudadano desconocido llegado de otras tierras para buscarse el pan que se encontró con la Historia, con mayúsculas, y que dio en los casi tres años que pasó en esta ciudad muestras sobradas de valentía, pero también de compromiso. 

Ahora no vivimos tiempos de revoluciones. O sí, quién sabe, pero como hace un siglo y medio hoy Béjar sigue creciendo con la aportación de otros que, como Fronsky, han dejado su casa y su vida atrás y se ponen delante en la batalla del trabajo, de la sanidad, de la enseñanza, de la solidaridad, de muchos de los derechos que nacieron al abrigo de revoluciones como la de 1868 en lugares como éste

Hoy las mayores batallas no se libran con armas de fuego, y la lucha por la libertad no la encabezan héroes románticos montados a caballo. No es el tiempo de los personajes sino de las personas. De quienes todavía son capaces de anteponer el interés común al propio, y de fabricar cañones imaginarios con los que defender la dignidad de todos, nacionales y extranjeros. A ellos les dedica el filósofo alemán Johann von Herder la cita con la que me despido:

“Es un noble héroe el que lucha por la patria; más noble aún, quien lucha por el bienestar de su país natal, pero el más noble de todos es el que lucha por la humanidad”.

23 comentarios:

  1. Todo un personaje este polaco. Y cero a pie juntillas la frase con la que te despides.
    “Es un noble héroe el que lucha por la patria; más noble aún, quien lucha por el bienestar de su país natal, pero el más noble de todos es el que lucha por la humanidad”.
    Y creo que hay muchas formas de lucha que no es precisamente matándonos entre nosotros.
    Vaya un post trabajado. Me parece que a este paso Béjar va a ser el epicentro.
    Bss y buen finde

    ResponderEliminar
  2. Un personaje desconocido para mi. Mostró valentía al defender sus principios, además de compromiso.

    Pudo haberse regresado a Londres o a su Polonia natal, sin embargo preferió luchar, Eso lo hace grande.

    Muy interesante Carmen

    Besos

    ResponderEliminar
  3. En memoria a esas personas que lucharon por la libertad.
    Muy buen post Carmen, como siempre eres sensacional!!!

    ResponderEliminar
  4. No tenía el gusto de conocer este personaje de la historia de Bejar, es curioso darse cuenta lo grande que ha sido

    Un placer volver a tu casa a respirar aires de tu tierra esa que a mi me encanta, siento tardar tanto
    Un besote cielo

    ResponderEliminar
  5. Ingeniero textil en su Polonia natal, encargado de una fábrica textil en Londres, no es raro que cayese por Béjar con sus antecedentes. Curioso personaje, no conocía nada de él, ni de esta historia por la libertad.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. Sin duda un personaje curioso, de esos que nos ofrece la historia de vez en cuando y con cuentagotas. Una especie de Lord Byron, de Garibaldi o de Che, un luchador romántico que se sacrifica por una causa que considera justa.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. Me gusta Fronsky, un polaco que o dudo en implicarse en una revolución defendiendo la libertad de unoas personas y de un país que no era el suyo, admiro su valor y la dicotomía de su vida, tuvo éxito tanto como ingeniero como militar, me quiero imaginar el valor y la convicción que tuvieron que tener para enfrentarse a un ejercito tan mal pertrechados.
    Es cierto que ya no tenemos héroes románticos y me gustaría que así fuera puesto que tendríamos referentes, quizás sea que hoy los héroes son anónimos.
    Un beso, Carmen.

    ResponderEliminar
  8. Un polaco en Londres e inmerso en conspiraciones. A su manera recuerda algunos aspectos de Joseph Conrad.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Fascinante vida la de Fronsky. Unos cuantos como él en estos momentos no nos vendrían mal.

    ResponderEliminar
  10. Fascinante la historia de este Fronsky, persona convertida en personaje. Y siempre fascinante la historia del S.XIX español, tan olvidada y que tantos ejemplos nos podría dar para momentos como el actual.
    Saludos, Carmen

    ResponderEliminar
  11. Y noble fue sin dudas don Jose Fronsky, cuya dignidad, empuje y lucha por la libertad me han encantado.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  12. Qué magnífico discurso el del Sr. Coll y que acertado Carmen traerlo en estos días aquí. No conocía nada de este personaje, un auténtico ciudadano del mundo.
    Besos.

    ResponderEliminar
  13. Sin ser español, se sintió mas español que otros, y tenía las ideas muy claras, además de un compromiso absoluto en defensa de sus ideales. Gran discurso de Ignacio Coll. Un abrazo, Carmen.

    ResponderEliminar
  14. Un personaje muy interesante al que desconocía. Siempre resulta muy grato leer tus entradas.
    Saludos

    ResponderEliminar
  15. Cuando leo la historia de un héroe, siempre tengo en cuenta que ha sido contada por los vencedores, lo que me lleva de inmediato a pensar, ¿cómo será lo que de esta misma persona cuenten los vencidos, los que no pueden contar la historia. Sin duda un personaje singular.

    ResponderEliminar
  16. ¡Yo quiero mil froskys imprudentes antes que cualquier politico de los que hay ahora gobernando entre comillas a España!... No, no es tiempo de personajes sino de personas, pero es que no es tiempo de monigotes y es lo único que vemos en estos días... terribles días de abandono social!! Bss amiga

    ResponderEliminar
  17. Ay, Carmen, que pedazo de entrada :) no sólo por la historia que cuenta, aunque ese colofón del viejo empecinado que desobedece y abandona su destino para volver a Madrid y reclamar lo que tan duramente se ha ganado, es soberbio, sino por la manera en que lo has contado...Es una maravilla. Un beso, guapa

    ResponderEliminar
  18. Es admirable la vida de este polaco en la ciudad de Béjar con un espíritu indomable, luchando por la causa de la libertad.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  19. Su carácter inquieto lo llevó a conocer mucho mundo y como personaje valiente lo llevó al mando de una tropa protegiendo a la ciudad de Béjar con buenos resultados.
    Encontré un poco triste su final, toda su solicitud de pensión, sin familia y sin salud, afortunadamente que al final pudo retirarse a Inglaterra con una pensión.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  20. Saludos a todos.

    Fue emocionante compartir con los que se acercaron a la Puerta de la Villa el día 28 la vida de Fronsky, y publicar el post en el blog de Carmen es otra gran noticia para mi.

    Cayetano y Retablo aciertan al nombrar a otro ilustre polaco que se exilió y tuvo una vida azarosa como fue Joseph Conrad (Józef Teodor Konrad Korzeniowsk).
    El cómo llegó Fronsky a Béjar admite varias teorías, pero no descarto que lo hiciera en parte impulsado por los españoles exiliados en Londres para contribuir a encender la mecha revolucionaria contra Isabel II.
    Francisco Espada, no te preocupes que la historia de los perdedores también está siendo investigada, y tiene mucha chicha. Ya aparecerá por aquí en el futuro.
    Mari-Pi, Fronsky estuvo solo en sus últimos destinos porque su familia no quiso acompañarle a según qué lugares, pero se reencontró con su mujer y su hija en Londres y con ellas vivió sus últimos años.
    Gracias a Carmen pro abrirme este espacio en su blog y a los interesados en Fronsky os anuncio que en el futuro habrá una publicación monográfica sobre su vida bastante más completa, incluyendo algunos elementos aportados por sus descendientes ;)
    Un saludo a todos y me despido con el grito revolucionario de los Héroes del 68: "¡Abajo lo existente!"

    ResponderEliminar
  21. Hola!
    Tu blog está genial, me encantaria afiliarlo en mis sitios webs de Turismo y por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiarnos ambos con mas visitas.

    me respondes a munekitacat@gmail.com

    besoss!
    Emilia

    ResponderEliminar
  22. Un discurso espectacular el del Sr. Coll, no conocía al personaje pero el polaco demostró su valentía al caer por una causa en Bejar.
    siempre un placer leer tus magníficas historias.
    que tengas una buena semana.
    recibe un saludo.

    ResponderEliminar
  23. "Abajo lo existente". Estamos en el 68 y necesitamos un Fronsky como el comer,... aunque sea al ritmo de "Los 3 Carino". Bromas aparte, enhorabuena por esta demo de la investigación que estás haciendo. Queremos más!

    ResponderEliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.