Autor: Manuel Antonio Marcos Casquero.
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, Julio de 2011
Acto
seguido, no sólo considera que canta-
procede del radical cant(h)-, que significa ‘piedra’, sino que
también su segundo componente, -gallo,
remonta a un radical calta, kal(l)io,
que así mismo significa ‘piedra’, con lo que el nombre de Cantagallo sería una nueva tautología (piedra + piedra) comparable
a la mencionada forma híbrida de Cantalapiedra.
Dice: “Sentados aquellos presupuestos, la primera parte de Gallicant está,
sin duda, en relación con la raíz celta kal(l)io
‘piedra’[1],
(compárese con el francés caillou), que habría dado callo, call o
cal, con la modificación subsiguiente según gallo. Teniendo en
cuenta el significado de esta primera parte de nuestro topónimo, la segunda no
hace sino intensificar su valor. Efectivamente, el segundo elemento de Gallicant
corresponde a la raíz celta kanto (cfr. lat. canthus) ‘piedra’, ‘guijarro’[2] y
‘orilla pedregosa’[3]. Se trata, pues, de una
especie de etimología tautológica, lo que no es nada infrecuente en la toponimia”.
Exactamente la misma etimología es la que propone para los tres Calicant (en Alcudia, Petra y St.
Llorenç des Cardassar) existentes en las Baleares: celta kal(l)io ‘piedra’ + kanto ‘piedra, guijarro, borde pedregoso’. Y, como justificación
geográfica, anota que “el topónimo de Alcudia corresponde a un pico montañoso (Puig
de Calicant) de la sierra de Ferrutx, formada por grandes pliegues de
rocas, violentamente contraídos, lo que justifica obviamente la etimología propuesta.
El Calicant de St. Llorenç des Cardassar es también una montaña”. En Calicant, sin embargo, una etimología
popular, quizá no muy descaminada, ve el mismo término castellano calicanto, esto es, cal y canto, acuñado sobre cal
(del latín calx, ‘cal”, óxido de
calcio, substancia blanca que se mezcla con arena para formar la argamasa) y canto (del latín canthus, ‘trozo de piedra’).
¿Qué decir del origen del otro
topónimo similar a Cantagallo, aunque
con los dos componentes invertidos: Gallocanta?
En primer lugar, hay que tener en cuenta que en uno de los manuscritos (el ms.
K) del Fuero de Molina, del año 1142
(o 1154), el nombre de esta localidad es Allucant:
“Estos son los términos de Molina: A
Tagoenz, a Santa María de Almalaf, a Bestradiel, a Galiel, a Sisemón, a Xarava,
a Cemballa, a Cubel, a la laguna de
Allucant, al Poyo de Mio Cid, a Penna Palomera, al puerto de Escoriola, a
Casadon, a Ademuz, a Cabriel, a la laguna de Bernaldet, a Huelamo, a los Casares
de García Ramirez, a los Almallones”. Otro manuscrito de este Fuero (el ms. A,
Biblioteca Nacional Ms. 9159, II, fol. 55) ofrece como lectura Gallocanta. En el Poema del Cid, datable por la misma época, el verso 951 dice:
“Estonçes se mudó el Cid al puerto de Aluca(n)t”, en alusión quizá al puerto en
las montañas al noreste del actual Gallocanta; y en el verso 1087 leemos:
“Poblado ha Mio Cid el puerto de Alucant”, que en este caso, a tenor del relato
en que se inserta, no cabe identificar con Gallocanta, sino que quizá el poeta
(o su copista) confundiera el nombre y estuviera en realidad refiriéndose a Alucad (expresamente mencionada en el
verso 1108), la actual Olocau, cerca
de Liria, que está a unos 30 kilómetros de las villas que el Cid ataca en los
versos 1092-1093. En cualquier caso, si, como se lee en el Fuero de Molina y en el Poema
del Cid, el nombre primitivo de Gallocanta
fuera Allucant, estaríamos ante un
topónimo de cuño árabe y serían los arabistas quienes tendrían que manifestar
su opinión. La primera vez que se cita como tal el nombre de Gallocanta es en un documento de 1205,
en el que Raimundo de Castrocol, obispo de Zaragoza, asigna a las iglesias de
Daroca las rentas y diezmos de gran parte de las aldeas sometidas a su jurisdicción.
La
arqueología remonta la antigüedad de Gallocanta
a los albores del Bronce antiguo, del que se han encontrado restos de cerámica
y utensilios de sílex. De época celtíbera son los restos de sólidos sillares de
piedra utilizados para los muros que protegían el enclave en la misma zona en
que, en época medieval, se levantó el castillo. Ignoramos la historia de la
comarca hasta ser conquistada en torno a 1125 por Alfonso I el Batallador,
cuando se integró en el señorío de Daroca, como apéndice del mismo, hasta que
Jaime I creó la comunidad de aldeas de Daroca en la cual Gallocanta dio su nombre a uno de los distritos administrativos que
englobaba a las aldeas sitas en la cuenca de la laguna de su nombre (salvo Tornos).
En
cuanto a su nombre, la mayoría de las etimologías abundan en lo visto hasta
aquí: por un lado, se pone en cuarentena la etimología popular referida al
gallo que canta, y, por otro, se apunta hacia la referencia a la piedra. Mas a
veces un espontáneo arriesga una nueva opinión de aliento vasco, como la que
imagina un hipotético nombre primordial que, antes de evolucionar a Gallocanta, sería algo así como *kal-kan-(a)te o *gal-kan-(a)te, que, desmembrado en sus componentes, sería una
composición de kala > gala o kall > gall > gal (significando “lateral o lado extremo’)
+ kan- > gan- forma adverbial: (‘encima’) + ate (‘puerto, paso’), cuyo magma final aludiría a algo así como
‘puerto o paso alto del lado extremo’, descriptivo del emplazamiento del
pueblo, entre el lago y la sierra paralela al mismo.
Al cabo de cuanto antecede, ¿cuál es
nuestra opinión personal al respecto? Antes de expresarla hemos tenido en
cuenta los siguientes datos:
1.- No
conocemos (al menos nosotros) la existencia de restos arqueológicos que
remonten a un asentamiento anterior al siglo XIII.
2.-
Este topónimo salmantino no es mencionado en fuente escrita alguna anterior al
siglo XV, como lo demuestra la documentación medieval de los archivos de Béjar
y de Candelario reunida por Ángel Barrios y Ángel Martín[4]:
en el documento nº 62, del 8 de enero de 1479, aludiendo a la aprobación por el
concejo de la villa de las ordenanzas de la tierra de Béjar, se cita, como
representante “por el conçejo de Cantagallo” a “Juan Montero e a Juan del Guijo”; en el documento 71, de 25 de
enero de 1493, se registra la venta que Alonso Ferrández, “hijo de Gil
Ferrández de la Redondilla, vezino de Cantagallo”, hace al concejo de Béjar de
un lugar de su propiedad por una cantidad de 1600 maravedís; y el mismo
individuo, en documento del 25 de octubre de 1493, aunque esta vez aludiendo a
su calidad de “yerno de Juan Gil, vezino de Cantagallo”, vende también al
concejo bejarano una tierra tasada en 2000 maravedís. Y eso es todo.
3.-
Ello nos permite pensar que este enclave carecía de la menor importancia en la
Edad Media, lo que nos hace sospechar que tampoco antes la tuvo, y que a lo más
debería ser algo así como una alquería de carácter agrícola y ganadero (¿quizá
por eso la alusión al gallo?) que difícilmente podría remontar a épocas
anteriores a la repoblación medieval de Béjar.
Por
ello, creemos que no hay que acampanar la voz ni intentar urdir explicaciones
altisonantes, ampulosas y campanudas más allá de la realidad más inmediata,
que, en este caso, sin duda coincide con lo que hemos calificado de ‘etimología
popular’, esto es, la alusiva al canto del gallo. Thomas Hobbes, impulsador del
afán por la claridad característica de la filosofía inglesa, aludía a muchos
que, al entregarse a filosofar, lo que hacían era mezclar palabras tomadas sin
reflexión alguna, con las que acuñaban proposiciones que, presentadas de
diversas formas, acababan por parecer que significaban algo sublime…, pero que
en realidad no significaban nada. De forma más plástica, cabe aplicar aquí la
frase cervantina (Don Quijote, cap.
26 de la 2ª parte) que se pone en boca de maese Pedro[5]
cuando le dice a su ayudante o trajumán, que se ha dejado arrastrar por el
entusiasmo en sus expresiones y manifiesta frases sublimes: “Llaneza, muchacho;
no te encumbres, que toda afectación es mala”.
[1] J. Corominas, Tópica
Hespérica, Vol.II, Madrid,
1971, p.266, nota 27, a propósito de Gallipienzo.
[2] J. Hubschmid, Mediterrane Substrate, p.17.
[3] J. Hubschmid, en Studia Neophilologica 30,
1985, 133 y “Die Stämme *Kar(r)-
und *Kurr in Iberoromanischen, Baskischen und Inselkeltischen”, Romance
Philology 13, 1959, 48.
[4] A. Barrios
García y A. Martín Expósito, Documentación
medieval de los archivos municipales de Béjar y Candelario, Salamanca
(Ediciones de la Diputación de Salamanca) 1986.
[5] No, como a
menudo se dice, poniéndolo boca del propio del Quijote: “Llaneza, Sancho, llaneza,
que toda afectación es mala”.
Ni más ni menos. De nada sirve buscar etimologías cultas cuando el origen posiblemente sea popular, tal como dice el autor de la entrada. No hay "piedra" sobre "piedra", sino simplemente "un gallo que canta".
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha sorprendido la explicación final, después de darle tantas vueltas para concluir que se refiere a algo tan simple como un gallo que canta.
ResponderEliminarLa foto de la calle del pueblo me da la idea de un pueblo que merece la pena ser visitado.
Un saludo.
Desde luego no nos podemos quejar que después de este estudio exhaustivo seguro que las conclusiones estan acertadas y contrastadas. Si hubiera un gallo que cantara verdades estaría en tu post. Magnífico digno de una historiadora como tú. Solo me queda conocer el pueblo.
ResponderEliminarBss
En la explicación más sencilla está la respuesta, no había que razonar mucho. Gracias por este interesante artículo, amiga.
ResponderEliminarMuchos abrazos, feliz fin de semana
Felicidades por ese premio, acabo de conocer España Eterna, y también de volver de mis vacaciones pero solo a medias.
ResponderEliminarUn besote grande.
Caramba! Es curioso que se hayan tenido que escribir "rios de tinta" solo para llegar a la conclusión de que no significa nada y es algo anécdotico. Curioso si.
ResponderEliminarHola Carmen!! Muy buen artículo amiga. Un trabajo de investigación intenso que termina con lo más sencillo. Estoy de acuerdo con Don Quijote. Pero igualmente me gusta saber los detalles y datos que muestras que son muy interesantes. Me encanta conocer el origen de nombres y lugares.
ResponderEliminarBesossssssss
Muy bueno Carmen, y el final, de sencillo se hace sorprendente.
ResponderEliminarMe pierdo, de verdad que no lo puedo seguir.
ResponderEliminarSerán demasiadas neuronas perdidas o me ha cogido casado.
De verdad, Vuelvo mañana por la mañana, con la fresquita.
Lo que se me ha quedado grabado es esas cuestas de calles.
Que envida de los lugareños, que fortaleza y poco gasto a la Botica.
Mañana.
Pues creo que el nombre le va muy bien al pueblo, tan solo en ver las fotos se imagina uno despertarse con el canto del gallo.
ResponderEliminarAbrazos y buena investigación.
Pues Gallocanta no tendrá gran sentido histórico, pero las fotos que acompañan, de piedra y empedrado, respiran tranquilidad.
ResponderEliminarCarmen , un abrazo, en mi fin de fiestas...
Carmen, ya sabes que me pirra todo lo que sea popular, del pueblo... ah! estas costumbres tan de andar por casa... y gracias, gracias por tus preciosas palabras de consuelo... Bss... Feliz domingo.
ResponderEliminarO sea, Carmen. cuatro capítulos de erudición para finalmente terminar diciendo que el verdadero sentido es ese vulgar y espontáneo que surge de las mente sencillas en el primer instante. En cualquier caso, he disfrutado mucho de esta larga disertación que nos ha llevado por vericuetos verosímiles.
ResponderEliminarCayetano: y es que a veces lo más complejo se logra explicar a través de lo sencillo.
ResponderEliminarSaludos
Valverde: toda la comarca bejarana merece una visitilla. Las fotos de Cantagallo las tomé un día desapacible con muchas nubes y poca luz, pero, aun con todo, se puede apreciar la belleza de sus calles empedradas.
ResponderEliminarSaludos
Katy: no me canso de repetir que estos post sobre Cantagallo no se deben a mi mano (ya me gustaría a mí tener la sapiencia de mi querido Manuel Marcos para poder escribir así).
ResponderEliminarBesitos
Magnolia: muchas gracias a ti, querida amiga, por visitarme después de este verano tan ajetreado.
ResponderEliminarUn besazo
Neuriwoman: o sea que una parte de tu cuerpo está de vacaciones y la otra mitad no... difícil dilema.En todo caso, estoy encantada de que me hagas una visita.
ResponderEliminarBesos
Lorenzo: esta es la conclusión del autor. ¿Cuál es la tuya? A lo mejor resulta que la última aseveración se demuestra un día que no es la cierta. Sin embargo, lo bueno de estos artículos es que la hipótesis del gallo que canata está tan bien razonada que es difícil pensar en otra cosa concluyente.
ResponderEliminarSaludos
Gabriela: ¡quién iba a decir que después de tanto reflexionar la conclusión iba a tomar unos derroteros tan secillos! Me alegro de que te haya gustado, amiga.
ResponderEliminarBesos
Menuda sorpresa al final.
ResponderEliminarDespués de tanto estudio, resulta que el nombre es pura casualidad.
Y sigo pensando que me gusta más ...Pueblo Bonito, inventado el gentilicio "Pueblobonitense" :))
Un beso.
Joaquín: le voy a proponer a Manuel Marcos que nos haga lo mismo con Candelario, ¿qué te parece? Aunque creo que lo va a tener más fácil...
ResponderEliminarUn abrazo
Manolo: todas las calles de estos pueblos serranos de por aquí, incluyéndose a Béjar, son así de empinadas. La verdad es que estamos acostumbrados y si no pues no nos queda más remedio.
ResponderEliminarSaludos
Mari-Pi-R: las calles de Cantagallo aparecen así de desiertas porque era una tarde nublada de primavera, en la que no habían llegado los veraneantes, hora temprana. Por eso parece un pueblo fantasma, pero no lo es, que no es quepa duda.
ResponderEliminarBesos
Javier: nosotros pasamos el fin de fiestas la semana pasada,con gran tristeza en el corazón, pero preparados para las ferias que son a finales de este mismo mes.
ResponderEliminarSaludos
¿Y no es una forma de cantar piedra contra piedra?. Si un arroyo baja llena de ellas, la sinfonía es perfecta. Bueno no sigo que me enrollo y aparecen hasta los Rolling Stones (cantos rodados), cantando.
ResponderEliminarMe gustó, saludos y enhorabuena por la entrada.
He leído estos días sobre un paraje en Torrelaguna, en un libro del s.XIX, que le da el nombre de Cantagallo, lo desconocía.
ResponderEliminarMuchas gracias por este articulo!
ResponderEliminarCostumbres del pueblo me encantan.
Besos
Carmen, he vuelto como dije ayer.
ResponderEliminarEfectivamente, era el cansancio que no dejaba concentrarme con tantos datos.
Es curioso, como termina el pueblo dando nombre a los sitios, cosas recuerdos.
Tus estudios se ve que ha sido por vocación.
Yo torcí la de mi segundo hijo esa misma vocación por la Historia y le sugerí otra, por el vil metal.
Aparte de esto Carmen, me has sugerido una idea, que la pondré en practica.
Gracias Carmen y te felicito por ese trabajo tan laborioso que has hecho.
A veces, la solución es simple y esta a la vista, como el gallo que canta en la mañana.
ResponderEliminarDe todas formas disfrute de la investigación
Saludos
Pues sí, parece muy razonable la conclusión. En una sociedad rural, en la que la actividad comenzaba con el canto del gallo, no resulta extraño que algunos pueblos o lugares acabarán recibiendo el nombre de lo primero que sucedía en el día: el canto del gallo. Un abrazo Carmen.
ResponderEliminarMe gusto mucho toda la historia. Al final el nombre recorrio un largo camino pero todo se auno con la lucida frase cervantina. XD
ResponderEliminarBesos.
Jejejeje. El final del artículo me ha recordado también al "Lo que pasa en la calle " machadiano. Y me apunto a la interpretación del autor, pero... ¡qué buenos ratos se pasan persiguiendo todas las pistas!
ResponderEliminarSaludos.
Buenos días Carmen,
ResponderEliminarUna explicación genial, aunque sorprende el final de la misma respecto a sus argumentos iniciales.
El pueblo parece una preciosidad, con una arquitectura que me encantaría fotografiar.
Besos,
Antonio
He aprendido mucho con estas entradas... quien iba a decirme que un topónimo pudiera tener tantos vericuetos...
ResponderEliminarImpresionante entrada la que nos muestra hoy, lo que es curioso es que la conclusión sea tan sencilla, si bien el estudio para llegar a ella es harto complicado, un trabajo de investigación concienzudo, y documentado. Ante tanta sabiduría sólo queda aprender y quitarse el sombrero, dudo mucho que alguien venga con una hipótesis mejor razonada que esta para desmontar la teoría del autor.
ResponderEliminarMi más sincera enhorabuena a Manuel Marcos y a usted por compartirlo con nosotros en su blog.
Es verdad que a veces la verdad o el origen del nombre de algo es mucho más evidente de lo que parece, tal es el caso que nos ocupa. Excelente artículo de Manuel Antonio Marcos. Mis felicitaciones. Un cordial saludo, Carmen.
ResponderEliminarMari Cari: para eso estamos los amigos para consolar y disfrutar. Cada cosa en su momento.
ResponderEliminarBesos
Francisco Espada: se ha mantenido la intriga hasta el final, como en las buenas películas.
ResponderEliminarUn abrazo
Laura M.: propondremos al pueblo si le gusta llamarse Pueblobonito, así todo junto, como topónimo. ¿Aceptarían las propuesta?
ResponderEliminarBesos
Eduardo: ¡bonito razonamiento! Sin embargo, entonces tendráimos que llamar al pueblo Canto al cuadrado, ¿no? En plan matemático.
ResponderEliminarSaludos
Eduardo: si es que esta visto que Cantagallos hay en todas partes, hasta en Torrelaguna, jejejej
ResponderEliminarSaludos
Mª Ángeles y Jose: más me gusta a mí que os haya gustado.
ResponderEliminarBesos
Manolo: siempre ando sugiriéndote cosas, querido amigo. Me alegro poder ser una fuente de inspiración creativa a pesar de la lejanía.
ResponderEliminarUn abrazo
Manuel: las cosas más sencillas son las que a veces pueden contener la clave de lo complejo.
ResponderEliminarSaludos
Desdelaterraza: ahora, en cambio, nuestros topónimos tendrían que llevar nombres tan singulares como los relacionados con la tecnología, la televisión o internet, ¿no?
ResponderEliminarSaludos
Carolina:...y es que Cervantes, además, tuvo una cierta relación con Béjar, pues no en vano dedicó su primera parte del Quijote al duque de estos señoríos.
ResponderEliminarBesos
Xibelius: parecemos casi Conan Doyle creando las aventuras de Sherlock Holmes, pero en plan histórico.
ResponderEliminarSaludos
Markosy: seguro que saldrían grandes instantáneas de tu cámara, listas para ser enmarcadas y puestas en la sparedes de tu casa.
ResponderEliminarBesos
Jose Luis:...yo tampoco lo podía suponer hasta que Manuel Antonio me sorprendió con este artículo.
ResponderEliminarSaludos
Pedro de mingo: mis parabienes también para ti por leerlo y saber apreciar el estudio de Manuel Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo
Paco Hidalgo: un abrazo, señor profe.
ResponderEliminarProduce admiración tanto conocimiento.
ResponderEliminarSaludos.
Retablo: opino lo mismo del buen hacer de Manuel Antonio.
ResponderEliminarSaludos
La Anacoreta: gracias por la invitación.
ResponderEliminarSaludos
Extraordinario broche después de tan concienzudo estudio, madame. Y veo que al final también usted se decanta por el canto del gallo!
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Madame Minuet: más que nada por seguir la teoría tan bien razonada por Manuel Antonio afirmo yo a posteriori que Cantagallo proviene del canto de este animal doméstico.
ResponderEliminarBesos
Cantagallo un pueblo pintoresco,
ResponderEliminarun lugar con encanto,
sobre tu post, siempre nos dejas
un buen desarrollo del tema,
del que aprendemos.
un abrazo.
Ricardo: muchas gracias por dejarme este comentario tan bello, amigo.
ResponderEliminarSaludos