Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.789 (17/11/2017), p. 4.
Infinitas mercedes le debía el duque de Béjar Juan Manuel II a Su Majestad Felipe V, entre ellas el haberle rehabilitado en la nueva corte borbónica tras la Guerra de Sucesión, en un momento en que las lealtades inquebrantables se habían roto ante la imparable y arrolladora fuerza del archiduque de Austria.
Jardines de La Granja (Segovia)
Los Zúñiga habíanse mostrado proclives al nuevo monarca probablemente por su política de defensa del modelo económico colbertiano, tan importante en sus intereses fabriles para con sus dominios [1]. Sin embargo, en 1706, cuando el archiduque Carlos y sus ejércitos tomaron la villa y corte de Madrid, el de Béjar había vacilado en su lealtad al rey, abandonándolo a su suerte cuando más necesitaba del apoyo de otros nobles que, como Juan Manuel, habían dudado de la valía del francés.
En 1710 el duque de Béjar volvió a posicionarse del lado de Felipe V, en un momento en que la guerra le era de nuevo favorable, pero su deslealtad no la iba a olvidar tan fácilmente el nuevo rey.
Felipe V
La estrella de la Casa de Zúñiga se veló entre el fin del conflicto bélico hasta el regreso del marqués de Valero, don Baltasar de Zúñiga y Guzmán, desde su virreinato de Nueva España en 1723. El tío del duque había demostrado una inclinación determinante hacia el Borbón, sin vacilaciones, y ésta no se quebraría a pesar de los vaivenes de la guerra. Su vuelta a España supuso el que su sobrino fuera rehabilitado en la corte y obtuviera en 1729 el nombramiento de mayordomo mayor del príncipe Fernando (futuro Fernando VI) por orden directa de Felipe V.
Don Baltasar de Zúñiga y Guzmán, marqués de Valero
Entre 1710 y 1723, pues, el duque se encontraba en un terreno cenagoso: había mostrado su deslealtad al rey durante la guerra y posteriormente había obtenido su perdón, aunque sin conseguir ningún puesto de relevancia en la nueva corte. Aspirantes a integrar el corrillo cortesano y de la nueva administración del estado ascendían dejando atrás a casas nobiliarias de más fuste y tronío. La nueva dinastía reinante necesitaba de hombres diferentes y sobre todo leales, por lo que Juan Manuel temía quedar postergado, relegado al olvido. De ahí que nuestro duque aprovechase cualquier oportunidad demostrar su acatamiento al rey.
En 1721 (faltaban dos años para el ansiado retorno del marqués de Valero, recordemos) el de Béjar decide hacerle un regalo especial a Felipe V para el palacio que está construyendo de nueva planta en La Granja de Segovia, al modo y manera de los franceses, tan añorados por el monarca frente a la frialdad y austeridad de los heredados de sus antecesores. Al fin y al cabo el Borbón había nacido en Versalles y crecido rodeado de la fastuosidad y el refinamiento de la corte de su abuelo Luis XIV.
El palacio, obra de Teodoro Ardemans, comenzaba a construirse precisamente en ese año de 1721 y los planos de los jardines, de la mano de Le Notre, el diseñador de los de Versalles, se encontraban trazados sobre el plano. Se precisaba de grandes cantidades de bronce para la fundición de las esculturas que habrían de decorar las fuentes y el duque de Béjar no lo dudó: ordenó que los cañones de su Palacio Ducal bejarano se trasladasen a Madrid para tan excelso fin [2]. Un regalo digno de un rey.
Foto sacada de aquí
El dato que hoy ofrecemos no es inédito. José Luis Majada Neila lo cita en su Historia de Béjar de 2001, concretamente en la página 33; sin embargo, no especifica mucho más (ni siquiera su destino final).
El rey quedó encantado con «la galantería» de Su Excelencia el duque y aceptó de buen grado las once piezas de artillería para las fuentes de su nuevo palacio, según carta enviada por el marqués de Grimaldo, secretario de Estado, desde El Escorial el 19 de octubre al de Béjar.
Jardines de La Granja (Segovia)
Juan Manuel manifestó que significaba una gran muestra de honra real para él y su Casa el que Su Majestad hubiera aceptado tal obsequio. El duque no deja de alabar al monarca y al amor que profesa por su persona al cual besa los pies, etc, etc.
Ante la aceptación real, se encomienda en noviembre a Francisco García la conducción a Madrid de «onze piezas de Artilleria que existen en el Palazio de Bexar» y ninguna justicia de ningún lugar o pueblo por el que pasare puede estorbarle en su lento caminar, según orden de Marcos de Araciel, Teniente General de los Ejércitos del Rey. Recibida ésta, el alcaide de palacio, don Luis Paez Jaramillo, y en presencia del escribano Tomás de Silva, hace inventario de los cañones existentes: «seis piezas de bronze de campaña […] constan ser de calibre de a seis; tres piezas de batir de calibre de a ocho; y dos Pedreros todos de Bronze, y todos ellos con las Armas de Su Excelencia». Y añade «y también consta de dicho ymbentario y entrega que las tres piezas de Batir y zinco de calibre de a seis estaban en dicho Palazio y que la otra pieza también de calibre de a seis la mando conducir Su Excelencia de su castillo de Herrera a esta Villa, como asimismo los dos Pedreros que estaban en el Palazio de Buengrado».
Foto sacada de aquí
Y aquí viene nuestro desengaño porque, si buscamos información de las esculturas de las fuentes de La Granja veremos que están fabricadas… en plomo. Por desgracia no se encontró tan grandes cantidades de bronce como para configurar a tanto personaje mitológico. ¿Dónde acabaron los cañones regalados por el duque de Béjar? Quizá fundidos para hacer otras esculturas en otra parte o siguieron utilizándose para la guerra. Por un inventario del Palacio Ducal de 1735 [3] sabemos que estaban depositados entonces en el sitio de Valsaín, Segovia, sin especificar uso.
En todo caso tan curioso regalo se hizo efectivo y Felipe V lo acabaría por tener en cuenta… cuando regresó el marqués de Valero.
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[1] Este dato
y otros se recogen en AVILÉS AMAT, Antonio y CASCÓN MATAS, Carmen. “El duque d. Juan Manuel y la Guerra de Sucesión en
Béjar”. Revista
Estudios Bejaranos nº 17 y 18. Centro
Estudios Bejaranos y Ayto. de Béjar. 2013 y 2014.
[2] Archivo Histórico Nacional, OSUNA, C.259,
D.4. "Documentación relativa a la entrega que hizo el [Juan Manuel López
de Zúñiga Mendoza Sotomayor, XI] duque de Béjar al rey [Luis I], de once piezas
de artillería para las fuentes de Valsaín y el Real Sitio de San Ildefonso
(Segovia)." Se puede consultar digitalizado en la web Pares, dependiente
del Archivo Histórico Nacional.
[3] Archivo
Histórico de la Nobleza, OSUNA, C.260, D.62-63. “Inventario de los bienes que
[Juan Manuel López de Zúñiga Mendoza Sotomayor, XI] duque de Béjar posee en su
casa-palacio de la villa de Béjar (Salamanca) realizado por el alcalde, Pablo
Alonso Chacon, y los contadores, Diego Rodríguez de Araujo y Diego Ignacio de
Béjar Paredes por dejar Miguel de Béjar Centeno, el cargo de administrador de
dicho palacio”.
¡Menudo regalo! No conocía esta historia y ha sido interesante leerla.Muchas gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarNo conocía la historia a pesar de haber estado en dos ocasiones ahí. A pesar de haber estado esas dos veces en ella, en ni guna ocasión ha coincidido con el día en que los jardines se ven con las fuentes abiertas.
ResponderEliminarBesos
Acertada apreciación psicológica del linaje, aparte de la histórica. Gracias Carmen. Desde Chile, JZR.
ResponderEliminarAcepar el regalo de las piezas de artillería pero emplear el bronce en otros menesteres. No sé qué tiene esta tierra nuestra que, seas nacional o extranjero, te contagias pronto de sus triquiñuelas y cambalaches.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
He estado en los jardines. Desconocía la historia, pero las veces que he estado en ellos me recordaba Versalles...Ya veo que no estaba desencaminado.
ResponderEliminarLo del bronce... :D
Besos Carmen
Así como conozco esos jardines y me encantaron, estaban precisos en otoño. Ha sido interesante conocer también su historia que no sabía de ella.
ResponderEliminarGracias Carmen por compartir este regalo.
Besos.
Si hubiese conocido la historia los hubiese disfrutado mucho más, hay que ir siempre informados antes de visitar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Interesante la historia que nos relatas y como se ve siempre se puede aprender algo nuevo.
ResponderEliminarSaludos.
Pues vaya decepción. Andaba yo terminando la lectura, al tiempo que pensaba comentar que pese a que los cañones eran regalados al rey como una muestra de acatamiento, su bronce iba a ser destinando al arte y no a producir muerte, cuando leo, y no sabía que fuese así, que son de plomo esas fuentes. De cualquier modo los jardines de La Granja y sus fuentes son preciciosos.
ResponderEliminarSaludos.