11 de marzo de 2019

El duque de Béjar entre el rey y los Comuneros


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

        No se nombra al duque de Béjar entre los nobles a quienes el cardenal Cisneros tuvo que mostrar los cañones para sosegarles, pero la verdad es que la alta nobleza castellana estaba inquieta por el vacío de poder a la muerte de Fernando el Católico, situación de la que esperaba aprovecharse. Álvaro II de Zúñiga se había acercado a la reina legítima Juana la Loca, pero una parte importante de su familia de la que era pariente mayor, los Zúñiga de Miranda del Castañar, se había adherido abiertamente a quien sería Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico (Íñigo de Zúñiga Avellaneda y Velasco, futuro cardenal, y su hermano Juan, futuro jefe de la casa imperial, le fueron a buscar a Flandes)


 Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo, de Antonio Gisbert Pérez. 1860


       La rebelión de los comuneros, que también habían recurrido a doña Juana en primera instancia, representó una oportunidad a los nobles de poner coto a los poderes del nuevo monarca, para su propia conveniencia por cierto, pero los desmanes que empezaron a afectarles les convenció rápidamente de plegarse al partido imperial. Carlos los había atraído, por lo demás, con títulos, prebendas y honores considerables, muchos de los cuales recayeron en el propio duque de Béjar y sus familiares.     





Dos Grandezas de España de primera creación (1520) y hereditarias para la Casa de Zúñiga: duques de Béjar y condes de Miranda del Castañar.



           Así las cosas, Antonio de Zúñiga, Gran Prior de Castilla de la Orden de San Juan de Jerusalén, Continuo de la Casa del Rey, hermano de Álvaro I y tío abuelo de Álvaro II, tomó el mando del ejército imperial para combatir a los comuneros. En la batalla para liberar a Toledo contó con mil hombres de guerra, doscientos caballos y seis piezas de artillería proporcionadas por su hermana Leonor de Zúñiga, duquesa viuda de Medina Sidonia y condesa de Sevilla, quien por su parte desalojó en menos de tres horas a los rebeldes que se habían hecho fuertes en el Alcázar hispalense (Ortiz de Zúñiga, Diego: Annales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble Ciudad de Sevilla, desde el año 1246 hasta el de 1671, Madrid 1677)    


Recordatorio de Antonio de Zúñiga cuando fue virrey de Cataluña, Capitanía General de Barcelona. Wikipedia



       No terminó allí el asunto para el duque Álvaro II, que tuvo que salir a defender ante el monarca a un familiar que se había erigido en ideólogo de los Comuneros, según relata el médico, ex alcalde de Salamanca y profesor de la universidad salmantina Jesús Málaga Guerrero, en el artículo Los líderes universitarios comuneros, publicado el 12 de septiembre de 2015 en la edición digital de La Crónica de Salamanca:  

      Cuatro personajes universitarios destacaron con nombre propio en el conflicto con el rey Carlos: Juan González de Valdivieso, Alfonso Zúñiga (sic), Francisco Maldonado y fray Juan de Bilbao. Valdivieso ostentaba el cargo de bedel mayor, Alfonso de Zúñiga fue encargado por la Junta de exponer a la reina Juana la situación real de Castilla, Francisco Maldonado era el titular de la Conservaduría de la Universidad y Juan Bilbao pertenecía al tribunal universitario. Muchos otros profesores, especialmente frailes, apoyaron a los comuneros, pero permanecieron en el anonimato de sus comunidades.


 


Universidad de Salamanca, que tuvo un seminario teológico fundado por María de Zúñiga, hija de Álvaro I y tía y esposa de Álvaro II. Lacronicadesalamanca.com



       El doctor Alonso de Zúñiga fue uno de los ideólogos del bando comunero. Catedrático de Derecho en la Universidad de Salamanca, miembro y procurador de la Junta Comunera, representante de Salamanca y delegado ante la reina Juana en Tordesillas. Desempeñó la cátedra de Vísperas de Leyes, una de las más prestigiosas, la misma que ocupó con anterioridad Rodrigo Maldonado de Talavera. Zúñiga fue también asesor del reino.


Batalla de Villalar



       Alonso pertenecía a la poderosa familia de los Zúñiga, condes de Miranda. Estaba emparentado con el alto Clero, con el arzobispo de Toledo, y vinculado con los Fonseca. Trabajó conjuntamente con otros profesores de las universidades de Valladolid y Salamanca para dotar a los sublevados de un corpus ideológico que sustentara jurídicamente las decisiones de la Junta. En su intervención ante la Reina, Zúñiga sancionó a Juana como reina legítima que había sido apartada del poder. Para los comuneros, esta retirada real había dado como resultado el saqueo de Castilla por los flamencos. Zúñiga permaneció de rodillas en presencia de la reina que escuchó su disertación de pie…



La reina doña Juana la Loca recluida en Tordesillas con su hija doña Catalina por Francisco Pradilla, 1906. Museo del Prado.



       Apoyándose en las opiniones vertidas por Alfonso Zúñiga, la Junta demandó del rey autonomía para las Cortes. Si el rey causaba daño al reino, el reino debía actuar para proteger al rey de sí mismo y de sus posibles errores. Este axioma partió de Zúñiga y de otros profesores de las universidades de Salamanca y Valladolid. Para ellos, el poder residía en el reino, que era entregado temporalmente al rey, pero el pueblo podía recuperarlo siempre que el soberano no se atuviese a la justicia. Según algunos historiadores, la revuelta comunera, asumiendo estos principios ideológicos, se puede considerar como la primera revolución moderna. El doctor Alfonso de Zúñiga en 1521, cuando estaba sometido al proceso judicial por su pertenencia al bando comunero, falleció antes de que se dictara sentencia. Fue perdonado (?) por intercesión de nobles influyentes entre los que se encontraba el duque de Béjar.


         Para tener una visión más general del tema valdría la pena leer Los Comuneros, de Joseph Pérez, historiador e hispanista nacido en Francia, hijo de inmigrantes valencianos y doctorado en historia con la tesis La révolution des “Comunidades” de Castille 1520-1521, publicada en 1970 por el Institut d´Etudes Ibériques et Ibéro-Américains de l´Université de Bordeaux. La edición promocionada en la red por un blog de nombre tan peculiar, lleva en la portada el óleo Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo, de Antonio Gisbert Pérez, 1860, que está en el Congreso de los Diputados de Madrid.  

16 comentarios:

  1. ¡Me encanta esta parte de la historia de España! Muy interesante tu entrada. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Era mal visto este rey por parte de los castellanos por no haberse criado en Castilla, era considerado como extranjero.

    Es una parte de la historia bastante interesante. A partir de Felipe II, vino el declive de los reyes con dejar el gobierno de la nación en mano de los validos.

    Besos

    ResponderEliminar
  3. Una revolución que quedó en nada, aunque sembró la semilla que florecerá mucho después.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Un momento histórico del que poco sé. Son los primeros años del imperio español... Perdonado después de muerto???

    Besos

    ResponderEliminar
  5. Bueno, sin ánimo de entrar en polémicas, por otro lado innecesarias, he de concluir que en cuestiones de historia todo depende del lado desde el que leas. Yo, por ejemplo, nunca diría que "tomó el mando del ejército imperial para combatir a los comuneros", sino que tomó el mando del ejercito del usurpador para combatir a los defensores del pueblo y de la legítima reina, doña Juana; todo ello sin entrar a valorar como el usurpador era nada más y nada menos que el hijo de la reina Juana, confabulado con su abuelo y padre de la reina, para encerrar de por vida en una cárcel de Tordesillas a la madre que lo llevó en sus entrañas y tuvo la desgracia de parirlo. Como tampoco diría "la batalla para liberar Toledo", sino la batalla para, en todo caso, esclavizar Toledo, último bastión de libertad y resistencia al usurpador; aún perdura en la memoria de muchos castellanos el nombre de doña María Pacheco, viuda de Padilla, y, al recordar que contra ella iba dirigido ese ejército tan bien pertrechado, no podemos hacer otra cosa que gritar ¡Viva doña María!.
    Un abrazo,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy cierto, Miguel. Veo que apoyas firmemente a Padilla y a doña Juana a pesar de l paso de los siglos. Habría que jugar a las ucronías para saber qué hubiera pasado si los hados no se hubieran confabulado para que Carlos ganase la guerra y derrotase a los partidarios de la legítima reina de Castilla...
      Un saludo

      Eliminar
    2. Los hechos, Carmen, nos guste o no, se desarrollaron de determinada forma y de nada sirve ahora hacer hipótesis sobre lo que habría podido suceder si se hubieran dado de otro modo. Asumo nuestra historia tal como se ha desarrollado entre otras cosas porque no queda más remedio. Ahora bien, dentro de esa historia está también el hecho de que Carlos I sube al trono como consecuencia de una siniestra conspiración en contra de su propia madre, la reina Juana y que su victoria contra los comuneros supuso el ataque definitivo y mortal contra la autonomía de las Cortes. Es más, también es un hecho histórico que ni siquiera en la victoria supo ser magnánimo, sino que se manifestó como un emperador autoritario, cruel y vengativo. La que si es cierta y hay que quitarse el sombrero ante ella es la gran habilidad de nuestra casa ducal para cambiar de bando en el momento más oportuno en todos los momentos importantes de la historia (vease el conflicto entre Juana la Beltraneja e Isabel de Castilla o, en este caso, entre la reina Juana y Carlos I). Observarás, Carmen, que me resisto a decir Juana la Loca y que me refiero siempre a la reina Juana en la que confluyeron las coronas de Castilla, Aragón, Navarra, Granada y otros señoríos, como el de Vizcaya que ya estaban integrados en la corona de Castilla. Su supuesta enfermedad mental hace ya tiempo que está seriamente cuestionada.

      Pero lo dicho, las cosas son como son y no sirve de nada hacer hipótesis indemostrables sobre cómo pudieron haber sido.

      Un fuerte abrazo y gracias por tu paciencia.

      Eliminar
    3. Lamento haber aplicado el epíteto a la reina Juana, a la que también siempre he defendido. Respecto a la apreciación sobre la casa ducal, la comparto y agrego que soy testigo de que características psicológicas, positivas y negativas, alcanzan a generaciones actuales del mismo linaje y apellido. Recomiendo entrada anterior de Carmen Cascón aquí mismo. Atte., JZR.

      Eliminar
    4. Por supuesto, Miguel, y a eso me refiero con que, a pesar de que hagamos ejercicios virtuales como la ucronía, que no es más que un recurso que nos puede servir para escribir literatura, la historia no se puede cambiar aunque lo deseemos con todas nuestras fuerzas. ¿Intereses, bandos, ansias de poder? Todas estas variables se conjugan en este y en todos los periodos de la historia, sobre todo si de poder medio había un obstáculo al que vencer: una mujer. La locura de doña Juana bien pudiera deberse a un estado de profunda melancolía o de depresión que entonces se consideraba locura. Pero cualquier otro motivo podría haber esgrimido Carlos para llegar al poder. Me temo que la familia era lo de menos. Peor no achaco toda la culpa a Carlos, porque lo mismo hizo Fernando el Católico sin despeinarse, su propio padre, y Felipe el Hermoso, su marido. Una mujer frente a tres codiciosos hombres. Me temo que jugaba en franca desventaja.
      Un saludo

      Eliminar
  6. Hay veces que se lucha y no se llega a verse los resultados, así pasó para el tal doctor.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Mientras más me informo sobre este periodo, más dificultades tengo en decantar la razón a uno u otro lado de la historia. Lo único que veo claro son los múltiples intereses que se movieron y que los peor parados fueron los más idealistas. Como siempre, por cierto.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo he aprendido que la historia es pluridimensional, aunque es cierto lo que opinas de los idealistas. Muy atte.,
      JZR.

      Eliminar
  8. Tengo el libro de Joseph Pérez. Aclara mucho sobre los comuneros y la lucha que derivó en la derrota de Villalar. Da una visión diferente de lo que he leído en otras libros.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  9. Una época un tanto convulsa la Castilla de hace 500 años en la que creo se hizo todo posible para que no reinara Juana por una posible demencia. En Castilla había tradición de reinas aunque como en el caso de Juana llegasen por rebote, si bien siempre fue el varón el privilegiado.
    Por cierto creo a la reina Juana se la tiene algo olvidada y por ejemplo de la casa donde nació su hija Catalina apenas queda el arco de la puerta.

    Saludos.

    ResponderEliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.