4 de abril de 2018

Cuando el Duque de Béjar quitaba y ponía rey


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
 
Eran otros tiempos, y la verdad es que Álvaro de Estúñiga y Guzmán, como se llamaba entonces, no era aún duque de Béjar sino sólo conde de Plasencia y Justicia Mayor del reino, pero de esos polvos salieron estos lodos. Era de la clase de nobleza levantisca, como muy bien apunta el escritor placentino Jesús Vicente Cano Montero en su novela histórica La Duquesa y el Deán, 2011, y no aguantaba pelos en el lomo. También es cierto que los hechos no se volvieron a repetir hasta mucho después, pero con otros resultados, cuando a dos de su linaje se les acusó de querer levantar Andalucía para convertirla enreino independiente... con uno de ellos como rey. El otro perdió la cabeza.  




 Detalle del retrato de Álvaro de Luna
 en la catedral de Toledo, 1488 



La serie comenzó con el condestable Álvaro de Luna, valido de Juan II, a quien Álvaro y su padre -en realidad toda la familia- llevaron a su eclipse total para librar al rey de su influencia, lo que debe entenderse como librarse ellos mismos de un obstáculo para manejar al rey. De nada le valió a Luna -eso sí post mortem- que un hijo suyo se casara con una hija de Álvaro. Del valido escribió Jorge Manrique, sobrino de Álvaro, en sus Coplas por la muerte de su padre: Pues aquel gran condestable, -maestre que conocimos –tan privado, -no cumple que dél se fable, -sino sólo que lo vimos –degollado.




Retrato de Enrique IV en un artículo del diario La Razón, febrero 2016, comentando el hallazgo de su momia en 1946


Con Enrique IV, el Impotente, todo iba bien, hasta que la Liga Nobiliaria fundada por el bisabuelo de Álvaro y que ahora este dirigía, se convirtió en una piedra en el zapato para el monarca. ¿La causa?... Medidas que tomó el rey para frenar el poder de la nobleza. La Liga lo obligó a firmar un pacto que aseguraba el gobierno de la oligarquía, y tomó como garantía la inclusión del rey de Navarra y Aragón en su coalición, y el reconocimiento del infante Alfonso, el Inocente, como sucesor de la corona. El asunto escaló cuando Enrique proclamó sucesora a su hija Juana, la Beltraneja, y los nobles proclamaron rey a Alfonso XII en Plasencia, bajo la tutela de Álvaro de Estúñiga.




Tumba del infante Alfonso en la 
Cartuja de Miraflores de Burgos



La destitución de Enrique IV se realizó en Ávila, en efigie. A un muñeco sentado en un trono sobre un tablado y vestido con las insignias reales, el arzobispo de Toledo –que también se las traía- le arrebató la corona, Álvaro de Estúñiga la espada, y el hermano menor de este, Diego López de Estúñiga, conde de Miranda del Castañar, lo arrojó al suelo de una patada al grito de: ¡Abajo, puto!




La Farsa de Ávila en Ávila, 2014



El infante, o rey, murió en circunstancias poco clarasse atragantó en un banquete, cayó de un tejado, murió de peste o fue envenenado- y se desató la guerra civil. Álvaro se retira de la liga, pero el arzobispo de Sevilla, pariente de los Estúñiga condes de Monterrey, lo reconcilia con Enrique IV (El rey estuvo ¡cuatro meses! de huésped en el palacio de Álvaro en Plasencia). Álvaro recibe la ciudad de Trujillo, pero los trujillanos lo rechazan. Entonces Enrique le da un millón (¿de mrvds.?) anual de renta en compensación, lo nombra Primer Caballero del Reino y le entrega Arévalo, castillo incluido, con el título de duque. Lo integra además al Consejo del Rey, lo que quiebra la Liga Nobiliaria, y al morir lo nombra testamentario y le encomienda la suerte de su hija Juana.





Castillo de Arévalo, reconstruido por Álvaro de Estúñiga



El regalo fue un caballo de Troya para Álvaro, porque lo enfrentó a Isabel, proclamada reina en Segovia, a cuya madre había pertenecido el castillo. Casada con Fernando de Aragón, tenía ahora la fuerza suficiente para imponerse por las armas, y a la guerra civil siguió la guerra de sucesión. Obligado por la palabra dada a Enrique en el lecho de muerte, Álvaro y el marqués de Villena, su pariente, proclaman reina a Juana y la ofrecen en matrimonio al rey de Portugal. Alfonso V acepta, entra con su ejército en Castilla, asienta plaza en el palacio de Álvaro en Plasencia, y reclama la corona para sí como consorte de Juana.  

 
  Alfonso V de Portugal, el Africano


Isabel manda desobedecer a Álvaro, secuestrar sus bienes, y lo declara traidor. Hubo batallas, al menos tres, e intentos de apoderarse de Isabel y Fernando, pero finalmente el portugués se retiró derrotado llevándose a Juana. No quiso auxiliar el castillo de Burgos, defendido por Íñigo de Estúñiga, que quizás le hubiese dado la victoria. Juana murió a los sesenta y ocho años (tenía trece cuando salió de Plasencia) en el castillo de San Jorge de Lisboa, donde era tratada como Excelente Senhora y firmaba Yo, la Reina (de Castilla, por cierto) 


 Isabel, reina de Castilla, 
en la Colegiata de Toro



Triunfante Isabel, y convencida de que los Estúñiga habían prestado innegables servicios a la corona, que compensaban la rebelión inicial y no podían ser olvidados (¿o porque tenían posesiones en Béjar, Plasencia, Peñaranda de Duero, Arévalo y Burgos fuertemente armadas?, no era tonta la reina) ofreció a Álvaro un pacto de avenencia por medio de su primogénito Pedro de Estúñiga, que era isabelista, en el cual, entre otras cosas, lo comprometía a jurar fidelidad y defender la Casa Real; le quitó Arévalo y le devolvió bienes y títulos. Más tarde lo nombró duque de Béjar. De este pacto, firmado por Álvaro y los Reyes Católicos el 10 de abril de 1476, procede la castellanización definitiva del apellido Estúñiga en Zúñiga, extensiva a toda su familia (era el Pariente Mayor) y sus descendientes.  


***************

Nota: La tradición golpista de los Estúñiga/Zúñiga venía de sus raíces navarras, cuando Fortún, nieto y segundo sucesor (el primero fue su padre Gartzea) del primer rey de Pamplona y tronco del linaje, Íñigo Arista, fue depuesto por su pariente Sancho.



BIBLIOGRAFÍA
Menéndez Pidal, Ramón: Historia de España, tomos XV-XVII. 1983-86

Vilar Pascual, Luis: Diccionario Histórico, Genealógico y Heráldico de las Familias Ilustres de la Monarquía Española, tomo VII. 1864

Fernández de Madrid, Alonso: Historia y Anales de la Ciudad y Obispado de Plasencia. Reed. 2006    




4 comentarios:

  1. Confieso, que tu artículo de hoy he tenido que leerlo dos veces, ya que que con tantos personajes de la Liga Nobiliaria, en la lucha por el poder, me hice un lío.
    Una vez entendido, el artículo de aquella difícil y complicada época, me ha parecido muy interesante, ya que hoy en día siguen esas luchas por el poder, aunque los actores sean otros.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Toda la razón Manuel, se pierde el hilo de la narración. Se aprende leyendo los comentarios. JZR.

      Eliminar
  2. Nunca se llega a conocer lo suficiente de la historia para retener a todos los personajes, pero con las series de Isabel y demás los personajes resultan bien conocidos ya que no hace mucho las he visionado.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Parece que eso de poner una vela a Dios y otra al Diablo siempre dió resultado. Yo estoy obligado por mi palabra a defender a la Beltraneja, tu, que eres mi primogénito, defiende a Isabel. Así, gane quien gane, siempre habrá un miembro de la familia entre los vencedores para velar por nuestros intereses...

    Es una interpretación tan válida y descabellada como cualquier otra.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.