Publicado: Béjar en Madrid
El presente texto, en el que se compendia una investigación sobre la vida y la obra del 2º titular del marquesado de Valero, que da nombre a uno de los centros docentes de nuestra ciudad –el Colegio Público de Educación Infantil y Primaria Marqués de Valero–,
inicialmente fue concebido como una contribución personal a los actos,
que en el presente año 2018, al cumplirse el cincuenta aniversario de su
establecimiento, desde la dirección y el claustro de profesores del
mismo se han programado.
Don Baltasar de Zúñiga y Guzmán, II Marqués de Valero
Juan Rodríguez Juárez, óleo sobre tela, ca. 1720. Archivo del Convento de Corpus Christi de México.
Juan Rodríguez Juárez, óleo sobre tela, ca. 1720. Archivo del Convento de Corpus Christi de México.
Simultáneamente y puesto que se conmemora,
también en mayo de este año, el tercer centenario del hecho más destacado emprendido
por nuestro ilustre prócer, como fue la fundación de la villa de Béjar en el
territorio del virreinato de Nueva España, he querido tributar, con el presente
artículo, mi particular reconocimiento en su memoria. Lo he materializado, en
estas páginas, como un monólogo del propio marqués en el que este, cuando ve cercano
el momento de su muerte, reflexiona acerca del transcurso de su vida y sobre
los hechos memorables en que, durante su agitada existencia, participó. Lo
cual, sin ser un recurso demasiado original, me ha servido, como una forma de
acercamiento a la singular figura y, en cierto modo, de humanizar al personaje,
al concederle “la voz y la palabra” y, también, a un tiempo, el
protagonismo –protagonismo que, en
ocasiones, traspasará a su hermano don Manuel, el buen duque– a tan notable dignatario,
bastante desconocido e ignorado en nuestra ciudad.
Serán,
desde ahora, las palabras que he puesto en boca del egregio aristócrata –contando
con el explícito consentimiento que como autor me he arrogado– y por él mismo
pronunciadas, como en pública confesión, las que nos acerquen al conocimiento
de su biografía en lo que la historia, acerca de su persona, nos ha transmitido.
Conozcamos ya, a partir de ahora, los términos de su particular relato.
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Don Baltasar de Zúñiga y su firma
Getty Images
“Yo, BALTASAR DE ZÚÑIGA SOTOMAYOR MENDOZA Y GUZMÁN, segundo Marqués de
Valero, que por tan noble credencial siempre se me consideró y recibí
tratamiento, como respetadísima y singular persona aquende y allende nuestras fronteras,
con el título de Excelentísimo y Muy Noble Señor, ahora que, de modo inexorable,
me acerco, con las fatigas y los achaques propios de la edad aunque sin merma
alguna de mis facultades mentales, al final de mis días que percibo próximo,
deseo hacer pública memoria y recordación y dar cumplida noticia de lo que ha
sido mi agitada existencia.
Valero (Salamanca)
Foto extraída de aquí
Cumplida esta de venturas y también de infortunios
y acontecimientos aciagos como lo fuera la muerte heroica, y muy sentida por mí,
que le acompañé en su ejemplar agonía, de mi hermano el Duque de Béjar, don Manuel,
de perdurable memoria. Mi actividad, hasta hoy, ha acontecido de modo ambulante,
es decir viajera y peregrina, y sin residir largo tiempo en ningún sitio, ni
siquiera en la villa de Béjar o en el apacible y grato lugar de Valero, que da
título al marquesado, donde tanto me hubiese gustado descansar en la amenidad
de algún cercano prado, sosegado o adormecido por el rumor de las aguas, que
tantas viejas leyendas arrastran, de su río Quilamas.
En mis prolongados desplazamientos, he atravesado
las naciones de nuestro viejo continente y hollado las regiones ignotas del
nuevo mundo, la “terra incognita” de las Indias, también llamadas América, que
descubriera para la corona española Cristóbal Colón, el almirante de la Mar
Océana. Intensa, también, por cuanto he
vivido y los innumerables trabajos y afanes realizados en su transcurso, ha
sido mi biografía –que los historiadores a su debido tiempo relatarán–, aunque
breve y transitoria, como nos recordaba el poeta Jorge Manrique en las «Coplas
a la muerte de su padre»:
Convento del Corpus Christi. Ciudad de México
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
como se pasa la vida,
como se viene la muerte
tan callando.
Vine al mundo siendo el segundo hijo o segundón por lo beneficiado en
títulos y heredades en la estirpe de don Juan Manuel I, que fue Duque de Béjar,
de Mandas y de Plasencia y primer Marqués de Valero –de quien recibí el
marquesado– y de doña Teresa Sarmiento de la Cerda. Mi nacimiento tuvo lugar un
frío día de finales de diciembre de 1658 en el Palacio Ducal de esta mi querida
villa de Béjar que siempre, a lo largo de toda mi vida y más cuando me he
encontrado lejos de ella como ha acontecido en bastantes ocasiones, he conservado
muy presente en mi corazón y en mi pensamiento. El 9 de enero de 1659, estando
presente una nutrida concurrencia de personas principales y del pueblo llano, fui
bautizado, con toda solemnidad, en la fe católica, apostólica y romana que
profesaban mis padres y que, antes, había sido la religión de todos mis
antepasados, en la iglesia parroquial de San Juan Bautista. En este templo se
celebraban, por su cercanía al palacio, todas las ceremonias religiosas de la
Casa Ducal: bautizos, comuniones, bodas y los “requiescat in pace” de las defunciones
que, inexorables en el devenir del tiempo, acaecían. Lo mismo que los solemnes
tedeums y las misas de acción de gracias por las victorias de nuestros cristianísimos
reyes sobre sus enemigos que, también, eran los nuestros. O los que eran señalados
en las bulas papales, por sus erróneas creencias, como los turcos del Imperio
Otomano, hostiles y contendientes contra todas las naciones de la Cristiandad.
Retrato
de don Manuel López de Zúñiga, duque de Béjar, hacia 1682. Grabado de
Romeyn de Hooghe sobre dibujo del capitán ingeniero Juan de Ledesma.
Wikipedia
Junto a mi hermano –dos años mayor que yo, primogénito y, por tal
circunstancia y posición, heredero del Ducado, don Manuel, X en la dinastía
ducal, al que la historia conocerá como el Buen Duque, por su memorable y
gloriosa muerte en el sitio de Buda en tierras de Hungría, en la que estuve
presente y de la que luego relataré cumplidamente los pormenores– fui educado
en la piedad, en el riguroso cumplimiento de los mandamientos de la ley de Dios
y las prácticas cristianas, así como en todas las devociones religiosas, lo
mismo que en las caballerescas de las armas, sin que tampoco faltaran en mi formación
algunos latines y letras, muy útiles en la vida cortesana.
Continuará
Curioso, que una autobiografía esté contada por otra persona....quedo a la espera de esa segunda parte.
ResponderEliminarUn saludo.
Un placer siempre pasar por aquí gracias por su visita Saludos
ResponderEliminarUna abuena forma de recordar su memoria y de darla a conocer a los habitantes de la ciudad donde lo vió nacer. El pueblo de Béjar seguramente te lo agradecerá-
ResponderEliminarBesos
Espléndido y original homenaje el del Sr. Avilés Amat en esta primera parte.
ResponderEliminarBuen punto de partida para una novela histórica.
Saludos.
Una forma especial de conocer la historia de un personaje de la que el mismo nos la cuenta.
ResponderEliminarEspero seguir conociendo esta historia.
Saludos.
Siempre hay y hubo la necesidad de dejar por escrito algunas palabras para el recuerdo. Y por lo que leo, en el caso del personaje en cuestión, decir que prefirió embarcarse en asuntos de riesgo antes que conformarse con la paz de los campos de Béjar y Valero.
ResponderEliminarUn saludo.
Curiosa y original manera de rendir homenaje a un personaje relatando su vida en primera persona. Espero la segunda parte.
ResponderEliminarSaludos
Hola Carmen:
ResponderEliminarLa idea de como contarla me ha gustado...mira que a lo mejor me hago una así :D
Besos.
Hola Carmen, tu manera de contar en segunda persona la biografía del segundo Marqués de Valero es muy curiosa y me ha gustado. Espero la continuación.
ResponderEliminarBesos de Espíritu sin Nombre.
·.
ResponderEliminarBuen trabajo, com siempre.
Encontrarse de entrada con la pintura del ilustre ya da un poco de susto. No sé que pasaría si regresara esa moda ahora...
Un abrazo Carmen
.·
La Mirada Ausente · & · Cristal Rasgado
El marqués sigue la moda de París,la impuesta por Luis XIV de pelucas y rostro empolvados. Seguro que llevaba calzados unos zapatos con tacón y hebilla... Vamos a hacer el ejercicio al revés. ¿Te imaginas que nos visitara don Baltasar en este 2018 y viera a las mujeres llevando pantalones? El susto, sin duda, se lo llevaría él.
EliminarUn abrazo
Puestos a imaginar... nosotros, ahora, podrías entender aquello. Tenemos los elementos.
EliminarÉl, ahora, no entendería nada. Tal vez su cerebro fuese incapaz de comprender algo de lo que viese.
Gracias por tu respuesta, Carmen.
Carmen, quedo a la espera de la continuación.
ResponderEliminarUn abrazo,
Un repaso por la vida de este ilustre personaje.Aunque en otra entrada, sino me falla la memoria; publicaste una reseña de su ilustre hermano "El Buen Duque" fallecido en tierras de Hungría.
ResponderEliminarEsperando saber más de este ilustre caballero.
Un abrazo feliz semana Carmen.
No te falla, Bertha. Tienes muy buena memoria. Dos ilustres hermanos.
EliminarBesos
Una muy literaria y atractiva forma de contarnos la semblanza de este personaje.
ResponderEliminarSaludos.