12 de abril de 2018

Algunas reseñas sobre el II marqués de Valero, don Baltasar de Zúñiga y Guzmán (1ª Parte)

Autor: Antonio Avilés Amat
Publicado: Béjar en Madrid 

          El presente texto, en el que se compendia una investigación sobre la vida y la obra del 2º titular del marquesado de Valero, que da nombre a uno de los centros docentes de nuestra ciudad –el Colegio Público de Educación Infantil y Primaria Marqués de Valero–, inicialmente fue concebido como una contribución personal a los actos, que en el presente año 2018, al cumplirse el cincuenta aniversario de su establecimiento, desde la dirección y el claustro de profesores del mismo se han programado. 

 Don Baltasar de Zúñiga y Guzmán, II Marqués de Valero
Juan Rodríguez Juárez, óleo sobre tela, ca. 1720. Archivo del Convento de Corpus Christi de México.

 Simultáneamente y puesto que se conmemora, también en mayo de este año, el tercer centenario del hecho más destacado emprendido por nuestro ilustre prócer, como fue la fundación de la villa de Béjar en el territorio del virreinato de Nueva España, he querido tributar, con el presente artículo, mi particular reconocimiento en su memoria. Lo he materializado, en estas páginas, como un monólogo del propio marqués en el que este, cuando ve cercano el momento de su muerte, reflexiona acerca del transcurso de su vida y sobre los hechos memorables en que, durante su agitada existencia, participó. Lo cual, sin ser un recurso demasiado original, me ha servido, como una forma de acercamiento a la singular figura y, en cierto modo, de humanizar al personaje, al concederle “la voz y la palabra” y, también, a un tiempo, el protagonismo  –protagonismo que, en ocasiones, traspasará a su hermano don Manuel, el buen duque– a tan notable dignatario, bastante desconocido e ignorado en nuestra ciudad. 


        Serán, desde ahora, las palabras que he puesto en boca del egregio aristócrata –contando con el explícito consentimiento que como autor me he arrogado– y por él mismo pronunciadas, como en pública confesión, las que nos acerquen al conocimiento de su biografía en lo que la historia, acerca de su persona, nos ha transmitido. Conozcamos ya, a partir de ahora, los términos de su particular relato.


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Don Baltasar de Zúñiga y su firma
Getty Images

  
 “Yo, BALTASAR DE ZÚÑIGA SOTOMAYOR MENDOZA Y GUZMÁN, segundo Marqués de Valero, que por tan noble credencial siempre se me consideró y recibí tratamiento, como respetadísima y singular  persona aquende y allende nuestras fronteras, con el título de Excelentísimo y Muy Noble Señor, ahora que, de modo inexorable, me acerco, con las fatigas y los achaques propios de la edad aunque sin merma alguna de mis facultades mentales, al final de mis días que percibo próximo, deseo hacer pública memoria y recordación y dar cumplida noticia de lo que ha sido mi agitada existencia

 Valero (Salamanca)
Foto extraída de aquí
  
Cumplida esta de venturas y también de infortunios y acontecimientos aciagos como lo fuera la muerte heroica, y muy sentida por mí, que le acompañé en su ejemplar agonía, de mi hermano el Duque de Béjar, don Manuel, de perdurable memoria. Mi actividad, hasta hoy, ha acontecido de modo ambulante, es decir viajera y peregrina, y sin residir largo tiempo en ningún sitio, ni siquiera en la villa de Béjar o en el apacible y grato lugar de Valero, que da título al marquesado, donde tanto me hubiese gustado descansar en la amenidad de algún cercano prado, sosegado o adormecido por el rumor de las aguas, que tantas viejas leyendas arrastran, de su río Quilamas. 

En  mis prolongados desplazamientos, he atravesado las naciones de nuestro viejo continente y hollado las regiones ignotas del nuevo mundo, la “terra incognita” de las Indias, también llamadas América, que descubriera para la corona española Cristóbal Colón, el almirante de la Mar Océana.  Intensa, también, por cuanto he vivido y los innumerables trabajos y afanes realizados en su transcurso, ha sido mi biografía –que los historiadores a su debido tiempo relatarán–, aunque breve y transitoria, como nos recordaba el poeta Jorge Manrique en las «Coplas a la muerte de su padre»:

 Convento del Corpus Christi. Ciudad de México



Recuerde el alma dormida,

avive el seso y despierte

contemplando

como se pasa la vida,

como se viene la muerte

tan callando.



     Vine al mundo siendo el segundo hijo o segundón por lo beneficiado en títulos y heredades en la estirpe de don Juan Manuel I, que fue Duque de Béjar, de Mandas y de Plasencia y primer Marqués de Valero –de quien recibí el marquesado– y de doña Teresa Sarmiento de la Cerda. Mi nacimiento tuvo lugar un frío día de finales de diciembre de 1658 en el Palacio Ducal de esta mi querida villa de Béjar que siempre, a lo largo de toda mi vida y más cuando me he encontrado lejos de ella como ha acontecido en bastantes ocasiones, he conservado muy presente en mi corazón y en mi pensamiento. El 9 de enero de 1659, estando presente una nutrida concurrencia de personas principales y del pueblo llano, fui bautizado, con toda solemnidad, en la fe católica, apostólica y romana que profesaban mis padres y que, antes, había sido la religión de todos mis antepasados, en la iglesia parroquial de San Juan Bautista. En este templo se celebraban, por su cercanía al palacio, todas las ceremonias religiosas de la Casa Ducal: bautizos, comuniones, bodas y los “requiescat in pace” de las defunciones que, inexorables en el devenir del tiempo, acaecían. Lo mismo que los solemnes tedeums y las misas de acción de gracias por las victorias de nuestros cristianísimos reyes sobre sus enemigos que, también, eran los nuestros. O los que eran señalados en las bulas papales, por sus erróneas creencias, como los turcos del Imperio Otomano, hostiles y contendientes contra todas las naciones de la Cristiandad.    

 
Retrato de don Manuel López de Zúñiga, duque de Béjar, hacia 1682. Grabado de Romeyn de Hooghe sobre dibujo del capitán ingeniero Juan de Ledesma. Wikipedia



     Junto a mi hermano –dos años mayor que yo, primogénito y, por tal circunstancia y posición, heredero del Ducado, don Manuel, X en la dinastía ducal, al que la historia conocerá como el Buen Duque, por su memorable y gloriosa muerte en el sitio de Buda en tierras de Hungría, en la que estuve presente y de la que luego relataré cumplidamente los pormenores– fui educado en la piedad, en el riguroso cumplimiento de los mandamientos de la ley de Dios y las prácticas cristianas, así como en todas las devociones religiosas, lo mismo que en las caballerescas de las armas, sin que tampoco faltaran en mi formación algunos latines y letras, muy útiles en la vida cortesana.



   Continuará

16 comentarios:

  1. Curioso, que una autobiografía esté contada por otra persona....quedo a la espera de esa segunda parte.
    Un saludo.

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  2. Un placer siempre pasar por aquí gracias por su visita Saludos

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  3. Una abuena forma de recordar su memoria y de darla a conocer a los habitantes de la ciudad donde lo vió nacer. El pueblo de Béjar seguramente te lo agradecerá-

    Besos

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  4. Espléndido y original homenaje el del Sr. Avilés Amat en esta primera parte.
    Buen punto de partida para una novela histórica.
    Saludos.

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  5. Una forma especial de conocer la historia de un personaje de la que el mismo nos la cuenta.
    Espero seguir conociendo esta historia.

    Saludos.

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  6. Siempre hay y hubo la necesidad de dejar por escrito algunas palabras para el recuerdo. Y por lo que leo, en el caso del personaje en cuestión, decir que prefirió embarcarse en asuntos de riesgo antes que conformarse con la paz de los campos de Béjar y Valero.
    Un saludo.

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  7. Curiosa y original manera de rendir homenaje a un personaje relatando su vida en primera persona. Espero la segunda parte.
    Saludos

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  8. Hola Carmen:
    La idea de como contarla me ha gustado...mira que a lo mejor me hago una así :D

    Besos.

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  9. Hola Carmen, tu manera de contar en segunda persona la biografía del segundo Marqués de Valero es muy curiosa y me ha gustado. Espero la continuación.

    Besos de Espíritu sin Nombre.

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  10. ·.
    Buen trabajo, com siempre.
    Encontrarse de entrada con la pintura del ilustre ya da un poco de susto. No sé que pasaría si regresara esa moda ahora...
    Un abrazo Carmen

    La Mirada Ausente · & · Cristal Rasgado

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    1. El marqués sigue la moda de París,la impuesta por Luis XIV de pelucas y rostro empolvados. Seguro que llevaba calzados unos zapatos con tacón y hebilla... Vamos a hacer el ejercicio al revés. ¿Te imaginas que nos visitara don Baltasar en este 2018 y viera a las mujeres llevando pantalones? El susto, sin duda, se lo llevaría él.
      Un abrazo

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    2. Puestos a imaginar... nosotros, ahora, podrías entender aquello. Tenemos los elementos.
      Él, ahora, no entendería nada. Tal vez su cerebro fuese incapaz de comprender algo de lo que viese.
      Gracias por tu respuesta, Carmen.

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  11. Carmen, quedo a la espera de la continuación.
    Un abrazo,

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  12. Un repaso por la vida de este ilustre personaje.Aunque en otra entrada, sino me falla la memoria; publicaste una reseña de su ilustre hermano "El Buen Duque" fallecido en tierras de Hungría.

    Esperando saber más de este ilustre caballero.

    Un abrazo feliz semana Carmen.

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    1. No te falla, Bertha. Tienes muy buena memoria. Dos ilustres hermanos.
      Besos

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  13. Una muy literaria y atractiva forma de contarnos la semblanza de este personaje.
    Saludos.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.