Autora: Carmen Cascón Matas
Hace unos días volvía a la palestra digital el lienzo El pino de Béjar, del pintor impresionista Darío de Regoyos, expuesto en el Museo del Prado. En su red social de twiter la pinacoteca lo elegía “obra del día” de su colección expuesta a ojos del público. Su estancia en el Prado es relativamente reciente al haber sido donada por el coleccionista Hans Rudolf Gernstenmaier junto a otras once obras pictóricas en 2019. La tela recoge como centro de la composición un pino fuertemente iluminado por la luz, de tal manera que la sombra de su tronco destaca sobre la pared de un murete que se desarrolla por detrás, ocupando sus sillares la mitad del lienzo. En la mitad derecha, tras el muro que concluye, se abre la sierra de Béjar, nevada a trechos, con el monte del Castañar verde y frondoso a sus pies y una línea de chopos enmarcando, suponemos, un camino. A las plantas del árbol gigante, se ampara una humilde huerta, quizá de patatas, ya en sombra.
El pino de Béjar. Darío de Regoyos. Museo del Prado
Contamos hace un tiempo[1] que el artista, uno de los máximos exponentes del impresionismo en España, había recalado en Béjar y en Candelario en el año exacto de 1900, llegando a nuestra ciudad en tren desde Salamanca. Gustaba de viajar y recorrer distintos puntos del país, cuyos pueblos, gentes y costumbres dejaba plasmadas en el lienzo. En su obra no eran ajenos temáticas tales como el choque de la modernidad con la tradición y eran frecuentes elementos novedosos como el ferrocarril, los puentes de hierro y los avances de la técnica.
No sabemos si recaló por casualidad o quizá por recomendación de algún intelectual o amigo, como don Miguel de Unamuno[2] –gran conocedor de estas tierras-, el caso es que se alojó varios días en una pensión o pequeño hostal situado en plena Plaza Mayor, en el edificio actual del Abrasador más o menos, desde cuyo balcón pinta una soberbia obra maestra: Huelga en Béjar, 1900 (colección particular). En la misma Plaza pinta otro lienzo que se expuso en el Museo Thyssen en una muestra temporal sobre Regoyos, en el que la visión se sitúa bajo los soportales teniendo el campanario de El Salvador… Conocemos que se colocó frente a la ciudad en un punto concreto, teniendo en su frente la torre campanario de San Juan para pintar Día de viento en Béjar (colección particular), con los árboles que se inclinan por obra y gracia del aire, y los edificios de las traseras de la Calle Mayor como exponentes pétreos del caserío. Quizá la vista se tomase en el camino de ascenso al Castañar, desde el paraje de Santa Ana o de la Fuente del Lobo. Desconocemos aquellas jornadas supusieron alguna obra más en el haber del artista, la cuestión es que después Regoyos marchó a Candelario, donde las musas le visitaron de nuevo, plasmando Sierra de Béjar, la hora pálida o Candelario.
Postal antigua de Béjar, donde se puede ver perfectamente
la envergadura del pino
Hemos puesto una señal roja donde se colocó Regoyos para pintar el cuadro
Vamos a centrarnos de nuevo en El pino de Béjar, el por qué le otorga tanta relevancia el pintor, dónde se situaba y otros detalles que podamos extraer de su contemplación. Viendo en detalle las fotografías de la época y de décadas posteriores, sobre el túnel del tren, podemos detectar la presencia de un pino de considerables dimensiones, hoy desaparecido. De hecho, su presencia durante bastantes años provocó que a esa calle las gentes la bautizaran con idéntico nombre, una denominación que hoy subsiste. El pintor pudo tener la primera visión de este gran ejemplar nada más salir del vagón de la estación y mirar hacia el caserío bejarano. Quizá otra persona se lo indicó, el caso es que Regoyos se acercó con su lienzo, su caballete y sus pinceles desde la pensión en la que se alojaba hasta ese paraje concreto, donde crecía orgulloso el famoso pino.
Huelga en Béjar, 1900. Darío de Regoyos.
El escritor y profesor Pedro Ojeda Escudero advirtió hace tiempo que la ficha descriptiva del Museo del Prado en relación a este lienzo erraba al indicar que la fuerte luz protagonista de este cuadro era propia del amanecer. Nada más lejos de la realidad: Regoyos se colocó a los pies del pino mirando hacia el este, luego el muro se desplegaba por detrás del árbol, la sierra por detrás del muro y la línea de chopos se correspondía con la carretera hacia Salamanca. La luz que captó el impresionista, por lo tanto, es la del atardecer. Escribió Ojeda al Museo del Prado y rectificaron en el catálogo en papel, no así en su ficha on line[3], en la que sigue apareciendo la información errónea.
Béjar está presente por medio de este lienzo en la pinacoteca más importante de España y en el segundo más importante, el Reina Sofía, también lo está por medio de La bañista, del escultor bejarano Mateo Hernández.
[1] Cascón Matas, Carmen. «El pintor Darío de Regoyos y su visión pictórica de Béjar y Candelario». https://ccasconm.blogspot.com/2013/03/el-pintor-dario-de-regoyos-y-su-vision.html Cascón Matas, Carmen. «Darío de Regoyos: sus andanzas por Béjar y Candelario». https://bejar.biz/27-dario-regoyos-sus-andanzas-bejar-candelario. Basándome en Rivadeneyra Prieto, Óscar. «Maestros de la pintura en Béjar (siglos XVIII, XIX y XX)». Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2006. Gil Rodríguez, Ángel. «Más información sobre el pintor Darío de Regoyos». Béjar en Madrid, 1 de junio de 2001. Y Gil Rodríguez, Ángel. «Darío de Regoyos, pintor enamorado del paisaje». Béjar en Madrid, 16 de marzo de 2001.
[2] Seguimos en este caso la hipótesis recogida por Ángel Gil. Pero no sería descartable porque en la Casa-Museo Unamuno se atesora un dibujo de Regoyos que representa a un sacerdote que parece ser pintó el artista en Candelario, al margen de la correspondencia mantenida entre ambos. Carles Bastons i Vivanco, Montserrat Escartín Gual. "Epistolario de Darío de Regoyos a Miguel de Unamuno". Revista de Occidente, ISSN 0034-8635, Nº 40, 1984 (Ejemplar dedicado a: Cine y literatura), págs. 74-92.
Darío de Regoyos dibujado por Unamuno
Dibujo de clérigo pintado por Regoyos en Candelario
Casa-Museo Unamuno.
Así es, la luz que incide sobre ese muro y sobre la sierra no puede ser otra que la del atardecer.
ResponderEliminarUn abrazo,
Muchos de los habitantes de Béjar, habrás aprovechado su estancia en Madrid, para visitar el cuadro. Ya la noticia ha sido difundida y la mayoría de sus habitantes tiene conocimiento de ella.
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre es bueno que se hable de una localidad por cosas como esta y no por otras.
ResponderEliminarPor cierto si la hiera pintado este año la sierra sin nieve aunque sería febrero.
Saludos.
Encontró un buen lugar para pintarlo. Mucha nieve había en la sierra.
ResponderEliminarUn abrazo.