Autor: José Muñoz Domínguez
Este despoblado se encontraba en la parte noreste del actual término municipal de Navacarros, a unos 850 metros del conjunto urbano y en el camino hacia La Hoya, San Bartolomé y El Barco de Ávila. Si todavía existiera, se localizaría en las coordenadas geográficas 40o 24' 01,08'' N / 5o 42' 27,93'' W, tomadas en el ángulo sureste de la mayor de sus edificaciones conocidas, a 1160 metros de altitud (figs. 1 y 2).
Como enseguida veremos, la búsqueda de referencias en vecindarios y censos antiguos, junto con otro tipo de documentos de ámbito local, así como en mapas históricos y actuales, aporta datos relevantes para situar en el tiempo y en el terreno la realidad humana que fue Casas del Fraile. Estas fuentes históricas serán de uso recurrente en los demás casos de estudio, así que el lector acabará familiarizándose con ellas. La documentación consultada y la cartografía disponible permiten acreditar la pervivencia de este pequeño lugar habitado, o de algunos de sus restos, a lo largo de 412 años, los que median entre 1534 y 1946, aunque su origen pudiera ser algo anterior.
Localización del antiguo
despoblado de Casas del Fraile cerca de Navacarros. con círculo en color y
punto azul para el ángulo del que se proporcionan coordenadas (elaboración
propia sobre imagen satelital de Google Maps, 2024).
1. Casas del Fraile en el siglo XVI.
El hecho de que el topónimo no aparezca en la aprobación de las Ordenanzas de la tierra de Béjar de 1479 (1), sino tan sólo la aldea de Navacarros y su único anejo de El Palomar (supongo que incluyendo sus dos núcleos, alto y bajo), ya sería indicativo de su inexistencia. Tampoco se registra en el Censo de Pecheros de Carlos I, realizado en 1527-1528 (2), donde sólo se documenta Navacarros. No obstante, en los primeros decenios del siglo XVI podría formar parte de ese concejo rural como los mencionados Palomares Alto y Bajo, que tampoco aparecen de forma expresa en el primer censo a pesar de que el número de vecinos se repite en el siguiente de 1534, cuando ya consta Casas del Fraile como agregado del concejo de Navacarros. En 1527-1528, este concejo contaba con 77 vecinos obligados a tributar el pecho, lo que supondría hasta 308 almas o habitantes si se aplica el habitual coeficiente multiplicador de 4, criterio adoptado por De las Heras Santos para toda la tierra de Béjar durante el Antiguo Régimen (3); a esta cifra de población habría que añadir un número desconocido, pero sin duda exiguo, de vecinos exentos de pago, como clérigos e hidalgos, que en el censo de 1591 se reducen a dos, uno por cada estamento.
La primera referencia explícita a «La Casa del Frayle» (sic, en singular) no se verifica hasta el Censo de la Corona de Castilla de 1534 (4), donde ya figura como agregado de Navacarros junto con El Palomar, dentro de la comunidad de villa y tierra de Béjar y con los mismos 77 vecinos registrados en el censo de 1527-1528. Puesto que el topónimo no consta en el recuento más antiguo, cabe deducir que la fundación del poblado se produjo entre 1528 y 1534, aunque la falta de documentación en esa etapa dificulta la comprobación de hipótesis; no obstante, es razonable pensar que los 77 vecinos contabilizados para los cuatro núcleos de población en 1534 coincidan en su distribución con los del recuento de 1527-1528, lo que vendría a confirmar la existencia de Casas del Fraile entre 1479 y 1528.
El fundador de este pequeño lugar hubo de ser, obviamente, un fraile o bien un Fraile, es decir, un clérigo de alguna de las órdenes mendicantes asentadas en la zona (como Fray Alonso Gómez, natural de Candelario y fraile dominico del convento de San Vicente Ferrer en Plasencia, promotor en 1586 de la cofradía del Rosario en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Navacarros) o bien alguien con ese apellido y cierto vínculo con la población (como Pedro Fraile, vecino de la cercana localidad de La Hoya y benefactor de la misma iglesia de Navacarros, a la que donó un cáliz renacentista según Domínguez Blanca y Cascón Matas); me decanto por el primero, con razonable coincidencia temporal y de condición respecto de los datos conocidos, frente al segundo, que habría generado el topónimo «Casas de Fraile» y no «Casas del Fraile» (5). De ser correcta esta atribución, el poblado se habría construido varias décadas antes de la fundación de la capilla cofrade en 1586, pero, en todo caso, se trataría del núcleo de población más reciente de la tierra de Béjar durante el Antiguo Régimen (6). Al margen de estas cuestiones, habría que preguntarse por qué un fraile querría establecer un lugar poblado en ese enclave: ¿tal vez con el propósito de fundar una granja de retiro para su congregación, como las que ya venían disfrutando los dominicos salmantinos en Valcuevo o los jerónimos de Guadalupe en Mirabel y Valdefuentes? (7).
Aspecto del mismo ángulo en imagen a nivel del suelo
El completo Censo de la Corona de Castilla de 1591 (8) no ofrece nuevos datos sobre el lugar salvo un notable incremento de población del concejo en su conjunto respecto de los datos censales anteriores, con 122 vecinos pecheros más un hidalgo y un clérigo, unos 496 habitantes en total aplicando el coeficiente multiplicador de 4: en sólo 57 años, la población alcanzaba un 61 % más que en 1534, siguiendo parecida proporción de crecimiento a la que se registra en la mayor parte de las comarcas salmantinas. Como término de comparación, conviene no perder de vista las cifras demográficas actuales, con 133 habitantes asignados a Navacarros y 215 entre ambos Palomares, un total de 348 habitantes para el antiguo concejo y, por tanto, 148 efectivos menos que en 1591 (9).
Iglesia parroquial de Navacarros
2. La crisis de población en el siglo XVII
Pocos años después, a finales de septiembre de 1607, se produjo un conflicto entre vecinos de Béjar y otros de La Hoya y Casas del Fraile que se resolvió en los tribunales y aporta algún detalle de interés (10). En la documentación de este pleito se asigna la condición de concejo para los dos enclaves, ambos con entidad jurídica propia y no pedánea o subalterna; como hemos comprobado en los censos anteriores, esa consideración no sería correcta para Casas del Fraile en tanto que anejo de Navacarros. El vecino «casafraileño» se llamaba Alonso Carretero, primer nombre conocido tras el del posible fundador dominico, Fray Alonso Gómez.
Las fuentes de carácter demográfico para el siglo XVII son escasas, pues únicamente se conoce el vecindario de 1646, el fragmentario censo de 1684 y el de 1693-1694, que no he podido consultar. En el vecindario de 1646 sólo consta el número de cabezas de familia del concejo de Navacarros, sin mencionar sus anejos: 50 vecinos, se supone que pecheros, o bien 200 habitantes (11). En el Censo de 1684, conservado tan sólo para la provincia de Salamanca (12), se ratifica la condición de agregado o pedanía que vinculaba Casas del Fraile a Navacarros, el mismo estatus que Palomar Alto y Palomar Bajo. Este vínculo se venía manteniendo durante más de cien años y demuestra que la iniciativa de aquel fraile no pudo prosperar como su fundador hubiera esperado: ya es bastante significativo que se la conozca como tal agrupación de «Casas», una de las formas habituales para referirse a lugarejos de escasa entidad, con pocos edificios dispersos sin formar cuerpo de poblado. Pero lo cierto es que la crisis de población del siglo XVII había dado un buen mordisco al municipio en su conjunto, que en este censo tan sólo anotaba 46 vecinos, incluidos los que mantenían casa en sus tres anejos, es decir, en torno a 184 habitantes, casi un 63 % menos que a finales del siglo XVI. Salvo por deducción proporcional sobre datos muy posteriores (como veremos en la segunda parte), no es posible fijar cuántos de aquellos irreductibles pobladores resistían a la despoblación en la aldea frailuna en un período que, al menos en Béjar, se ha considerado trágico (13).
NOTAS
1. ARCHIVO MUNICIPAL DE BÉJAR (AMB), Sección 2ª, leg. 4, nº 1A (traslado del 8 de mayo de 1479) y 1B (traslado del 20 de mayo de 1479), Ordenanzas de la tierra de Béjar, aprobadas por el concejo de la villa, Béjar, 8 de enero de 1479 (publicado en BARRIOS GARCÍA y MARTÍN EXPÓSITO, Documentación medieval..., doc. 62, pp. 133 a 136).
2. ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS (AGS), Contadurías Generales, leg. 768, Censo de pecheros de 1527-1528, fol. 338r (consultado a través del documento del Instituto Nacional de Estadística, INE, disponible en https://www.ine.es/, publicaciones históricas).
3. DE LAS HERAS SANTOS, José Luis, «Historia social del Estado de Béjar en la Edad Moderna», en HERNÁNDEZ DÍAZ y DOMÍNGUEZ GARRIDO (coords.), Historia de Béjar, vol. I, 2012, pp. 368 a 411 (pp. 365 y 374). En general, mantenemos el criterio seguido por este autor salvo en los casos en que se conozca un coeficiente más aproximado, como ocurre con el vecindario y el censo asociados al Catastro del marqués de la Ensenada y censos sucesivos, en los que se contabiliza explícitamente el número de almas o habitantes (acerca de estos nuevos censos, vid. CAMARERO BULLÓN, Concepción, y AGUILAR CUESTA, Ángel Ignacio, y GARCÍA JUAN, Laura, «El Vecindario y el Censo de Ensenada: el final de una época y el inicio de otra en los recuentos poblacionales», en CT. Catastro, agosto de 2018, Dirección General del Catastro, Ministerio de Hacienda y Función Pública, Madrid, 2018, pp. 31 a 63).
4. GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, Tomás, Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI, Imprenta Real, Madrid, 1929 (consultado en el sitio web oficial https://www.ine.es/prodyser/pubweb/censo_corona/Censo_Corona_F.pdf).
5. Los datos sobre el fraile y el Fraile se encuentran en DOMÍNGUEZ BLANCA, Roberto, y CASCÓN MATAS, María del Carmen, «El proceso constructivo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Navacarros y su patrimonio artístico», en Estudios Bejaranos, nº 13, Centro de Estudios Bejaranos, Béjar, 2009, pp. 67 a 90.
6. Las fechas resultan demasiado extremas para la esperanza de vida de la época, aunque sería perfectamente posible que Fray Alonso fundara el poblado con unos veinte años, poco antes de 1527, y la capilla cofrade en torno a los setenta y nueve o más, lo que redundaría en un arraigo justificativo del topónimo. Otra posibilidad sería una fundación previa a cargo de otro dominico cuya iniciativa fue proseguida por Fray Alonso.
7. Estudio estos casos de granja de retiro, asimilables a la tipología de la villa de recreo, en MUÑOZ DOMÍNGUEZ, José, La villa suburbana El Bosque de Béjar, entre la casa de campo hispánica y los modelos del Renacimiento, apartado 2.2, tesis doctoral inédita dirigida por Miguel Ángel Aníbarro Rodríguez, Departamento de Composición Arquitectónica, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid, Madrid, diciembre de 2024 (pp. 78 a 92).
8. AGS, Dirección General del Tesoro, leg. 1301, Censo de la Corona de Castilla. Vecindario, 1591 (consultado en https://www.ine.es/, publicaciones históricas).
9. Datos extraídos del sitio web oficial del INE correspondientes a 2024.
10. ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE VALLADOLID (ARCHVA), Registro de Ejecutorias, Caja 2027, 65, Ejecutoria del pleito litigado por Lorenzo Gil de Arellano, Juan de Oviedo Figueroa y Pedro García, vecinos de Béjar (Salamanca), con [los vecinos de] los concejos de La Hoya (Salamanca) y Casas del Fraile (Salamanca), Alonso Hernando y Alonso Carretero, Valladolid, 31 de septiembre de 1607, ante Pedro de Angulo Toro (escribanía Varela).
11. AGS, CCA, DIV, leg. 23, Vecindarios de la Corona de Castilla y Reinos de Navarra, Aragón y Valencia, 1646 (consultado en https://www.ine.es/prodyser/pubweb/vecindarios/vecindarios_1646.pdf).
12. AGS, Contaduría Mayor de Cuentas, tercera tanda, leg. 3196, Censo de la provincia de Salamanca, 1684. Dato extraído de RODRÍGUEZ ARZÚA, Joaquín, «Censo de 1684 de la provincia de Salamanca», en Salamanca. Revista de Estudios, nº 44, Diputación de Salamanca, Salamanca, 2000, pp. 433 a 497 (p. 450).
13. Vid. MARTÍN LÁZARO, Antonio, «Años trágicos. Siglo XVII», en Béjar en Madrid, nº 185, Béjar, 1 de septiembre de 1924, donde se documentan situaciones de hambruna y mortandad en la ciudad durante los peores decenios de ese siglo.
Unas épocas malas , la esperanza de vida en esas épocas era muy dura por las condiciones.
ResponderEliminarMuy interesante esos censos , siempre ha sido necesario echar mano del clero y los hidalgos para poder aglutinar gente entre la fe y las necesidades de subsistencia .
Esperando saber más de esta interesante crónica.
Un abrazo
La diferencia entre la denominación como "Las" o "La" de esta población creo solo ocurrió en esa localidad, anejo a Saldaña existe una localidad llamada San Martín del Obispo. Pero en algún lugar vi que su denominación primigenia era San Martín Obispo y que en realidad es un barrio de Saldaña cuyo templo esta dedicado a San Martín de Tous. Este barrio junto otro que destruyo las crecidas del río, llamado San Juan, junto lo que es el núcleo de la población constituían la localidad de Saldaña.
ResponderEliminarSaludos.
Sería interesante que alguien estudiara el poblamiento antiguo en torno a Saldaña, que yo desconozco completamente, aunque retengo un par de buenos recuerdos de la ciudad: el primero, un cuadro que pinté de un bello rincón de su plaza porticada con motivo de un concurso de pintura rápida hace décadas; el segundo, el escudo con dos salvajes tenantes situado en el palacio del marqués de la Valdivia, que incluimos Gabriel Cusac y yo en el libro aquél sobre salvajes y Hombres de Musgo. Saludos. José Muñoz
EliminarJuan González Castellano comenta en Facebook a propósito de esta entrada:
ResponderEliminar"La Redondilla, por favor, tenemos pocos datos".
Pues daremos gusto a Juan. Cuando se publiquen las dos partes que quedan de Casas del Fraile, prometo ponerme con La Redondilla. José Muñoz
EliminarEstimados Carmen y José Muñoz (a quien no tengo el gusto de conocer), esta serie promete ser documentada y copiosa. Intuyo que abordará las disciplinas que motivan mis intereses: la historia del territorio y la toponomástica.
ResponderEliminarLa toponimia siempre es difícil, pues no se ajusta a reglas y, por ello, no puede seguirse ningún método lineal para su elucidación. Pero, en este caso, me aventuraré a decir que en el relativo "de" veo más bien un posesivo que no una relación fundacional.
El hecho de que figure, desde sus inicios, con el singular "Casa" para reconocer a una población de pecheros asentados, parecería aludir a una explotación agropecuaria en que la mayor parte de sus trabajadores se acogen a un gran edificio; a la manera de los cortijos andaluces o, efectivamente, a las granjas de los jerónimos de Guadalupe. A más de las muy nombradas Mirabel y Valdefuentes, podríamos mencionar otras varias explotaciones guadalupenses menos conocidas, con nombres muy explícitos a pesar del contingente humano que albergaban: Casa de la Vega (Campo Lugar), Casa de Malillo (Zorita), Casa de la Dehesilla (Guadalupe), Caserío del Rincón (Logrosán), Cortijo de San Isidro (Navalvillar de Pela)... De todas ellas, se sabe que explotación y trabajadores estaban bajo el cargo de un fraile al mando, sólo uno, y ello debido a lo problemático de obtener la dispensa papal que eximiera al religioso para residir fuera del cenobio y ajeno a la obligada vida en comunidad. Y, de hecho, algunos de estos lugares han pasado al acervo como "Casa del Fraile" o "Casa del Cura"...
Sin embargo, no me inclino por esta hipótesis de la granja monacal. A todos los lugares mencionados más arriba, se les quiso dotar de una arquitectura más o menos monumental o "de prestigio", que siempre deja restos, y no parece ser el caso de esta Casa del Fraile que nos ocupa. En espera de nuevas entregas de esta serie, es también muy extraño que tampoco haya quedado rastro testimonial en forma de inventarios, ordenanzas o reglas de gobierno de esta casa, muy propios de los fondos documentales de los monasterios...
Aventuraré, de nuevo, mi propuesta. Tengo para mí que el nombre del lugar alude a la concesión, en propiedad, de la tal explotación agropecuaria a algún caballero con el título de "Frayle" o "Freyle", esto es, a un miembro de alguna orden religioso-militar de caballería. Posiblemente, de la Orden de Alcántara (al fin y al cabo, fundación salmantina en origen). Dada la vinculación de los Zúñiga, poseedores del territorio, con dicha Orden, es probable que estemos hablando de una dependencia clientelar y una concesión por servicios prestados. En la ingente archivística que se conserva de la Orden de Alcántara puede estar la respuesta... De momento, considerad todo esto como la elucubración de un friqui (servidor).
Saludos muy cordiales.
Me alegra que esta serie sobre los despoblados de la Tierra de Béjar tenga tan buena acogida. Mi intención, ya expresada en la entrega 0, era poner sobre el mapa lo que el tiempo ha borrado, pero con lectores expertos como Ángel Mª Ridruejo tendré que ponerme el listón más alto. No oculto algunas carencias de este trabajo, precisamente por ser su propósito más modesto: no he podido manejar alguno de los censos y faltaría la consulta de archivos del Clero, entre otras fuentes. Como también indiqué en la entrega 0, y de cara a una posible publicación monográfica, sería ese el momento de completar datos, proceder al trabajo de campo, trazar alguna planimetría en caso de conservarse restos reconocibles, etc., tareas que, por ahora, no puedo abordar por diversos motivos personales y académicos. Eso sí, tomo buena nota de las reflexiones y propuestas de Ángel, que agradezco mucho y tomaré en consideración. Por otra parte, reitero mi invitación a otros lectores, sobre todo paisanos, para que proporcionen noticias sobre los despoblados de nuestra tierra: seguro que entre todos, expertos y gente de la zona, podremos mejorar el conocimiento sobre estos lugares entregados al olvido. Salud. José Muñoz
EliminarInteresantísima la propuesta que hace Ángel y los comentarios siempre documentados que aporta a este humilde blog.
EliminarSaludos a los dos.
Pienso que el autor de este artículo, habrá hecho también un trabajo de campo para ver si queda algún vestigio de esa población, y si fuera positivo nos las pueda mostrar en la segunda parte. Siempre es interesante de ver, si queda algo del mismo, y que nos cuentan esos restos.
ResponderEliminarMe encantan este tipo de investigación, porque con ello se consigue que este tipo de pequeñas aldeas no habite el triste limbo del olvido.
Un abrazo, amiga Carmen.
Como dije en la presentación y comentarios anteriores, el verdadero trabajo de campo lo tendré que dejar para otra fase de la investigación, pues motivos personales y académicos me impiden disponer de horas suficientes para ello en este momento. No obstante, sí que recorrí hace tiempo algunos de los enclaves (otros no, pues sólo recientemente he podido localizar el sitio). En la mayor parte de los casos que pude conocer en la década de los noventa, no hay vestigio alguno del despoblado, de ahí el interés por seguir el rastro en la documentación y en la cartografía antigua; de los que sí quedaban en pie algunos restos (caso de La Redondilla, cerca de La Garganta), espero poder digitalizar a tiempo las fotos analógicas que hice entonces para poder ilustrar las correspondientes entregas de esta serie. Paciencia...
EliminarJosé Muñoz
Muchas gracia, don José, y felicidades por su artículo.
EliminarMiguel García.
ResponderEliminarMi aportación carece de mayor fundamento que el hecho de haber conocido ese lugar en mi niñez (aún podían apreciarse restos de construcciones). En esa época en Navacarros la denominación que todos le daban al lugar, sin excepciones, era "Las Casas del Fraile" y corría cierta línea de opinión en el sentido de que habían estado habitadas por judíos (¡Vaya usted a saber en que se basaban!).
Igualmente, como recuerdos de niñez un tanto desvaídos por el paso del tiempo, pasada Vistahermosa en sentido Vallejera de Riofrío, había una cantera (hoy no debe quedar nada de ella) desde la que la carretera iniciaba un pronunciado ascenso hasta llegar al cruce de la carretera que va a Navacarros, La Hoya, etc. Esa cuesta era conocida como Sanchazurra y, más o menos a mitad de la misma, contaban que en tiempos pasados hubo una pequeña población de la que apenas quedaban los restos de algunas vides e higueras, plantas éstas que, según los lugareños son a los poblados en el reino vegetal lo que los gorriones en el animal.
También me contaron que, situados en ese cruce al que todos llamábamos "El Empalme", a la derecha arrancaba una "calleja" que en sus inicios bordeaba un prado propiedad del padre de mi amigo Ángel, "El Flaco". Ese camino acaba desembocando en un puente que cruza el llamado arroyo Gascón, frente al cementerio de Navacarros y en otro camino que lleva de esta última localidad a Vistahermosa. Pues bien, antes de descender hasta el arroyo, a la derecha del camino, había unas fincas en las que aún había algunos mínimos restos de paredes y en las que al trabajarlas aparecían restos de cerámica (también había vides e higueras). Lo que me contaron es que había sido un poblado judío en el que estos trataron de pasar desapercibidos cuando fueron expulsados.
Apunto estas memorias, que como ven no tienen fundamento alguno de peso, por si al investigador le sirven como referencia.
Un saludo,
Muchas gracias por tus comentarios, Miguel. Los testimonios orales (en este caso escritos) no necesitan fundamento alguno, son pistas, a veces muy fiables, sobre cuestiones que no han quedado registradas en la documentación y son propias de un conocimiento del territorio acumulado durante generaciones. Otra cosa es la interpretación de esos testimonios (por ejemplo, en lo de atribuir la condición de judíos a sus habitantes, pero incluso en este caso la noticia tiene su interés, pues en el imaginario colectivo remoto, lo habitual es identificar tales habitantes como "moros" y no como judíos, así que tal vez haya algo de verdad en ese hipotético pasado judío o quizá converso). Miraré con lupa las áreas con restos de paredones que mencionas, incluso si ya no queda rastro, para poder identificarlas con posibles despoblados. El más cercano a Sanchazurra era sin duda la aldea de Espigatrigo (si no recuerdo mal, uno de los prados de ese pago y cuesta perteneció a la familia de mi tío Felipe, más conocido como "Retales" Felipe); el otro lugar podría ser La Pasadilla o Posadilla, pero lo tengo que estudiar a fondo. Ambos despoblados tendrán aquí la correspondiente entrada o capítulo. En fin, este es el tipo de información al que me refería en la presentación del trabajo, con la salvedad siguiente: ¿en qué años conociste de tus mayores esos datos? Es importante para situar en el tiempo la permanencia de restos materiales. Muchas gracias y un saludo. José Muñoz
EliminarMe alegraría mucho que unos ya desvaídos recuerdos de infancia le pudieran ser de utilidad en un estudio tan interesante como el que ha emprendido. A efectos de fijar temporalmente lo que le relato, en relación con Vallejera de Riofrío le diré que yo dejé el pueblo con diez años o poco más (1960/1961) y, desde entonces, no he vuelto a vivir allí ya que carezco de vínculos familiares o de otro tipo que me unan a esa localidad. En lo que a Navacarros y más concretamente Las Casas del Fraile se refiere, la situación es más o menos la misma, si bien estuve más vinculado a debido a que allí vivían mis abuelos. Estamos hablando por tanto de recuerdos de hace, como mínimo, unos sesenta y cuatro años.
EliminarDado el tiempo transcurrido, aquellos mínimos restos —si es que realmente fueron algo más que el fruto de la imaginación de un niño de como mucho diez años— hoy deben haber desaparecido, especialmente si consideramos el estado de abandono en que se encuentran el campo y los caminos en esas zonas; aunque confío en que no sea así y usted pueda dar con ellos.
Coincido con usted en que la mayor parte de las leyendas que se cuentan sobre este tipo de asentamientos, especialmente en Galicia, hacen referencia a los moros o "mouros" pero en los casos que le relato recuerdo que siempre se hablaba de judíos que trataban de burlar escondiéndose en estos lugares la orden de expulsión. Yo no le doy mucha credibilidad, nos estaríamos remontando a 1492, siglo XV, bajo el gobierno de los Reyes Católicos pero, es lo que recuerdo haber escuchado.
A su vez, no piense usted que estas historias eran contadas por una mayoría de los habitantes de Vallejera o Navacarros. Eran muy pocas personas —hoy ya fallecidas todas ellas— las que se preocupaban o, sin preocuparse, hablaban de estas cosas.
Finalmente, en otro orden de cosas, comentarle que mi madre siempre fue cliente de su tío Felipe "El de los Retales".
Reciba usted un saludo y un abrazo. Ánimo con su investigación.
Muchas gracias, Miguel. Así queda fijado el marco temporal de sus testimonios y así lo incorporaré a lo que resta de la entrega sobre Casas del Fraile (quizá mejor Las Casas del Fraile). La cuestión judía no debe echarse en saco roto y precisamente por ser una explicación menos frecuente que la de los "moros". De ser cierta la leyenda judaica sobre Las Casas del Fraile, habría que retrasar su fundación, como mínimo, a las décadas finales del siglo XV, algo bastante improbable a tenor de lo que he expuesto en este artículo; sin embargo, no se puede descartar la ocupación del despoblado por conversos (o, si se quiere, por marranos o falsos conversos), pues, por maledicencia y antisemitismo, la población cristiana seguía motejando de judíos a quienes tenían un pasado familiar mosaico aunque sus antepasados hubieran abjurado de su fe en 1492. El enfrentamiento entre familias de cristianos viejos y nuevos incluso tuvo episodios de recrudecimiento en Hervás y Candelario entre los siglos XVII y XVIII, como ha estudiado Marciano Martín Manuel (Marciano de Hervás), y no se me olvida aquel libelo escrito y publicado en tiempo récord por el mismísimo Francisco de Quevedo, titulado "Execración contra los judíos", de 1633, referido a la población de un céntrico barrio de Madrid en tiempos del propio escritor. Por tanto, merecería profundizar un poco más en la "hipótesis judaica" para caracterizar esa realidad desvanecida que fue Casas del Fraile. Todavía le pido algo más, ya que menciona vínculos con Vallejera: ¿le suena el despoblado de Albarracín? Saludos. José Muñoz
EliminarNo, el despoblado de Albarracín no me suena. Es más, tenía la esperanza de que pudiera ser alguno de los que le menciono pero ya veo que no.
EliminarLo que sí puedo mencionarle es que ha llegado a mi conocimiento que por alguna curiosa razón entre algunos grupos de senderistas se practica una ruta (Vallejera de Riofrío — La Hoya — Navacarros — Vallejera de Riofrío) a la que denominan como "El Albarracín Bejarano" y... Yo no creo mucho en las casualidades, soy más proclive a creer en las causalidades.
Lamento no poder serle de mayor utilidad en este caso pero, claro, hace ya tantos años que dejé esas tierras y era tan pequeño cuando lo hice que hay muchas cosas que desconozco.
Por cierto, mientras escribía esto, he recordado que en la parte final de la dehesa de Vallejera de Riofrío, conocida como "La Covacha", hay una agrupación de grandes rocas graníticas que forman una especie de cueva o "covacha" a la que llaman "La Casa de la Tía Jacinta" con una parte totalmente llana, siempre me pareció aplanada, delante de ellas en forma de pequeña plazoleta. No creo que allí haya habido población alguna pero...
Un saludo y lamento no haberle podido ayudar en lo de Albarracín.
Gracias por sus aportaciones, Miguel. Conozco la denominación de "Albarracín bejarano" que manejan los senderistas para toda esa zona, pero tiene que proceder del viejo despoblado, del que tengo muy pocas referencias. En lo de La Covacha, parece que está cerca de un pequeño terreno situado junto a la dehesa de Vallejera que tenían mis tíos y mi padre (en realidad, ahora es de sus herederos, entre los que me cuento); tendré que volver por allí un día de estos, a ver si veo algo de interés. Un saludo. José Muñoz
Eliminar
ResponderEliminarNota: Para aclarar que el arroyo Gascón en esa zona también puede ser conocido como Regato Fresnedas