Autor: José Muñoz Domínguez
Este despoblado se encontraba en la parte noreste del actual término municipal de Navacarros, a unos 850 metros del conjunto urbano y en el camino hacia La Hoya, San Bartolomé y El Barco de Ávila. Si todavía existiera, se localizaría en las coordenadas geográficas 40o 24' 01,08'' N / 5o 42' 27,93'' W, tomadas en el ángulo sureste de la mayor de sus edificaciones conocidas, a 1160 metros de altitud (figs. 1 y 2).
Como enseguida veremos, la búsqueda de referencias en vecindarios y censos antiguos, junto con otro tipo de documentos de ámbito local, así como en mapas históricos y actuales, aporta datos relevantes para situar en el tiempo y en el terreno la realidad humana que fue Casas del Fraile. Estas fuentes históricas serán de uso recurrente en los demás casos de estudio, así que el lector acabará familiarizándose con ellas. La documentación consultada y la cartografía disponible permiten acreditar la pervivencia de este pequeño lugar habitado, o de algunos de sus restos, a lo largo de 412 años, los que median entre 1534 y 1946, aunque su origen pudiera ser algo anterior.
Localización del antiguo
despoblado de Casas del Fraile cerca de Navacarros. con círculo en color y
punto azul para el ángulo del que se proporcionan coordenadas (elaboración
propia sobre imagen satelital de Google Maps, 2024).
1. Casas del Fraile en el siglo XVI.
El hecho de que el topónimo no aparezca en la aprobación de las Ordenanzas de la tierra de Béjar de 1479 (1), sino tan sólo la aldea de Navacarros y su único anejo de El Palomar (supongo que incluyendo sus dos núcleos, alto y bajo), ya sería indicativo de su inexistencia. Tampoco se registra en el Censo de Pecheros de Carlos I, realizado en 1527-1528 (2), donde sólo se documenta Navacarros. No obstante, en los primeros decenios del siglo XVI podría formar parte de ese concejo rural como los mencionados Palomares Alto y Bajo, que tampoco aparecen de forma expresa en el primer censo a pesar de que el número de vecinos se repite en el siguiente de 1534, cuando ya consta Casas del Fraile como agregado del concejo de Navacarros. En 1527-1528, este concejo contaba con 77 vecinos obligados a tributar el pecho, lo que supondría hasta 308 almas o habitantes si se aplica el habitual coeficiente multiplicador de 4, criterio adoptado por De las Heras Santos para toda la tierra de Béjar durante el Antiguo Régimen (3); a esta cifra de población habría que añadir un número desconocido, pero sin duda exiguo, de vecinos exentos de pago, como clérigos e hidalgos, que en el censo de 1591 se reducen a dos, uno por cada estamento.
La primera referencia explícita a «La Casa del Frayle» (sic, en singular) no se verifica hasta el Censo de la Corona de Castilla de 1534 (4), donde ya figura como agregado de Navacarros junto con El Palomar, dentro de la comunidad de villa y tierra de Béjar y con los mismos 77 vecinos registrados en el censo de 1527-1528. Puesto que el topónimo no consta en el recuento más antiguo, cabe deducir que la fundación del poblado se produjo entre 1528 y 1534, aunque la falta de documentación en esa etapa dificulta la comprobación de hipótesis; no obstante, es razonable pensar que los 77 vecinos contabilizados para los cuatro núcleos de población en 1534 coincidan en su distribución con los del recuento de 1527-1528, lo que vendría a confirmar la existencia de Casas del Fraile entre 1479 y 1528.
El fundador de este pequeño lugar hubo de ser, obviamente, un fraile o bien un Fraile, es decir, un clérigo de alguna de las órdenes mendicantes asentadas en la zona (como Fray Alonso Gómez, natural de Candelario y fraile dominico del convento de San Vicente Ferrer en Plasencia, promotor en 1586 de la cofradía del Rosario en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Navacarros) o bien alguien con ese apellido y cierto vínculo con la población (como Pedro Fraile, vecino de la cercana localidad de La Hoya y benefactor de la misma iglesia de Navacarros, a la que donó un cáliz renacentista según Domínguez Blanca y Cascón Matas); me decanto por el primero, con razonable coincidencia temporal y de condición respecto de los datos conocidos, frente al segundo, que habría generado el topónimo «Casas de Fraile» y no «Casas del Fraile» (5). De ser correcta esta atribución, el poblado se habría construido varias décadas antes de la fundación de la capilla cofrade en 1586, pero, en todo caso, se trataría del núcleo de población más reciente de la tierra de Béjar durante el Antiguo Régimen (6). Al margen de estas cuestiones, habría que preguntarse por qué un fraile querría establecer un lugar poblado en ese enclave: ¿tal vez con el propósito de fundar una granja de retiro para su congregación, como las que ya venían disfrutando los dominicos salmantinos en Valcuevo o los jerónimos de Guadalupe en Mirabel y Valdefuentes? (7).
Aspecto del mismo ángulo en imagen a nivel del suelo
El completo Censo de la Corona de Castilla de 1591 (8) no ofrece nuevos datos sobre el lugar salvo un notable incremento de población del concejo en su conjunto respecto de los datos censales anteriores, con 122 vecinos pecheros más un hidalgo y un clérigo, unos 496 habitantes en total aplicando el coeficiente multiplicador de 4: en sólo 57 años, la población alcanzaba un 61 % más que en 1534, siguiendo parecida proporción de crecimiento a la que se registra en la mayor parte de las comarcas salmantinas. Como término de comparación, conviene no perder de vista las cifras demográficas actuales, con 133 habitantes asignados a Navacarros y 215 entre ambos Palomares, un total de 348 habitantes para el antiguo concejo y, por tanto, 148 efectivos menos que en 1591 (9).
Iglesia parroquial de Navacarros
2. La crisis de población en el siglo XVII
Pocos años después, a finales de septiembre de 1607, se produjo un conflicto entre vecinos de Béjar y otros de La Hoya y Casas del Fraile que se resolvió en los tribunales y aporta algún detalle de interés (10). En la documentación de este pleito se asigna la condición de concejo para los dos enclaves, ambos con entidad jurídica propia y no pedánea o subalterna; como hemos comprobado en los censos anteriores, esa consideración no sería correcta para Casas del Fraile en tanto que anejo de Navacarros. El vecino «casafraileño» se llamaba Alonso Carretero, primer nombre conocido tras el del posible fundador dominico, Fray Alonso Gómez.
Las fuentes de carácter demográfico para el siglo XVII son escasas, pues únicamente se conoce el vecindario de 1646, el fragmentario censo de 1684 y el de 1693-1694, que no he podido consultar. En el vecindario de 1646 sólo consta el número de cabezas de familia del concejo de Navacarros, sin mencionar sus anejos: 50 vecinos, se supone que pecheros, o bien 200 habitantes (11). En el Censo de 1684, conservado tan sólo para la provincia de Salamanca (12), se ratifica la condición de agregado o pedanía que vinculaba Casas del Fraile a Navacarros, el mismo estatus que Palomar Alto y Palomar Bajo. Este vínculo se venía manteniendo durante más de cien años y demuestra que la iniciativa de aquel fraile no pudo prosperar como su fundador hubiera esperado: ya es bastante significativo que se la conozca como tal agrupación de «Casas», una de las formas habituales para referirse a lugarejos de escasa entidad, con pocos edificios dispersos sin formar cuerpo de poblado. Pero lo cierto es que la crisis de población del siglo XVII había dado un buen mordisco al municipio en su conjunto, que en este censo tan sólo anotaba 46 vecinos, incluidos los que mantenían casa en sus tres anejos, es decir, en torno a 184 habitantes, casi un 63 % menos que a finales del siglo XVI. Salvo por deducción proporcional sobre datos muy posteriores (como veremos en la segunda parte), no es posible fijar cuántos de aquellos irreductibles pobladores resistían a la despoblación en la aldea frailuna en un período que, al menos en Béjar, se ha considerado trágico (13).
NOTAS
1. ARCHIVO MUNICIPAL DE BÉJAR (AMB), Sección 2ª, leg. 4, nº 1A (traslado del 8 de mayo de 1479) y 1B (traslado del 20 de mayo de 1479), Ordenanzas de la tierra de Béjar, aprobadas por el concejo de la villa, Béjar, 8 de enero de 1479 (publicado en BARRIOS GARCÍA y MARTÍN EXPÓSITO, Documentación medieval..., doc. 62, pp. 133 a 136).
2. ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS (AGS), Contadurías Generales, leg. 768, Censo de pecheros de 1527-1528, fol. 338r (consultado a través del documento del Instituto Nacional de Estadística, INE, disponible en https://www.ine.es/, publicaciones históricas).
3. DE LAS HERAS SANTOS, José Luis, «Historia social del Estado de Béjar en la Edad Moderna», en HERNÁNDEZ DÍAZ y DOMÍNGUEZ GARRIDO (coords.), Historia de Béjar, vol. I, 2012, pp. 368 a 411 (pp. 365 y 374). En general, mantenemos el criterio seguido por este autor salvo en los casos en que se conozca un coeficiente más aproximado, como ocurre con el vecindario y el censo asociados al Catastro del marqués de la Ensenada y censos sucesivos, en los que se contabiliza explícitamente el número de almas o habitantes (acerca de estos nuevos censos, vid. CAMARERO BULLÓN, Concepción, y AGUILAR CUESTA, Ángel Ignacio, y GARCÍA JUAN, Laura, «El Vecindario y el Censo de Ensenada: el final de una época y el inicio de otra en los recuentos poblacionales», en CT. Catastro, agosto de 2018, Dirección General del Catastro, Ministerio de Hacienda y Función Pública, Madrid, 2018, pp. 31 a 63).
4. GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, Tomás, Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI, Imprenta Real, Madrid, 1929 (consultado en el sitio web oficial https://www.ine.es/prodyser/pubweb/censo_corona/Censo_Corona_F.pdf).
5. Los datos sobre el fraile y el Fraile se encuentran en DOMÍNGUEZ BLANCA, Roberto, y CASCÓN MATAS, María del Carmen, «El proceso constructivo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Navacarros y su patrimonio artístico», en Estudios Bejaranos, nº 13, Centro de Estudios Bejaranos, Béjar, 2009, pp. 67 a 90.
6. Las fechas resultan demasiado extremas para la esperanza de vida de la época, aunque sería perfectamente posible que Fray Alonso fundara el poblado con unos veinte años, poco antes de 1527, y la capilla cofrade en torno a los setenta y nueve o más, lo que redundaría en un arraigo justificativo del topónimo. Otra posibilidad sería una fundación previa a cargo de otro dominico cuya iniciativa fue proseguida por Fray Alonso.
7. Estudio estos casos de granja de retiro, asimilables a la tipología de la villa de recreo, en MUÑOZ DOMÍNGUEZ, José, La villa suburbana El Bosque de Béjar, entre la casa de campo hispánica y los modelos del Renacimiento, apartado 2.2, tesis doctoral inédita dirigida por Miguel Ángel Aníbarro Rodríguez, Departamento de Composición Arquitectónica, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid, Madrid, diciembre de 2024 (pp. 78 a 92).
8. AGS, Dirección General del Tesoro, leg. 1301, Censo de la Corona de Castilla. Vecindario, 1591 (consultado en https://www.ine.es/, publicaciones históricas).
9. Datos extraídos del sitio web oficial del INE correspondientes a 2024.
10. ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE VALLADOLID (ARCHVA), Registro de Ejecutorias, Caja 2027, 65, Ejecutoria del pleito litigado por Lorenzo Gil de Arellano, Juan de Oviedo Figueroa y Pedro García, vecinos de Béjar (Salamanca), con [los vecinos de] los concejos de La Hoya (Salamanca) y Casas del Fraile (Salamanca), Alonso Hernando y Alonso Carretero, Valladolid, 31 de septiembre de 1607, ante Pedro de Angulo Toro (escribanía Varela).
11. AGS, CCA, DIV, leg. 23, Vecindarios de la Corona de Castilla y Reinos de Navarra, Aragón y Valencia, 1646 (consultado en https://www.ine.es/prodyser/pubweb/vecindarios/vecindarios_1646.pdf).
12. AGS, Contaduría Mayor de Cuentas, tercera tanda, leg. 3196, Censo de la provincia de Salamanca, 1684. Dato extraído de RODRÍGUEZ ARZÚA, Joaquín, «Censo de 1684 de la provincia de Salamanca», en Salamanca. Revista de Estudios, nº 44, Diputación de Salamanca, Salamanca, 2000, pp. 433 a 497 (p. 450).
13. Vid. MARTÍN LÁZARO, Antonio, «Años trágicos. Siglo XVII», en Béjar en Madrid, nº 185, Béjar, 1 de septiembre de 1924, donde se documentan situaciones de hambruna y mortandad en la ciudad durante los peores decenios de ese siglo.
Unas épocas malas , la esperanza de vida en esas épocas era muy dura por las condiciones.
ResponderEliminarMuy interesante esos censos , siempre ha sido necesario echar mano del clero y los hidalgos para poder aglutinar gente entre la fe y las necesidades de subsistencia .
Esperando saber más de esta interesante crónica.
Un abrazo