Amigos de Béjar y sus historias

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3/22/2025

Pueblos sin gente / 2 (4ª parte y final) La Redondilla cerca de La Garganta (ca. 1446-1900)

Autor: José Muñoz Domínguez

 6. Redondilla, topónimo recurrente

      Una búsqueda muy somera del nombre Redondilla arroja decenas de resultados en toda la geografía española, generalmente como topónimo menor y en ocasiones de forma compuesta, como en el caso de Navarredondilla (Ávila), la antigua Navarredonda medieval que hasta el siglo XVII era homónima de otro despoblado o falso despoblado bejarano, la Navarredonda situada en la ribera del Cuerpo de Hombre, de la que me ocuparé en otra entrega de esta serie. 

      En su versión más simple, tenemos unas cuantas redondillas repartidas por la piel de toro: la Dehesa y el Cortijo de la Redondilla (Cáceres), los yacimientos de la Redondilla en Daganzo de Arriba (Madrid) y Muñopepe (Ávila), la Redondilla –y la Redonda– cerca de Rascafría (Madrid), la Redondilla de Boecillo (Valladolid), la laguna de la Redondilla en el conjunto lacustre de Ruidera (Albacete), la Peña Redondilla en Sotresgudo (Burgos), el despoblado de la Redondilla o la Redondiella cerca de Doña Santos y Santo Domingo de Silos (sureste de Burgos), el paraje de la Redondilla en el despoblado de Valdemoro, dentro del municipio de San Pedro Manrique (norte de Soria), la Hoya de la Redondilla en Zenzano (centro de La Rioja), los parajes nombrados la Redondilla en Alanís (Sevilla), Las Juntas (Granada), Borox (Toledo), Bustillo de la Vega (Palencia), Perogordo (Segovia) y Zorita de la Frontera (Salamanca) o la Casa de la Redondilla en Puente Viesgo (Cantabria), entre otras referencias aún menores. Además, diversos cognados de este topónimo se registran en otras lenguas peninsulares, como el gallego, con varias redondelas entre las provincias de la Coruña y Pontevedra, junto con su homónimo en Isla Cristina (Huelva), o bien se conocen formas antiguas como la Redondiella en Asturias (ejemplos de Berodia y Cabrales, majadas de Onís, Cangas, etc.) y la situada cerca de Santo Domingo de Silos, ya mencionada. 

Fig. 1. Imagen satelital de la laguna Redondilla en Ruidera, Albacete, como ejemplo de motivación de un topónimo por la forma del lugar nombrado (Google Maps, 2024; el recuadro es mío).


         En todos estos casos, el topónimo se presenta claramente como diminutivo castellano, gallego o asturleonés del adjetivo latino rotunda («redonda») y, por tanto, con el significado de «pequeña campa redondeada» (1), referido a la forma característica de su enclave natural, tan evidente en ejemplos como la laguna manchega (fig. 1), o del lugar del asentamiento, sin excluir la posibilidad de una motivación indirecta, por efecto del proceso repoblador desde una hipotética Redondiella-Redondilla original, fenómeno bien conocido que se constata en la zona de Béjar con homónimos exclusivos como Becedas, Mansilla, Neila, Sorihuela o Valvanera-Valvaneda en el territorio limítrofe entre las actuales provincias de Burgos, Soria y La Rioja (2). El solar de nuestro despoblado, un pequeño altozano definido por la orografía y delimitado por la primitiva red viaria en forma aproximadamente circular (fig. 2), parece suficiente motivo para justificar el topónimo sin recurrir a posibles homónimos riojanos, sorianos o burgaleses, si bien no habría que descartar su presencia en el alfoz de Béjar por importación repobladora, en cuyo caso convendría dirigir la atención hacia las cuatro redondillas localizadas en esa zona del Macizo Ibérico, y en particular al despoblado de la Redondiella del ámbito silense, documentado desde 1125, próximo a la Hoz de Redondilla y al paraje de Campa Redondo (término municipal de Doña Santos), a sólo siete km de Santo Domingo de Silos y siempre dentro del alfoz de Lara, una de las áreas de procedencia de la repoblación medieval del alfoz de Béjar (vid. notas 2 y 3 y fig. 3). 



Fig. 2. Solar de la Redondilla en el fotograma aéreo de 1979 (Fototeca del IGN; el color es mío).

Fig. 3. Localización aproximada del despoblado de la Redondiella cerca de Doña Santos, alfoz de Lara, Burgos, posible lugar de origen de los repobladores de la Redondilla y la Garganta en el alfoz de Béjar (MTN a partir del visor Iberpix del IGN; el recuadro es mío).


      Al margen de estas consideraciones, y sin perder su forma como diminutivo, también podría tratarse de una variante evolucionada a partir del término «Rehondilla», referido por tanto a un lugar profundo o recóndito. Las características del enclave desmienten tal extremo, que cuadraría mejor con el pueblo vecino de la Garganta, pero los topónimos cercanos de la «Poza hondilla» (a corta distancia hacia el este del despoblado) y de un contradictorio «Alto de la Hondilla» (a poco más de un kilómetro hacia el oeste), de acuerdo con el croquis de 1900, se empeñan en contradecir la primera y más lógica explicación. En todo caso, tanto los topónimos Hondilla y Rehondilla como su evolución en Redondilla han sido relacionados por García Pérez (4) con lugares donde se mantienen rodales relícticos de tejo (Taxus baccata), pero el autor se limita a constatar la coincidencia de tan hermosos árboles en lugares con esos y otros nombres sin explicar la relación causal del topónimo con la especie. Ignoro si hay o hubo tejos en las inmediaciones del asentamiento redondeño, inmerso en un paisaje ancestral poblado por castaños desde finales de la Edad Media, aunque esta posibilidad me parece un tanto rebuscada. En ausencia de otras posibles explicaciones que tal vez puedan surgir, prefiero la cautela y el sentido común que expresaba el filólogo Marcos Casquero en su interpretación del topónimo Cantagallo, localidad cuyo término comparte límite meridional con el de la Garganta y la Redondilla. Así concluía Marcos Casquero su artículo como alegato contra los habituales excesos interpretativos de la toponimia: 


creemos que no hay que acampanar la voz ni intentar urdir explicaciones altisonantes, ampulosas y campanudas más allá de la realidad más inmediata, que, en este caso, sin duda coincide con lo que hemos calificado de 'etimología popular', esto es, la alusiva al canto del gallo. (5) 


      Huyendo de tales excesos, me inclino por interpretar el topónimo la Redondilla bajo la hipótesis topográfica, en tanto que pequeña campa o terreno de aspecto redondeado, o bien histórica, por repetición del topónimo la Redondiella-la Redondilla de sus repobladores, oriundos del alfoz de Lara.



7. La leyenda fundacional


        Siento tener que ser yo, pero alguien tenía que decirlo: la Garganta no pudo ser fundada por los habitantes de la Redondilla, como pretende la tradición. De acuerdo con las diferentes versiones de su leyenda fundacional, se da por cierto que la población más antigua (la Redondilla), fue abandonada por su vecindario para crear el nuevo asentamiento en el valle (la Garganta), dejando bien claro que la primera dejó de serlo para que la otra naciera y prosperase, es decir, en sucesivas ocupaciones humanas excluyentes entre sí. Majada Neila establece incluso la completa identidad entre ambos enclaves por ser un mismo conjunto de habitantes los que pasaron de uno al otro: «La historia de La Garganta comienza con la historia de Redondilla, 'el pueblo viejo', porque de un solo pueblo se trataba. Fueron los mismos hombres y mujeres que se mudaron de casa» (6). Según la tradición oral, la causa del abandono fue tan expeditiva como inopinada: nada menos que una plaga de víboras (fig. 4), aunque su reformulación por eruditos locales, como el propio Majada Neila, redunda en versiones matizadas de racionalidad que resultan, empero, tan infundadas como la proliferación reptiliana. De acuerdo con este investigador, el abandono de la Redondilla se remontaría al período medieval y estaría relacionado con la pacificación de la frontera, con supuestas diferencias climáticas y con un renovado interés por la agricultura: 

Fig. 4. Nido de víboras en un grabado antiguo, legendario terror de los vecinos de la Redondilla (fragmento de ilustración tomado de https://es.vecteezy.com/arte-vectorial/13633422-nido-de-viboras-ilustracion-vintage).

 

cuando el peligro musulmán estaba ya lejos, la situación estratégica de Redondilla perdió su valor y comenzaron a verse sus inconvenientes o mejor, las ventajas de algunos vecinos que se habían instalado en el mismo centro del pequeño valle: el nuevo emplazamiento era mucho menos frío que el antiguo; su cercanía al otro valle, que mira a Hervás, y que durante siglos constituiría –y hoy sigue constituyendo– la mayor riqueza agrícola del pueblo. (7) 


        A pesar de proponer esa terna de explicaciones racionales, no deja de recordar, y hasta cierto punto avalar, el arraigado relato legendario: 


Según la tradición oral, Redondilla es abandonada por sus habitantes 'por una plaga de víboras'. Quizá la leyenda tenga su pizca de razón y éste fuera uno de los inconvenientes. (8)


        En los años en que Majada Neila escribía su Cancionero, mediados de la década de los 80, apenas se discutía la consabida dinámica de invasión islámica y subsiguiente reconquista cristiana establecida por la vieja historiografía, dando por hecho que el conflicto entre ambas partes se reproducía sin excepciones en todo territorio fronterizo, pero lo cierto es que la amenaza musulmana, de acuerdo con la documentación y la nueva historiografía, fue prácticamente inexistente en esa parte de la Cordillera Central, reducida a breves incursiones almohades en la zona de Béjar y, desde luego, sin el apoyo de ningún asentamiento militar «sarraceno» (9), un período de cierta inestabilidad que concluyó con la pacificación de toda la Transierra desde 1212, tras la victoria cristiana en las Navas de Tolosa: difícilmente pudo afectar esa ínfima amenaza a la permanencia de un pequeño poblado serrano que Majada Neila, sin la menor evidencia y sin condiciones poliorcéticas de ningún tipo, supone preexistente a la repoblación del territorio como presunto castro fortificado

        Tampoco parece muy convincente un traslado súbito por mejoras de la calidad de vida, pues en el entorno de la Redondilla, situado a poco más de un kilómetro de la Garganta y sólo 30 o 40 metros más elevado, las condiciones climatológicas apenas difieren de las del valle y no faltan los castañares, los pastos y las huertas sostenidas sobre bancales, con riego desde los tres pequeños cursos de agua que rodean el lugar, los arroyos Redondilla, Cabezuelo o Pisardina y de la Cuadra o Tesomero. 

         Finalmente, si los primitivos redondeños se hubieran visto azuzados por la improbable invasión viperina, la documentación habría mostrado una nítida sucesión entre la comunidad cesante y la recién nacida, pero lo que hemos podido constatar es exactamente lo contrario: ambos núcleos de población coexistieron durante un par de siglos como mínimo (desde antes de 1446 hasta después de 1635), y siempre con parecida proporción de sus efectivos poblacionales. 

         Pero es que la explicación legendaria, imbuida del pensamiento mítico, ni siquiera es original o exclusiva de estas dos localidades. Veamos algunos ejemplos en territorios de toda España. Con el mismo componente que el relato garganteño, la leyenda se repite en la ciudad perdida de Zalía ¬cerca de Alcaucín (Málaga), donde las víboras atacaron a sus habitantes al renegar de la fe impuesta por el primer obispo de la diócesis malacitana; un caso muy parecido es el del despoblado de Torrealba o Torralba, obispo mediante, abandonado por culpa de una plaga de serpientes (o bien de langostas, según otra versión) para poblar las localidades cercanas de Torremocha, Valdefuentes, Benquerencia y Botija (Cáceres); el de Berzocana cerca de Guadalupe (Cáceres); el de Jambrina respecto de Cabezo (Hurdes cacereñas) y Selganao respecto de Las Mestas (Hurdes salmantinas); del despoblado de Castril (Soria) o de Valmores respecto de Olmeda (Madrid). Buena parte de estos ejemplos fueron mencionados por Domínguez Moreno en su trabajo sobre los despoblados extremeños, entre los que también incluye el caso de la Redondilla respecto de la Garganta


         Del mismo modo sorprende un tanto, puesto que su carácter de taumaturgo salta a la vista, que San Antón Abad, el que fuera patrón de la parroquia, no manifestara su poder protector contra la plaga de víboras que asoló la localidad de Redondilla, haciendo huir a todos sus habitantes. Estos fugitivos del “pueblo viejo” se instalaron a media legua de sus lares, fundando la actual Garganta de Baños. (10) 


           En otras leyendas se sustituyen las escurridizas víboras o serpientes por hormigas o termitas asesinas, según los relatos recogidos en buen número de localidades: el abandono de Egido de Zentenera respecto de Aldeanueva (Cáceres), La Avellaneda respecto de Castañar de Ibor (Cáceres), San Román respecto de Peraleda de San Román (Cáceres), Valdepalacios respecto de Logrosán (Cáceres), Torrejón (Cáceres), San Antón cerca de Trujillo (Cáceres), Hijovejo respecto de Quintanar (Badajoz), Cheles el Viejo (Badajoz), Bodoncillo respecto de Tiñosillos (Ávila), Los Llanos (Ávila), Urrez, San Millán de Lara, Barruyuelo y Pradovilla (Burgos), Golván, Lérida y Herreruela (Soria), Navacerías cerca de Brías (Soria), Quintanar junto a Bayubas de Abajo (Soria), Morenglos (Guadalajara), Annos respecto de Estremera (Madrid), Daganzuelo (Madrid) o Barriales (León). Y todavía se conocen casos similares por envenenamiento de pozos o comida, como en Santo Domingo respecto de Tajueco, Mortero cerca de Almarza y Arévalo de la Sierra o Vadorrey cerca de Quintanas de Gormaz, todos tres en Soria. 

 Plaga de Egipto

 

          Parte de los casos aquí mostrados se ajustan al patrón de la culpa: los vecinos incumplen algún mandato divino o costumbre piadosa y reciben una plaga cuasi egipcia como riguroso castigo, pero en los demás, incluido el que aquí nos ocupa, la desgracia ni siquiera viene provocada por ningún mal proceder individual o colectivo: hormigas, langostas o víboras llegaron por que sí. 

          Regresando al universo del logos, y de acuerdo con la documentación manejada, lo único cierto es que el lugar de la Redondilla nunca conoció un período previo a la existencia de su localidad vecina ladera abajo, y la documentación demuestra que tampoco se produjo su abandono para hacer posible la fundación de la Garganta, sino que ambos asentamientos mantuvieron durante siglos su propia entidad jurídica, después bajo una dependencia eclesiástica y probablemente concejil de la entidad menor y, finalmente, como próspero municipio de montaña el uno y despoblado el otro sin mediar más víboras de las que por allí son naturales.


8. Recapitulación y conclusiones

        En las páginas anteriores hemos podido documentar la existencia de la Redondilla desde la primera mitad del siglo XV hasta su vaciamiento antes de 1768, dentro de un proceso en el que la independencia inicial devino en agregado eclesiástico a finales del siglo XVI y en probable pedanía del concejo de aldea de la Garganta poco después, cuando se transformó en despoblado, y así se mantuvo entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII, etapa previa a su abandono y ruina durante los siglos XIX y XX, los tristes despojos de nuestros días. Mayor recorrido temporal tuvo su iglesia de San Antón, hasta el punto de suplantar como topónimo al primitivo de la Redondilla debido al sostenimiento del culto durante la primera mitad del siglo XIX. Desde 1900, ambos nombres propios persisten en la cartografía y en la toponimia menor de las parcelas, lo que permite la restitución gráfica del término e incluso del núcleo habitado, al menos como presupuesto de partida para la investigación (figs. 6, 7 y 10 de la tercera parte). Un adecuado trabajo de campo sobre los restos materiales conservados en superficie, mediante imágenes de drone y mediciones sobre el terreno, sin duda permitirá mejorar tales hipótesis.
Próxima parada: las Casas del Robledo junto a San Bartolomé (Ávila).


NOTAS
1. Vid. CONCEPCIÓN SUÁREZ, Julio. Diccionario etimológico de toponimia asturiana, edición revisada y actualizada, El Sastre de los Libros, Oviedo, 2017, voz Redondiella.
2. Vid. MUÑOZ DOMÍNGUEZ, José. La Plaza Mayor de Béjar. Aproximación morfológica e histórica a un espacio público generador de la ciudad, col. Discursos de Ingreso nº 20, Centro de Estudios Bejaranos, Béjar, 2003, p. 24 y n. 32. El caso más evidente es el de la zona burgalesa de Neila (localidad, sierra, río y laguna de tal nombre) con homónimos exclusivos en la zona de Béjar (pico, aldea, barrio bejarano y apellido común en Béjar, Candelario y la Garganta), junto con los otros topónimos mencionados que en conjunto remiten a una concreta procedencia de los repobladores medievales en la comarca de las Cinco Villas riojanas y los alfoces de Lara (Burgos) y Covaleda (Soria).
3. ESCALONA MONGE, Julio, Transformaciones sociales y organización del espacio en el alfoz de Lara en la Alta Edad Media, tesis doctoral dirigida por Carlos Estepa Díez, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1996, p. 450.
4. GARCÍA PÉREZ, Guillermo: «Toponimia del tejo en la Sierra de Gredos», en Arba, Boletín de Arba, nº 14, Asociación Española de Arboricultura, Valencia, 2004 (pp. 15-16), «Toponimia del tejo en la Sierra de Gredos» (continuación), en Arba, nº 18, 2007 (pp. 29-30), y «Toponimia del tejo en la Península Ibérica», en Ecología, nº 22, Parques Nacionales, Madrid, 2009 (pp. 305 a 356), entre otros trabajos similares.
5. MARCOS CASQUERO, Manuel Antonio, «Sobre el nombre de Cantagallo», en Béjar en Madrid, julio de 2011 (Disponible desde el 22 de agosto de 2011 en el blog Pinceladas de Historia Bejarana, cuarta parte del artículo en https://ccasconm.blogspot.com/2011/09/sobre-el-nombre-de-cantagallo-4-parte-y.html).
6. Las explicaciones racionales de MAJADA NEILA, Cancionero..., p. 17, aunque discutibles, han tenido notable fortuna en la divulgación institucional –de signo inevitablemente turístico– y en diversos sitios web y blogs promocionales: valgan como ejemplo las referencias proporcionadas por la Diputación de Cáceres (https://diputacionimpulsa.com/municipios/garganta-la/) y de actividades de geocaching y senderismo (https://www.geocaching.com/geocache/GC29RXQ_la-redondilla), si bien en esta última ya se admite la posibilidad de un abandono paulatino.
7. Ibidem. 

8. Ibid.
9. Vid. MARTÍN MARTÍN, María del Carmen, «Reconquista y Repoblación de la Tierra de Béjar», en HERNÁNDEZ DÍAZ, José María, y DOMÍNGUEZ GARRIDO, Urbano (coords.), Historia de Béjar, vol. I, capítulo 5, Centro de Estudios Bejaranos, Béjar, 2012, pp. 205 a 219. Acerca del carácter exclusivamente cristiano del asentamiento de Béjar y su alcazaba, vid. MUÑOZ DOMÍNGUEZ, La Plaza Mayor de Béjar..., pp. 15 a 20, y en MUÑOZ DOMÍNGUEZ, «El Palacio Ducal de Béjar. Ocho siglos de historia», en AA. VV. Piedra y pedagogía. 50 (Primeros) años del instituto 'Ramón Olleros', IES Ramón Olleros Gregorio, Béjar, 2013 (pp. 15 a 70, principalmente pp. 22 a 25), donde se insiste en la inconsistencia de la ocupación islámica de Béjar y su entorno.
10. DOMÍNGUEZ MORENO, José María, «Despoblados extremeños: mitos y leyendas», p. 187 (disponible en https://funjdiaz.net/folklore/pdf/rf342.pdf).


3 comentarios:

  1. Interesante y aleccionador. A la espera de nuevas aportaciones.
    Un abrazo,

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  2. Al ver que comentabas sobre un pago denominado "Redondilla" en la localidad palentina de Bustillo de la Vega próxima a Saldaña y mire un libro sobre la toponimia palentina que tengo y vi que se repetía en 8 lugares, también hay un Redondillo y otros similares como; Redondal, Redonda, Redondel, Redondo y Redondino.
    Sobre traslados de asentamiento no se lo científico que puede ser mi pueblo natal me dijeron varias personas que anteriormente tubo otro asentamiento, pero el nombre actual del pago no tiene nada que ver con el nombre del pueblo. El pago se denomina Lentejares y el pueblo Gozón. Lo que si me cometo en una ocasión una persona recientemente fallecida es al arar en ocasiones parece se topaban con lo que pudieron ser cimientos.

    Saludos.

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    1. José Muñoz Domínguezdomingo, 23 marzo, 2025

      La recopilación sistemática de testimonios orales de la gente del lugar es un método científico con el mismo valor que otros, y con frecuencia es la única forma de obtener una información que difícilmente consta en los archivos, o bien permite corroborar lo que registran los documentos. He localizado algunos topónimos de "Redonda" (sólo menciono un par de ellos por su relación con sendas "redondillas"), pero las otras variantes que menciona no las conocía y me parecen interesantes, así que las incluiré en la versión final de esta serie de cara a su posible publicación impresa, citando su nombre, naturalmente. José Muñoz

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