Autora: Carmen Cascón Matas
La revolución de 1868 se fraguó al calor de la
crisis económica, política y social que venía padeciendo España bajo el reinado
de Isabel II. La olla a presión en que se habían convertido los años previos a
esta fecha, con pronunciamientos militares continuos liderados por el general
Prim y el partido progresista, que fracasaban por falta de unión entre los
opositores al régimen (progresistas, demócratas, republicanos) y las dudas de
la Unión Liberal, estalló al fin y a la postre en un movimiento social de
carácter burgués al que se unieron las masas populares [1].
Manifestación de mujeres contra las quintas en Zaragoza
Por vez primera en la historia de España la burguesía[2] se hace con las riendas de un proceso democrático, cuyo periodo no será precisamente un camino de rosas en sus apenas seis años de duración (1868- 1874). A la galopante crisis de subsistencias, la deuda creciente de las arcas del estado, los tiras y aflojas de los propios protagonistas de la revolución, los conflictos internos con la sombra de los alfonsinos y carlistas, a los que se añaden los republicanos unionistas y federalistas, se suma el difícil reto de desmovilizar a una población que había tomado conciencia de su propio poder en la formación de las juntas revolucionarias.
Una de las promesas enarboladas durante la revolución de 1868 será la supresión de las odiadas quintas, un sistema que obligaba al reclutamiento de tropas en el territorio nacional con lo que suponía de desgarro para las familias. De pronto, muchachos adolescentes u hombres hechos y derechos se veían impelidos a dejar sus trabajos y sus hogares para partir a un destino incierto con la muerte planeando sobre sus cabezas como fin casi insoslayable. El estado había establecido desde antiguo una exención a tal servicio por la patria basado en el pago de una cantidad de dinero, cantidad que sólo eran capaces de reunir las familias más adineradas, “contribución desigual porque solo al pobre perjudica”. La desigualdad social era palpable en este sentido y su supresión se convirtió en una tarea ineludible para los protagonistas del nuevo sistema y de su Gobierno Provisional, pero el estallido repentino de un levantamiento en Cuba, que se transformará en guerra, frenará los deseos de finiquitar el odiado sistema de quintas.
Quema de enseres en Gracia (Barcelona)
En agosto de 1869 Prim, "convencido de la incapacidad de España para mantenerse en la isla por la fuerza", inició conversaciones con un enviado de los Estados Unidos para negociar la independencia de Cuba, pero no se alcanzó ningún acuerdo, a causa, entre otros motivos, de la oposición del resto de miembros del gobierno y de la mayoría de la opinión pública española a hacer concesiones en la cuestión cubana. Ante la falta total de una solución definitiva, que se contemplaba lejana, se hizo preciso el envío de 25.000 hombres.
Los levantamientos de oposición a las quintas se extendieron por todo el territorio nacional, adquiriendo la forma de protesta pacífica como ocurrió en Madrid, con inevitables ataques hacia el gobierno, o violenta, tal fue el caso de Jerez y Barcelona. En Béjar la oposición a las quintas no se tradujo en un derramamiento de sangre, sino en una petición formal de mujeres y hombres humildes o de la baja burguesía a las Cortes Constituyentes. El documento se fecha el 9 de marzo de 1869, un momento particularmente delicado para el nuevo régimen habida cuenta de que estaban reunidas las Cortes para dar a luz la tan ansiada nueva carta magna. Convocadas las elecciones por el regente, el general Serrano, para enero de ese año, se celebraron por vez primera por sufragio universal masculino y en ella resultó vencedora la coalición formada por la Unión Liberal, el Partido Progresista y el Partido Demócrata de signo monárquico. Mientras se producían debates enconados en el Congreso sobre si el sistema debía basarse en una monarquía o en una república, en marzo se desató esta protesta general contra el sistema de quintas.
Discurso inaugural de las Cortes Constituyentes
La primera pregunta que nos asalta es qué se esconde en la oposición a las quintas en nuestra ciudad. Desde luego, y en primer lugar, se aprecia un compromiso total con los ideales enarbolados en la revolución. En segundo lugar, el rechazo total y absoluto al ejército a raíz de la violencia desatada por las tropas del general Nanetti en 1868, un estamento vinculado en el imaginario colectivo con los fusilamientos, las cargas de la caballería contra inocentes, el pisoteo de los civiles bajo el imperio de la bayoneta, de los fusiles y el miedo.
La petición [3], en todo caso, es respetuosa e incluso comprensiva con un asunto tan delicado como la profesionalización del ejército, asunto que es difícil de implantar con el estallido de la guerra de Cuba. Los firmantes (entre los que se encuentra uno de los líderes del 68, Vicente Valle) se atreven, osados, a sugerir el enganche de voluntarios para que el estado pueda defenderse de carlistas, isabelinos u otras amenazas.
Revuelta contra las quintas en Gracia (Barcelona)
Uno de los aspectos que más puede llamarnos la atención, junto con la unión indisoluble entre los representantes del consistorio y de los ciudadanos de a pie, consecuencia ineludible de la presencia de las masas populares en los ámbitos de poder al mismo tiempo que la burguesía, líder de la revolución, es la firma de varias mujeres. El hecho, no privativo de Béjar sino extensible a otros puntos del territorio, no debe parecernos extraño pues las mujeres –madres, hermanas, hijas, esposas de los soldados llamados a filas- quedaban en el más absoluto desamparo sin hijos, hermanos, padres o esposos que pudieran llevar las riendas de la economía doméstica. En un momento en el que no se había producido la introducción general de la mujer en el ámbito laboral –salvo en ciertos aspectos del trabajo del campo y en la industria-, ni existía ninguna cobertura social más allá de las sociedades de socorros mutuos, el panorama que se ofrecía para ellas era desolador, habida cuenta de que la mayoría de los quintos perecía víctima de la guerra y de las enfermedades.
Es por ello por lo que la presencia de la mujer en los levantamientos contra las quintas es extensible al resto de España. En el caso de Béjar podemos encontrarnos ante el primer caso en que las mujeres, un total de veinticinco, hacen patente su presencia a nivel institucional y es sintomática su fuerza a la hora de rubricar a la cabeza. Más allá de una pretensión sentimental para ablandar a las Cortes como era el recurrir a las madres, hermanas, esposas e hijas como perjudicadas de manera directa por los reclutamientos, sin duda se quería hacer patente que las mujeres apoyaban la causa revolucionaria primero desde la trastienda de la casa y en ese momento encabezando una petición oficial.
Manifestación pacífica de las mujeres contra las quintas en Madrid
También es interesante constatar que, o bien muchas de ellas sabían leer y escribir, o bien fueron sus maridos, de origen humilde o de la baja burguesía, en resumen, integrantes de familias que no podían pagar la cantidad exigida para lograr la exención, quienes firman por ellas. En todo caso, mujeres y hombres entremezclados, bejaranos en suma, aunque con el brillante encabezamiento de las firmas femeninas, son quienes con sus humildes nombres y apellidos se atreven a elevar un documento de petición a las Cortes Constituyentes de la nación.
Firman Isabel Anaya, Francisca Sánchez, Satura Martín, Nicanora Hernández, Cayetana Cantadora, Inés López, Rosa Téllez, Zoila Hernández, Florencia Cortés, María Téllez, Anastasia Hernández, Hilaria Neila, Basilisa Méndez, Hilaria Sánchez, Manuela Calzada, Juana Ayala, María García, Rosa Márquez, Vicenta Sánchez, Isabel Gómez, Prudencia Sánchez, Aniceta Sánchez, Escolástica Gómez, Eladia Casas y Elisa Iglesias. Queden aquí reflejados sus nombres en humilde homenaje a sus figuras.
¿Fueron estas mujeres protagonistas de la revolución de 1868 en Béjar? ¿Se enfrentaron con los soldados armados en la calle Libertad? ¿Quizá las que tiraron tiestos y otros objetos desde los balcones para defenderse? ¿Ayudaron a construir las barricadas con sacos, ladrillos y adoquines de la calle? ¿Acaso recorrieron los distintos puntos donde se situaban los heroicos defensores de Béjar llevando cigarros y aguardiente? ¿Enjugaron con sus lágrimas los cadáveres de sus maridos, padres y hermanos caídos el 28 de septiembre? No lo sabemos, pero sin duda fueron protagonistas de un pedacito de nuestra historia [4].
[3] AMB. Correspondencia
suelta, 1869. Sign. 119
[4] Ignacio COLL TELLECHEA. "Bejaranas en los sucesos revolucionarios de 1868". Revista de Ferias y Fiestas de Béjar de 2018. Y en este mismo blog https://ccasconm.blogspot.com/2018/10/bejaranas-en-los-sucesos.html
Muy interesante, Carmen, aunque me he quedado con las ganar de ver que se decía en ese documento.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga.
Lo puedes consultar en https://www.academia.edu/43179856/La_presencia_femenina_en_la_petici%C3%B3n_formal_de_la_supresi%C3%B3n_de_las_quintas_por_B%C3%A9jar_a_las_Cortes_Constituyentes_1869_
EliminarGracias y un saludo
Protagonistas en efecto buscando el lugar en la historia local y nacional que les correspondía por derecho. Un bonito homenaje por tu parte el que haces aquí a las mujeres luchadoras.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
Una de las cosas que nos dices es lo de pagar por librarse lo de hacer la mili es de donde proviene lo de pagar la quintada.
ResponderEliminarCreo que algunas de esas mujeres podía saber leer y escribir en una ocasión encontramos un censo electoral de 1909 donde se veía que un gran numero de ellos ya que solo estaba compuesto por hombres y me atrevería a decir que leían y escribían el 90%.
Saludos.
Hola Carmen:
ResponderEliminarSiempre he dicho que las mujeres no tienen nada más que mostrar su inteligencia. Con ella han ganado mucho más que mostrando otras cosas.
Gran homenaje a esas inteligente y luchadoras mujeres, que hicieron mucho más por la igualdad.
Besos
¡Cómo me ha gustado tu entrada! Ver a las mujeres, nuestras antepasadas, luchando ya por proteger a sus hijos de un sistema de quintas totalmente injusto, me emociona. Fueron mujeres muy valientes y me alegro que hayas sacado su historia a la luz.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen
Esa crisis económica, me recuerda la que empezamos a tener ahora. A ver si los gobiernos de turno se ponen las pilas y procuran el bienestar de los gobernados.
ResponderEliminarBesos
Te leo con un día de retraso por circunstancias personales y se convierte en mí en un homenaje a la Mujer. Sin dudas que es un sinsentido la movilización de la juventud para cortarles el camino y hasta dar sus vidas por intereses que no les son propios. ¡Siempre las Madres!
ResponderEliminarUn abrazo.
Artículo muy bueno y apropiado. Desde Chile, saludos a Carmen y lectoras de PdeHB en el día de la mujer.
ResponderEliminarEn un día como el de hoy me emociona y alegra leer tu magnifica entrada sobre estas mujeres.
ResponderEliminarAbrazos.
Interesante artículo, homenaje incluido a las firmantes.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
Una vez más en la historia, la mujer ha estado al frente reivindicando los derechos de la familia para acabar con las quintas.
ResponderEliminar¡Gran injusticia que sólo pudieran salvarse las familias adineradas!
Cariños.
Kasioles
·.
ResponderEliminarA lo largo de la historia la mujer siempre ha estado presente en la lucha por la justicia así pues bienvenido el reconocimiento y homenaje que haces con tu publicación. Bien está saber, ahora que se marca un nuevo punto de inflexión desde el cual la mujer,, y el hombre, trabajaran por un avance significativo en la justicia social. Nada debiera ser como 'antes'.
Un abrazo Carmen
.·
LaMiradaAusente · & · CristalRasgado
Por su puesto que fueron las protagonistas y con mucha dignidad porque ya esta bien en el desamparo que se quedaban sin ninguna cobertura económica.
ResponderEliminarNo cabe duda que en la unión esta la fuerza y ahí lo demostraron este pequeño grupo que unidas/os se consigue más.
MALDITAS GUERRAS QUE NO SACAN SINO LO PEOR Y MUCHO SUGRIMIENTO.
Un abrazo Carmen.
...supuesto: yo aquí reivindicando unión y esta va y se desune:(
ResponderEliminar...sufrimiento
ResponderEliminarDesde tiempo inmemorial en cada episodio de la historia, si rascamos los legajos solemos encontrar testimonios como este que nos ofreces de las 25 firmantes. Que siempre estuvieron ahí pero nadie de quienes los escribieron y leyeron les dio más importancia, pasaron por encima una mirada transparente por las mujeres que aun lo eran más. Dará igual que sus nombres los anotaran los maridos, eso también nos informa de que ellos contaban con ellas, que también vivían a su lado los sucesos desde primera línea.
ResponderEliminarPor eso es tan importante cada vez que se hace visible su huella. Un buen homenaje. Gracias.
El problema no estaba sólo en que hubiera quintas, pues desde de la Constitución del 12 todo español se debía al servicio, sino en la redención por dinero, por la que muchos, los pudientes, eludían ese deber. Incluso muchos de las clases medias y hasta bajas, realizaban el esfuerzo de ahorrar o sucribir pólizas con compañías especializadas aportando, desde el nacimiento de un hijo, de las cantidades que pudieran liberarlo del servicio. Y lo malo es que ni cuando la revolución del 68, ni con la 1ª república ni después se pudo acabar con esa injusticia, hasta los tiempos de Canalejas, ya bien entrado el siglo XX.
ResponderEliminarUn Saludo.