Autor: Ignacio Coll Tellechea
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2018 y emn el blog de su autor CollCenter
A Belén, y al resto de mujeres valientes que lo fueron
Hace ahora dos años, en el lugar exacto donde se levantaba la Puerta de Ávila, junto a las lápidas de mármol que recuerdan a la Junta Revolucionaria y a los mártires de la libertad, Ana Sánchez White se preguntó en voz alta: “¿Dónde están las mujeres?”. Quienes la escuchábamos repasamos los más de 40 nombres de los protagonistas de los sucesos revolucionarios de Béjar grabados en las dos placas. Todos varones. Y el silencio fue la única la respuesta.
La duda de la periodista, invitada a hablar en el acto que cada año celebra la Agrupación Socialista para recordar el 28 de septiembre, abrió la puerta a la reflexión pública sobre el papel de las bejaranas en los sucesos revolucionarios que se conmemoran en esa fecha, y de las que, hasta ahora, no hemos tenido apenas rastro.
¿Dónde están las mujeres en la narración de lo que ocurrió en Béjar en aquella jornada revolucionaria? ¿Qué papel jugaron? E incluso la primera de las preguntas y más básica ¿Quiénes eran? ¿Conocemos siquiera sus identidades?
Sucesos de París de 1848
El incompleto relato de lo ocurrido en la ciudad en las últimas semanas del verano de 1868 prescinde de cualquier mención en femenino. Ni Béjar al vapor de los sucesos revolucionarios de 1868, la crónica en caliente de Juan Muñoz de la Peña, ni las reseñas en prensa que se publicaron al triunfar la revolución aportan mención alguna a las mujeres de la ciudad. Y la historiografía más reciente apenas ha aportado un par de nombres.
Dos años después de la pregunta con la que arranca este texto, resulta difícil dar respuesta, y sin embargo algo hemos avanzado. Pero antes de rescatar los primeros indicios de las revolucionarias bejaranas, miremos al conjunto de España y abramos el foco a los años inmediatamente posteriores.
Fotografía de Isabel II de España
En una historia protagonizada por hombres, resulta paradójico que el motor de la revolución fuera una mujer. O quizás no tanto. Isabel II, reina de España durante 35 años (1833-68) encarnaba todos los males que hicieron posible el acuerdo de los partidos políticos, el Ejército, la burguesía y la clase trabajadora para hacerla caer: la corrupción, el nepotismo, el atraso y la pobreza. Cuatro ases en la baraja con la abdicación y el exilio como premio para la monarca.
Ilustración de la Primera República Española
Curiosamente, el protagonismo del periodo que se inició en 1868, el Sexenio Revolucionario, se cierra con otra fémina, La Niña Bonita, imagen alegórica de la Primera República (1873-74) inspirada en la Marianne francesa. Frente a la figura de la reina convertida en crisol de todos los males surgió la representación beatífica de una mujer nueva, que porta las tablas de la ley en su diestra y levanta la balanza de la justicia como representación del recién estrenado régimen.
Merece la pena detenerse en su simbología: el gorro frigio que corona su cabeza en clara referencia a los procesos revolucionarios y de emancipación de Francia y los Estados Unidos, el vestido rojo que deja libre un seno para que alimente al pueblo, las alas de la victoria y el laurel alrededor de la testa. Hay también otros elementos interesantes en la imagen, incluyendo algunos que sugieren influencias masónicas en su concepción.
El guiño simbólico a lo femenino se completa con el apelativo de Gloriosa con el que se denomina la revolución que da origen a todo el proceso.
Y, sin embargo, en los estudios sobre lo ocurrido en septiembre de 1868 a nivel nacional no encontramos una sola referencia a las mujeres. En este sentido, es sintomático el hecho de que entre las más de 300 referencias onomásticas que recoge Gregorio de la Fuente en Los revolucionarios de 1868, solo aparecen citas a tres: la reina Isabel II, su hermana Luisa Fernanda y Sor Patrocinio, conocida como La monja de las llagas, que tuvo una cierta influencia sobre la primera.
Ni una noticia de presencia femenina en las barricadas de Santander, Alicante, Alcoy, Granada o Béjar en 1868. Una omisión llamativa, si se tiene en cuenta que en las revueltas sucedidas durante el periodo inmediatamente posterior sí tenemos noticia de la actividad de mujeres, como la zaragozana Modesta Periú, que participó en la asonada republicana de 1869 en Madrid, lo que motivó su encarcelamiento, y la actividad de Concha Boracino y Francisca Gente, destacadas activistas en las revueltas cantonalistas de 1873 en Torrevieja y San Fernando, respectivamente. Mención aparte merece la canaria Guillermina Rojas, que llegó a ser secretaria del Consejo Local de La Internacional en Madrid.
Concepción Arenal
Al abrir el foco más allá del proceso revolucionario surge el nombre de Concepción Arenal, la periodista, escritora y defensora de las mujeres que elaboró la que puede ser una de las primeras publicaciones feministas del país: La mujer del porvenir, que vio la luz en 1869.
Tras el triunfo de la revolución, Arenal fue nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, coincidiendo con la creación en Madrid de la Asociación Republicana de Mujeres, dirigida por Carmen Munté y Carolina Barbana, que pronto se extendió a otras ciudades como Cádiz y Granada.
Al calor de las nuevas ideas, surgen organizaciones que agrupan a las mujeres que toman conciencia del cambio y de la oportunidad de avanzar hacia una sociedad donde su papel no se circunscriba a la familia y el hogar. Ejemplo de ello es la creación del Ateneo de Señoras en diciembre de 1868 en Madrid.
Continuará
Resulta raro que en una revuelta no hubiera ninguna mujer implicada.Aunque eran otros tiempos, habría mujeres que tendrían relación sentimentas con alguno de ellos y desde luego, contarían con su apoyo.
ResponderEliminarBesos
Hola Carmen:
ResponderEliminarMi abuelo materno decía que detrás de todo hombre exitoso, había una mujer feliz, que era la real dueña del ese éxito... La historia la cuentan los hombres, pero siempre habrá una mujer que ha dado alas a la idea, incluso la mejora.
Besos
Seguramente que más de una mujer estaba allí tan solo que era ignorada.
ResponderEliminarOtros tiempos.
Un abrazo.
Para variar. La mujer siempre aparece silenciada o infravalorada en la historia salvo en alguna situación donde la necesidad de alimentar las leyendas patrias se torna imprescindible.
ResponderEliminarUn saludo.
Supongo que alguna existió pero alguien silencio su labor.
ResponderEliminarSaludos.
De alguna manera, las mujeres no dejaríamos de estar.
ResponderEliminarAgradezco mucho tus buenos deseos para nuestra común amiga Ambar, ojalá salga pronto de este bache y todo vuelva a la normalidad.
Te deseo una feliz semana.
Cariños.
kasioles
Bueno, Carmen, hoy me he levantado con el píe cambiado. La pregunta de dónde están las mujeres me parece una obviedad que sólo puede producirse desde un intento de interpretar la historia y más concretamente los acontecimientos de 1868 desde una perspectiva de hoy; pongámonos en la época y ante unos hechos de armas (aún hace pocos años que las mujeres se han incorporado a los ejércitos) y tendremos las respuesta. Eso sí, una respuesta de carácter general que no implica que no hubiese alguna excepción que otra.
ResponderEliminar¿Isabel II el motor de la revolución o lo he entendido yo mal? Eso implicaría que Isabel II habría puesto en marcha una revolución contra sí misma. Isabel II puede definirse como el objetivo o la víctima o la justificación de una revolución que, desde luego, ella no puso en marcha lo que, a su vez, no supone poner en duda la legitimidad o justificación del proceso revolucionario.
"La Gloriosa" no es ningún guiñó a lo femenino; es un adjetivo calificativo de "La Revolución" y, ese "La", obliga a que exista una simple concordancia de género y número. Retóricamente los del guiño a lo femenino puede que quede muy bien pero...
En fín, Carmen, no sigo porque ya te digo que hoy me he levantado con mal píe.
Un abrazo,
Ya veo que hoy tienes espíritu guerrero, lo cual está muy bien cuando es necesario y cuando permite cuestionarse lo que viene dado por decreto. En tu caso incita a la reflexión ante un escrito.
Eliminar¿Dónde estaban las mujeres? Pues ahí, en medio de la vorágine. Cierto es que no formaron parte de las barricadas, ni estuvieorn en primera línea. Quizás ayudaron a levantar las maltrechas defensas de Béjar llevando piedras o intentando elevar el ánimo de los Voluntarios de la Libertad, que así se llamaban los valientes protagonistas levantados en armas. Quizá llevando botijos de agua o repartiendo tabaco. Pero no tienes que olvidar, y así se cuenta en la segunda parte del artículo, que el ejército atacó indiscriminadamente a un barrio indefenso, el de La Corredera, y que en las casas había mujeres y niños. Así consta en la documentación, como podrás comprobar. Protagonistas no sé, pero involucradas sí.
¿Isabel II, motor de la Revolución? No creo que la reina quisiera marcharse con viento fresco y sin corona de aquí. Pero se lo estaba ganando a pulso, no me lo negarás. Tanto inmovilismo cuando el pueblo demanda cambios provoca una reacción, una ruptura, sobre todo cuando el general de mano dura, Narváez, muere dejando el barco a merced de la tormenta.
En cuanto a jugar con el componente femenino de esta historia, República, Monarquía, Revolución, es una simple y orginal forma de atraer la atención del lector por parte del autor, Ignacio Coll. Los conceptos, por casualidad, son femeninos en nuestro castellano mientras que los hacedores de la revolución son hombres.
Y eso se me ocurre responderte. Si te sirve, querido "revolucionario"...
Un beso
·.
ResponderEliminarMe ha parecido un interesante artículo.
Carezco de conocimiento que puedan ampliar la presencia de la mujer en ese proceso revolucionario
pero estoy seguro de ya en primera línea, o en segunda, si han estado presentes.
Un abrazo Carmen
.·
LMA · & · CR
No tenían inconveniente en representar valores como la justicia o la república con figuras femeninas, pero qué difícil encontrar en los libros los nombres de tantas como participaron en los acontecimientos de su tiempo. Unas pocas lo consiguieron, pero la mayoría permanecen ignoradas.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Bisous
Sé que sonará raro, pero en alguna parte, memorias, reseñas, novelas, alguna mujer debió dejar su huella. En algún convento, Universidad, Hospital. Así, preguntando a familiares de nombres conocidos que participaron en los hechos de aquellos días, conseguí papeles y cuadernos olvidados con recuerdos de abuelos y bisabuelos que trataron a Gaudí y sus allegados. Por ello estoy segura de que quizá no hoy, ni mañana, pero esos testimonios aparecerán. Que en toda esa épica debió haber mujeres dignas de figurar en su historia, no hay que dudarlo. Un abrazo.
ResponderEliminarClaro, como leo más arriba, supongo que el conocimiento o reconocimiento de las mujeres que pudieron participar en cualesquiera acontecimientos de la época respecto de los hombres estará relacionado con el muy inferior porcentaje de mujeres participantes respecto a hombres, y con la importancia de los personajes. De cuantos hombres la historia tampoco ha dejado rastro.
ResponderEliminarSaludos.
He tenido ocasión de leer los nombres que figuran en las lápidas de mármol de la Puerta de la Villa o Puerta de Ávila. Ningún apellido de los industriales bejaranos o personal de su cuerda. Ningún apellido importante en la ciudad. Como siempre, los tontos movieron el árbol y otros recogieron las nueces.
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