29 de mayo de 2020

Béjar y la gripe de 1918


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Rastreando en la red antiguas notas sobre el tema, aparecen también algunas recientes que rememoran el suceso y entregan puntos de comparación. Lo primero son los síntomas, similares a los actuales del coronavirus: fiebre alta, tos, dolor de cabeza, dificultad para respirar, cansancio y dolor corporal. Y el mismo vehículo de contagio: la tos.


 


Bolsamania.com



       Después de referirse a la situación general de la provincia, Carlos Javier Salgado Fuentes, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca, dice lo siguiente sobre Béjar en su artículo La epidemia de gripe de 1918, publicado en Salamancartvaldia.es el 20 de marzo pasado:  


       "En este sentido, sólo en la ciudad de Béjar hubo 238 muertos por gripe española, llegando a estar infectados 4.600 bejaranos de 9.900 habitantes que tenía la ciudad entonces. Una alta tasa de infección y mortalidad que llevó a que los médicos de Béjar escribiesen una Memoria al finalizar la pandemia en la ciudad, el 11 de noviembre de 1918, con unas conclusiones más que curiosas: 


     En nuestra población ha sido grave la epidemia a causa de haber encontrado debilitados a la mayor parte de los individuos. Esta debilitación o falta de resistencia orgánica depende seguramente de la deficiente alimentación, deficiencia crónica pudiéramos decir que sufre especialmente la clase popular, obreros y artesanos, pero que alcanza también, no hay que olvidarlo, a la clase media, cuyos ingresos, en general insuficientes, no permiten atender debidamente al capítulo más importante de gastos que es el de una alimentación suficiente, nutritiva y eficazmente reparadora de las energías físicas y mentales […] ha influido poderosamente en la propagación y en la gravedad de la epidemia [un hecho], y es: las malas condiciones higiénicas de la mayor parte de las viviendas de la clase pobre y de la clase media. Las condiciones antihigiénicas de las alcantarillas y el defectuoso sistema de evacuación de inmundicias son otras dos causas coadyuvantes a la mayor intensidad de la infección y, sobre todo, a la mayor frecuencia y gravedad de las complicaciones.



Fotos antiguas: Béjar - Afueras de la población. Pinterest.co.uk

      Ciertamente, a día de hoy contamos con medios médicos y hospitalarios mucho más avanzados como para evitar que pueda repetirse una epidemia del calibre de la de 1918, y desde luego, la morbilidad del afamado coronavirus comparado con la de la gripe española es irrisoria, por mucho catastrofismo que esté planteándose. En todo caso, sirva este artículo como memoria histórica de una epidemia que tan duramente afectó a nuestra comarca, y de paso, tómese como un homenaje a todos aquellos paisanos que sufrieron en mayor o menor medida la gripe española de 1918, que se llevó de nuestros pueblos muchas ilusiones y sonrisas".

        Una nota anecdótica rescata el periodista y licenciado en Antropología por la Universidad de Sevilla, Sebastián Chilla, en el artículo La gripe española: la última gran pandemia que los médicos curaban con café, tabaco, ajo y coñac, publicado en Lavozdelsur.es, el 17 de marzo 2020: 

        "Uno de los motivos de la alta propagación del virus fue el poco caso que los pueblos y localidades hicieron a las recomendaciones del gobierno de aplazar festejos populares. Es lo que describe el investigador José Luis Beltrán Moya sobre las aglomeraciones en las fiestas patronales en la segunda fase de la epidemia. La celebración de un festejo en Becedas (Ávila) el primero de septiembre con asistencia de gente de Béjar (Salamanca), donde la epidemia ya causaba numerosos muertos, hizo que 800 casos aparecieran en el pueblo. Estos atribuyeron el contagio a la creencia de que habían sido envenenados con la carne del toro sacrificado en la lidia de la fiesta.

El doctor Ramiro Arroyo también tuvo que enfrentarse a la epidemia

          En La epidemia de gripe en España. Su aspecto sanitario-clínico. Madrid 10 de noviembre de 1918, la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España reproduce la carta del doctor José González Castro, Crotontilo [1], escrita desde Béjar con ocasión de la pandemia

          "El II de Septiembre empezó la epidemia de gripe en Béjar, que está a punto de terminar. En esas cinco semanas han muerto 250 personas. Béjar fue de las primeras poblaciones que sufrieron la infección, que trajeron los soldados incorporados a este destacamento, propagándose rápidamente por toda la ciudad. En aquellos días inolvidables, es de justicia decir, que tanto las autoridades como los médicos estuvieron a la altura de su misión. Se diagnosticó rápida y exactamente; se encauzaron los servicios médicos en buenas condiciones, cosa más difícil de lo que parece si se tiene en cuenta que hubo días en que fueron visitados 800 enfermos. La suscripción abierta dio buen resultado, y gracias a ello pudo el Ayuntamiento auxiliar a las gentes necesitadas. Si fuéramos a discernir elogios, llenaríamos muchas cuartillas, pues son muchas las personas que los merecen muy justamente… 

 Bando dirigido al vecindario. Foto sacada de aquí

          Quiero decir algunas palabras sobre el tratamiento seguido en Béjar por los médicos, por si puede servir de experiencia a mis compañeros de poblaciones que sufren ahora la epidemia. Ante todo, haré constar que la leve epidemia de Abril y Mayo que padecimos, confirió—según se ha visto—inmunidad, y los que del gripe fueron invadidos, se han visto libres ahora, aunque hayan tenido íntimo contacto con enfermos graves. Pudiera citar muchos casos particulares. Basta el aserto para tranquilidad de los que se hallen en idéntica situación.
  José González Castro, Crotontilo


           Las complicaciones del aparato respiratorio son las que han causado la casi totalidad de defunciones. De gripe cerebral sólo conozco tres casos terminados funestamente. Las bronconeumonías se presentaron a los cuatro o cinco días de enfermedad. Su presentación fue siempre silenciosa, traidora, y rápidamente mataba. Claro es que se han salvado bastantes y que actualmente son muchos los que están en convalecencia de aquella complicación. En el hospital hay cinco soldados, todos en franca convalecencia, y en las casas particulares, bastantes. Generalmente, las bronconeumonías se presentaron en personas jóvenes, de diez y ocho a treinta años, sobre todo al principio. Después ya fueron invadidas gentes de más edad. Un hecho curioso es que la casi totalidad de bronconeumonías lo fueron del lado izquierdo, y esto agravaba más la situación. Los alcoholizados han pagado enorme tributo a la muerte. En sujetos bien constituidos hemos sangrado con muy buen éxito en la mayoría de los casos. Cuando las condiciones del enfermo no consentían la sangría general, apelábamos a las ventosas escarificadas, que nos dieron admirable resultado. Pero esto a condición de hacerlo el primero o el segundo día.

Fotografía de un hospital de campaña en 1918


        Los fermentos metálicos, de preferencia el electraurol (oro coloidal), en inyección intravenosa o subcutánea, también nos han rendido buenísimos resultados; generalmente poníamos dos inyecciones diarias, de una ampolla cada vez. El alcanfor, en grandes cantidades (cinco y más ampollas en una inyección), nos dio igualmente resultados satisfactorios, y no sería extraño que este medicamento tuviera, sobre el bacilo de Pfeiffer, una acción en cierto modo específica. Ello es que yo he visto acelerarse la curación de muchos enfermos a quienes traté sistemáticamente por el alcanfor. Cuando el corazón amenazaba con el cansancio, hemos empleado digalena en gotas, inyección intramuscular o endovenosa. Sin reparo, hemos hecho inyección en las venas de dos ampollas de digalena de una vez.

        Tal ha sido el tratamiento seguido por la generalidad de los médicos bejaranos, y si hemos sufrido decepciones, también hemos salvado muchas, muchísimas vidas, en grave peligro de muerte. La gripe de Béjar ha sido de una virulencia extrema, terrible, y lo extraño es que no haya causado más víctimas. Y nada más. Hemos salido con bien los médicos, pues sólo tres de nosotros padecimos la enfermedad, pero levemente. No todos los médicos de otras partes pueden decir lo mismo. Y hoy, al entrar en la normalidad, nos sentimos satisfechos de nuestro proceder, pues todos hemos luchado con ahínco, fe y gran desinterés. Que Dios nos lo pague.  

Dr. J. González Castro 
(murió en Béjar en 1923)

      Finalmente, remítase el lector al artículo El doctorRamiro Arroyo y la lucha contra la gripe española, 1ª y 2ª parte, de Javier R. Sánchez Martín, publicado los días 17 y 23 de febrero de 2013 en Pinceladas de Historia Bejarana.

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[1] Sobre este personaje leer Palomeque López, Manuel Carlos. Briznas. Veintiún relatos de José González Castro, “Crotontilo” (Fermoselle 1867- Béjar 1923). Centro de Estudios bejaranos, 2018. 77 pp.

17 comentarios:

  1. A lo largo de la historia ha sido frecuente que las grandes epidemias se hayan combinado con guerras devastadoras: la peste negra y la Guerra de los Cien Años, la gripe española y la Primera Guerra Mundial. Esperemos que no se repita en tiempos actuales esa combinación explosiva.
    Saludos.

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  2. Es muy esclarecedor este texto para averiguar el lugar donde nos encontramos hoy. Sin dudas estos largos cien años nos han traído algunas ventajas: mejor alimentación generalizada, mejores instalaciones sanitarias, mayor preparación científica y una Sanidad Pública que se ha hecho valer por si misma de cara al futuro. En el otro lado, la tendencia de las masas a hacer lo que les da la gana y reunirse a festejar cuando no se debiera ni ayer ni hoy. Gracias, Carmen.
    Un abrazo.

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  3. Hay mejor sistema sanitario, pero impresiona que la sociedad no ha avanzado. En este caso, fue afectada todo tipo de población (ahora con el covid)...Pero parece que no hemos aprendido de aquella pandemia, ni de esta... O a lo mejor se nos olvida lo aprendido

    Besos

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  4. Esto , también pasará a la Historia, como han pasado otras epidemias a lo largo de otros tiempos pasados.

    Ahora nos podemos poner en la piel de lo que han pasado cuando la gripe española. Quizás un antepasado mío puede que haya muerto de gripe española. Murió joven y decían que era de pulmonía, dejando niños pequeños. Tendría que ver la fecha en que fue enterrado para saberlo con certeza. Echando de cabeza los números, puede que muriera por esa fecha.

    Besos

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  5. Creo que ambas epidemias tienen en común que eran virus desconocidos y no se sabía como se atacaba en un principio. Nos dices que una de las causas de la propagación fue de la epidemia y ahora que hemos tenido restricciones algunos no están muy de acuerdo.

    Saludos.

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  6. Se aprecia bien en el texto la angustia de los médicos y sus esfuerzos por contener aquella gripe, con la que nuestro país llevó el injusto "honor" de darle nombre. Cuán parecida la situación, salvando las diferencias, por el distinto desarrollo de la tecnología al servicio de la medicina, para salvar ciertos problemas. Entonces, como ahora, la magnitud de la epidemia desbordó cualquier servicio sanitario.
    Saludos.

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    1. Así fue, "injusto honor", que se omitió señalar en el artículo. En desagravio, en parte, el reportaje siguiente: https://radio.uchile.cl/2020/03/28/la-mal-llamada-gripe-espanola-de-1918-1919-una-pandemia-que-nos-resulta-cercana/. Desde Chile, JZR.

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  7. Hola Carmen, vuelvo al blog después de un largo retiro. Con relación a tu entrada, vemos cómo los avances científicos y técnicos no van acompañados de un progreso del ser humano. Un saludo

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  8. La verdad es que los médicos debieron hacerlo bastante bien ya que con un 46,5% de la población infectada (prácticamente 1 de cada dos bejaranos), consiguieron mantener la tasa de letalidad en el 5 por ciento lo que, para la época y circunstancias, no deja de ser un resultado más que aceptable.
    Un abrazo,

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    1. Muy buena vista, Miguel. La verdad es que las cifras asustan, pero estábamos en manos de los mejores profesionales de la época. En todo caso murió mucha gente.
      Un saludo

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  9. Todo va a quedar en la historia como ha quedado la epidemia de 1918, esperando que venga la vacuna y que podamos eliminar el virus que permanece en nosotros todavía, siendo mas responsables y mantengamos las distancias y el buen sentido.
    Un abrazo.

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  10. Vaya texto interesante el del doctor González Castro. Cuánta información y cuánto sentimiento.
    Saludos.

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  11. Muy bien traído este artículo, por la situación que estamos viviendo y porque nos puede servir para entender, que aparte de los síntomas, la diferencia entre una y otra es abismal tanto por la situación sanitaria que prácticamente no existía, como por la preparación médica de la época, ya que como ejemplo, se escribió algo en cuanto a los sangradores (que tu los cita), de que causaron más muertes en Europa que las tropas de Napoleón, porque lo que hacían era debilitar más al enfermo. Aparte, higiene, alcantarillado, etc. y el número de muertos de esa pandemia que rozó los cuarenta millones de almas.
    Un fuerte abrazo.

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  12. Interesante leerlo ahora que estamos metidos en otra. Béjar supo capear bien con la epidemia en aquella época no hubo muchas víctimas y con tan pocos mediós. Esperemos que hoy con mejores medidas salgamos bien parados. También pasará a la historia este nuevo virus que está por todo el mundo con gran mortalidad. Seamos cautos y evitemos situaciones conprometidas por el bien de todos.
    Cuídaros.
    Un abrazo.

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  13. Ccasconm,
    Estas veces COVID-19 no son fáciles para nadie. Recomiendo esta lectura de DOUG BLOG para usted y sus seguidores, ya que también tiene contenido histórico relevante sobre pandemias.

    https://blog-dougblog.blogspot.com/2020/04/liberdade-onde-foi-parar-o-nosso-bat.html

    ¡Un abrazo!

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  14. ·.
    Es un artículo muy interesante que nos conduce, inevitablemente, a hacer comparaciones.
    Sí que han pagado un alto precio para una población pequeña en aquellos tiempos. Afortunadamente, dentro del drama actual, las cosas han mejorado sin que ello signifique que debamos estar satisfechos del todo.

    Un abrazo

    LaMiradaAusente · & · CristalRasgado

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.