15 de abril de 2023

Sobre cómo era la primavera en torno al río Cuerpo de Hombre y los alrededores de Béjar en otros tiempos

 Autor: Agustín B. García Gómez

         En estos días en los que el valle del río Jerte, hermano de los valles del Cuerpo de Hombre y del Ambroz, valles trillizos nacidos a los pies de la Sierra de Béjar, visten las mejores galas florales de sus cerezos que a tantos visitantes atrae, uno no puede por menos que recordar las palabras del viajero Antonio Ponz que en 1775 en su recorrido por España y al llegar al valle del Cuerpo de Hombre escribió aquello de

 


        “La Villa de Béjar, está puesta sobre una alta loma entre las sierras, que llaman también de Béjar, incomparablemente más elevadas, y son en las que tiene fin, por el lado opuesto, el valle de Plasencia, unidas al puerto de Tornavacas. La subida a la villa es rápida, y penosa: la mayor parte está cercada de un rio, que llaman Cuerpo de Hombre, y nace en un paraje de la serranía, llamado Navamuño”.

        Este valenciano describe que los bejaranos  “es igual su aplicación al cultivo de las tierras, que es de los mejores que hay en España; porque teniendo la mayor parte breñas y derrumbaderos, aprovechan aquellos cortos espacios, formando bancales, unos sobre otros, con paredes que los mantienen, lo que es gustoso de ver y puede asegurarse que no ceden en este ingenioso aprovechamiento a los Catalanes y Florentinos”.


         Y de las vistas desde el Palacio Ducal escribe: “De cualquier parte de este palacio por donde uno se asome, presentan un aspecto hermoso los alrededores de la villa, por los grandes castañares, huertas de frutales, y viñas puestas entre aquellos riscos”.


        Otro valenciano, Antonio Conca y Alcaraz en  1793, deja esta descripción: 

        “A pesar de que el enclave de su territorio, y de Béjar mismo, entre montes y peñascos ofrece mil obstáculos a los ricos cultivos, no queda un palmo de terreno sin cultivar allí donde el ingenio y el trabajo del incansable labrador pueden remediarlo. Por todas partes se ven campos levantados unos sobre otros y sostenidos por gruesos paredones, que forman un agradecido espectáculo a la vista de los espectadores, observándolos particularmente desde el gran Palacio Ducal”.

 

        Años más tarde, Sebastián de Miñano en 1826, escribe:

       “Los moradores de este pueblo, no solo son industriosos para sus fábricas, sino también para la agricultura, á pesar de la aspereza del terreno, pues todo el está plantado de castaños, huertas, viñas y frutales, que forman una deliciosa perspectiva en medio de aquellos riscos”.

           Por su parte, Pascual Madoz en 1846 describe así las mismas vistas: 

         “La perspectiva que desde un cubo anterior a la fachada, se presenta a la vista, es muy bella y aun sublime, porque no se pude estar en este punto sin un gran placer mezclado de asombro".


 


        Al describir el terreno y a los bejaranos, los define como:

          “El terreno es áspero y fragoso; la sierra de Béjar que le cruza por todas partes, le llena de derrumbaderos y breñas; pero los conocimientos agrícolas de los habitantes y su esmerado cultivo han sabido sacar de él mejor partido, aprovechando los cortos espacios llanos y formando bancales unos sobre otros con paredes que los sostienen, todos plantados de castaños, huertas, viñas y frutales; y la abundancia de aguas de dichas fuentes, diferentes arroyuelos y del rio Cuerpo de Hombre, que circuye la villa le hacen sumamente feraz y le dan la perspectiva más deliciosa en medio de aquellos riscos, que también por su parte aparecen vestidos de árboles silvestres, arbustos, plantas aromáticas y medicinales de variadas especies, y muchas yerbas de pasto.”

 


       Se han encontrado en el ADBéjar entre el año 1570 y 1575 hasta cuarenta escrituras de compras “de viñas con majuelos, guindales, arboles, matas y tomillar” en los sitios conocido como las Solanillas y Picozos, a ambos lados del río Cuerpo de Hombre en el camino de Navarredonda, que el duque Francisco II hace a través del testaferro Antonio Botello, singular nombre para un testaferro que compra viñas. Este hace escritura en 1575 para declarar que ha comprado las viñas por orden y dinero de Francisco II por lo cual hace traslación de todos los derechos a su favor.

 


       Valgan estas reseñas para transportarnos en el tiempo y ver un valle del Cuerpo de Hombre con la fragosidad de la umbría del monte del Castañar, la vega del Valle de las Huertas y la fertilidad de las terrazas de la Solana de Valdesangil, las Solanillas y Picozos, con sus viñas, con sus majuelos, con sus guindales y con sus matas, en esta estación primaveral con su floración que tanto admiró a forasteros en tiempos pasados. Estas terrazas y paredones aún hoy existen y son bien visibles a pesar de su abandono y forman parte del patrimonio común bejarano y son dignos de recuperación para su cultivo de viñas y majuelos, de guindales y cerezos de forma similar a nuestros vecinos y casi paisanos del valle del Jerte o del valle del Ambroz.


8 comentarios:

  1. Carmen ese tipo de cultivo pertenecía a otro tiempo en que la economía era de subsistencia y que cada familia producía lo que comía y ahora no sería rentable o eso nos dicen y por ello se van perdiendo esos paisajes junto a las forma de vida de los pueblos.

    Saludos.

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  2. Ángel Mª Ridruejo Cabezassábado, 15 abril, 2023

    Basta un mínimo paseo por la ciudad y los alrededores para constatar que la laboriosidad de los bejaranos debe ser algo congénito y que ha dejado un poso material en todas las épocas. Por mi parte, en los ámbitos de la investigación histórica, me admiro y puedo dar fe de la capacidad de trabajo de vuestro Centro, que para mí quisiera. Un saludo muy cordial, Carmen y todos.

    Como favor ¿podrías dar una ubicación aproximada de ese paraje de las Solanillas? Es para buscar paralelismos con otros homónimos. Gracias.

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    1. Agustin B. Garcia Gomezsábado, 15 abril, 2023

      “Las Solanillas" es el paraje actualmente llamado La Asomada y lo que fue el antiguo vertedero, o sea todo lo que está alrededor del polígono industrial de Béjar, donde resisten heroicamente algunas viñas, y sus laderas asolanadas hasta la carretera de Navarrredonda o de Aldeacipreste, de ahí su nombre histórico que algunos siguen utilizando, con los paredones y terrazas que antiguamente fueron viñas, guindales, majuelos y matas y que aun se pueden ver todavía desde la Vía Verde.

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    2. Ángel Mª Ridruejo Cabezasdomingo, 16 abril, 2023

      Perfecto, lo he localizado en cartografía con curvas de nivel y me puedo representar el relieve. Confío en poder visualizarlo in situ, y corroborar si se ajusta a los esquemas toponímicos que manejo. Sin embargo, estos mismos esquemas no me terminan de encajar con ese topónimo actual que dices de La Asomada (que encontramos muy repartido por la Península bajo varias formas: Somo, Somaílla, etc.) ¡Muchas gracias, Agustín! Excelente artículo.

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    3. Así da gusto. El autor responde a las dudas de los amigos y seguidores... Un placer leeros a los dos.
      Saludos

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  3. Es un río precioso. Lo pude ver, desde la ventanilla del autobús, cuando me desplazaba al pueblo cercano de Candelario.
    Besos,

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  4. Es un espectáculo estos guindales y cerezos y sobre todo esa floración tuve el gusto de verlo hace unos años cuando pasé por Valle del Jerte.Gracias a estas entradas cada vez me sorprende más saber de Béjar tanto su pasado fabril como estas preciosas fotos donde se ve este paisaje digno de mostrarse...La naturaleza es muy agradecida siempre que se la mima
    Un abrazo, feliz finde,Carmen

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  5. Por más veces que se haga ese paseo, siempre descubrimos algo nuevo y en esta época es un placer para la vista y muy recomendable.
    Desde que vivimos en Béjar , siempre hemos tenido un pequeño huerto, quizás copiando a los bejaranos que casi todos hablaban de su huerta.
    Gran entrada. Buen domingo.
    Agustín Carmen. Un abrazo

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.