19 de noviembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista Cultural de Gibraleón (Huelva) nº 17. Junio de 2015

       El apellido Pizarro resulta familiar a cualquier bejarano y no es la razón primordial que lo luzcan muchos paisanos en su carnet de identidad, no. Con el nombre de Pizarro se han bautizado a unos soportales situados en la antigua plaza del convento de monjas dominicas de la Piedad, fundado por los duques de Béjar a finales del siglo XVI en el antiguo Palacio Nuevo, hoy desaparecido. En el devenir cotidiano, en el transcurrir lento de las estaciones, cientos de bejaranos lo recorren arriba y abajo a lo largo de la calle Mayor, el eje principal que comunica el antiguo centro neurálgico de la villa, la plaza Mayor, y el moderno, La Corredera con su Parque Municipal a su vera. 

 Portales de Pizarro

       Pocos de ellos, sin embargo, saben que están pasando a la sombra de una antigua casa de mayorazgo que nada tiene que ver con el conquistador extremeño Francisco Pizarro y mucho con un linaje que vivió generación tras generación al servicio de la Casa de Zúñiga, entre Herrera, Belalcázar, Burguillos y sobre todo Gibraleón y Béjar. 

         
LA GENEALOGÍA DEL LINAJE [1]

       Poco hacía que había principiado en el siglo XVII cuando un hidalgo proveniente de Herrera del Duque, Pedro Gijón y Pedraza, aparece citado por vez primera vinculado a la casa ducal. Proveniente y natural de esa villa, se trasladó a Béjar en calidad de funcionario de la misma, habiendo desempeñado las labores de escribano en su localidad natal. Ejemplos de familias y personajes dedicados de por entero al servicio de los Zúñiga han sido estudiados por la bibliografía reciente; tales son los casos de los Ordóñez de Lara o los Béjar [2]. Poco después de su llegada matrimonió con Mariana de Valencia, hecho capital para explicar el interés que demostrará la familia a partir de este momento en la villa salmantina, no sólo por ser el centro del señorío, sino también por ser originaria doña Mariana de Béjar. 


 Detalle de los Portales

        Así, aún cuando don Pedro y su familia deberán trasladarse a localidades pertenecientes a la Casa de Zúñiga como Gibraleón o Burguillos, en donde ejercerá de corregidor, no se desligará de Béjar entre otras cosas porque el matrimonio tuvo a varios de sus hijos aquí, entre ellos a Francisco Jerónimo Pizarro y Pedraza, el heredero del linaje. Andando el tiempo marcharán a Gibraleón donde la familia se establecerá durante un tiempo

         Francisco Jerónimo Pizarro y Pedraza, el siguiente en la línea de mayorazgo, nacerá en Béjar en 1624 y matrimoniará en cambio en tierras onubenses con Francisca de Gijón Molina. Como su padre, siempre al servicio de la Casa de Zúñiga, ejercerá de funcionario en distintos dominios del señorío. Buena prueba de ello es que la pareja tendrá a cada uno de sus vástagos en las distintas villas bajo jurisdicción ducal: Francisco en la villa de Belalcázar, María en Béjar y Pedro en Gibraleón



 Estatua orante del canónigo Bartolomé López Dávila en su sepulcro de la iglesia de San Juan Bautista

     La relación del linaje Pizarro con Béjar se establece definitivamente con Francisco Pizarro y Pedraza (Belalcázar, 1652- Béjar, 1713). Este se trasladará a la villa salmantina después de haber enviudado de Ana María Sevilla, natural de Gibraleón, y haber procreado a una hija, Mª Francisca Pizarro. Mientras tanto su hermano Pedro Pizarro y Pedraza permaneció en la villa onubense. Entre ambos configurarán los dos linajes emparentados y paralelos en ambos señoríos ducales. Mientras Pedro casa en Gibraleón con Ana María de Acorso y Doria, Francisco y María Pizarro, su hermana, hacen lo propio en Béjar en 1675 con Ana López Dávila y del Castillo (Béjar, 1653-1729) y con Manuel López Dávila y del Castillo, respectivamente, hermanos a su vez. Ambas familias hidalgas unirán sus intereses en un casamiento doble típico de la Edad Moderna. 

        La nobleza de los López Dávila o López del Castillo provenía de antiguo. No en vano eran descendientes del canónigo de Plasencia Bartolomé López Dávila, fundador de una capellanía en la iglesia de San Juan Bautista cuyas cuantiosas rentas habían permitido el pago de la construcción del coro y sotocoro del templo, del altar del Cristo del Socorro y de dos altares en piedra, uno costeado por el propio Bartolomé y otro por su hermano, el también canónigo placentino Juan López Dávila, todo en la primera mitad del siglo XVII [3]. 

Inscripción del sepulcro del canónigo Bartolomé López Dávila. Iglesia de San Juan Bautista


       Con estos matrimonios se establecían estrategias de poder destinadas al mantenimiento y engrandecimiento de las casas nobiliarias. En el caso de los Pizarro su política se basaba en legitimar sus actuaciones y futuros despliegues económicos en la Villa y Tierra de Béjar, esto es en la cabecera y pueblos dependientes, tejiendo una telaraña de influencias poco proclive a ser desarmada a la vez que se intentaba obtener el reconocimiento social entre la baja nobleza bejarana. Su abuelo Pedro Trujillo escaso tiempo había contado en su devenir vital, siempre de camino entre los dominios ducales, para establecer su estrategia en parte alguna de manera definitiva. Francisco Pizarro y Pedraza se deja entrever en la documentación de los archivos bejaranos a partir de la fecha de su enlace matrimonial. Así se le cita como poseedor de cuantiosas rentas y propiedades (viñas, huertas, molinos…), desempeñando cargos en el consistorio tales como alcalde de los hijosdalgo (representante de la nobleza) o teniente de corregidor. 
 

 Iglesia de San Juan Bautista. Béjar.

       El matrimonio formado por Francisco y Ana López Dávila procreó numerosos hijos (un total de diez, de los que sobrevivieron siete) y sus partidas de bautismo se custodian en los libros sacramentales de la iglesia de El Salvador de Béjar, parroquia a la cual pertenecían al situarse sus casas dentro de su feligresía, cerca de la Plaza Mayor. El primer hijo les nació en 1677 y se le puso por nombre Francisco Pizarro, igual que su padre. El primogénito de la familia heredaría el mayorazgo y el cuantioso legado del patronato real de legos fundado por el canónigo Bartolomé López Dávila, pariente de su madre doña Ana, cuyo montante ascendía a 300 ducados de oro y dos capellanías. Y todo ello aun cuando había sido destinado a la Iglesia. En su seno morirá en 1734 sólo habiendo recibido órdenes menores y declarará como heredero al hijo de su hermano Juan Vicente Pizarro (Béjar, 1679-Gibraleón, 1737), teniente coronel del ejército. De él daremos unas pinceladas más adelante. El tercer vástago verá la luz en 1680 y se le pondrá en la pila del bautismo los nombres de Joseph Antonio Pizarro (Béjar, 1729-1743) y, al igual que su hermano, ingresará en el ejército donde llegará a ser sargento mayor de infantería. Casado con Isabel de Acorso Duque de Estrada, también natural de la villa onubense, tuvo dos hijos, José Vicente y Francisco. En 1681 nació Manuel Pizarro. También destinado a la Iglesia, ingresó en la Compañía de Jesús. En 1683 doña Ana dio a luz a una hija, María Francisca Pizarro (Béjar, 1683-1733). Andando el tiempo matrimoniará en dos ocasiones, la primera en 1707 con Manuel Enríquez de Montalvo y Alcaraz, natural de Plasencia, y la segunda en 1715 con Alonso Sotelo y Galarza, Procurador General. Frutos de ambos enlaces nacerán varios vástagos. Tres años más tarde, en 1686 vio la luz Andrés Pizarro quien, casado con María Ojea, llegará a ser Barón de San Quintín. Entre 1685 y 1693 Francisco Pizarro y Pedraza y Ana López Dávila procrearon varios hijos (Pedro, 1685; Felipe, 1690; Rosa Mª, 1692) de los cuales no volvemos a tener noticias, por lo que deducimos que murieron a temprana edad, hecho habitual en una demografía de la Edad Moderna caracterizada por la alta mortalidad infantil. A ello hemos de sumar el hecho de que los párrocos no anotaban las muertes de niños menores de 8 años hasta finales del siglo XVII o principios del siglo XIX. En 1698 doña Ana alumbra al último fruto del patrimonio, Ángela Pizarro (Béjar, 1698-1724) que sobrevivirá y enlazará con Francisco Barahona y Chaves, natural de Plasencia, en 1719. La pareja tendrá sólo dos vástagos, Francisco (1721) y Miguel (1722), al morir ella a los 26 años. 

Continuará

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[1] Como son datos muy prolijos y extensos en cuanto a duración cronológica me permito citar las fuentes utilizadas para la elaboración  del árbol genealógico a nivel general. Como la casa mayorazgo de los Pizarro se encontraba dentro de los límites parroquiales de El Salvador las partidas sacramentales referentes al linaje se encuentran en su archivo. Los libros sacramentales alusivos son: Libro de Bautismos nº 2 (1594- 1622), nº 3 (1622- 1654), nº 4 (1654-1712), nº 5 (1712- 1733), nº6 (1733-1756), nº 7 (1757- 1789) y n 8 (1790-1821), Libro de Difuntos nº 2 (1631-1692), nº3 (1712-1738), nº 4 (1738- 1755), nº 5 (1755- 1782) y nº 6 (1782- 1822); Libro de casados nº 2 (1693- 1739), nº 3 (1739-1765) y nº 4 (1765- 1814). En estas partidas se incluía información jugosa de los cargos que desempeñaban entonces los personajes citados. 

[2] CASCON MATAS, Mª Carmen. Introducción a la biografía del Tesorero don Bernardo Ordóñez de Lara. Un leal siervo a las órdenes de la nobleza y de la Iglesia salmantina”. Congreso Internacional de la Catedral Nueva de Salamanca. De Fortis Magna, 500 años de Historia. Dip. Salamanca, 2014. También CASCON MATAS, Mª Carmen. “La carta de don Ignacio de Béjar Guedeja”, 4.484 (22/II/2008) y 4.485 (29/II/2008).

[3] CASCÓN MATAS, Mª Carmen. “El contador mayor Juan Núñez Burgalés de Prado y el canónigo Bartolomé López Dávila”, Béjar en Madrid, 4.537 (27/II/2009) y 4.538 (06/III/2009). Todavía se conserva en la iglesia de San Juan Bautista de Béjar su hermosa tumba en piedra, con escultura orante y escudos del linaje, bajo la cual existe una lápida que reza: EL LICENCIADO BARTOLOME LOPEZ DAVILA CANONIGO DE PLASENCIA, BENEFICIADO EN ESTA IGLESIA DOTO ESTE ENTIERRO Y 3 SEPULTURAS AL PIE PARA SUS DEUDOS. HIZO A SU COSTA EL ALTAR DEL SANTISIMO CRISTO. MANDO LA LAMPARA DE PLATA CON DOTACION PERPETUA PARA ACEITE. DEJO OTRAS MEMORIAS Y CAPELLANIAS EN ESTA IGLESIA. AÑO 1649.

 
 

9 comentarios:

  1. Veo que este apellido también está bastante ligado con algunos lugares de Andalucía.

    Quizás el hecho de que murieran tantos niños en la Edad Media hacía que los matrimonios prefirieran tenen un número grande de descendientes.


    Besos

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  2. Interesante entrada que viene a responder a una pregunta que me había hecho hace tiempo y nunca me había respondido sobre el nombre de estos famosos,en Béjar, Portales de Pizarro.
    Un abrazo,

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  3. En aquellos tiempos, Béjar de Huelva quedaba muy lejos. Hoy, los Pizarro lo tendrían más fácil gracias a la Vía de la Plata (A 66). De hecho, muchos cacereños que conozco prefieren para veranear las costas onubenses, les queda, como se dice coloquialmente, a tiro de piedra.
    Un saludo.

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  4. Interesante. Pizarro es un apellido frecuente en Venezuela. Al principio, cuando comencé a leer, pensé que tenía relación con el conquistador. Ya me dí cuenta que no.

    Besos Carmen

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  5. Me ha llamado la atención esa conexión con Gibraleón, tan distante con Béjar.
    Quedo a la espera de esa asegunda parte.
    Un abrazo.

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  6. Yo tan solo asocio este nombre a Francisco Pizarro, pero me gustan las plazas con portales y estos con sus casas debe de ser sin duda un lugar muy bonito para pasear, me figuro que bueno recuerdos debes de tener de tus paseos.
    Un abrazo.

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  7. Resulta evocador ver esos soportales tan sólidos, de los que soportan siglos sin inmutarse viendo el devenir de la Historia. Hechos a conciencia, para durar. Luego lees a quienes pertenecieron, nombres sonoros en la villa de Béjar y comprendes lo importante de tener un lugar así al que volver y encontrar tus raíces.
    Te sigo. Besos

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  8. Por lo que nos comentas veo que la única relación con el conquistador solamente es el nombre. Esos soportales me parecen conocidos de mis visitas a la localidad de Béjar.

    Saludos.

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  9. Vaya, parece que apellidarse Pizarro cuenta con probabilidades de pasar a la historia de algún modo. Y qué forma tan hermosa la de acabar dando nombre a esos artísticos soportales.

    Feliz fin de semana.

    Bisous

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.