19 de abril de 2024

El viaje de la condesa de las Navas, Mª del Carmen Pizarro, desde Béjar a Las Batuecas en 1866 (1ª Parte)

 Autor: Ramón Martín Rodrigo

            A comienzos del siglo XIX una de las familias nobles de Béjar era la de apellido Pizarro. Este linaje poseía un secular mayorazgo y  otras propiedades no vinculadas. Su patrimonio contaba entre otras fincas un palacio en la plazuela de la Piedad, viñas y huertos, además de ganadería. Iniciada la guerra de la Independencia, en agosto de 1808 Luis Antonio Pizarro Ramírez se incorporó al ejército de Castilla para la defensa de España. La Francesada y los siguientes años le sirvieron para ampliar su cultura y para madurar en sus ideas políticas, inclinándose decididamente por las liberales.

 

 Luis Antonio Pizarro Ramírez

            Hacia los años treinta, una hija suya llamada María del Carmen Pizarro Ramírez contrajo matrimonio con el conde de Donadío, liberal destacado, y, tras ser procurador en Cortes por Málaga,  fue nombrado gobernador civil de  esta provincia. En 1836 en varios puntos de España grupos revolucionarios se alzaron para exigir  a los gobernantes medidas más radicales  e implantar nuevamente la Constitución de 1812. El gobernador militar de Málaga el 25 de julio de 1836 salió a apaciguar un motín, uno más de los frecuentes que se sucedían en la ciudad, pero los revoltosos acabaron con su vida. También fue a contener el brote revolucionario el gobernador civil, que era el conde del Donadío, pero cayó muerto a balazos. Así fue que su esposa, María del Carmen Pizarro y Ramírez, desde esa fecha se la empezase a llamar “viuda del Donadío”. El gobierno de España le concedió en 1839 la importante pensión anual de 12.000 reales, “merecida, pues su marido había muerto en acto de servicio, cumpliendo con su beber”.

            Luis Antonio Pizarro Ramírez, con el título de conde las Navas, fue uno de los integrantes del Estamento de Procuradores, vigente con el Estamento de Próceres,  entre 1834 y1836. Y,  según las actas de la época,  participaba activamente en la discusión de ideas y en la toma de decisiones. En las elecciones para diputados a cortes salió elegido diputado electo por la provincia de Salamanca. En 1843 se dan dos noticias sobre él relativas a esta historia: una, que ha quedado viudo; y la otra, que el título de conde de las Navas lo lega en vida a su hijo primogénito. Por lo cual para diferenciar al uno del otro al progenitor se le denominaba “conde viudo de las Navas”, y a su hijo, el “actual conde de las Navas”. Este último también estaba cercano al gobierno nacional pues tenía un cargo diplomático, como era el de “encargado de negocios de España” con un estado extranjero.  

 

 Portales de Pizarro (Béjar)


             Así las cosas, el 28 de marzo de 1849 llegó de nuevo una desgracia a la familia:  “Un sarampión maligno  ha llevado a la tumba, a la edad de 33 años, al actual conde de las Navas, cuando ocupaba una posición tan brillante por su nacimiento y por sus adelantos en la carrera diplomática”.

            Ante tan duros golpes, el conde viudo se retiró de la política y se fue a vivir a su “caserío”  (como él llamó a su domicilio) de Lucena (Córdoba). A pesar de todo, en febrero de 1854 envió una carta al periódico El Clamor en la que decía: “Aunque retirado en este rincón y casi olvidado de la política, mi corazón late al nombre de la libertad”. Ese mismo año, los liberales progresistas triunfaron en Vicálvaro y comenzó un nuevo Gobierno en España. El conde viudo de las Navas, que tenía domicilio en Sevilla, formó en esta ciudad un círculo democrático. Y de esta suerte la prensa lo presentaba como un  próximo detentador de un alto cargo en el nuevo sistema gubernamental de Espartero, con razón: convocadas las elecciones, acabó siendo diputado en aquella Cortes constituyentes. Pero el 19 de marzo de 1855 murió en Madrid  “tras una larga y penosa enfermedad”. La prensa  hizo esta aclaración para dejar referido que no murió de cólera, epidemia entonces reinante.

Monasterio de San José de Las Batuecas

 

            Como consecuencia de las muertes referidas, el título de Conde de las Navas, que tuvo el padre y luego brevemente su primogénito, pasó a la mayor de sus hijas, María del Carmen Pizarro y Ramírez, cuya identificación se hacía siempre  bajo “viuda de Donadío” y “condesa de las Navas”. En  1860  Isabel II le concedió la “Banda de las damas nobles de María Luisa”, que recibió en Málaga, donde vivía entonces, juntamente con el regalo de un brazalete del mejor gusto para su hermana Dolores Pizarro. Pues bien,  María del Carmen Pizarro, distinguida, rica propietaria y honrada, es la que va realizar una marcha desde Béjar a las Batuecas atravesando la Sierra de Francia en noviembre de 1866.  Y de este viaje la condesa de las Navas dejó escrito  un breve relato, incluyendo detalles de los pueblos serranos,  que es lo que ahora nos interesa.


Continuará

                                                                 

7 comentarios:

  1. De nuevo aquí, Carmen, tras un bache visual, a interesarme por la historia de tu ciudad.

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  2. Un viaje relatado, gracias a ello se hacen más cercano esos lugares.
    Esperando la segunda parte y saber más acerca de esta mujer y más con tanta carga afectiva.

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  3. Una familia que parece vivió una vida similar a la época que le toco vivir . El viaje de esta mujer se me antoja una aventura en la actualidad me imagino lo que fue entonces y en invierno.

    Saludos.

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  4. A ver lo que nos depara el viaje de Béjar a Batuecas.

    Un abrazo.

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  5. Muy interesante, Carmen, y quedo a la espera de saber como fue ese viaje, que le da título a este artículo.
    Un abrazo.

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  6. Esperamos lo que esconde ese viaje.
    Buen fin de semana.
    Cariños.
    Kasioles

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  7. Unos 60 km de preciosos pueblos por los que iba a pasar. Me encantan los portales de Pizarro.
    Un abrazo.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.