Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, 4.828 (05/07/2019), p. 4.
Los hechos acaecidos el 6 de agosto de 1738 llegaron hasta los oídos ducales, imaginamos que en forma de rumor a los pocos días de ocurridos, y también de forma oficial a través de una denuncia interpuesta ante él por el Corregidor. Así del 20 de agosto se conserva un documento que describe lo acontecido y no precisamente siguiendo la versión recogida por el Consistorio, una versión en la que, recordemos, el primo de Antonio Pizarro había acudido a los regidores para solicitar la apertura de la puerta de paso del coso por la desembocadura de la calle Mayor, petición que se concedió, sino que “hizo romper y derribar una barrera para que entrase en dicha Plaza en el coche su mujer, hermana y criadas[1]”. Su violenta actuación “pudo ocasionar una sublevación de todos ellos”.
Escudo de los Pizarro según el libro de Juan Bautista de la Calle dedicado aAntonio Pizarro y Pedraza en 1756
Y el mismo escudo en una tumba de la rama Pizarro en Gibraleón (Huelva)
¿A qué se debe este cambio de versión? O bien los regidores atemperaron la redacción de aquellos hechos en las anotaciones del pleno, que lo dudo, o bien el corregidor decidió ofrecer una versión distinta al Duque para que bajara los humos del pomposo hidalgo. El documento alude a un caso de altercado anterior, en concreto ocurrido en 1736 y en las mismas circunstancias de fiesta, corrida de novillos y ataque al vallado.
La actitud desafiante de Pizarro fue consideraba por don Joaquín Morante de la Madrid, Corregidor de la Villa y Tierra, un atropello y una falta de respeto hacia la Justicia representada por él y es por ello por lo que escribe al Duque para que intervenga en el particular. La reacción de don Juan Manuel II, titular de la Casa, no se hizo esperar y le impuso una multa a Pizarro de 200 ducados que debía hacer pagaderas al tesorero ducal y además el encarcelamiento del susodicho en la Cárcel del Consistorio durante un plazo de ocho días.
La Cárcel estaba, hasta no hace no muchos años, en los bajos del edificio consistorial
Llegada la orden ducal a Béjar el 25 de agosto, el Corregidor, de la mano del escribano consistorial, se dirigió a la casa palacio de los Pizarro para engrilletar a don Antonio “y habiendo preguntado por el susodicho a don Pedro Zetino, presbítero, su mayordomo, por este me respondio aver salido ayer domingo con el destino de pasar a el lugar de Santibáñez de esta xurisdiccion, por cuio motivo que no se hallaba en su cassa no sabia fixamente su paradero”. Dos días después, y sin tener noticia alguna, el Corregidor ordena a su teniente marchar a Santibáñez de Béjar para prender a don Antonio Pizarro por orden ducal con el consiguiente pago de multa de 200 ducados. Y que si no se aviniese a tales órdenes de pago se le embargaran los bienes. En Santibáñez de Béjar el hidalgo poseía una casa a la que solía viajar con frecuencia.
Según el propio testimonio del escribano que acompañaba al teniente, ambos salieron a las cinco de la mañana del 28 de agosto desde Béjar camino de Santibáñez. Y una vez llegado al pueblo se preguntó por don Antonio Pizarro, pero nadie pudo dar fe de su paradero. Los vecinos declararon “le habían visto pasar por este lugar” el día 25 de agosto “cojiendo el camino para la ziudad de Salamanca”. Después se personan en la casa de su propiedad, donde vive Diego Sánchez en calidad, suponemos, que de casero o similar, y habiéndosele preguntado declaró que el mencionado iba camino de Salamanca “a verse con el padre Manuel Pizarro, su tío” [2].
Casa remozada en Santibáñez de Béjar, propiedad de Antonio Pizarro y Pedraza
Al no hallarle por parte alguna, el Corregidor resuelve, que como en la casa “tiene los granos que a cogido de su cosecha de este año” según declaración de Diego Sánchez, embargarlos para pagar los doscientos ducados de multa. A tal efecto reúne a varios labradores del pueblo para que sean testigos de la comisión, comprobando que en la casa de Santibáñez se guardan un total de 130 fanegas de trigo candeal y 85 fanegas de centeno. Mientras se ponen en pública subasta, en un plazo de nueve días serán Alonso Briz y Juan Blázquez sus depositarios, y pregonados “en altas voces” a través del pregonero Benito Balas. Para obtener el precio ajustado se llamó a dos expertos en la materia para que los tasaran e inspeccionaran su calidad, Manuel Martín de Sosa y Juan Hernández. Una vez obtenido el precio resultante los doscientos ducados se entregaron al tesorero ducal.
Torre vigía de Santibáñez de Béjar (Salamanca)
Y así concluye, que sepamos, el asunto que tanto dio que hablar a las gentes de la Villa y Tierra de Béjar, y de los lances de un hidalgo que tenía tal creencia de sí mismo que bien se preciaba de ser “el otro duque de Béjar”, y de la multa y cárcel que se le impuso “por destrozos en el mobiliario urbano”, y de fuga de la justicia, y del embargo de sus bienes, y del final de esta historia que espero sea el definitivo. No sería, sin embargo, la última vez que la Justicia Ducal y don Antonio se vieran las caras.
[1] AHN. "Multa por destrozos en mobiliario público en Béjar (Salamanca)”. OSUNA, C.3505, D.13-14.
[2] Sobre la familia consultar CASCÓN MATAS, Carmen. “El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de una familia hidalga de la Edad Moderna: los Pizarro”. Revista Cultural de Gibraleón nº 17, Jun. 2015 y nº18, Dic. 2015.
Sin la menor duda que una cosa es la nobleza de espíritu y otra bien distinta la engreída nobleza de casta. En mis ya largo años me ha tocado ver algunos momentos de cólera de ciertas personas que siempre se creen por encima de los demás. Una bonita historia, Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por traernos momentos de historia tan interesantes Carmen. Feliz fin de semana.
ResponderEliminarAbrazos.
Aquí ,la justicia actuó con justicia plena.-No la hagas y, no la temas. Pero leo ,que el susodicho no era flojo de genio y formas.Le salió cara su arrogancia y no tuvo que cumplir arresto...?
ResponderEliminarUN ABRAZO CARMEN FELIZ FINDE
Tienes un blog interesante diferente a todos
ResponderEliminarme ha gustado lo que cuentas
saludos desde Miami
Vaya con Don Antonio, qué prepotencia.
ResponderEliminarPero lo que veo es que hasta ahora, ha sabido escurrir el bulto para no ir a prisión.
Así que, como apuntas, quizá sus cuitas por fantasmón aún nos guardan alguna sorpresa.
Besos, Carmen.
Al parecer debía creer estar por encima de la ley y que escapando al menos librarse de la multa, pero al tener donde podían cobrárselo pudieron hacer efectivo.
ResponderEliminarSaludos.
De nada le sirvió quitarse de enmedio. Al final la justicia consiguió cobrar la sanción que le pusieron.
ResponderEliminarBesos
Hola Carmen:
ResponderEliminarAl final, el mal se paga... o mejor dicho, lo que hizo mal, se pagó.
Besos
La chulería se paga. Ese señor pensaba que todavía andaban en la Edad Media. Bien empleado lo tuvo.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
La justicia hizo su deber y pecador pagó.
ResponderEliminarUn feliz domingo.
Gracias Carmen. Como de costumbre es un verdadero placer, viajar en el tiempo, de tu mano. Me alegra comprobar, que el prepotente Pizarro, pagó su osadia
ResponderEliminar·.
ResponderEliminarBueno, el que la hace la paga o así debiera ser. Establecer justicia es algo que delegamos en la autoridad... esperando que se aplique con la justa proporción debida.
Un abrazo
.·
LaMiradaAusente · & · CristalRasgado
Vaya con el listillo de don Antonio. Que se creía por encima de la ley.
ResponderEliminarBuen martes Carmen. Cuídate
Un abrazo.