Autor: José Ignacio Díez Elcuaz
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2009
LAS INSTALACIONES DEL NAVAZO
Poco después de la fábrica de papel se encuentra la presa y la bocamanga de un canal que conduce el agua a la actual central de Samuel Solórzano, antiguo molino harinero que, en 1752, era propiedad de Juan Martín, sacerdote residente en La Garganta. En 1905, la aceña era propiedad de los herederos de Estefanía Bejarano Bejarano y era la única, de las seis que había en Candelario, con actividad continua a lo largo del año, pues las demás sólo molían en la temporada de lluvias. Su renta anual se calculaba en 309 pesetas. En 1929 se la denominaba ya fábrica de harinas. A ella volveremos más adelante.
Vista aérea de El Navazo
Estamos ya en el Navazo, paraje estrechamente relacionado con la familia Olleros. Veamos cómo surgió este vínculo. La presencia de la familia Olleros en el Navazo se inició en 1812, cuando Pedro Antonio Olleros adquirió las primeras posesiones en el lugar, enajenadas por el Ayuntamiento de Béjar para hacer frente a las contribuciones impuestas durante la guerra de la Independencia. Se casó con Isabel González (quien falleció viuda hacia 1830). De este matrimonio nacieron tres hijos: Antonio María, Ángela y Vicenta.
Antonio María Olleros construyó en 1824 una fábrica de nueva planta; pero todavía desvinculada del río. De este empresario se tienen más referencias: en 1832, empleaba a 174 operarios y su producción representaba el 7 por cien del textil bejarano en aquel año, gran parte del cual estaba destinado al mercado militar. No sabemos con seguridad cuál era su casa-fábrica, aunque sí conocemos las dependencias de que constaba y los útiles fabriles que empleaba. En 1834, creó una sociedad que inicialmente se llamó Olleros e Hijo, de la que su primogénito Anselmo era socio y director. En cambio, otro de sus hijos, Pedro, trabajó sólamente como empleado. De este último sabemos además que renunció a una capellanía (fundada por su bisabuelo Domingo Olleros) en la iglesia orensana de Puente Castrelo, de lo que se puede deducir que sería encauzado inicialmente a la carrera eclesiástica, a la que renunciaría con posterioridad. Un tercer hermano, José María, también recibió una formación religiosa, de tal forma que, a finales de 1834, cuando era clérigo de menores y estudiaba en la Universidad de Salamanca, optó a la mencionada capellanía, a la que había renunciado con anterioridad su hermano Pedro. En 1845, José María dirigía el establecimiento comercial que la empresa familiar tenía en Madrid, por lo que puede ser que también él renunciara a la profesión religiosa. La segunda hermana, María de la O (hubo otra llamada Ángela), se casó con el comerciante madrileño Joaquín Mazpule, gran comprador de bienes desamortizados y agente de negocios en la capital para muchos bejaranos. Desde 1832, Antonio María Olleros pasó a un segundo plano en la dirección de los negocios familiares, hasta su fallecimiento en torno a 1845.
Retrato Ramón Olleros Mansilla
Foto sacada del blog Los Abdones
En 1837, Anselmo Olleros Pérez (el primogénito de Antonio María) inició sus construcciones hidráulicas en El Navazo, donde inicialmente tenía previsto construir un batán. Sus intereses se oponían a los de José Bejarano Bule, vecino de Candelario, que estaba construyendo un molino harinero también en El Navazo, pero en la orilla de la villa choricera, en unos terrenos que comprendían un prado (con mata de roble y castaño), una huerta y una aliseda. Finamente llegaron a un acuerdo: José Bejarano vendió sus posesiones mencionadas a Anselmo Olleros por 10.000 reales (obtuvo un beneficio de 5.000 reales) y compró un molino a Francisco Sales Muñoz (la actual central Samuel Solórzano), situado por encima del puente Viejo (el Nuevo aún no se había construido), por la cantidad de 28.500 reales, para lo cual Anselmo Olleros le prestó 8.000 reales. Este último se quedó con las pilas, “el árbol”, la rueda y los demás elementos del molino adquirido para incorporarlos a su batán. José Bejarano había construido además una pesquera y una regadera por debajo del molino de Sales, que también pasaron a manos de Anselmo.
Puente El Navazo
Con el fin de mejorar su nueva posesión, José Bejarano compró también una huerta contigua al molino de Sales, con el fin de ganar 7 cuartas de caída de las aguas. Pero como en la regadera de Anselmo no entraba suficiente caudal por la bocamanga, debido a que había quedado baja su pesquera, llegaron al acuerdo de que el fabricante pañero pudiera levantar 3 cuartas “el cumbrero” (la coronación) de su presa, a cambio de 3.000 reales (la huerta le había costado a Bejarano 6.000 reales). De esta forma, el molino adquirido por José Bejarano se benefició sólo con 4 cuartas más de altura. En 1848, “un puente de madera y hierro, pintado y colgado”, permitía que el agua cruzara el río desde la orilla derecha, donde se encontraba la bocamanga, a la izquierda, donde se hallaban las instalaciones de los Olleros. A principios del siglo XX, había sido sustituido por una tubería de hierro.
A mediados del siglo XIX, el batán de los Olleros se había transformado en un importante complejo industrial. Según Madoz, las naves del “suntuoso establecimiento” contenían “abundantes y delicadas máquinas de hilar, cardar, urdir, tejer, emperchar, prensar, lavar y hasta lustrar al vapor los paños”.
LA FAMILIA OLLEROS Y EL NAVAZO
En los párrafos anteriores nos hemos centrado en los primeros fabricantes de la familia Olleros y hemos visto cómo hasta la tercera generación no se inicia la explotación del Navazo. En las líneas siguientes conoceremos a otros miembros de la saga que continuaron con el establecimiento industrial.
Luis Olleros Gómez, por Luis Romero de Torres
Foto sacada del blog Los Abdones
Del mencionado Anselmo Olleros Pérez sabemos que se casó con Petra Mansilla en 1832, año en el que su padre le favoreció, frente al resto de sus hermanos, al convertirlo en socio de la empresa familiar. Tras la construcción del batán del Navazo, adquirió numerosas posesiones en este paraje, con el fin de ampliar y mejorar su fábrica. También compró diversos bienes desamortizados; así, fue copropietario de los conventos de San Francisco y de La Anunciación. Figura como contribuyente con derecho a voto entre 1848 y 1862, año en el que pagaba a Hacienda 4.277 reales. No aparece en el listado de 1863, por lo que es posible que hubiera fallecido en aquella fecha. Fue alcalde en 1843 e intentó explotar una mina de hierro en Las Hurdes, pero tuvo que abandonar por falta de rentabilidad. En 1847, formó parte de una empresa adjudicataria de la construcción de la carretera de Salamanca a Béjar. Años después, en 1892, el Ayuntamiento le homenajeó dando el nombre de Olleros a la calle en la que se encontraba la vivienda en la que nació y vivió.
La sociedad familiar pervivió al menos hasta 1888, si bien con el nombre de Viuda de Olleros e Hijo. Tras la muerte de Anselmo, estuvo dirigida por su hijo Ramón Olleros Mansilla (sus dos hermanos menores, Vicente y Segundo, revolucionarios en las jornadas de 1868, fallecieron siendo relativamente jóvenes), quien figura como elector entre 1865 y 1886. En la primera de las fechas citadas, vivía en la calle Mayor de Pardiñas (en la residencia familiar) y pagaba al fisco anualmente 158 escudos (1.580 reales). En 1888, independizado de la sociedad familiar, tenía su industria en la calle Las Armas. Ramón casó con Carmen Gómez Yagüe (hija de Jerónimo Gómez Rodulfo), quien en 1902, fallecido su esposo, dirigía la empresa Viuda de Ramón Olleros Mansilla. Fueron padres al menos de cuatro hijos: Ramón, Luis, Anselmo y Dolores.
Carmen Gómez Yagüe por Luis Romero de Torres
Foto sacada del blog Los Abdones
Luis Olleros Gómez dirigía el establecimiento comercial que la familia tenía en Madrid (en la calle Mayor n. 41), cuando murió en 1923, que luego pasó a su hermano Anselmo, quien conservó la razón social a nombre de su hermano. Probablemente fue el primero de los citados quien encargó los retratos de sus padres a Julio Romero de Torres, quien los realizaría en torno a 1918 a partir de fotografías, pues ya habían fallecido. El pintor cordobés retrataría además al propio Luis, cuando éste residía en la corte.
Ramón Olleros Gómez también dirigió el almacén de tejidos de la capital en su juventud y casó con Josefa Gómez Guijo (hija de Felipe Gómez Moñibas y de Anselma Guijo). Falleció en 1939, sin llegar a conocer la gran ampliación de las instalaciones realizada en 1950, que, desde el batán inicial, se transformaron en una gran fábrica textil centrada en el tinte.
El anteriormente mencionado Segundo Olleros Mansilla (perteneciente a la cuarta generación de fabricantes) se casó con Nicanora Harguindey, con quien tuvo al menos dos hijos: Feliciano (fallecido en 1963) y Tomás Olleros Harguindey (fallecido en 1963).
Carmen Gómez Yagüe y Ramón Olleros Mansilla
Foto sacada del blog Los Abdones
Volvamos de nuevo al Navazo. En julio de 1877, la sociedad “Luis Olleros y hermanos” consiguió la autorización para construir una presa y dos artefactos fabriles entre los términos municipales de Béjar y Candelario. El proyecto que acompañaba la solicitud había sido elaborado por el maestro de obras Manuel Dorado. La aprobación oficial establecía algunas condiciones: la altura total de la presa sobre el cauce del río no podía superar los 132 centímetros y la cantidad máxima de agua que podría utilizar no debería exceder de 600 litros por segundo. El plazo para la realización de las obras era de 18 meses desde la concesión, por lo que es probable que los trabajos terminaran a finales de 1878. No sabemos si las obras se referían a reformas en el predio familiar o a otras instalaciones fabriles, como la que daría lugar a la futura Labasa. Tampoco podemos precisar si la presa es el Charco de las Yuntas o la conocida como “el salto de los Olleros”.
En 1905, a los seis edificios que la familia Olleros tenía en el Navazo se les computaba una renta anual de 6.759 pesetas. En 1929, el conjunto de dependencias eran cinco casas, tres edificios fabriles y una fábrica de luz.
Continuará
Leyendo la entrada van apareciendo reflexiones y preguntas:
ResponderEliminarSi es justo que la totalidad de una empresa pase a manos del hijo primogénito mientras otros son sólo empleados. Las condiciones emprendedoras de ese primer hijo, etc. Y por encima de todo, la gran actividad de la zona en esos años, envidiable. Saludos
Tu entrada me ha permitidio conocer un dato que no sabía sobre el gran pintor cordobés. He visitado su Museo un par de veces y ahora me entero de su relación con esta familia. es natural que se busque para un retrato al pintor que por entoces tenía un gran éxito.
ResponderEliminarBesos
Encargar retratos a Julio Romero de Torres, un lujo al alcance de pocos, indica la posición económica favorable de ciertas familias.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Carmen:
ResponderEliminarLa actividad económica era muy importante en la zona para la épca. De ahí que pudieran pagar retratos de artistas conocidos. Imagino el lujo de los muebles y menaje en casa también.
Besos
Una empresa que fue pasando por las generaciones familiares, según las necesidades del tiempo.
ResponderEliminarLas imágenes mostradas te dan idea de la familia.
Buena Semana Santa.
En los años, empecé a ir a Candelario en verano. La mayoría de los coritos trabajaban en esa fábrica. Da pena verla ahora, tanto a ella como a muchas otras en ruinas. Famosa se hizo la frase vives mejor que los ricos de Béjar. El tiempo ha ido cerrando poco a poco su gran industria textil.
ResponderEliminarUn abrazo
Carmen, a salto de mata por estos lares pero voy ingeniándomelas para seguir tus interesantes artículos sobre Béjar. Te diré que estos sobre la relación de la industria y el río me parecen especialmente valiosos.
ResponderEliminarUn abrazo,
El agua fue muy importante para la industria textil en especial para el lavado de la lana entre otras actividades necesarias en esta industria.
ResponderEliminarO se me paso por alto pero no aparecen mujeres como hijas de las familias.
Saludos.
Segruo que las habría, pero el autor se ha querido ceñir a los hombres porque eran los herederos de las fortunas y negocios, a menos que el matrimonio sólo hubiera tenido descendientes femeninas.
EliminarSaludos
Se olvidan de mencionar a maria, Purificación y Luisa Olleros Harguindey así como a Jose Maria que falleció durante la guerra civil.
ResponderEliminarMuy interesante
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