Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013, pp. 65-69.
Mientras Béjar vive su puesta de
sol, mientras el declive se muestra en su apogeo, mientras la industria textil
cabecea en el duermevela de la agonía, mientras el comercio echa el cierre, mientras
inclinamos la cabeza, no ante Salamanca, tocada y hundida, sino que rendimos
pleitesía a Alemania, hubo un tiempo en que Béjar, sin necesidad de calles
asfaltadas, autovías, luz eléctrica o altos edificios de ladrillo, solo gracias
a su poderoso empuje fabril y por ser cuna de influyentes personajes, fue capaz
de conseguir el título de Ciudad, una denominación que le venía grande por
entonces pero a la que después se ajustó como un guante.
1850
fue un año marcado por grandes noticias. La villa, aún bajo la opresión
señorial, se encontraba inmersa en la vorágine de la industrialización. Contaba
con una población de 4.393 almas, se satisfacían impuestos al estado por valor
de 170.000 reales[1], el
negocio fabril marchaba a buen ritmo, las enhiestas chimeneas se alzaban hacia
el cielo desafiantes, boqueando y vomitando el sudor de las máquinas, y el
Manchester Castellano no daba abasto para alojar entre sus muros a inmigrantes
deseosos de una vida mejor. La burguesía enriquecida, su dueña y señora, ansiaba
dar un aire novedoso a la villa desprendiéndola de las características
provincianas y rurales dominantes. Los esfuerzos no se debían limitar, empero,
al quehacer diario del consistorio al contarse con la presencia perenne de un
diputado en el Congreso de los Diputados, bien de carácter progresista, bien
conservador, según los vaivenes caóticos de un gobierno que rolaba bien a los
caprichos de una Isabel II siempre tendente al moderantismo o al progresismo
gracias a presiones y golpes militares. La llave para que las voces de la
burguesía bejarana se hiciesen oír se guardaba en el bolsillo de su representante
en Madrid, siendo cierto también que otros personajes influyentes manejaban ocultos
hilos para que los planes saliesen a pedir de boca.
Foto antigua del río Cuerpo de Hombre y fábricas bejaranas
Aquel
año que ponía el punto medio a una centuria marcada por los pronunciamientos
militares, las guerras civiles, las conspiraciones y las intrigas políticas
parecía más tranquilo de lo acostumbrado. El general Narváez, cabeza visible
del bloque moderado, mantenía firmes las riendas del gobierno después de un
1848 agitado por una revolución contagiada desde Francia que en España derivó en
una grave crisis económica[2].
El 12 de diciembre de 1848 Béjar fue tomada por las tropas carlistas comandadas
por los generales Peco, Cuesta y Cipriano Sánchez sin que se produjesen hechos
reseñables[3].
La sombra de la guerra civil, las revoluciones y los conflictos internos
empañaba, pues, el transcurrir vital de la villa.
Preparativos
y protagonistas
La
propuesta de petición del título de ciudad para Béjar partió, como veremos, desde
Madrid, pero parecía como si el proceso se hubiese adelantado durante la década
precedente al trabajar los distintos consistorios en pro de la mejora de la
villa, suprimiendo los aires provincianos, sustituyendo el olor a ganado por el
del humo de las fábricas, el sudor de los trabajadores y los perfumes caros. La
burguesía había puesto sus ilusiones en manos de las grandes personalidades
nacidas en Béjar, nadadores a contracorriente o a favor, según convenía, en los
tejemanejes políticos de altos vuelos. José Sánchez Ocaña (Béjar, 1798- Madrid,
1887)[4],
diputado en varias ocasiones por la villa y apegado por linaje al moderantismo,
suponía una buena punta de lanza en la Villa y Corte. De su lealtad a la corona
daban buena cuenta las cruces de Carlos III e Isabel la Católica[5]
que lucían en su pecho, y sus cargos de Director de Contribuciones Directas [6]
y Director General del Tesoro que ostentó por obra y gracia del partido moderado. Aunque su carrera política, y sobre todo económica, oscilaba al son de
los vaivenes inesperados en que estaba inmerso aquel siglo XIX, su poder en las
altas jerarquías del estado le había otorgado el monopolio total de la
representatividad moderada del ayuntamiento en Madrid. Así bien pudiéramos
decir que Sánchez Ocaña era el cacique de Béjar bajo cuyo paraguas se
refugiaban los deseos y ansias del consistorio bejarano y, mejor aún, los de la
alta burguesía fabril.
José Sánchez Ocaña
Retrato conservado en el Salón de Concejales del
Ayuntamiento de Béjar.
En
lo que se refiere a mejorar Béjar, se habían conseguido logros que afectaban a
la educación, dado que desde 1847 esta concejalía se hallaba en manos de un
personaje tan relevante internamente como Nicomedes Martín Mateos[7].
Siguiendo su consejo, entonces externo, en 1845 se había conseguido la
construcción de unas escuelas públicas de educación primaria en la calle
Mansilla[8].
De su labor buena prueba fueron las reclamaciones realizadas por el consistorio
en 1849 a cuenta de la necesidad de un espacio público -destinado a cárcel (es
posible que con la densidad creciente de habitantes la cárcel pública de la
Plaza Mayor resultase insuficiente), escuelas y cuartel- a los compradores del
desamortizado convento de San Francisco, cuyo edificio estaba desaprovechado[9].
Para lidiar con el propietario, Juan Sánchez de Manuel, se nombró como cabeza
de la comisión a Ezequiel Illán, un fabricante textil destacado por su don de
gentes, influencia, buen ojo para los negocios y un bagaje cultural amasado en
sus numerosos viajes por el extranjero. Estas y otras virtudes le sirvieron
para fuese elegido como uno de los miembros de la comisión encargada de la
concesión del título de ciudad.
Nicomedes Martín Mateos
Fotografía conservada en el Casino Obrero de Béjar
Y
para regocijo de la burguesía se inicia en 1848 la construcción del Teatro
Cervantes[10], se
procede a la renovación del encañado de la villa y la demolición del acueducto
de La Corredera, cuya construcción se remontaba al siglo XVI[11].
También se derriban los restos del Cubo del Palacio Ducal, en La Carrera,
previa aprobación ducal en 1845[12].
Por cierto, y hablando de duques, era capital para que Béjar tomase amplios
vuelos librarse de una vez de las cadenas impuestas por la Casa Ducal y es
entonces, en 1849, cuando don Pedro Téllez- Girón abre un pleito contra el
consistorio al pretender éste vender unas tierras que habían pertenecido a un
señorío jurisdiccional que no era ya reconocido en Béjar[13].
Nicomedes Martín Mateos redactó un informe para demostrar la abolición de los
señoríos que se remitió a José Sánchez Ocaña con el fin de que hiciera algo al
respecto y demostrara la independencia de la población y su industria[14].
Teatro Cervantes de Béjar
Foto extraída de http://www.flickriver.com/photos/tags/patiodebutacas/interesting/
Y
si estas reformas urbanísticas no eran suficientes, en 1849, Nicomedes Martín
Mateos presenta una solicitud al consistorio “para que se trasladase a este edificio o al de la escuela primeria una
losa sepulcral hallada en las paredes arruinadas de Santa María de las Huertas
que ratifica la antigüedad de esta población aun en la época de la dominación
de los romanos y que debe conservarse a la posteridad. La inscripción sepulcral
dice asi: D.M.S./ VALENTINO/ AN. XX/ FLAVUS P./
VALENTINA/ M. F.C. Traducción: Diis manibus sacrum/ Valentino (por
Valentino)/ Annuorum viginti/ Flabus pater/ Valentina mater/ Fecerunt[15]”.
La lápida, que fue trasladada a la escuela primaria, fue utilizada con intenciones
propagandísticas en el expediente de solicitud presentado a la reina, al darse
por cierto un posible origen romano de Béjar como veremos en el apartado
siguiente.
Lápida romana encontrada en Béjar.
Claustro del convento San Francisco
Continuará
[1]
Estas cifras se han extraído del informe que presentó la comisión para la
concesión del título de Ciudad al Ministerio de la Gobernación a través de la
Diputación de Salamanca. AMB: Béjar,
expediente formado para la promulgación del Real Decreto de 27 de Mayo de dicho
año concedido a esta antigua, noble y leal el nuevo título de Ciudad. Sign. I.E. 0004.12. También se puede consultar MADOZ, Pascual: Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Ed. provincia de Salamanca, Diputación
Provincial de Salamanca, 1984. En 15 de julio de
1845 llegó al consistorio una comunicación desde Madrid por la cual el
ayuntamiento debía hacer un informe destinado al mismo. AMB: Libro de actas de sesiones de 1845. Sesión de 18 de julio,
Sign. 1620, ff. 29 y 29 v.
[2]
SÁNCHEZ MANTERO, Rafael: “De la Regencia de María Cristina a la Primera
República” en TUSELL, Javier y SÁNCHEZ MANTERO, Rafael (coords.) Historia de España. El siglo XIX. De la
Guerra de la Independencia a la Revolución de 1868. Madrid, 2004, pp. 528 y
ss.
[3] AMB:
Libro de actas de sesiones de 1848. Sesión
de 17 de octubre, Sign. 1620, f. 55, y Libro
de actas de sesiones de 1849. Sesión de 2 de enero, Sign. 1620, f. 65.
[4] Una
primera biografía ha sido abordada por CASCÓN MATAS, Mª Carmen: “Pequeña
biografía de un ministro nacido en Béjar. José Sánchez Ocaña (1798- 1887)”.
Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2012.
[5] La
primera le fue concedida en 1846 y la segunda en 1848. Ibidem, pp. 55 y 56.
[6]
Nombrado en 1846 y dentro del ministerio de Hacienda del que luego será por dos
veces ministro (1858 y 1868).
[7] Sobre
Nicomedes Martín Mateos consultar HERNÁNDEZ DÍAZ, José María: Don Nicomedes Martín Mateos. Antología de
textos breves. Casino Obrero y Caja de Ahorros de Salamanca, 1990. Y del
mismo autor, La educación en la obra de
Nicomedes Martín Mateos. PREMYSA, 2007.
[8] En
los solares arruinados tras la invasión e incendio por las tropas napoleónicas
en 1809. AMB: Cuestionario sobre obras y urbanismo, Sign. 0395.13, y Libro de actas de sesiones de 1846. Sesión
de 17 de agosto, Sign. 1620, f. 51.
[9] AMB:
Libro de actas de sesiones de 1849. Sesión
de 2 de enero, Sign. 1620, f. 61 v. Hasta 1869 no se consiguió por compra a la
Casa de Osuna el edificio del Palacio Ducal, espacio más que suficiente para
instalar en él el cuartel militar, escuelas y el ayuntamiento.
[10] AMB:
Libro de actas de sesiones de 1848. Sesión
de 3 de octubre, Sign. 1620, f. 27 v. El consistorio prestó 10.000 reales que
se intercambiaron por 10 acciones de 1.000 euros cada una.
[11]
Comienza con la presentación de un informe de encañado por el ingeniero
hidráulico Eduardo Fossey AMB: Libro de
actas de sesiones de 1849. Sesión de 30 de enero, Sign. 1620, f. 67.
[12] La
demolición se efectuó el 20 de octubre de ese año. AMB: Libro de actas de sesiones de 1845. Sesiones de 28 de abril, ff.
17v-18; 18 de julio, f. 29; y 20 de octubre, f. 40 v.
[13] AMB:
Libro de actas de sesiones de 1849. Sesión
de 27 de abril, Sign. 1620, f. 78. El caso se
detalla en MAJADA NEILA, José Luis: Historia
de Béjar (1209- 1868). Salamanca, 2001, pp. 212 y ss.
[14] Ibidem, Sesión de 11 de mayo, ff. 79 v y
80.
[15] Ibidem, Sesión de 13 de Julio, f. 86 v.
Buen artículo. Esperando el siguiente.
ResponderEliminarBuen artículo. Esperando el siguiente.
ResponderEliminarUna entrada muy interesante Carmen.
ResponderEliminarSaludos
Tiempos de cambios, de industrialización, de progreso, de reivindicaciones sociales, tiempos convulsos pero llenos de esperanzas, de sueños, de luchas... Ahora, como bien señalas, no sabemos cuál es nuestra ruta. Seguramente la que nos marque el dueño de Europa. De nuevo.
ResponderEliminarUn saludo.
Lejos quedaban ya los esplendores de la Villa Ducal, que dieron sus últimos coletazos con los dos últimos Zúñiga, el XI y el XII Duque. Los Téllez-Girón eran completamente extraños a la Villa y los nuevos dueños de Béjar eran los burgueses industriales como bien nos ilustras. La Villa necesitaba subir un peldaño más tras todas esas reformas urbanísticas y sociales en plena ebullición industrial. Una nueva era dorada para Béjar que quizás culminases con su protagonismo tras la Gloriosa de 1868.
ResponderEliminarUn beso
Bonito nombre para definir el Béjar de la prosperidad: "El Manchester Castellano".-La verdad que , cuando se tienen por mandatarios con las cabezas bien amueblada todo es un tirar hacia adelante...
ResponderEliminar-Ya no nos son tan desconocido estos personajes:ahora mísmo ya conocemos parte de ellos.
Un abrazo Carmen: volvemos a leerte.
Tiempo de caciques, madame. Cuántas cosas se decidían en los despachos. Al menos parece que sabían elegir a la persona adecuada para sacar adelante los proyectos, como fue el caso de Ezequiel Illán.
ResponderEliminarFeliz día
Bisous
Buen escrito el que nos dejas hoy, esperando la continuidad del desarrollo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Leerte es reafirmarse en que los sistemas de gobierno no son determinantes. ¿República o Monarquía? ¿Conservadores o Progresistas? ¿Suecia o Venezuela? Lo decisivo es contar con gestores honestos y capaces que gobiernen y administren bien, ya sea un país o un ayuntamiento.
ResponderEliminarPetons
Aunque no conozco Béjar, no me cabe duda por las imágenes que he epodido observar de algunos blogueros, en la actualidad, tiene bien merecido el título de ciudad.
ResponderEliminarBesos
Interesante relato que parece indicar dónde está la llaga en la que hay que poner el dedo.
ResponderEliminarUn abrazo,
No me extrañan los intentos por conseguir que la Ciudad de Béjar ostentará la condición de Ciudad. Es verdad, no había caído, pero el nombre de Manchester Castellana le viene al anillo.
ResponderEliminarEl Teatro de Cervantes es una auténtica joya arquitectónica y su interior es de una belleza considerable...Podéis estar orgullosos de este majestuoso legado, al igual que la lápida romana encontrada en el Convento de San Francisco.
La Burguesía y los hombres fuertes en Madrid hicieron de Béjar una ciudad llena de porvenir y prosperidad.
Como te dije en una ocasión, desde muy pequeño y sin conocerla siempre me atrajo un montón.
Ahora, cada vez que hago una ruta cercana me paso por allí, porque me estimula pasear por sus calles, sus paisajes y sus innumerables monumentos plenos de Historia que son huellas de un Tiempo lleno de actividad y buen hacer.
Abrazos y Besines.
Hola Carmen:
ResponderEliminarMuy interesante. Eso de la Manchester castellana me gusta mucho :D No me sorprende ese apodo.
Besos
Años de bonanza que le que le dieron merecida fama por el tesón de algunos. Si hoy levantaran la cabeza y vieran como está, no se lo creerían Carmen.
ResponderEliminarSeguiremos esperando tue relato de sus buenos años.
Un beso.
La historia tiene sus hitos y lo importante es entrar en ella. Las ciudades sufren altibajos pero el hecho de resurgir y permanecer es porque lo vale. Su historia no es agua pasada.. Bss y buen finde
ResponderEliminarBéjar en constante cambio. Esperando el siguiente artículo.
ResponderEliminar¡Salud!
La doliente Castilla. Siempre olvidada y siempre necesitada para hablar de la grandeza de España. Un saludo
ResponderEliminarLos títulos se los merecen los pueblos y las villas, pero los ganan para ellos sus ilustres hijos. Es el caso y como en este blog se ve no queda en el olvido. Un abrazo.
ResponderEliminarSe nota que tu tierra te atrae y es un placer para mí cada vez que entro en tu espacio para hacerte una visita.
ResponderEliminarSiempre salgo aprendiendo algo nuevo y paso un ratito agradable al hacerme trasladar a un tiempo atrás lleno de encanto, las fotos que compartes, también contribuyen a ello.
Cariños y buena semana.
kasioles
Carmen, creo que lo importante, muy importante de esta primera entrega es la constatación de que los hijos de Béjar que alcanzaron el poder y la posibilidad de mejorar, sus intereses primero, a esta ciudad convertida en núcleo de trabajo eficaz y siempre lucrativo para el gobierno que fuese, carlista, dictatorial, monárquico... Esto hace pensar en la situación actual como la inanición de los gestores de una industria ida y creo que irrecuperable. Una crónica extraordinaria escrita con un estilo de irada limpia y altiva por la eficacia de las personas que en ella intervinieron.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo, querida Carmen.