2 de marzo de 2015

Béjar: de villa a ciudad (1850) (2ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013, pp. 65-69.

El expediente


            ¿De quién partió la idea de solicitar el título de ciudad? En la sesión de 4 de enero de 1850[1] se dice que José Sánchez Ocaña ofreció “la probabilidad de conseguir de S.M. la real gracia de que esta noble, leal y antigua Villa reciba el dictado de Ciudad que merece su población y el renombre de su industria fabril de lanas” y la corporación aprueba la puesta en marcha del proyecto. ¿Es entonces casualidad que durante la década anterior se estén haciendo mejoras en la villa? Dadas las pistas que hemos ofrecido anteriormente creo que no. Es posible entonces que el sueño rondase en las cabezas de los hombres más preclaros de la población, sobre todo desde que la villa fabril se destacó en la defensa del trono en los hechos de 1838.

 Isabel II


            ¿Cuál era el procedimiento a seguir? Según los cauces oficiales se debía redactar un expediente al efecto, uno, y no dos como son los que se conservan el archivo municipal. El primero de ellos fue redactado probablemente en Béjar en pocos días, unos 18, por un buen conocedor de la Historia de Béjar que echa mano de un libro sobre nuestra industria textil del que extrae varios párrafos, en una práctica propia de los historiadores. Se envió entonces a Madrid, al despacho de Sánchez Ocaña, quien es posible que lo utilizase para hacer valer su proyecto en la corte mientras los cauces oficiales, sumamente lentos, se ponían en marcha y fue, en suma, el que firmó Isabel II. El segundo fue escrito por la Comisión nombrada al efecto por el ayuntamiento, llegando en abril a la Diputación Provincial de Salamanca –quien suponemos no le haría mucha gracia que Béjar obtuviera el título de ciudad, pues es precisamente en abril de ese año cuando el ayuntamiento pretendió unirse a la provincia de Ávila por la “prevención que existe en la capital de la Provincia contra este pueblo laborioso e industrial, tal vez por innoble emulación[2]- siguiendo el cauce establecido por la administración. Esta institución debía aprobarlo y elevarlo al ministerio, quien lo dio por bueno pero lo marginó con respecto al remitido a Sánchez Ocaña en enero

 
Luis José Sartorius, conde San Luis, ministro de la Gobernación


            Ambos expedientes presentaban las excelencias de la población, su historia y lealtad a la Corona, mieles que debían ofrecerse al paladar de la augusta y caprichosa soberana. Por ser de interés creo precisa la transcripción íntegra del primero porque se trata del documento presentado por el ministro de la Gobernación, Luis José Sartorius, conde San Luis[3], a Isabel II y que ésta firmó, sin duda no por propio convencimiento, pues es seguro que no sabía dónde estaba Béjar ni le importaría gran cosa -si acaso conocería de oídas la buena calidad de sus paños-, sino por referencias y dictados de sus consejeros, véase Sánchez Ocaña y Juan Bravo Murillo, ministro de Hacienda, gran amigo del anterior[4].

 Juan Bravo Murillo, ministro de Hacienda


            “Señora

            Al solicitar un pueblo ensalzar su nombre debe considerar en su antecedentes históricos si sus servicios contribuyeron al sostén y al renombre de su Patria y si su posición actual le permite conservar la categoría a que pretende ascender.

            Al solicitar Béjar el dictado de Ciudad puede presentar a Vuestra Majestad un sucinto análisis de los servicios que acreditan su lealtad y su nobleza.

            Béjar, pueblo antiquísimo y notable ya bajo la dominación romana fue después en los siglos de la reconquista la vanguardia de Castilla, de una Castilla que soportó casi sola la tenaz lucha de más de setecientos años con los hijos del Profeta.

            Béjar mandó sus hijos al lado de sus Monarcas y al lado de sus Monarcas conquistaron los Bejaranos Algeciras, tomaron buena parte de las Navas de Tolosa, ayudaron a Fernán González en la acción de Corneja y reconquistaron sus muros varias veces del poder de los Sarracenos. El Rey Don Sancho convencido de tantos trabajos heroicos donó a Béjar un término dilatadísimo y todas las franquicias municipales ‘por los muchos servicios’, dice la carta, ‘que prestaron al rey don Fernando, mi abuelo, al Rey don Alonso, mi padre, y a mí mismo’. 

 Plaza Mayor de Béjar 


            Béjar, Señora, fue sin duda en la antigüedad, Ciudad, según las más fundadas probabilidades históricas y si perdió este nombre que hoy desea fue por la despoblación que motivó su posición de puesto avanzado de todas las invasiones meridionales en Castilla y León. A muy poco de su villa recibió los títulos de Muy Noble y Muy Leal, que conserva con orgullo y con el mismo recuerda que mandó a las antiguas cortes tantos Procuradores como Salamanca, Ávila y Plasencia.

            Cuando Béjar conoció que había cerrado el trabajo de la reconquista y que estaba ya resguardado el término de nuestra Patria, clavó sus ojos en la industria, en la nueva conquista de la civilización moderna.

            Los Bejaranos, Señora, trajeron de los Países Bajos en el siglo 17 maestros de todos los oficios de la fabricación de lanas y tanta fue su aplicación que a finales del mismo siglo, dice un historiador verídico, que sus paños podían compararse con los de Carcasona y Sedán y con los de la Ynglaterra y Holanda. Y a pesar de que estos adelantos no fueron premiados, añade el mismo, a pesar de que fueron injustamente grabados, ‘era tanto el amor, la ley y la fidelidad de Béjar por sus Monarcas que en las invasiones de 1706 y 1710 todos los operarios de las fábricas así españoles como franceses y flamencos salieron armados al Puerto y a Lagunilla por orden del Mariscal Bervich, General de las tropas de S.M., y contuvieron las partidas del egército de los aliados’, sin que por este especial servicio se concediese a dicha villa las franquicias y prerrogativas que con menores motivos habrían logrado otros pueblos. 



            Los servicios prestados en la guerra de la Independencia y en la misma civil por conservar el trono de V.M. son demasiado recientes y con dos en vuestro Gobierno, por lo que, y por tocar a personas que viven, no especifican lo exponente.

            Lo que no pueden ocultar, Señora, es que en ningún otro pueblo se disfruta de más tranquilidad y de más ceremonia; porque no hay en Béjar partidos que se hostilicen, porque no hay más pasión que el trabajo, pasión que ha acrecentado una población inmensa, activa y emprendedora, derramada en talleres de fundición, de maquinaria y de toda clase de lanería.

            Por cuyas razones el Ayuntamiento de Béjar

            Suplica a V.M. se digne concederla el título de Ciudad como gracia especial que espera del bondadoso corazón de su augusta reina, cuya vida pide al Todopoderoso conserve muchos años.

            Béjar y enero 22 de 1850.”[5]

 Nicomedes Martín Mateos


            Del expediente se pueden sacar muchas y provechosas conclusiones, siendo la más llamativa la omisión total y consciente a la Casa Ducal (por ejemplo, los maestros extranjeros fueron traídos a la villa por los bejaranos), quizás por el pleito que se estaba manteniendo con ella en ese momento y también porque la burguesía, nueva señora de la villa, mecenas de las artes y defensa de la prosperidad, borra intencionadamente de la memoria colectiva su pasado pechero a las órdenes de los duques[6]. Bien podemos suponer, por el uso impecable del lenguaje, el estilo y el progresismo que se desprende de este texto que pudo salir de la pluma de Nicomedes Martín Mateos, pues coincide, en líneas generales, con el discurso que Béjar fue protagonista en la Historia de España, sobre todo casos en los que cumplió un servicio capital a la Corona (Reconquista, prosperidad a través de las manufacturas, Guerra de Sucesión, Guerra de Independencia y Guerras Civiles, denominación aplicada a las Guerras Carlistas). Dentro de la PrimeraGuerra Carlista los bejaranos se significaron en favor de la reina Regente Mª Cristina y de la pequeña Isabel II al luchar en sus calles contra el general carlista Basilio García, mientras llegaban las tropas reales del general Pardiñas el 3 de mayo de 1838. Se pretende con estas alusiones a ablandar el corazón de la soberana. La guinda del pastel es, sin duda, el párrafo en el que se venden las virtudes de un pueblo tranquilo, sin partidos políticos, sin luchas por el poder, sin conflictos obreros, sin miseria ni hambre. Un paraíso idílico que estaba muy lejos de ser realidad

 José Sánchez Ocaña


            En cuanto al segundo expediente, salido de la comisión nombrada al efecto -formada por Ezequiel Illán, Ribero y Pedro Marcos-, fue remitido a la Diputación y ésta al ministerio de la Gobernación[7]. Fechado el 20 de abril de 1850, incidía en los hechos de armas y servicios militares ofrecidos a la Corona por Béjar, resaltando a “los denonados bejaranos que supieron, con un puñado de valientes capitaneados por el intrépido obispo de Plasencia, hacer grandes hazañas de valor que rayaron en heroísmo, en la célebre jornada de las Navas de Tolosa”, recordando “con igual placer el atrevido encargo que desempeñó don Álvaro de Zúñiga, hijo del Conde don Pedro, cuando puso preso a don Álbaro de Luna, condestable de Castilla y maestre de Santiago”. “A esto se agregan”, añaden, “las consideraciones de la especial utilidad de Béjar en elevada industria que cuenta con hermosos y ricos saltos de agua y con un entusiasmo todavía más rico en la laboriosa codicia con que se afana por adelantar y fecundizar todos los gérmenes del común y de su particular industria que cuenta ya hoy con una reputación Europea”. Y, aludiendo al conflicto que se tiene en ese momento con la capital por querer agregarse Béjar a la provincia de Ávila, escriben “la gracia que solicita Béjar no es de aquella que perjudica a terceros[8]. Susceptibilidades, las justas. 

Continuará


[1] AMB: Libro de actas de sesiones de 1850. Sesión de 4 de enero, Sign. 1621, f. 4.

[2] AMB: Libro de actas de sesiones de 1850. Sesión de 6 de abril, Sign. 1621, f. 23 v.

[3] Luis José Sartorius, como el propio Sánchez Ocaña, había sido ascendido por su amistad con Juan Bravo Murillo.

[4] De la amistad mutua ya dimos buena muestra en CASCÓN MATAS, Mª Carmen: “Pequeña biografía de un ministro nacido en Béjar…”, ob. cit. Existe una carta de Bravo Murillo en la que éste narra una visita a Béjar en el verano de 1853.

[5] La copia de los expedientes y de las cartas que se cruzaron por entonces entre Madrid y Béjar se enviaron por Sánchez Ocaña en 1851 a petición del ayuntamiento. De ello da testimonio una carta entre el diputado y Nicomedes Martín Mateos firmada el 31 de agosto de 1851. Es curioso que a pesar de sus opuestas ideologías don José cierra la misiva con “affmo. amigo y paisano que le aprecia mucho”. AMB: Expediente de la concesión del título de Ciudad a Béjar. Sign. I.E. 0004.12.

[6] Es posible que el conflicto que el consistorio había tenido con la Casa de Osuna en la que participó activamente Martín Mateos y cuyos informes sobre el caso fueron enviados oportunamente a Sánchez Ocaña como mediador en el caso tuviesen mucho que ver con esta “omisión”.


[7] Según copia firmada por el Ministerio de la Gobernación de 15 de Mayo de 1850. AMB: Ibidem.
[8] AMB: Ibidem.

27 comentarios:

  1. En aquellos tiempos había que solicitar la "gracia" de su majestad para que se dignara otorgar el título de ciudad a esta localidad. En tiempos más recientes, no habría duda, al usarse el criterio de funcionalidad: una ciudad es una aglomeración cuya función primordial está relacionada con actividades de transformación (industria). Y está claro que la actividad fabril era lo que hacía destacar a Béjar de otras localidades de su entorno.
    Un saludo.

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    1. La "gracia" se la hacía a Bravo Murillo en un momento en que éste se encontraba en una buena posición política. El bejarano Sánchez Ocaña era su mejor amigo, la mano derecha de lo que los historiadores han venido en llamar tecnócratas del siglo XIX o conservadurismo civil, frente al militar de Narváez. En todo caso, no excluye este favoritismo de una politica general de ascender de estatus a enclaves significativos del panorama nacional por su poderosa industria o los favores otorgados a la corona.
      Un abrazo

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  2. Las poderosas razones reflejadas en el escrito, movió a que la corona se mostrara favorable a ello. Sin duda alguna era merecedora de dicha gracia...ahora los bejaranos se pueden sentir orgullosos.

    Besos

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  3. Menos mal que no sospechó la postura de Béjar en ¨La Glorosa", 18 años después.
    Las vueltas que da la vida.
    Esto lo debieron copiar de los Zúñiga, que primero apoyaron a La Beltraneja y luego fueron Isabelinos "de toda la vida".
    Lo de siempre: no hay nada nuevo en este Mundo.

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    1. Buena apreciación, Jero. Y eso que la burguesía bejarana, como bien sabes, no tragaba a los duques de Béjar. Es más, ellos se convirtieron en la nueva nobleza. Los artífices de La Gloriosa fueron otros. La burguesía, en su mayor parte, no se pronunciaron en ese trascendental momento. Y don Nicomedes se esfumó, a pesar de sus ideas abiertamente progresistas.
      Un abrazo

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  4. Lo del pueblo tranquilo me llamó la atención, porque en entradas anteriores lo que he leído es que tranquilo nada. Lo de próspero si. Pero en todo caso sea cuales fueren las razones, Béjar sin duda se mereció con creces el título de Ciudad. Bss

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    1. Efectivamente los conflictos obreros estaban a la orden del día. Como en cualquier ciudad industrial de carácter nacional las divisiones sociales hacían que Béjar no fuese un lugar tranquilo, la verdad. Pero, qué decir a la soberana...
      Un beso

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  5. Delicioso el primer expediente. Si bien no era realista al retratar la situación contemporánea, contiene una estupenda lección de historia.
    Curiosa pretensión la de unirse a la provincia de Ávila, por cierto.

    Buenas noches

    Bisous

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    1. Los conflictos con Salamanca venían de lejos y no hay que olvidar que muchos pueblos del ducado pasaron, por obra y gracia de la división provincial, a la de Ávila. El caso daría para otro artículo, madame. Solo añadir que por entonces Béjar y Salamanca iban a la par en importancia y población.
      Un beso

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  6. El Rey D Sancho ya donó un término dilatadísimo.
    Se trajo desde los Países Bajos en el siglo XVII maestros de todos los oficios en la fabricación de lana.
    Realmente Béjar siempre ha sido una ciudad comprometida con la Corona y siempre estuvo desarrollada por encima de su entorno.
    Lástima que debido a la Revolución Industrial su infraestructura y su dinamismo hayan quedado en desuso.
    Abrazos y Besines.

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  7. Muy interesante tu entrada, un titulo que por mas de merecido se otorga por la gracia de la monarquia...
    Un beso.

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  8. Como no Béjar iba a obtener el titulo de ciudad con la buena industria textil que tenía, me alegro de toda la historia encerrada en tu ciudad.
    Un abrazo.

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  9. Sobrados méritos para solicitar este derecho.Pero también la suerte de tener unos gobernantes y personas ilustradas para hacer llegar esta solicitad a su magestad.

    Muy interesante el desarrollo de esta crónica sobre Béjar.

    Un fuerte abrazo nos leemos.

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  10. Veo que se citan los hechos de armas durante la Guerra de Sucesión en Puerto de Béjar y en mi pueblo, Lagunilla. Imagínate si la Isabelona no sabría donde estaba Béjar, qué podría saber de Lagunilla...aún así más valía tener buenos patrones en la Corte como tuvo Béjar y convencer a la Reina era pan comido.

    Un beso

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  11. Aunque la reina no conociese Béjar, seguro que tenía noticias de su industria textil ¡ve tú a saber si no tenía alguna prenda confeccionada con sus paños! pero, lo más importante, ya fuese asesorada por sus consejeros o no, el caso es que firmó y pasó a ser ciudad para envidia de muchos.
    Te animo a que metas las manos en la masa, no tiene ninguna dificultad, el horno se encarga de todo, lo que sí te recomiendo, es no abrirlo mientras dure el proceso de cocción, se bajaría rápidamente el bizcocho, ten paciencia y verás como lo logras.
    Cariños y buena semana.
    kasioles

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  12. Es probable que Isabel II no supiera dónde estaba Béjar pero, tras la lectura del primer documento, lo lógico es que firmara. El retrato que se hace en él de Béjar no deja duda sobre sus muchos méritos.

    Un beso Carmen

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  13. Estoy siguiendo con interés el tema, especialmente porque en él se dan pistas que apuntan en la dirección de la opinión que siempre tuve al respecto y que algún día compartiré contigo.
    Un abrazo,

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  14. Desde luego, se pueden aprender muchas cosas de Béjar leyendo tus escritos. Tal vez debieras presentarlos a las escuelas del municipio.
    Me ha gustado la exposición de motivos para lograr el título de ciudad, Y me ha hecho gracia de que "no hay partidos que se hostilicen" No sé si será lo mismo en estos tiempos.

    Un abrazo

    · LMA · & · CR ·

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  15. Hola Carmen:
    Me ha gustado mucho la argumentación para solicitar la "gracia" de la reina.
    Muy interesante está saga.

    Besos

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  16. ¿De quién partió la idea? Pues quizá de todos esos personajes preclaros juntos.
    ¿Béjar estaba harta de cortapisas por parte de Salamanca y quiso anexionarse a Avila?
    O quizá jugó sus cartas a varias bandas al solicitar también el nombramiento de ciudad. Un episodio bien planeado, por el cuidadoso tono del documento que reproduces, ensalzando o evitando, según conviniera, ciertos pasajes de su Historia.
    Y de gran interés por varias razones, en la que no es menor ser un modelo de cómo manipular el ego de los poderosos recordando, con pinceladas más o menos sutiles, los servicios prestados.

    Besos, Carmen.

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  17. Hola Carmen, encuentro tus entradas muy interesantes y me encanta conocer las opiniones de tus seguidores.
    De todas formas José Sánchez Ocaña gozaba de prestigio como abogado y político y no es de extrañar que quisiera que Béjar fuera ciudad, siendo él oriundo de la misma, al igual que así engordaba su prestigio. Es de suponer que Isabel II conociera el progreso de Béjar, aunque sin muchos detalles-no creo que la realeza sepa con detalle cómo vive su pueblo-ni tampoco los políticos. La cuestión es que Béjar fuese nombrada Ciudad.
    Gracias por tu visita.
    Un abrazo

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  18. Carmen Preciosa narración, mis Felicitaciones como siempre por sus entradas Saludos

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  19. No cabe duda que el primer expediente estaba redactado con esmero pues en pocos renglones cita todos los méritos de los bejaranos que no son pocos. Con respecto a que Isabel II no supiese donde estaba Béjar yo tengo mis dudas porque fue una reina bajo cuyo reinado se movió todo el proceso de mejora de las redes de comunicación, sobre todo las líneas ferroviarias, así como el proceso de industrialización y su crisis, crisis financiera que terminaría con su reinado. El papel importante de Béjar como núcleo industrial en la década de los 50 yo pienso que haría que el nombre de Béjar y su situación llegase a sus oídos.
    Muy interesante tu entrada. Un saludo.

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  20. Hace mucho que no pasaba por tu casa, Carmen, pero por mis problemas de capacidad, pues siempre es interesante cuanto cuentas y como lo haces. Te felicito.
    Un beso.

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  21. No sabía de las pretensiones y menos aún de los recelos de la Capital en que Béjar pasase a pertenecer a Avila
    Excelente el expediente transcrito para promover el título de ciudad,. aunque me ha hecho gracia se glosara su servicios a la corona en las personas de Mª Cristina e Isabel, apenas 18 años antes de la revolución que acabó con la última en el exilio, y en la que Béjar se mostró tan activa. ¡Ay, si hubiera conocido el futuro!, jeje.
    Fenomenal entrada, Carmen.
    Un abrazo.

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  22. Su majestad en aquella etapa de la Historia de España poseía tantos problemas, creados por ella misma, que elevar a su gracia el hecho de reconocer la lealtad de los súbditos de una población honrada, trabajadora y fiel, es obligar a estos ciudadanos a una vergonzosa humillación. Todo debía de pasar a través de los amigos de amigos, pidiendo gracia a quien no la tenía. Su reinado fue tan nefasto como inútil y Béjar debió alcanzar esta famosa gracia no por solicitudes repetidas sino por el honor que le correspondía.

    Un cariñoso abrazo, querida Carmen.

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  23. Carmen Feliz Día de la Mujer. Saludos

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.