Autor: Javier R. Sánchez Martín
La etapa posterior al cierre de la Wülfing
Desde 1997,
a poco de producirse el cierre de la empresa, una
Asociación compuesta por antiguos empleados de ésta se puso a trabajar para
construir el Museo Wülfing. Uno de sus objetivos fue conservar el edificio
principal, de piedra y ladrillo, las chimeneas, el puente de acero, el
laboratorio, el gran archivo de muestras de tejidos, algunas de las máquinas
textiles y, por supuesto, la magnífica máquina de vapor que fue durante años el
corazón energético de la fábrica. Este generador de vapor funcionó desde
principios del siglo XX hasta 1946 y se conserva todavía en la ubicación
original. Existe también una turbina Francis de 1922 que, modernizada, sigue en
funcionamiento. Por ello, con el tiempo se pretende también musealizar la
historia de la producción de energía en la fábrica durante el largo período de
su funcionamiento.
Estas acciones postreras demuestran que la Wülfing no fue para los
habitantes de la zona una fábrica más de las que comienzan su andadura,
funcionan durante algunos años y finalizan su ciclo vital sin pena ni gloria.
Al contrario, la empresa fue todo un símbolo de progreso industrial para los
ciudadanos de Remscheid-Lennep-Dahlerau y, por supuesto, también para los
españoles, austríacos, italianos y de otras nacionalidades que encontraron su
destino laboral en la Wülfing
y que convivieron en absoluta armonía con los naturales de la zona durante
muchos años.
El Museo lo llevan antiguos empleados de la empresa.
Con nuestro guía, antiguo
empleado de la Wülfing, visitando el Museo
Además, la vetusta fábrica se encuentra en un lugar
privilegiado, en el entorno del río y rodeada de verdes laderas arboladas, como
si fuera una pequeña isla industrial centrada en la antigua fábrica-villa, todo
ello constituyendo un conjunto bien conservado. Hoy día, parte de los antiguos
edificios se encuentran ocupados por empresas vivas dedicadas a actividades que
no tienen que ver con el textil.
Pues
bien, a este lugar llegábamos en coche un frío día de enero de 2009. Nos costó
un gran esfuerzo localizar la fábrica, pues no está fácil de encontrar y, salvo
una señora que nos dio indicaciones en un inglés rudimentario, los demás nos atendían
muy amablemente, pero en alemán, con lo que, aunque sabíamos que estábamos muy
cerca, no había forma de terminar de encontrarla.
Al
final dimos con ella. Una vez traspasado el peculiar puente de hierro sobre el
Wüper nos encontramos con una serie de edificios industriales de buena planta. Al
llegar a este lugar no pude por menos de pensar en cómo verían estos edificios nuestras
paisanas cuando llegaron aquí a principios de la década de los sesenta, hace
casi cincuenta años, posiblemente en un día tan frío como el que hacía cuando
fui yo. Las edificaciones se conservan más ó menos igual, pero la gran fábrica
textil que ellas conocieron ya no existe como tal.
Generador de la Central hidroeléctrica. Wikipedia
Por fin llegamos a la puerta que tiene a un lado la placa
que indica el Museo. Nos atiende un señor mayor, muy amable, que hablaba sólo
cuatro palabras de inglés y, por supuesto, nada de español. Pero éramos su
única visita y nos atendió muy bien. Lo que nos enseñó fue más bien poco, pero
es que tampoco hay mucho que enseñar por el momento. La gran máquina de vapor
con su inmenso volante de inercia (del orden de cuatro metros de diámetro), una
continua de hilar, un telar Jacquard y otro convencional bastante antiguos
(principios del siglo XX) y que funcionaban. Y el laboratorio, que seguía más ó
menos que cuando cerraron la fábrica y que, cuando accedías a él, te daba la
sensación de que los operarios iban a volver en cualquier momento. También vimos
que estaban haciendo obras para adaptar alguna sala a la nueva función
museística, pero que estaban totalmente vacías.
A modo de final
Entre el 19 de marzo de 1960 y el 15 de diciembre de 1962
llegaron a trabajar a la
Wülfing un total de 672 españoles, la mayoría mujeres, aparte
de austriacos, italianos, polacos y, por supuesto, alemanes. Sin duda una forma
de construir una Europa común con personas de diferentes nacionalidades pero
unidas en torno a un denominador común: su trabajo en una gran factoría textil.
Según Kubiak, cuyo papel fue sin duda mucho más allá de su
cargo de jefe de personal de la
Wülfing, la mayoría de estas chicas no vivían el presente,
sino que trabajaban duramente para construir un futuro en España que en la
mayoría de los casos nunca llegó o, al menos, no como ellas esperaban.
Máquina de vapor de la fábrica. Wikipedia
Ellas contribuyeron, puede que sin darse cuenta, a la
reconstrucción alemana, que todavía estaba recuperándose de los estragos de la
2ª Guerra Mundial, finalizada sólo quince años antes. Pero sobre todo, y de eso
sí fueron conscientes, a que España dispusiera de divisas suficientes para
equipar una industria incipiente que en pocos años se convirtió en floreciente.
Cuando se fueron, predominaba en ellas un sentimiento de
provisionalidad, de estar un par de años, trabajar muy duro, ahorrar el máximo y luego volver a
España. Pero la vorágine de la vida, que nunca sabes a donde te lleva, hizo que
la casuística fuera tan grande como el número de mujeres que llegaron a
Alemania. En efecto, unas -las menos- regresaron al poco tiempo, otras
estuvieron diez ó doce años, otras agotaron allí su vida laboral y regresaron,
o no regresaron ya porque su vida la tenían hecha allí. Unas se casaron con
españoles o con italianos, emigrantes como ellas. Y otras con alemanes.
Fachada de la fábrica. Wikipedia
Las que regresaron después de muchos años, encontraron que
el sol, el ruido y el desorden innato de los españoles ya no les atraían tanto
como cuando lo añoraban desde Alemania. Echaban también de menos el orden, el
silencio e incluso la melancolía de los alemanes. La España y el Béjar que
habían conocido, el que dejaron atrás hace tantos años, ya no existían y
ellas…, se sentían un poco desubicadas. Con una sensación de no ser ni de aquí
ni de allí. En Alemania eran las españolas y así lo sentían en su corazón, pero
en España eran las “alemanas” y eso les hacía sentirse en cierto modo
extranjeras en su propio país. Y esa sensación de no ser de ninguna parte les
persiguió durante años.
Al final el río de la vida, unas veces amable y otras
cruel, pero siempre caprichoso, marcó el camino de cada una de ellas. Pero hicieron
historia y posiblemente fueron pioneras en el establecimiento de una conciencia
europea. Por todo ello, es de justicia el reconocimiento de la ciudad de Béjar a
estas valientes mujeres.
Agradecimientos
A Antonio Sánchez, por
la foto 1.
A Berta Hernández, por las fotografías 2, 3, y 4 que ilustran el
artículo y por las gratas conversaciones que mantuve con ella y con su marido,
Antonio Gallego, sobre su estancia en Alemania.
Bibliografía utilizada
- Semanario Béjar en Madrid: ejemplares de
14/01/1959 (pág. 7), 21/05/1960 (pág. 9), 13/05/1961 (págs. 8 y 9), 08/07/1961 (pág. 11), 21/10/1961 (pág. 7), 20/01/1962, págs. 8, 9 y 10), 03/04/1982 (pág. 11), 17/04/1982 (pág. 6), 01/05/1982 (pág. 8), 15/04/2005 (pág. 4), 03/02/2006 (pág. 2).
-Diario ABC de 27/03/2005 (págs. 48 y 49).
-Diario La Gaceta de 16/11/2008 (págs.
1, 2, 4, 5 y 6 del especial “Domingo a fondo”).
Curioso, conozco una iniciativa similar en A Coruña, el Museo Didáctico de las Telecomunicaciones que, como en este caso, es una iniciativa de un grupo de jubilados que han reconstruido la historia de las telecomunicaciones desde sus inicios con la particularidad de que todos los elementos del museo están, para asombro de quienes lo visitan, en perfecto funcionamiento. También en esta caso son los propios creadores los que se ocupan de mostrarlo.
ResponderEliminarUn saludo,
Que menos que conservar y poderlas mostrar en todo su esplendor,Fiel testigo de un pasado gloriosos de la la industria textil alemana.
ResponderEliminarEn cuanto al sentimiento de no pertenecer a ningún sitio ;después de años de ausencia, es normal esa sensación.
Un homenaje estupendo a estas mujeres que dejaron atrás sus costumbres para adaptarse en un país extranjero y algunas les fue mejor que a otras.Pero todas unas pioneras.
Un abrazo Carmen y felicitar a Javier por estas entradas.
Suele pasar a menudo con la gente que tiene que irse a otros países: su contribución a levantar el país de acogida. Mano de obra eficiente que se nos va por esta o por otra razón. Un desperdicio.
ResponderEliminarUn saludo.
Somos ciudadanos del mundo. Las fronteras son solo mentales. Está es una demostración de esto.
ResponderEliminarBesos Carmen. Buena saga
Estaba leyendo y me decía que buena idea haber hecho un museo, pues me imaginaba a los visitantes que habían tenido relación con aquellas mujeres y mira por donde tu fuiste una de las visitantes que emocionarte debió de ser.
ResponderEliminarA mi también me suele pasar que siempre añoro España y cuando voy me molesta el calor y sobre todo el ruido.
Besos.
Qué triste terminar con la sensación de no ser de ninguna parte, en lugar de tenerla de ser un poco de todas partes, que sería lo bonito. Al final se convertían en piezas que ya no encajaban en ningún sitio, y si fue triste partir, también acabó por serlo tener que volver después de tanto tiempo.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Me decía en cierta ocasión un señor que llevaba muchos años en Suecia que en España añoraba Suecia y al revés. Se vino a vivir a España, pero al poco tiempo compro una vivienda en Suecia y compartía el tiempo. Interesante entrada.
ResponderEliminarUn abrazo
Imagino la sensación del autor a su llegada a la fábrica, buscando con la vista las referencias históricas y personales que seguro llevaba investigadas. También, las historias individuales que las jóvenes emigradas debieron forjarse allí. Cuánta vida entre esos muros de piedra.
ResponderEliminarUna interesante serie de artículos. Con su trabajo contribuyeron, en efecto, a reconstruir Alemania y también a modernizar España con su envío de divisas y su formación.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha gustado mucho leer el reportaje, escrito con detalle y, en especial, la cuarta parte, donde se defiende la idea de que construir Europa es trabajar juntos con un objetivo común. Es cierto que hay un problema de identificación, que pasan los años y no eres de aquí ni de allí y cuesta adaptarse a esta situación, pero estas mujeres fueron pioneras y muy valientes, capaces de desplazarse lejos para buscarse un futuro.
ResponderEliminarUn saludo.
Con tu cuarta entrada nos has dejado un buen relato de la historia bejarana y aquellas mujeres valientes que dejaron atrás familia y amigos para buscar mejor trabajo en países mas avanzados que el nuestro.
ResponderEliminarGracias por darlo a conocer Carmen.
Un abrazo.
Un reportaje muy interesante el que nos has traído en estas cuatro entregas. Mi felicitación al autor y a tí por la recopilación y el montaje. Como dice alguien por aquí arriba las fronteras las ponemos nosotros mismos en nuestra mente. Que más da trabajar a doscientos que a mil kilómetros de donde nacimos. Si lo analizamos bien, pocos son los que nacen y mueren en el mismo lugar. Lo malo son los primeros momentos y cuando hablamos del extranjero, el desarraigo que se produce en nuestros hijos cuando no nos queda más remedio que embarcarlos en la aventura. Un abrazo.
ResponderEliminarUn reportaje muy interesante el que nos has traído en estas cuatro entregas. Mi felicitación al autor y a tí por la recopilación y el montaje. Como dice alguien por aquí arriba las fronteras las ponemos nosotros mismos en nuestra mente. Que más da trabajar a doscientos que a mil kilómetros de donde nacimos. Si lo analizamos bien, pocos son los que nacen y mueren en el mismo lugar. Lo malo son los primeros momentos y cuando hablamos del extranjero, el desarraigo que se produce en nuestros hijos cuando no nos queda más remedio que embarcarlos en la aventura. Un abrazo.
ResponderEliminarDebe de ser muy nostálgico pero gratificante ver que el lugar en el que trabajaron y vivieron tantos años se conserva y cuida en forma de museo. Un saludo.
ResponderEliminarMuy buena entrada Carmen, es un pasado que se vuelve a repetir en este tiempo. Espero que hayas tenido una buena Semana Santa. Nosotros ya estamos de vuelta en el blog contando cómo la vivimos. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
ResponderEliminarJavier, enhorabuena por estos artículos tan conmovedores, y a tí Carmen, por publicarlos. Estais acumulando una gran cantidad de Historias muy buenas y muy importantes que poco a poco van formando la verdadera Historia de Béjar y de los Bejaranos, que no todo van a ser Duques. Id pensando en juntarlas para cuando sea el momento de hacer un gran Libro.
ResponderEliminarJero.
Todo se andará, Jero, todo se andará. Puede ser el que propones un proyecto bonito aunque ya sabes que se necesitaría para ello una editorial que se interesara por ello.
EliminarUn beso y muchas gracias por estar ahí
Te acabo de dejar un comentario y me ha desaparecido.
ResponderEliminarIntentaba dejarte mi felicitación por tu formidable trabajo en cuatro capítulos.
Celebrar el que hayas logrado visitar esa fábrica textil y que seguramente, sus muros silenciosos, guardan todavía gran parte del trabajo, sacrificio y entusiasmo de todas aquellas trabajadoras que añoraban su tierra y deseaban volver.
Hoy la historia parece repetirse, jóvenes españoles se marchan buscando un futuro mejor.
Cariños en abrazos.
kasioles
Me leí de una sentada los capítulos que me faltaban. Ando muy poco por los blogs. Me ha encantado la reseña y todo este trabajo en torno a los empleados, empleadas que enriquecieron con sus aportaciones Béjar. Eso era anticiparse como dices a Europa.
ResponderEliminarBss
Gracias por tu comentario, amiga. No pasa nada porque estés más desconectada. Eso quiere decir que tienes otras cosas importantes que hacer en tu vida y eso siempre es positivo.
EliminarUn beso