Autor: Antonio Avilés Amat
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, marzo de 2014
Este principal y casi
legendario personaje, el duque de Béjar, al que frecuentemente muchos bejaranos aluden y que, en
singular o en plural, da nombre a varios lugares de la ciudad o de su entorno
(calle Duque, fuente del Duque, palacio del Duque, mirador del Buen Duque,
laguna del Duque, hotel Los Duques), no deja de ser –aún hoy- un “enigma
colectivo”. Y puede que hasta la mítica representación de un ente superior del
que algunos paisanos bastantes ingenuos, todavía en la actualidad, cuando ya
hace dos siglos que las Cortes gaditanas, como ya quedó dicho, abolieron los
señoríos, se consideran sus más rendidos súbditos. Proclamándolo incluso, como
hacía algunos años atrás, un pseudohistoriador que, en sus disertaciones sobre
nuestro remoto pasado, se refería al duque denominándole “mi señor”, en un
reconocimiento de inusual –que no de intelectual- vasallaje y pleitesía.
Villa renacentista de El Bosque (Béjar)