Autor: Antonio Avilés Amat.
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, 2011.
Nueva
aportación al motín contra Gerónimo González de Lucio, párroco de la iglesia de
El Salvador y Comisario del Santo Oficio de la Inquisición en Béjar. El
tribunal inquisitorial de Llerena juzga por el delito de fautoría a uno de los
promotores del mismo (4ª Parte)
5.-UNA INTERRUPCIÓN Y VARIAS
CONSIDERACIONES
Y
mientras la turba secundaba la algarada
y el pobre cura, don Gerónimo González
de Lucio, en su vivienda de barrio
nuevo –a la que los amotinados pretendían prender fuego- pasaba tremendos apuros hasta su liberación,
pues “venían con ánimo de matarme y
quemar mi casa”, como manifestaba él mismo. ¿Dónde se encontraba y qué
papel jugaba nuestro Juan Méndez?
Parece
que, en la turbulencia que él mismo
había desatado, se difumina su protagonismo y se pierde su rastro
confundido entre los demás. Al menos para la intervención que, en medio del
tumulto, pretende llevar a cabo el corregidor aunque no para el posterior e
inexorable proceder de la Inquisición. Y anteriormente, ¿qué pintaba este portugués, avecindado en la villa, cristiano nuevo y
casado con una mujer acusada por el Santo Oficio de judaizar, suscitando,
junto con el padre del cura de San Juan, el citado motín? ¿Qué intereses le
moverían a actuar como lo hizo, distinguiéndose entre sus convecinos, más que
ya lo estaba como cristiano nuevo?
 |
Escudo de la Inquisición |
Posiblemente,
la recién adquirida mentalidad del
converso que, encendido de celo
religioso, real o fingido, por su recién estrenada fe, llena de cruces esculpidas o de leyendas piadosas el dintel y las
jambas de su vivienda para que quienes las vean olviden su pasado judío y
ponderen su ferviente religiosidad. Aunque,
sin duda, la razón más poderosa para su proceder, como promotor del tumulto,
fue la que se especifica en el auto de procesamiento: “en odio del santo oficio y por
causa de que el dicho Comisario havia hecho unas prisiones de orden del santo
oficio”. ¿No se encontraría entre esas prisiones la de su mujer, Isabel
Rodríguez? Es posible que don Jerónimo, comisario del Santo Oficio en Béjar [1], la detuviese y trasladase
a Llerena -pues tal era su cometido como funcionario de esta institución-,
donde se encontraba la sede del tribunal inquisitorial. Allí, desde 1649, se le había abierto un procedimiento
“testificada por doze testigos de
observante de la ley de Moysen” [2], que siete años después aún
no se había sentenciado. Y, para mayor abundamiento, también aparece
asociada a su marido, Juan Méndez, al final de este documento que sirve de base
a nuestro estudio: “su alteza mando que
se siguiese su Causa hasta la
acusación que su esposa tubiese con
el la 1ª audiencia en 12 de diciembre de 1656”.