Amigos de Béjar y sus historias

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2/14/2025

Pueblos sin gente / 1 (adenda). Casas del Fraile, cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

Autor: José Muñoz Domínguez

     Toda investigación científica está sujeta al progreso en el conocimiento, abierta a nuevas aportaciones que confirmen, completen o refuten las hipótesis, y eso supone actualizar lo ya publicado cuando se conocen nuevos datos, máxime si el principal propósito del trabajo es tratar de que aflore el conocimiento disperso sobre lugares preteridos, recuperando su lugar en la historia comarcana para el público del siglo XXI. Con la tercera y última parte de la primera entrega, dedicada al despoblado de Casas del Fraile, creí haber cerrado capítulo para poder estudiar un nuevo asentamiento, el de la Redondilla, pero el conocimiento me persigue tenaz (con la inestimable complicidad de Ángel María Ridruejo y Miguel García) y, por fortuna, no queda otra que mostrarlo aquí y ahora en forma de adenda. Estas son las novedades. 

 

Fig. 1. Folio 1r del padrón de 1631, con las anotaciones de los vecinos de Navacarros, «Casa fraile» (parte media de la columna derecha) y Palomares.


1. UN PADRÓN DE 1631 

          Además de los censos y vecindarios ya reseñados, contamos con un padrón local del siglo XVII (1). Quizá esté relacionado con la toma de datos para el vecindario de 1646, pues ambos documentos resultarían coherentes si las cifras del vecindario se refieren únicamente a Navacarros, donde se anotaban 50 vecinos (200 habitantes). El padrón, que en realidad es un borrador o toma de notas en sucio, incluye los lugares de Navacarros y sus anejos, así como los colindantes de Vallejera y la Hoya. En lo que aquí nos interesa, se contabilizan 71 vecinos para Navacarros, 14 para los Palomares y 8 para «Casa fraile», equivalentes a 284, 56 y 32 habitantes, respectivamente. La mala caligrafía del amanuense dificulta mucho la identificación que se hace de cada casa familiar (desarrollando las abreviaturas, vagamente se lee «La de Francisco García de ...», «La de don José Díaz ...», etc.), así que un buen paleógrafo tendrá la excusa perfecta para entretenerse dejando la vista en la fig. 1: si da con el nombre de los ocho cabezas de familia, que comparta su transcripción, por favor.


2. UN DOCUMENTO DUCAL DE CA. 1820

         Lo publicaba en 1989 Ceferino García Martínez, alias Garci-Mar, aunque perseverando en esa fea costumbre de los eruditos locales que se guardaban para sí los datos de archivo, impidiendo que otros estudiosos pudieran utilizar sus hallazgos (2). El documento es una relación de localidades de la antigua tierra de Béjar en torno a 1820 (fig. 2), dirigida por el administrador local a la duquesa de Béjar y de Osuna, María Josefa Pimentel y Téllez-Girón (1777-1834). Los núcleos de población van ordenados en sus correspondientes cuartos (vid. entrega 0), y en el de Valvaneda se incluye el concejo rural de Navacarros con las conocidas pedanías de los Palomares (alto y bajo) y Casas del Fraile; se añade, además, el número de vecinos del concejo: 131,5 cabezas de familia o unas 448 almas en total y, por tanto, congruente con las cifras anteriores y posteriores conocidas, que revelan un descenso acelerado entre los 583 habitantes del vecindario de 1768-1773, estos 448 de ca. 1820 y los 338 recogidos por Madoz en 1847. Hasta aquí, el documento no aporta mucho más a lo ya expuesto sobre este anejo navacarrense, pero resulta más valioso por sus ausencias: en torno a 1820, ningún otro despoblado alcanzaba entidad propia como asentamiento, lo que equivale a considerar ya desaparecidos todos los demás, incluso si aún se conservaban restos de sus edificaciones. Casas del Fraile no sólo fue el núcleo de población más tardío de la tierra de Béjar, sino también el despoblado más resiliente: el último

 

Fig. 2. Documento sobre Casas del Fraile ca. 1820, con el título de Relación puntual de los pueblos de que se compone la jurisdicción de esta villa de Bejar, y en que se demuestran sus respectibas vecindades (indico en rojo los topónimos del concejo de Navacarros), publicado por Ceferino García Martín en 1989.


3. DOS ACTAS DE APEO Y DESLINDE, SIGLOS XVIII Y XIX


           El primer documento data de 1748 y es la escritura de un acto oficial de apeo, deslinde y concordia entre los concejos de la Hoya y Navacarros que también fue incorporado mediante transcripción al acta de deslinde de 1889, aunque el original se conserva en el Archivo de la Nobleza de Toledo. Los representantes públicos iniciaban el recorrido 


      En el sitio del Cubillo a la Raya, y división que se determinó para principio de los terminos entre los lugares de Navacarros, Casas del Frayle, y Palomares sus anejos, y el lugar de la Hoya, unos y otros de la jurisdicción de dicha villa de Bejar hoy veinte y siete de dicho mes y año (enero de 1748). (3)  

    Fig. 3. Página completa y detalle del acta de deslinde entre los términos municipales de Navacarros y la Hoya en 1889.

 

   Como vemos, en el documento dieciochesco se menciona el topónimo de la Raya como parte de los límites que entonces se revisaban. También se cita al representante casafraileño en aquel el acto, el regidor Francisco García de Elena, sin más referencias de interés. 

          La noticia del segundo documento la proporcionaba Ángel María Ridruejo en un comentario reciente. El deslinde entre los términos de Navacarros y la Hoya, exactamente donde se encontraba Casas del Fraile, data de finales de 1889. En la descripción del recorrido consta literalmente: «Mojón 5º. Nombre del sitio: Pontoncillo», y en otra página: «Puntos notables que se descubren desde el mojón: Al Noreste La Hoya y al Suroeste las Casas del Fraile» (4). El citado Pontoncillo coincidiría con el puente sobre el arroyo Gascón situado entre las confluencias del arroyo de las Navas, aguas arriba, y del Engarilla, aguas abajo, al paso del viejo camino entre Navacarros y la Hoya que también atravesaba el pequeño núcleo urbano de Casas del Fraile, distante menos de 200 m. del Pontoncillo. Esta mención demuestra que el despoblado todavía era reconocible como entidad urbana, aunque apenas tuviera vecindario. 

 

Fig. 4. Posibles presas para el enriamiento del lino. En azul: de N a S, arroyo de las Navas; de E a O, arroyo Gascón. En rojo: las represas que pudieran haberse utilizado para enriar el lino (la más cercana a la desembocadura parece derruida), y pueden aún intuirse otras de menor evidencia. Coordenadas del centro de la imagen: X=270320, Y=4476040 (ETRS-89, H-30). Elaboración de Ángel María Ridruejo, 2025.


3. HUELLAS DE LA INDUSTRIA DEL LINO EN CASAS DEL FRAILE 

           El mismo Ángel María Ridruejo aportaba otra referencia de interés, en este caso visual, en fotografías aéreas y ortofotos como las que él mismo ha preparado (nota 5 y fig. 4). En ellas se aprecia con claridad la sucesión de pequeñas presas en el arroyo de las Navas antes de su confluencia con el arroyo Gascón, probable muestra del pasado industrial de la zona –y de Casas del Fraile en particular– en relación con los «escelentes linos» que allí se cultivaban (vid. tercera parte de la entrega 1). Acerca de esta misma industria, todavía contamos con nuevos testimonios de Miguel García, que informaba sobre el uso recurrente del término «linar» o «linares» para referirse, en Navacarros, a cualquier propiedad rústica; también señalaba la denominación de «machones» para los asientos de piedra situados junto a la puerta de las casas, elementos que relacionaba con la operación de machar el lino (6). Recordemos que este nombre no es el más común en la zona de Béjar, donde por lo general se conoce a estas piezas como poyos (evolución del término latino podium, del que también deriva la variante culta podio): por tanto, un rasgo diferenciador que suma otro indicio sobre la industria linera en el concejo de Navacarros y merecería un seguimiento que no podemos abordar en este trabajo. 

         Hasta aquí las novedades. Seguro que surgirán otras referencias documentales o cartográficas sobre el tema y posibles testimonios orales de personas mayores residentes en la zona; todo ello tendrá cabida en futuras adendas o, mejor, en una versión convenientemente revisada y aumentada para la imprenta. 


     Y ahora sí: próxima parada, la Redondilla, cerca de la Garganta (Cáceres).


NOTAS 

1. AHN, Nobleza, Osuna, C. 268, D. 31, Padrón de vecinos de Navacarros, Palomares, Vallejera y La Hoya, 1631. 

2. GARCÍA MARTÍNEZ, Ceferino (Garci-Mar), Béjar en su historia, libro primero, Librería Cervantes, Salamanca, 1989, figura inserta en p. 173. 

3. AHN, Nobleza, Osuna, C. 268, D. 29, Copia simple del acta de apeo y amojonamiento de fecha 28 de julio de 1748 de los términos municipales de Navacarros y La Hoya, Navacarros, 28 de julio de 1748 (referido al recorrido del 27 de enero del mismo año). 

4. IGN, Planoteca, Copia del acta del señalamiento de mojones comunes á los Ayuntamientos de Navacarros y de La Hoya, Navacarros, 31 de diciembre de 1889, aunque la verificación sobre el terreno se practicó el 8 de noviembre del mismo año; se toma como antecedente el deslinde escriturado en 28 de julio de 1748 (disponible en el sitio web oficial del IGN). 

5. Testimonios reportados por Ángel María Ridruejo Cabezas en la sección comentarios del blog Pinceladas de historia bejarana, 8 de febrero de 2025. 

6. Testimonios reportados por Miguel García en la sección comentarios del blog Pinceladas de historia bejarana, 11 de febrero de 2025.


13 comentarios:

  1. Siempre suelen aparecer documentos olvidados en algún rincón de esos viejos archivos rurales y no muy bien conservados.

    Saludos.

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  2. José Muñoz Domínguezsábado, 15 febrero, 2025

    Efectivamente, y eso en el caso de que se conserven, pero los documentos aquí utilizados no proceden de archivos rurales, sino del archivo de la Casa Ducal de Béjar, trasladado en su día al Archivo Histórico Nacional con sede en Madrid y posteriormente al Archivo de la Nobleza de Toledo, habilitado en el magnífico Hospital de Tavera, donde se conserva la documentación de la mayor parte de las casas nobiliarias españolas en las mejores condiciones posibles y con suficiente personal al cargo. Por otra parte, continúa en ese y otros archivos la labor de catalogación, digitalización y difusión pública de esos fondos, con la suerte, para las investigaciones sobre Béjar, de que nuestro archivo ducal fue el primero en quedar completamente catalogado y en buena parte digitalizado, lo que a algunos nos evita continuos desplazamientos a la bella capital toledana, perfecta para visitarla por placer, pero no para echar el día metidos en un archivo y dejando la vista en la terrible caligrafía procesal encadenada (por ejemplo). Saludos. José Muñoz

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  3. Ángel Mª. Ridruejo Cabezassábado, 15 febrero, 2025

    Se da por bien concluido este episodio, que quizás ya se alargue demasiado para un formato eminentemente divulgativo como el de un blog. Pero no quisiera dejar pasar este último estertor sin aportar algo que pudiera servir para ulteriores formatos, como la publicación impresa que el autor sugiere estar horneando. (Mi docto amigo Dionisio Á. Martín Nieto, tan afecto a vuestro C.E.B., siempre me reprende por no saber cuándo cerrar una investigación).

    Quizás por estar demasiado a la vista en P.A.R.E.S. ( https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/4869570?nm ), ha podido pasar desapercibido un "Padrón de los vecinos mayores de diecisiete años y censo de armas de Navacarros" de 1641, un segmento de población que vendría a coincidir con el de los vecinos pecheros; y, efectivamente, se consigna un número de 7 para Casas del Fraile, muy coherente con la cifra de 8 que da el borrador de 1631. No me resisto a intentar una transcripción (difícil, por sus muchas abreviaturas), pues es posible que varios de los censados sean los mismos que están tan malamente caligrafiados en aquel borrador:
    - Juan Garzía moço soltero yjo de Tomás García de hedad de veinte años, espada.
    - Alonso Garzía viejo de hedad de sesenta i quatro años es viudo, mosquete.
    - Alonso [¿Huerttos?] moço soltero yjo de Domingo [¿Huerttos?].
    - [¿Vizente?] Garzía Garzía moço soltero yjo de Mateo Garzía.
    - [¿Vizente?] [¿] de hedad de treinta años es rregidor está casado, tiene espada.
    - Alonso Garzía moço es casado de hedad de treinta años y es rreçetor de las [¿vulas?], espada.
    - [¿Joseph?] [¿Huerttos?] de edad de treinta i ocho años es casado, tiene espada.

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    1. José Muñoz Domínguezdomingo, 16 febrero, 2025

      Estimado Ángel: si yo tuviera un sombrero de ala ancha, de esos con pluma, como los que sin duda usaban estos casafraileños de capa y espada en 1641, te haría una reverencia de las buenas. Muchas gracias por esta significativa aportación (y por las demás), que incorporaré al capítulo de Casas del Fraile en la publicación prevista. Un abrazo. José Muñoz

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    2. Ángel Mª. Ridruejo Cabezasviernes, 21 febrero, 2025

      Estimado (casi amigo, ya) José Muñoz, por no cerrar lo referente a la industria del lino en Casa del Fraile, ha de señalarse que ese "Apeo y amojonamiento de los términos municipales de Navacarros y La Hoya" de 1748 describe su itinerario en el sitio de Los Pradillos (es decir, en la franja de la cual se ha hablado en estas entradas) no desde una parcela a otra, sino de un linar a otro linar. En consonancia con el testimonio del amigo Miguel García, debió ser tal la sensación de monocultivo que se asumía esa equiparación y quedó en el acervo hasta tiempos recientes.

      No quiero dejar la ocasión sin citar una ordenaza impuesta a Navacarros en 1668, en uno de los juicios de residencia que has traído a colación, por ser ilustrativa de mucho de lo que venimos hablando (p. 206-207):
      "Que todos los vezinos de estte Lugar que tienen pozas de enrriar lino al sittio del Varrio Altto [1] executen en sus orillas y zircuito vna pared de media vara y ttres quartas de altto para que los ganados bacunos, cavallerías mayores y menores y demás reses y ganados no puedan veber las aguas de dhas. pozas por quantto son nozivas y perxudiziales como esttá experimentado en dolenzias y qe. han padezido algunos de dhos. ganados haviéndose desgraziado digo haviéndose muerto algunas reses, executando lo mismo en qualquiera ottras pozas de las que se hallan en este lugar y sus anejos siempre qe. se reconozca qe. dhos. ganados y cavallerías puedan veber sus aguas estadizas [2], corruptas, perjudiciales y nozivas. Lo qe. cumplan los dueños de dhas. pozas en el término de vn mes siguiente a la nottificazión bajo la pena de Dos Ducados aplicados a penas de Cámara y Gastos de Justizia que les exigirán los Alcaldes Pedáneos."
      [1] Salvo corrección por los conocedores de la zona, ha de referirse a Casas del Fraile. Recordemos que el Catastro de Ensenada las califica de "barrio" y que el vicario informante de Tomás López las caracteriza "en alto".
      [2] antónimo de movedizas = estancadas.

      Persiguiendo las industrias lineras y brujuleando por la cartografía del antiguo Estado de Béjar, veo que en Mazalinos (topónimo que supongo equivalente al Machalinas que tengo documentado en mis dominios badajocenses), el arroyo inmediato al lugar discurre por un paraje denominado Prado de los Pozos. En la complicada ciencia de la toponomástica es muy gratificante toparse con topónimos de tan buen encaje.

      Me aplico el refrán de que cuando el tonto coge una linde... en fin...

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    3. Amigo Ángel: ese refrán lo llevamos pinchado en la espalda más de uno, y el problema no es coger la linde, es que la linde se bifurque, se ramifique, se retuerza como laberinto, se multiplique en infinitos universos paralelos, y ahí seguimos. Me parece interesantísimo todo lo que aportas sobre la industria del lino en esa zona, quizá más intensiva que en otras del área bejarana. El documento de 1668 parece indicar que ese monocultivo linero no llevaba mucho tiempo implantado en Navacarros-Casas del Fraile, pues de lo contrario ya se habrían impuesto ordenanzas del mismo tenor para evitar la muerte del ganado (y no estamos hablando de cualquier tipo de bien en esa época; de hecho, por aquí se suele contar aquello de cuando la epidemia de gripe de 1918, con tantos miles de muertos, cuando el paisanaje exclamaba, aliviado: "¡menos mal que le ha dado por las personas, si le da por el ganado nos jode!"). Sospecho que ese documento de 1668 está dando la fe de nacimiento, por así decir, de esa industria textil tan interesante (después, los bejaranos quisieron dar prioridad a lo LANERO en detrimento de lo LINERO: por una sola letra cambió el panorama). Y qué decir del topónimo Los Mazalinos: transparente como pocos. Todo esto merecería un estudio potente que, desde luego, está por hacer. Gracias por tanto, Ángel. Un abrazo. José Muñoz

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    4. Ángel Mª. Ridruejo Cabezassábado, 22 febrero, 2025

      Pido perdón, que se me fue la tecla: el juicio de residencia no es de 1668, sino de 1768.

      He de confesar que, en un primer impulso, pensé lo mismo que José Muñoz y que estábamos ante la fecha fundacional del cultivo del lino por aquellos pagos. De todas maneras, ambas fechas se me antojarían muy tardías. Hemos de admitir algo que, en entornos como este blog, me va a privar de algún afecto: el territorio de Béjar no es apto para una agricultura más allá de la mera subsistencia o, en cualquier caso, para una agricultura que produzca excedentes. Es por ello que podría considerarse un cultivo como el lino, de muy escasas exigencias y requerimientos e inevitablemente destinado a su comercialización, como la única agricultura propicia que, cultivada por extenso, pueda haber sido la única productiva del paisaje bejarano desde tiempos remotos. (Corro a guarecerme antes de que me lluevan dardos.)

      Ello no obsta el contenido de esa ordenanza de 1768: en los juicios de residencia, visitaciones o cualquier tipo de inspecciones funcionariales que puedan datarse en siglos pasados, frecuentemente encontramos disposiciones que no son otra cosa sino traslado de ordenanzas antiguas y que, reiteradamente, el funcionario copia en cada visita a modo de recordatorio sin más que actualizar la cuantía de la sanción; más como puro formalismo que como esperanza de su cumplimiento.

      Y tampoco obsta, e incluso puede avalar, el origen de un poblamiento tan tardío como el de Casas del Fraile. La agricultura fija poblaciones, pero también a la inversa, retroalimentándose. El poblado pudo muy bien haber sido la fundación de un fisiócrata poseedor del terreno, el cual, consciente de las posibilidades de aquellos pagos, acometiera la empresa de optimizar la producción linera mediante la estabilización de sus cultivadores.

      Todo lo anterior, por supuesto, no es más que la película que se monta quien suscribe en una tarde de sábado, y no se puede ni se debe tomar de otra forma. Entre tanto, ya nos advirtió José Muñoz de que la principal dificultad es no encontrarse carta fundacional, o de compra-venta, o de concesión, o algo semejante que clarifique el origen de este núcleo y de los restantes de la serie. Escollo al cual se añade el hecho de desconocer la naturaleza del tal Fraile: ¿un religioso o un apellido, como aventuraba José? ¿un apodo? ¿o un miembro de órdenes militares, cual intuyo? Tampoco sabemos si el tal Fraile era el poseedor en el momento de la fundación, o si el terrazgo llevaba ese nombre por algún poseedor antiguo, o por el poseedor primigenio.

      Ánimo en la empresa, José. Apuesto que te saldrá una bonita publicación e interesante por lo novedoso del tema abordado. De momento, sabes que tendrás un lector.

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    5. José Muñoz Domínguezdomingo, 23 febrero, 2025

      Estimado Ángel: queda anotada la fecha correcta de cara a la reelaboración de esta primera entrega sobre los despoblados, pero también tus reflexiones sobre lo tardío de esa fecha, sobre el origen de la industria linera en la zona y sobre su relación con Casas del Fraile. Un apunte más: que la industria del lino forzosamente ha de ser mucho más antigua en la zona lo demostraría el topónimo Mazalinos, bien documentado desde finales de la Edad Media, ahora bien: ¿las aguas venenosas no podrían deberse a la tardía introducción de procesos industriales que no se conocían en los albores de esa industria en sus comienzos? Creo que todo va encontrando su encaje, aunque falten todavía muchas piezas para completar el puzzle. Si no fuera posible, tampoco pasa nada: algo habrá que dejar para que sigan jugando futuros investigadores. En cuanto a las severas condiciones agrícolas de la zona, tan sólo estás constatando una verdad incontestable: buena para el aprovechamiento forestal (castañares y rebollares), buena para la ganadería (pastos y montanera de "castaña y lande", como aparece en las Ordenanzas de 1577), mala para la explotación agrícola, y tan sólo apta para una economía de subsistencia basada en pequeños huertos familiares en torno a las cortas vegas periurbanas, de ahí que la única posibilidad para agregar ingresos a economías tan precarias no fuera la comercialización de excedentes agrarios imposibles, sino la transformación industrial en los sectores textil lanero, textil linero, intentos de fabricación de tejidos de seda, la explotación y distribución de nieve, etc. Las cosas son como son y no hay que darle más vueltas. Como en todas partes, se hizo de la necesidad virtud: lástima que aquellas iniciativas para salir del mínimo común de la pobreza no las veamos en este tiempo incierto. Un abrazo. José Muñoz

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    6. Ángel Mª. Ridruejo Cabezasdomingo, 23 febrero, 2025

      (Pido pedón de nuevo, el ciberespacio juega malas pasadas y los dos últimos comentarios no deberían haber aparecido. Ruego a Carmen o a cualquier administrador del blog que los elimine.)

      De la hipótesis toponímica alusiva a la posesión por un caballero de órdenes militares, singularmente la de Alcántara, no quisiera abandonarla sin añadir una generalidad que podría explicar más de una fundación poblacional en la provincia de Salamanca.

      En La Serena, desde donde escribo, tenemos interiorizado nuestro pasado alcantarino como algo muy propio. Frecuentemente, olvidamos que la Orden de Alcántara, con el nombre del Pereiro, fue en inicio una orden eminentemente salmantina. Y que durante su primer medio siglo de vida (h. 1160 - h. 1210), su guerra por la cristiandad no debió de ir más allá que correr la tierra y afrontar las contrarias correrías del moro, aquende y allende el Sistema Central, que se había consolidado como la línea de tira y afloja que almohades y leoneses codiciaban afianzar como línea de seguridades.

      Desde la desnuda vastedad de La Serena (más de 300.000 Ha), también olvidamos que no siempre fue la Orden de Alcántara receptora de tan amplias donaciones territoriales. Y, en efecto, puede encontrarse en los archivos toda una miríada de "micro-donaciones" que recibe la Orden en su primeros decenios, en el atomizado territorio de la provincia salmantina: una iglesuela en tal aldea, una aranzada de viña en tal sitio o una yugada de pan llevar en tal otro, o una aceña en tal riachuelo; en su mayor parte, difíciles de identificar en la geografía actual.

      En mi primer comentario expuse que es tentador relacionar el predio donde se asentó Casas del Fraile con alguna ligazón a los alcantarinos, posiblemente bajo los Zúñiga. Si nos abonamos a la relación con la Orden, considero también plausible que la heredad fuese una pequeña donación de esos sus primeros años. Prometo, al menos, releer la "Crónica de la Orden de Alcántara", por ver de encontrar alguna donación que pudiera ajustarse a estas Casas del Fraile de nuestros pecados.

      Y deseando que el amigo José Muñoz pase al siguiente despoblado, que éste ya está siendo casi obsesión.

      Abrazos, José y Carmen, que soporta todo esto.

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    7. Ángel Mª. Ridruejo Cabezaslunes, 24 febrero, 2025

      Apostillar, tan sólo, al bueno de José Muñoz acerca de si la toxicidad de las aguas resultantes de enriar el lino pudiera deberse a la implantación de nuevos procesos industriales.

      No lo creo, el enriamiento per se convierte el agua en nociva sin más que por la química resultante de la propia maceración. Es muy explícito que al proceso del enriamiento se le conociera, popularmente, como "cocerse el lino"; y los testimonios orales que han podido documentarse hablan de que el agua "cogía olor y color" (color que hasta la fecha no he podido exactamente determinar, por ello me saltaron las alarmas cuando apareció por aquí el arroyo Hontoria).

      La toxicidad no podía ser nada novedosa en 1768. Ordenanzas municipales mucho más antiguas así lo describen o así lo dejan barruntar cuando restringen el enriamiento a tramos fluviales muy acotados. Máxime en zonas donde el agua es un bien escaso y en fechas, inicios del verano, que presagiaban mayor escasez. Puedo hablar de lo más cercano que conozco: en 1499, las ordenanzas de Magacela (cabeza de villa y tierra), que se supone son traslado de otras más antiguas, mandan que nadie ose enriar el lino excepto en los sitios que se autorice por el concejo bajo pena de 600 mrs; y en 1536, las ordenanzas de Villanueva de la Serena (la mayor población de la comarca), que dimanan de aquéllas, sólo lo autorizan en aprox. 500 m. del Guadiana, que además son el tramo final antes de abandonar La Serena y penetrar en el enemigo condado de Medellín, o sea, se ordena que las aguas contaminadas pasen a ser problema del vecino.

      Por otra parte, las industrias lineras eran recurrentes por su simplicidad: un cultivo que no precisaba de cuidados, una maceración que podía desatenderse y un procesamiento que no necesitaba trabajadores, instrumental ni instalaciones especializadas, y todo a escala doméstica (y que, por ello, hace muy difícil seguir el rastro de esta industria, pues no suele dejar restos constructivos inequívocos). Quizás por ello mismo, sus beneficios económicos estaban en lo más bajo de las industrias agrarias, como puede colegirse de los bajos gravámenes que se registran en los dezmatorios o en las alcabalas del viento, y que seguramente puedan corroborarse en la tierra de Béjar. Intuyo que cualquier "industrialización" novedosa que se introdujese hubiera dejado de hacer rentable un cultivo cuyo rédito residía en su nulo coste de producción y procesamiento. No es extraño que en un período de carestía como fueron los primeros años de nuestra postguerra, el mercado del lino experimentase un inusual repunte.

      He leído que en áreas cantábricas de muchísima humedad ambiental, el enriamiento no era tal, y que el lino se maceraba dejándolo dos semanas al descubierto bajo la simple acción del rocío veraniego. Ignoro si el microclima de Béjar puede permitir una práctica parecida, pero a vuela pluma se me ocurre (insisto, es una ocurrencia) que el documento de 1768 pudiera estar reflejando el abandono de esta costumbre en aras de un enriamiento en pozas más eficiente pero novedoso en la zona, cuya peligrosidad para el ganado también lo era. Opinen los que sepan -y gocen- del clima bejarano

      Saludos muy cordiales.

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    8. José Muñoz Domínguezmiércoles, 26 febrero, 2025

      Vaya, al final hemos atado los mismos posibles cabos. Después de tus consideraciones en comentarios previos estuve informándome un poco sobre el proceso de enriamiento del lino y comprobé que se podía hacer algo equivalente dejando los mazos al rocío, como era usual en Cantabria y País Vasco. Sería una posibilidad que explicaría la novedad del envenenamiento de los arroyos y, por tanto, la norma en prevención de efectos sobre el ganado. Desconozco si la humedad y el rocío en la zona de Béjar en estos tiempos de cambio climático son factores suficientes para ese procedimiento, pero hay que recordar que en siglos anteriores el clima era otro, más húmedo y frío que ahora. Quizá se impone una consulta a alguien con conocimientos sobre paleo-clima o sobre la Pequeña Edad del Hielo que pudiera arrojar luz a este interrogante (lo apunto en mi agenda). A la espera de esos datos, podemos mantener la hipótesis siguiente: la industria doméstica del lino, entendida siempre como actividad complementaria de las exiguas rentas agrarias, era conocida en la tierra de Béjar desde finales de la Edad Media y el proceso de maceración se realizaba en la zona de Navacarros (posiblemente también en otras áreas de la zona) mediante la práctica del rocío y no en pozos preparados ex profeso ni de charcas represadas en arroyos; pasada la Pequeña Edad del Hielo, los cambios de temperatura y humedad provocaron el abandono de la práctica del rocío y se introdujo la que ha quedado bien documentada en 1768, con el enriamiento del lino en pequeñas presas y el consiguiente perjuicio para el ganado que abrevara en ellas. Habrá que seguir la pista. Muchas gracias por tus aportaciones, Ángel. José Muñoz

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  4. Interesantes documentos los que habéis hallado, pero que de poco valdrían sin un trabajo de investigación como el que habéis hecho.
    ¡Enhorabuena!
    Un abrazo, Carmen.

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  5. Es interesante que lo escrito en el siglo XVII tome vida y nos lleve a una realidad existente en aquél tiempo.
    Felicitaciones a la constancia e interés de los investigadores.
    Cariños.
    kasioles

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.