Autor: Jose Antonio Sánchez Paso
Texto extraído de http://bib.cervantesvirtual.com/historia/CarlosV/8_3_sanchez.shtml
Apenas
seis años estará al servicio de la Casa Real, pero serán los más fecundos e
interesantes de su vida. La mano
todopoderosa del emperador le protegerá y le permitirá lanzar sus más
ponzoñosas y ágiles burlas hacia la Corte, que impotente (y no menos ella
misma alentadora) se verá ridiculizada
en la boca y la pluma del bufón. Esa misma Corte que, años después, no le
perdonará las ofensas cometidas.
En
enero de 1523 llega a la Corte el marqués de Pescara, con quien trabará
la excelente amistad que se hace patente en el «Epistolario» que nos ha quedado
del bufón cronista. Un año después aquél
le invitará a pasar a Italia, donde se encontraba el de Pescara, invitación
que don Francés declinará con su natural poca belicosidad, ya que el marqués se
encontraba por entonces al mando del ejército imperial que combatía la Liga
hecha por el Papa y el rey de Francia.
En
agosto de 1523 el bufón acompaña al emperador
en lo que habrá de ser su segundo viaje a Navarra: allí continuaba la
guerra contra los franceses y allí permanecerá hasta los primeros días del año
siguiente, tomando con humor sin par aquel grave conflicto, plasmando en esta
Crónica el lado absurdo de los delicados aspectos de la naturaleza humana.
A
comienzos de 1524 tenemos noticia de una ausencia suya de la Corte durante tres
meses, por motivos que nos son desconocidos (quizás algún enfado del
emperador); al cabo, es el propio monarca quien le llama a su lado, estando en Burgos por el mes de mayo o junio. De
allí a Valladolid, y de ésta a Madrid, donde Carlos V yace enfermo
durante los últimos meses del año, tiempo que don Francés aprovecha para casar
a su hija Mariana.
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El marqués de Pescara |
El 13 de enero de 1525 tenemos otra vez al
bufón viajando, sino al que parecía estar abocado y del que posteriormente
se quejará amargamente a Carlos V. En esa fecha está de nuevo con su antiguo
señor, el duque don Álvaro, que en Calzada de Béjar se une y pone al mando de la comitiva que llevaba de
Tordesillas a Badajoz a la infanta Catalina para sus esponsales con el rey de
Portugal. Es en la ciudad pacense donde el bejarano moja por primera vez en
la tinta para escribir la Crónica. A esas fechas corresponden los primeros capítulos
redactados:
Una crónica he hecho desque la reina de Portugal partió de Tordesillas
hasta la raya; y entendidas las personas, es la más alta escritura que se ha
visto.
No
es falsa modestia: enviados esos
primeros capítulos a la Corte, a la sazón todavía en Madrid, provocaron el
jolgorio y corrieron de mano en mano, con tal éxito que don Francés se
animó a profundizar en esa descubierta faceta de escritor.
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Carlos V y Fugger |
En
los dos años siguientes nuestro bufón se
internará en la redacción de lo que él pretenderá que sea la crónica del
reinado de Carlos V: para ello se retrotraerá hasta 1517 y escribirá lo que
le pareció oportuno (que no lo más interesante) de lo ocurrido en la Corte
hasta ese momento en que escribe. El
resultado será la más ahistórica y divertida Crónica de cuantas se conservan
del siglo XVI. Son dos años en los que llevará consigo sus papeles allá
donde el destino y la Corte le van llevando: Toledo, otra vez Badajoz, Sevilla,
Granada... dos años en los que al mismo tiempo despliega su humor en una amplia
correspondencia que abarca Papas, reyes,
príncipes, nobles y militares repartidos por toda Europa.
De
vuelta en Valladolid, en enero de 1527, don Francés tiene terminada una primera
redacción de su obra, que divulga en forma de manuscrito por la Corte. Para su
mal, todo hay que decirlo, porque tanto
como el éxito provocó la ofensa de más de uno que se vio retratado en las
jugosas páginas del bufón, hasta el punto de que, bajo amenazas, éste tuvo que retirarse a Béjar hasta
que la tormenta pasó y las voces se aplacaron.
Escudo de los Zúñiga en el Palacio Ducal de Béjar
Superada
la «crisis de ánimos» de unos respecto a su persona y engalanado por las
alabanzas de otros, el bufón vuelve a la
Corte antes del nacimiento del futuro Felipe II, hecho que coincide con la
llegada de la noticia del Saco de Roma y con la propagación de la peste en la
ciudad vallisoletana, que provoca la diáspora de los cortesanos hacia varias
localidades de la Tierra de Campos. Parece ser que don Francés pasó el verano
en Burgos en compañía del duque de Béjar,
a donde la familia real se dirigió desde Palencia en octubre, para en enero de
1528 trasladarse a Madrid, lugar
donde el bufón terminará de redactar la Crónica, a la que después de su
escandalosa divulgación en enero de 1527 había ido prestando progresivamente
menor atención.
Estando
Carlos V en Toledo preparando un viaje a Italia, don Francés hizo una desafortunada broma sobre la lealtad de algunos
nobles cercanos al monarca, lo que
provocó las iras de éste y la expulsión del palacio de nuestro bufón, que
supuso su separación definitiva del rey y de la Corte. Aquejado por alguna
enfermedad, todavía el bufón permanece en Toledo amparado por su antiguo señor
y amigo don Álvaro de Zúñiga. Cuando el rey parte para Italia, el 9 de marzo de
1529, duque y bufón regresan a Béjar.
Desde Navarredonda, «mi villa» en sus palabras, escribió don Francés una hermosa carta a la emperatriz Isabel en la
que le manifestaba su nostalgia de la Corte y le ofrece castañas y arrope de la tierra bejarana. Es la última
carta conocida de don Francés. Su Crónica circulaba entre los cortesanos pero
nunca más reemprendió su escritura. Aunque le había procurado favores y
amistades importantes entre los nobles, también le había buscado enfados,
golpes y amenazas que, años más tarde, se traducirían en su asesinato.

Portón de la calle 29 de agosto (Béjar)
A
la muerte del que había sido su
amigo durante cerca de treinta años, el
duque don Álvaro, tomó posesión de la Villa, Estado, Rentas, Alcázar y
Palacios de Béjar su viuda, doña María
de Zúñiga. Ese 19 de octubre de 1531 don Francés alcanzaba la vieja
aspiración suya de ostentar un cargo público, ya que fue nombrado Alguacil Mayor de Béjar, cargo en el que no duró
mucho. Perdido el favor del emperador Carlos V en 1529 y muerto su protector el
duque, alguien cuyo nombre nos está velado encontró el momento de vengar alguna
vieja querella no perdonada con el paso de los años. En una fecha que bien pudo
ser la del 2 de febrero de 1532 fue
acuchillado y herido de muerte por unos desconocidos en alguna calle de Béjar.
Con cuchilladas en la cabeza, brazos y manos, y una estocada en el lado
izquierdo debajo de las costillas, don
Francés fue llevado a su casa, donde su mujer, alarmada por el ruido, salió
preguntando qué ocurría, a lo que el bufón, sin perder su humor siquiera en tan grave situación, respondió:
No es nada, señora, sino que han muerto a vuestro marido.
Aquella
misma noche hizo testamento y otorgó mayorazgo en favor de su hijo Álvaro.
Resistió a la muerte todavía algunos días o algunas semanas, ya que estando en
tal circunstancia vino a visitarle
Perico de Ayala, bufón al servicio del marqués de Villena, conocedor del
crítico estado en que se hallaba su amigo.
Murió antes del 3 de marzo, fecha en la
que su mujer ratificó y aprobó la escritura de mayorazgo y de testamento de su
marido.
(Continuará)
Apasionante la historia. Me quedé sin bufón y sin saber muchas de sus correrías y escrituras que le llevaron a tener más de un enemigo. Los cuales, si alguna vez pensaron en perdonarle, dieron buena cuenta de él cuando estaba fuera de toda protección. La venganza fácil.
ResponderEliminarun abrazo.
Qué astuto era, declinando invitaciones para acudir donde había guerra. Un hombre prudente, al parecer. Y además no solo su lengua de bufón era temible, sino también su pluma. Me imagino el enojo de más de un grande. Lástima que no retomara su obra. Graves debieron de ser las reacciones para que desistiera. Me pregunto si esa vieja querella que le costó la muerte no arrancaría tal vez de ahí.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
¡¡Vaya xD!!! ¡¡Me lo habéis matao y ni una coplilla le he sonsacao!! ja ,ja... venga, que necesito leer algunas de sus letras... no querréis que busque el libro en la biblioteca ¿Eh, Carmencita? Convence, convence que ponga sus finas letras... recompensaré con comentario y besos... como ahora... te mando cientos!!
ResponderEliminarPreciosa y apasionante historia, bien es sabido que estos personajes se ganaban amigos y enemigos, y estos últimos si son poderosos son mas peligrosos y vengativos.
ResponderEliminarBesos
Sin duda muchos y grandes enemigos hizo, muy interesante su vida. ¿Dónde se puede leer algo de sus crónicas?.
ResponderEliminarUn saludo.
Está claro que el sentido del humor no es un don al alcance de todos...supongo que esa fue en última instancia la causa de su asesinato, una tan castellana desquiciada interpretación del honor y el orgullo heridos y como apunta ¡que ruindad! haberlo matado cuando se produjo "la ofensa"...en fin
ResponderEliminarYa nos contarás, Carmen, que eso de que continue ahora que se ha muerto don Francés...me da que pensar :)
Con el humor se puede decir de todo, en este caso... hirio bastantes egos, don Zúñiga; y tuvo gracia hasta siendo acuchillado.
ResponderEliminarUna vez mas, quedo embelesada por ese portón y esa calleja que guarda los ecos de los pasos de antaño. Elegante entrada, Carmen, un abrazo.
Curiosa y viajera vida la de este bufón magnífico, que, con sus mordaces ideas, la muerte y la protección de sus amos, le mató. Ahora, es una vida magnífica...
ResponderEliminarSalud Carmen ¡¡¡
Geniales peripecias. Es lo ocurre siempre cuando uno dice su verdad. Unos le aplauden y y otros guardan rencor. Y el rencor siempre es más poderoso y vengativo. No obstante creo que disfrutó de la vida como pocos.
ResponderEliminarMe encanta cómo lo cuentas
Bss
Como se dice coloquialmente: genio y figura...hasta la sepultura. Hace falta tener sentido del humor.
ResponderEliminarYa no hay bufones como antes.
Antaño había ingenio.
Hoy, los modernos bufones son gente podrida de dinero y que salen por la tele en programas de cotilleo, para solaz y esparcimiento de gentes que no tienen otra cosa mejor que hacer. Solo que su nivel intelectual y su ingenio dejan mucho que desear.
Un saludo.
No le faltaba dosis de ingenio y una lengua viperina a este bufón, D. Francisco de Zúñiga, que incluso se atrevió a escribir una crónica del reinado, nada más y nada menos, que del emperador Carlos V. Muy interesante la vida de la gente munuda, pero que también hacen grande la historia de España. Feliz día de Andalucía, Carmen.
ResponderEliminarpues si que se tomaban a mal las críticas, y mostraron una gran cobardía atacar a traición a un hombre ya caido en desgracia y sin influencias, una venganza de lo más fría.
ResponderEliminarUna bella historia con final desgraciado de una persona cuyo sentido del humor le acompañó hasta los trances de la muerte. Saludos cordiales, Carmen.
ResponderEliminarMarcelo: la envidia y los celos empujaron a sus enemigos a quitársle de en medio de la peor manera posible.
ResponderEliminarSaludos
Dame Masquée: sí, está casi claro que las envidias sumadas a su fina y viperina lengua (que decía las verdades y realidades a la cara sin disfraz ni máscara alguna) provocaron las iras de algún grande que decidió quitársele de en medio a base de cuchilladas. Aunque, vaya usted a saber, lo mismo fue alguna causa aún por desvelar. El caso es que la Crónica se conserva y de su lectura puden sacarse múltiples conclusiones.
ResponderEliminarUn besito
MariCari: intentará extraer alguna de esas coplillas suyas tan finas y reales que provocaron hasta en enfado del emperador, ya que me lo pides tú, salá.
ResponderEliminarBesazos
IglesiasOviedo: el bufón confiaba en que la protección del emperador y del duque le amparasen frente a todo ataque, pero cuando ambos le retiraron sus favores (uno por enfado y el otro por muerte) se derrumbó la barrera entre don Francés y sus enemigos. Y estos la saltaron muy rápidamente, me temo.
ResponderEliminarSaludos
Eduardo: este artículo es un resumen de la vida de don Francés escrita por Jose Antonio Sánchez Paso, autor de una edición comentada de la Crónica, precisamente. Espero que puedas encontrarla y si no creo que en google books está colgada. No sé si ya está fuera de circulación y por eso se colgó ahí.
ResponderEliminarSaludos
Alama: jajajaj No te preocpues. De moemento don Francés no se ha aparecido a ningún mortal o al menos eso parece de momento. La tercera parte trata de la Crónica que él escribió y de la bibliografía que podeis consultar para ampliar, si quereis, vuestros conocimientos sobre el bufón.
ResponderEliminarBesitos
Carolina: muchas gracias por tu comentario, amiga. Me haces enrojecer. Béjar todavía cuenta con un patrimonio histórico muy valioso, como se puede apreciar en las imágenes y no he didado en explotarlo para adornar esta entrada.
ResponderEliminarSaludos
Javier: personaje interesante como ninguno, es cierto, y lleno también de oscuridades sin resolver.
ResponderEliminarSaludos
Katy: tus felicitaciones irán a parar al utor de este texto, Jose Antonio Sánchez Paso que no yo. Y es verdad, amiga, las verdades ofenden y el rencor es muy peligroso, venga de quien venga.
ResponderEliminarBesitos
Cayetano: entonces los bufones servían para solaz de la gente poderosa y con dinero y debían explotar muy bien su ingenio para poder llegar a ese punto de favoritismo o bien hacer suo de sus malformaciones físicas, que de todo había. Ahora son bufones del populacho, soeces y horteras, cutres monigotes de la sociedad que nos ha tocado vivir.
ResponderEliminarSaludos
Paco Hidalgo: ¡ah, es verdad! Por allí estais de fiesta... Pues nada a divertirse y tomar un día de asueto, que nunca viene mal.
ResponderEliminarUn abrazo
Jose Luis: el dilema está en quién lo mató. ¿Fue un noble cuyo honor había sido puesto en entredicho? ¿Una dama mancillada? ¿Un ajuste de cuentas entre vecinos? ¿Un asunto monetario?
ResponderEliminarSaludos
Francisco Espada: era un hombre dedicado al humor desde que nació y no lo abandonó ni a las puertas de la muerte.
ResponderEliminarSaludos
Que personaje.
ResponderEliminarAl menos, aceptò su destino con el humor con el que viviò.
Un abrazo.
Gaucho: y es difícil tener conciencia humorística en un momento tan delicado como la propia muerte.
ResponderEliminarSaludos
Me ha gustado tu respuesta.
ResponderEliminarCreo que la anécdota de la muerte del bufón y los comentarios tuyo y mío sobre la vigencia de los "graciosos" de turno pueden dar lugar a seguir abundando en el tema.
Tal vez haga algún día una entrada con ese asunto, citando el post del autor y lógicamente a esta casa que lo da a conocer, siempre que cuente con tu permiso y el de tu colaborador José Antonio.
Un saludo.
Cayetano; por supuesto, señor Profe. A petición de una de mis seguidoras intentaré extraer algún fragmento de la Crómica para conocer el estilo, la lengua afilada de don Francés y así tener más puntos para comparar presente y pasado. Me parece genial tu idea.
ResponderEliminarUn abrazo
El humor suele ser un arma peligrosa que es preciso manejar con exquisito cuidado. Si en la vida privada ya puede darnos disgustos, en la de un cortesano puede tener, como en este caso, efectos letales. No hay que olvidar que una persona puede defenderse casi de cualquier cosa: de las mentiras, de los ataques verbales, de la buena oratoria oponiendo a todo ello también razones y argumentos. Pero del ridículo no puede defenderse nadie.
ResponderEliminarMe ha encantado saber que tuvo amistad con el marqués de Pescara. Éste estaba casado con la extraordinaria Vittoria Colonna, la poetisa más importante del renacimiento italiano, mujer de grandes cualidades y que por motivos religiosos, acabó también siendo un tanto apartada de la vida de corte. Se conserva al menos una carta de Carlos V dirigida a ella.
Excelente entrada, felicidades al autor. Un abrazo.
Todo un personaje este don Francés. No sé cómo se atrevió a repartir manuscritos con sus chanzas, parece obvio que el sentido del humor no era una de las cualidades más sobresalientes de la nobleza de la época.
ResponderEliminarCarmen curiosa historia gracias por su visita.
ResponderEliminarSaludos desde
Creatividad e imaginación fotos de José Ramón
Cuánto me ha gustado esta parte. Quizá pensó don Francés que nunca se quedaría sin protectores. A uno, el emperador, lo perdío; el otro, el duque se le murió. Solo, los enemigos vieron vía libre para vengarse de él; pero hasta en el trance final estuvo a la altura de su vida: digno.
ResponderEliminarUn abrazo Carmen.
Muchos enemigos debió granjearse el bufón durante su vida cortesana pues acabó de esa guisa.
ResponderEliminarSaludos.
Muy interesante Carmen, desde luego que el sino de Francés fue viajar acompañando a aquella Corte itinerante que fue la del emperador Carlos, ya fuese por tierras castellanas, navarras o italianas.
ResponderEliminarAdemás tuvo muy buen morir por lo que parece quitándole hierro a sus cuchilladas con ese humor tan suyo. Al final la muerte de su señor, supuso también la suya propia.
Por cierto, que tan de la comarca son esos portones como el de la foto, del que alguno hay también en Lagunilla, sobre todo en los edicios históricos.
Un beso.
No es oficio menor el de alguacil mayor. En algunos concejos era ejercido por hidalgos. Quizás también en Béjar.
ResponderEliminarSaludos.
Un personaje como él no dejaba a nadie indiferente. Bien o mal todos tendrían una opinión sobre el caballero.
ResponderEliminarYa veremos como sigue esta historia
Saludos Carmen
Isabel: me ha encantado tu comentario, aunque he de puntualizarte que don Francés no tenía temor a hacer el ridículo así que se hacían aún más peligrosas su acerada pluma y su aguda lengua.
ResponderEliminarBesos
Roberto: siempre imaginé a la corte de Carlos V como un conjunto de atildados y estirados personajes, serios y meapilas,aunque seguro que esta visión es del todo errónea. No creo que fuera para tanto, aunque así querían que se les viese desde fuera y a través de los siglos. De todos modos, aunque así fuese, humor, lo que se dice humor, me temo que no había. O por lo menos en grandes cantidades.
ResponderEliminarSaludos
Jose Ramón: gracias por devolvérmela.
ResponderEliminarSaludos
Desdelaterraza: ¿crees que fue digno a lo largo de su vida? No sé si llegó a serlo, porque destila humor de los demás y de sí mismo a través de sus escritos, de tal manera que no llega a uno a saber si lo que cuenta es mitad verdad o sólo una sarta de exageraciones y chascarrillos sin cuento.
ResponderEliminarSaludos
Dissortart: de esa guisa acabaron muchos por mucho menos que don Francés, pero en lo relativo a él creo que no podemos dudar, aunque sólo sea una hipótesis, de que su acerada pluma le llevó a la muerte violenta. Y además él mismo lo venía venir en su epistolario.
ResponderEliminarSaludos
Carlos II: esas puertas de madera ajadas por el tiempo, de oxidados clavos de hierro y no menos curiosos dinteles y jambas de piedra podemos tener la alegría de conservarlas en nuestras calles comarcanas, bien restauradas o bien con ese aire de paso de los siglos que le son tan característicos.
ResponderEliminarSaludos
Retablo: en Béjar los cargos consistoriales eran elegidos por el propio duque de Béjar en una lista presentada antes del 1 de enero del año siguiente. Esa lista de nombres llegaba a uña de caballo desde la corte o bien en mano si el duque andaba por Béjar. Cada uno de los personajes elegidos representaba a una parroquia. En su conjunto el consistorio se divía entre miembros del estado llano y del estado noble o hidalgo en un número igualitario.
ResponderEliminarSaludos
Manuel: bufón y caballero me temo que no era lo mismo en aquella época. Desde luego la opinión no era muy favorable sobre el bufón porque no dejó títere con cabeza.
ResponderEliminarSaludos
No estaría mal conocer donde le dieron al pobre, a lo mejor estamos pasando todos los días por esa calle. Se vengaron bien sus enemigos cuando tuvieron la ocasión.
ResponderEliminarTuvo algo que ver la calle 29 de Agosto con el bufón??
Buen humor tuvo hasta su muerte.
Un beso.
Muy interesante....la verdad es que hay tanto de historia que no se sabe...gracias por mostrarnos un poco más de ella. Volveré a leerlo todo porque es mucha información para asimilar y casi que cuando termine prefiero leerlo todo de nuevo del tirón.
ResponderEliminarSaludos.
Laura M: no, la calle 29 de Agosto no tuvo nada que ver. El nombre le viene de los acontecimientos relacionados con la revolución de 1868 y no con el bufón. Sería largo de explicar aquí, pero parece ser que el sentimiento liberal en Béjar venía de mucho antes y ya en 1867 se produjeron pequeñas algaradas que alumbraron la unión de Béjar con el levantamiento general auspiciado por el general Prim en contra de Isabel II. O sea, nada que ver con don Francés. La leyenda cuenta que don Francés fue muerto en la calle de Los Curas, muy cerquita de Santa María, aunque vete a saber.
ResponderEliminarBesazos
Anita: el problema que tenemos los historiadores es que a veces no sabemos cómo acortar la cantidad de informacion que poseemos y esto quizás aburra a aquellos menos apasionados por la Historia.
ResponderEliminarUn besazo y gracias por enseñarnos imágenes tan hermosas
Mala forma de terminar su andadura por este mundo, aunque gran sentido del humor, como para hacer chiste de su desgracia. Eso de ser bufón por lo que se ve era oficio peligroso.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola ,
ResponderEliminartu blog me encanta !!!
besitossssssss.
De nuevo por tu casa, disfrutando de tus cosillas. Siempre un placer.
ResponderEliminarSaludos y feliz domingo.
Valverde: no me hubiera gustado ser bufón en aquella época a juzgar por las consecuencias.
ResponderEliminarSaludos
Duendes: me alegro mucho. Gracias por el comentario.
ResponderEliminarSaludos
Hiperión: hasta la cocina.
ResponderEliminarSaludos
no puedo leerte me canso, pero ya estoy en casa y es cuestion de dias.
ResponderEliminarlodejo, manolo
Manolo: no te preocupes, hombre. No hay que leer todas las entrads a machamartillo. Lee las que te apetezca o guárdalas para otro día.
ResponderEliminarUn abrazo
Lovely sense of style and beautiful blog! Very nice work!
ResponderEliminarWould you like to follow each other?
xoxo,
Fashionhypnotised girl