Autor: José Muñoz Domínguez
El lugar de las Casas del Robledo, o sencillamente las Casas, se encontraba muy cerca de la aldea de San Bartolomé de Béjar, tanto que resultaría difícil mantener por mucho tiempo la entidad jurídica con la que se fundó. Según veremos, la atracción del núcleo mayor y un cúmulo de circunstancias adversas gravitaron sobre aquel precario sistema hasta que los habitantes de la población satélite acabaron fusionándose en la de mayor masa poblacional antes de su drástica desaparición durante la segunda mitad del siglo XVII.

Fig. 1. Esquema de localización del despoblado respecto de San Bartolomé: A) San Bartolomé de Béjar; B) arroyo de San Bartolomé; C) camino de las Casas hacia Neila de San Miguel; D) camino de San Bartolomé al que conduce de Neila a Béjar; E) localización del despoblado de las Casas del Robledo; 1) radio de 695 m; 2) radio de 834 m (elaboración propia sobre imagen satelital del PNOA, 2024).
Para localizar el despoblado disponemos de noticias bien acreditadas sobre la distancia entre ambos núcleos vecinos, aunque expresadas en tiros de arcabuz –dos concretamente–, un dato crucial que, a pesar de su aparente imprecisión, permite establecer el área de aquel asentamiento: basta con trazar una banda circular de entre 695 y 834 metros de radio en torno a San Bartolomé, con centro convencional en su iglesia, y determinar la intersección con el antiguo «Camino de las Casas» que mediaba entre el despoblado y la aldea de Neila de San Miguel (fig. 1).
Convendría hacer un inciso acerca de este tipo de medidas de longitud. Las correspondencias en metros de diferentes expresiones antiguas como el tiro de piedra, de flecha, de ballesta, de arcabuz, de mosquete, de escopeta, de cañón, etc., son siempre problemáticas y, desde luego, meramente aproximativas, pero merece la pena tratar de concretar su valor porque en muchos casos se acerca a la realidad documentada.
En un escrito sobre despoblación y migración fechado en 1664, al que volveremos más adelante, las autoridades de las Casas del Robledo aseguraban que la distancia entre el despoblado y la aldea de San Bartolomé era de «dos tiros de arcabuz» (1), así que se impone el recurso a la historia de la técnica y a la aritmética elemental para determinar esa distancia en términos actuales. La equivalencia de un único tiro de este arma de fuego se ha establecido entre los 50 y los 250 metros, un rango demasiado amplio que además es incorrecto, pues, de acuerdo con referencias publicadas en tratados de artillería prácticamente coetáneos, de 1592 y 1611 (2), se verificarían distancias de 200 pasos cuando se refiere a su alcance efectivo o «tiro recto de punta en blanco» (139 metros considerando pasos naturales a razón de 2,5 pies castellanos por paso, equivalentes a 0,695 metros) o bien de 500-600 pasos si se refiere al concepto de «tira más tira» o en «bolada», es decir, tiro parabólico de máxima elevación (por tanto, entre 347,5 y 417 metros cada tiro).
Fig. 2. Matas de roble rebollo en la parte más occidental del robledo que daba nombre al despoblado, atravesado en la actualidad por la carretera provincial AV-100 (imagen de Google Streetview, agosto de 2024).
La localización que propongo se ajusta con bastante exactitud al rango de los 695-834 metros que supondrían los dos tiros de arcabuz, en su versión de trayectoria alzada o parabólica, documentados en 1664. El área donde se cumplen los requerimientos de distancia, toponimia y red viaria coincide con el paso de otro camino, el de San Bartolomé, y queda atravesada por el arroyo homónimo, que separa zonas llanas dedicadas a prado, al este, de otras más abruptas al oeste, todavía ocupadas por matas de monte rebollar: justamente aquel robledo de Quercus pyrenaica que daba nombre a la población desde su origen y que todavía conserva parte de su extensión y espesura (fig. 2). El asentamiento de las Casas se encontraría en la parte llana donde coinciden el arroyo y los dos caminos mencionados, configurando un hábitat humano probablemente concentrado en torno a esa mínima red viaria y atravesado por el cauce, exactamente como sucede en el pueblo vecino de San Bartolomé con el arroyo Matabejas y en muchas otras localidades de la zona.
Esta localización coincide en buena medida con las que propusieron otros autores sin conocer la documentación que iré mostrando y a partir de testimonios y datos de campo diferentes, así que sin duda es la correcta. Al margen de las breves e imprecisas referencias de los eruditos locales bejaranos, como Muñoz García, García Martínez o Rodríguez Bruno, han escrito sobre este despoblado otros autores con mayor detenimiento y especialización: González Díez, Moreno Lete, González Calle y, más recientemente, Moreno Arribas (3).
Fig. 3. Croquis topográfico para el MTN correspondiente
al término municipal de San Bartolomé de Béjar, escala 1 : 25000, marzo de 1903
(Planoteca del IGN).
El primero se limitó a situar las Casas del Robledo en coincidencia con el topónimo las Casas, a documentar su mención en el elenco de poblaciones de 1594 (sin considerar el Censo de 1591, con recuento de vecinos) y a constatar la presencia de ciertos vestigios de los que, sin embargo, no llega a precisar nada:
Casas de Robledo. Despoblado en el término de San Bartolomé de Béjar, a 700 m al N/NO, a la derecha, y lindando con camino que va a los Rosales, en el pago llamado las Casas, donde se conocen algunos restos, aunque el nombre de Robledo se ha borrado; identificamos estas Casas como Casas de Robledo porque en el elenco de pueblos de 1594 aparece entre La Hoya y San Bartolomé, como los restos en cuestión. Mapa 1/50.000, hoja 553: latitud, 40 o 24' 38''; longitud, 1 o 58' 58''. (4)
Moreno Lete, en un trabajo de 1994 todavía inédito, aceptó los planteamientos de Martínez Díez y ratificó la existencia de algunos vestigios en el llamado «Prado de las Puertas», sin mayor concreción.
Fig. 4. Detalles del croquis anterior en dos aproximaciones de zoom. Arriba a la izquierda, en tono encarnado, localización aproximada del despoblado de las Casas del Robledo. El tratamiento de color es mío (Planoteca del IGN).
Por su parte, González Calle es quien mayores aportaciones ha publicado sobre el caso en cuanto a toponimia, referencias históricas, notas de tradición oral, localización y registro de restos materiales. Este autor certifica la desaparición del referente «Robledo» en la conciencia colectiva, que sólo reconoce el topónimo «las Casas», y amplía la toponimia menor asociada: además del «Prado de las Puertas» (vinculado a un supuesto convento, según los testimonios recogidos), pertenecerían al término del despoblado los parajes de «los Corrales» y el «Prado de San Juan» (que señalaría el emplazamiento de la iglesia), lugares relativamente distantes que apuntarían, según González Calle, a un poblamiento disperso formado por pequeños barrios (5). En cuanto a documentación histórica, tan solo acude a datos de 1479, 1534 y 1594 que trataremos con detalle en la segunda parte de esta entrega, y ante la ausencia de referencias posteriores, argumenta sobre la integración de las Casas del Robledo en el concejo de San Bartolomé a finales del siglo XVI, concluyendo que su despoblamiento y desaparición hubo de producirse entre los siglos XVII y XVIII (6). El recurso de las fuentes orales permitió a este autor no sólo un mejor conocimiento toponímico en torno al despoblado, sino también dar a conocer otra leyenda fundacional parecida a la que se cuenta en la Garganta respecto de la Redondilla e igual de inverosímil: la causa del abandono de las Casas del Robledo sería una plaga de hormigas –o bien de ratones– y también lo que impelió a sus habitantes a fundar San Bartolomé de Béjar como nuevo asentamiento (7). González Calle localiza el despoblado en coordenadas geográficas similares a las propuestas por Martínez Díez: 1o 58' 47'' de longitud oeste y 40o 24' 41'' de latitud norte, con altitud de 1100 a 1145 m (las coordenadas precisas para el cruce del «Camino de las Casas» con el arroyo de San Bartolomé en el MTN manejado por ambos autores, sin duda la edición de 1947, son de 1o 59' 52'' W / 40o 24' 41'' N, con una altitud de 1112 m). Finalmente, se refiere a una serie de restos arquitectónicos mencionados por otros autores o por uno de los testigos entrevistados, pero ya inexistentes, y a vestigios cerámicos ciertamente pobres.
Fig.
5. Fotograma aéreo de 1979 con la localización de las Casas del Robledo al
noroeste de San Bartolomé. El tratamiento de color es mío (Fototeca del IGN).
Por su parte, Moreno Arribas se limita a proporcionar una buena síntesis interpretativa a partir de las contribuciones previas, sin aportaciones documentales ni de campo.
Como veremos con mayor detalle en la segunda parte, algunas de las incógnitas espacio-temporales planteadas por estos autores quedarán despejadas en estas páginas, en particular la localización precisa del núcleo urbano de las Casas del Robledo (figs. 3, 4 y 5) y su término aproximado, la secuencia temporal entre el otoño de la Edad Media y su final como asentamiento humano, así como las causas concretas de su desaparición, poco después de 1667.
Continuará
NOTAS
1. El documento en AHN, Fondo Osuna, C. 266, D. 17, Carta remitida por Tomé Hernández y Juan Barroso, alcalde y regidor de Casas de Robledo (Salamanca) a [Manuel Diego López de Zúñiga Mendoza Sotomayor, X] duque de Béjar, informándole de la gran despoblación que está sufriendo el pueblo por emigrar la gran mayoría de sus vecinos al pueblo cercano de San Bartolomé [de Béjar] (Salamanca), las Casas del Robledo, 16 de marzo de 1664. En el encabezamiento redactado por el archivero ducal, ca. 1790-1806, la misma distancia se transforma en «dos tiros de escopeta».
2. Vid. Collado de Lebrija, Luis, Platica manual de artillería en la qual se tracta de el arte militar y origen de ella..., Pablo Gotardo Poncio, Milán, ca. 1592-1593 (fol. 48), y Lechuga y García, Cristóbal de, Discurso del capitan Cristoval Lechuga en que trata de la artilleria, y de todo lo necessario á ella, Marco Tulio Malatesta, Milán, 1611 (p. 153 a 156 con referencia a otras armas, y pp. 162-163 para el arcabuz).
3. Martínez Díez, Gonzalo, Las comunidades de villa y tierra en la Extremadura castellana (estudio histórico-geográfico), Editora Nacional, Madrid, 1983 (pp. 628, si bien en su mapa de la comunidad de villa y tierra de Béjar lo sitúa erróneamente junto al arrabal de Fuentebuena); Moreno Lete, Eduardo, 7ª Campaña del Inventario Arqueológico de la Provincia de Ávila (1994), Junta de Castilla y León, Ávila 1994 (no publicado: consultado a partir de las notas de Moreno Arribas); González Calle, Jesús Antonio, Despoblados en la Comarca de El Barco de Ávila (Baja Edad Media y Edad Moderna), Institución Gran Duque de Alba, Ávila, 2002, así como González Calle, «Los despoblados en el estudio de modelos de asentamiento: teoría y práctica en el hábitat serrano de El Barco de Ávila», en Jiménez Alcázar, Juan Francisco; Ortuño Molina, Jorge; y Soler Millá, Juan Leonardo (eds.), Actas del II Simposio de Jóvenes Medievalistas, Sociedad Española de Estudios Medievales e Instituto de Estudios Medievales, Universidad de Murcia, Lorca, 2004 (pp. 51 a 66); y Moreno Arribas, Jesús, «Reseña de dos despoblados bajomedievales y de la Edad Moderna en Valdebeçedas: El Berrocal (Becedas) y Casas de Robledo (San Bartolomé de Béjar)», en Verde Doncella, nº 19, Becedas, 2019 (pp. 23 a 38, principalmente pp. 32 a 36). Otros trabajos complementarios sobre los despoblados abulenses y del área veldebecedeña en Larrén Izquierdo, Hortensia, «Aportación al estudio de los despoblados en la provincia de Ávila», en Cuadernos Abulenses, nº 4, Institución Gran Duque de Alba, Diputación de Ávila, Ávila, 1985 (pp. 111 a 123); y Hernández Martín, Alfonso, «Despoblados en el Valle del Alto Tormes», en Cuadernos Abulenses, nº 27, Institución Gran Duque de Alba, Diputación de Ávila, Ávila, 1997 (pp. 115 a 124). Agradezco a Antonino González Canalejo el acceso a tres de estas referencias.
4. Martínez Díez, Las comunidades..., p. 628. El camino a los Rosales es parte del que comunicaba el despoblado con la aldea de Neila de San Miguel, nombrado «Camino de las Casas» en el croquis topográfico para el MTN de 1903 y todavía conservado en el parcelario actual.
5. De los cuatro topónimos, el del «Prado de las Puertas» es el único que no se registra en los datos proporcionados por la Sede Electrónica del Catastro.
6. González Calle desconocía varios documentos muy esclarecedores del siglo XVII a los que me referiré en la segunda parte de esta entrega.
7. Curiosamente, a los habitantes de San Bartolomé de Béjar se les conoce popularmente como «ratones».
Carmen en esta tierra nuestra creo que se fueron asentando la gente a medida que se iba avanzando en la reconquista. Como nos dices tenían una peculiar forma de medir la distancia, yo mismo digo muchas veces que nuestros pueblos están tan cerca que de niños nos tirábamos piedras de uno a otro.
ResponderEliminarEsa creo es la gran razón de la despoblación ya desde aquellos años.
Saludos.
Volvemos a las andadas, amigo José. El topónimo de Robledo me da qué pensar y no por su significancia, sino precisamente por la poca significancia que tiene en el medio forestal bejarano, en donde esa formación arbórea no llama la atención, contraviniendo la que, para mí, es la primera regla (y única) de la toponomástica: "se le da nombre propio a aquéllo que merece recibirlo". Sí que sería un topónimo significante como calificativo de las casas en cuestión y de sus habitantes: unos pobladores que viven de la explotación del robledo. Contrariamente a la explotación agrícola, que fija poblaciones, la explotación silvícola tiende a dispersarlas. Y por eso no echaría en saco roto el aserto de González Calle, e imaginar no una población nucleada, sino una serie de nucléolos, cuya cohesión la encontrarían en la iglesia servidera de todos ellos. En la pervivencia de ese paraje de San Juan, al igual que todos los hagiotopónimos, se puede rastrear la existencia de un edificio religioso (bueno, vale, ésta sería la segunda regla de la toponomástica...). En cualquier caso, esperamos impacientes la siguiente entrega que, por lo que dices, suena a hallazgo de restos arquitectónicos in situ. Abrazos.
ResponderEliminarEncantado de leer tu comentario, Ángel; reconsideraré la hipótesis de González Calle. Si te ha parecido que abro expectativas sobre restos arquitectónicos, me temo que hay que dejar claro lo contrario: cero restos, pero bastantes datos históricos a cambio. Y no seré yo quien contradiga las reglas de la toponomástica, tan firmemente asentadas como las famosas tres reglas de la robótica formuladas por Asimov que tal vez queden anuladas por la inteligencia artificial.
ResponderEliminarUn saludo. José Muñoz