24 de julio de 2017

Algunas aportaciones al estudio del urbanismo y de la vivienda medieval en Béjar (2ª Parte)

Autor: Antonio Avilés Amat
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4776 (5/05/2017), p. 4.


3. CONFIGURACIÓN DEL ESPACIO: URBANISMO Y VIVIENDA (I)


     Tras esta introducción acerca del lugar de asentamiento y de las personas que, como pobladores estables, construirán en el mismo sus casas en función de su trabajo, familia y necesidades y, posteriormente, las habitarán, intentaré un acercamiento a la tipología y características de la vivienda en el periodo histórico bajomedieval y en aquella sociedad sólidamente estratificada como, al igual que las de su entorno, lo sería la bejarana. 

 Casa solariega del siglo XV
Museo Judío "David Melul"

         Buscar un prototipo que refleje como debió ser la generalidad de la vivienda de la época, acorde a la profusión de clases sociales y las diferencias económicas, intereses y motivaciones de cada una, sería empeño baldío ya que la diversificación se impondría sobre la homogeneidad. A este respecto y queriendo resaltar las desigualdades existentes en las propias construcciones, señala Eloy Benito Ruano[1] que no son los mismos ––nunca lo han sido–– su ubicación, sus materiales, ni sus dimensiones. Sin embargo, es posible y justificado un acercamiento a su estudio por lo que se conoce de las técnicas, progresos y soluciones aplicadas, de modo generalizado, a las diversas obras y edificaciones que, en aquel momento, se realizan en territorios musulmanes o cristianos indistintamente. O en este caso particular, referido a Béjar, a donde llegan tales referencias, como al resto de poblaciones, debido al continuo trasvase de conocimientos constructivos y de todo tipo que se expande por el centro y occidente europeo y la cuenca mediterránea. Estudio que será complementado con la observación y el conciso análisis de algunas construcciones de la época y otras tardomedievales (repetición de modelos y patrones anteriores) que, aunque sensiblemente alteradas por el transcurso del tiempo, se conservan todavía en la ciudad. Tales podían ser la casa solariega, que actualmente ocupa el Museo Judío “David Melul”, construida a mediados o finales del siglo XV con elementos góticos reconocibles en el frontispicio y en la fachada este, y otras de Barrionuevo (la mayor parte, por desgracia, demolidas), la Plaza Mayor y La Antigua, sobre las que más adelante me detendré.                                               

17 de julio de 2017

Algunas aportaciones al estudio del urbanismo y de la vivienda medieval en Béjar (1ª Parte)



Autor: Antonio Avilés Amat
Publicado: Béjar en Madrid nº 4775 (21/04/2017), p. 4.


        El tan sugerente, por su artificiosa composición y barroca originalidad, lienzo del pintor italiano —veronés por más señas— Ventura Lirios, Vista de Béjar, realizado por encargo del duque don Juan Manuel II en torno a 1726, refleja con bastante exactitud y detalle como debió ser, en el primer cuarto del denominado siglo de las luces, la vetusta villa bejarana. Esta apenas habría cambiado desde su fundación, varios siglos antes, hasta el momento en que se ejecutaba el cuadro; algo más, casi siglo y medio después, con la incorporación del barrio de la Corredera y de algunos edificios fabriles junto al río, cuando, en 1867,  Francisco Coello traza el plano de la que ya, desde 1850, poseía el título de ciudad. 

 Vista de Béjar, de Ventura Lirios.
Imagen extraída de aquí

       Y no demasiado, si lo comparamos con el tiempo presente, salvo la pérdida de la mayor parte del recinto amurallado[1] y de algunos destacados monumentos y obras públicas de abastecimiento de agua (como el evaporado acueducto del que nunca más se supo) que aparecen en la pintura al principio citada. Por lo demás, la ciudad contemporánea sigue conservando en una proporción importante, aunque se hayan transformado o alterado sustancialmente, la fisonomía de muchas de sus edificaciones y el primitivo aspecto y configuración urbanística desde el Medioevo. 

Plano de Coello

10 de julio de 2017

Malqueospese, entre la ficción y la realidad



Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez 

     A 101 kilómetros al noreste de Béjar, por la carretera N-110, se encuentra el municipio de Mironcillo, cuyo patrimonio arquitectónico más relevante es el castillo de Malqueospese, conocido también como Manqueospese y Aunqueospese. Situado a poca distancia del casco urbano, habría sido construido entre 1490 y 1504 por los Dávila, originalmente de Ávila, señores de Villafranca de la Sierra, y hoy es objeto de una leyenda romántica que tiene diversas versiones. La siguiente, con mayor fundamento histórico y relatada brevemente, es la más recurrida entre los guías de turismo local:     




Castillo Malqueospese, Mironcillo. Vista aérea galeon.com  



     Volvía de la guerra (se menciona la batalla de Las Navas de Tolosa, pero en la fecha los Zúñiga, entonces Stúñiga, no habían pasado aún a Castilla) el bizarro capitán don Álvar Dávila, señor de Sotalbo, al frente de sus mesnadas repartiendo sonrisas y saludos. Al pasar frente al palacio de don Diego de Zúñiga, noble abulense, quedó prendado de la hija de este, doña Guiomar, asomada al balcón.

3 de julio de 2017

Pila bautismal de la iglesia de Santa María de la Encina de Burguillos del Cerro: una obra de arte esculpida en la piedra



Autor: Antonio Surribas Parra

         Estimados amigos,

        Los burguillanos, a mediados del siglo XVIII, encabezados por don Juan de Liaño y Sánchez-Arjona, tuvieron un sueño:

   Levantar una iglesia tan grande como su castillo.

        A fe que lo consiguieron, construyendo una de las mayores iglesias de Extremadura. La nueva iglesia parroquial de Santa María de la Encina y San Juan Bautista fue consagrada en el año 1800. Su construcción se inició en 1745 y finalizó en 1795.

 
        En cincuenta años, se levantó una maravillosa iglesia neoclásica, que guarda en su seno un magnífico patrimonio artístico procedente de las dos antiguas iglesias templarias: de Santa María de la Encina y de San Juan Bautista -cerradas al culto al consagrarse la nueva parroquia-; de los dos conventos desamortizados en el s. XIX: el de las Llagas de San Francisco y el de la Concepción; así como los de las ermitas de San Vicente, Ntra. Sra. Encarnación de Torres y Santa María del Valle, que fueron cerradas al culto en siglos anteriores.

26 de junio de 2017

Entre Goya y Carnicero



Autora: Berta Baz
Publicado: La Gaceta de Salamanca (4/06/2017)

  La biblioteca histórica de la Universidad de Salamanca guarda libros que pertenecieron a los duques de Béjar y Osuna



      Como gran mecenas y amante del arte, la decimotercera duquesa de Béjar y Osuna Mª Josefa Pimentel y su marido Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pacheco reunieron una importante colección pictórica. Amigos de Francisco de Goya, tenían 23 cuadros del pintor zaragozano, entre los que destaca el retrato en el que el matrimonio está acompañado de sus cuatro hijos nacidos hasta el año 1788. Los duques se cuentan entre los primeros mecenas de Goya, para los que trabajó en estos años pintando retratos y cuadros de gabinete para sus distintas propiedades. El retrato familiar, el segundo que había pintado el artista hasta entonces después del monumental retrato del infante Luis de Borbón y su familia, no era frecuente en España. Por ello, los duques ponían así de manifiesto su elevada alcurnia, casi al nivel de la realeza, y se mostraban al mismo tiempo conocedores de las modas de otros países avanzados.

Duquesa de Osuna, Francisco de Goya


    También es de Goya el retrato la marquesa de Santa Cruz, Joaquina Téllez-Girón y Pimentel, hija del matrimonio, que reposa ‘tranquila’ desde 1986 en el museo del Prado ya que se dice que salió de España bajo la orden del general Francisco Franco para ser regalada a Hitler en la conferencia de Hendaya por la esvástica que lleva grabada en un instrumento musical.